miércoles, 2 de septiembre de 2015

ENTREGADOS





Penosamente entregados aparecen los resignados seguidores de Mons. Fellay y demás liberales de la Neo-FSSPX (otrora llamados lefebvristas, pero ¿qué queda de la combatividad de Mons. Lefebvre?). Aunque esa resignación aparece disfrazada de optimismo a la manera de los conservadores y línea-media que un día se desgañitan contra Francisco y al siguiente lo aplauden por esta clase de medidas, como si se tratase de un Dr. Jekyll y Mr. Hyde espasmódico que ya no se controla, y así un día se le ocurre una cosa y al otro día otra, totalmente imprevisible y opuesta, cuando es sabido que es un político astutísimo que no da puntada sin hilo y no está donde está por pura casualidad. Todavía hay zonzos (lo decimos suavemente) que hablan con entusiasmo de un “reconocimiento pleno y sin trabas para el accionar de la FSSPX dentro de Roma”. Así, creen que los enemigos de la Tradición católica, los mismos que hicieron la masónica revolución del Vaticano II, y que se han dedicado a demoler con satánica constancia todo lo que la Iglesia había construido en dos milenios, ahora quieren favorecer a la Tradición ¡justo cuando el hereje Bergoglio más claro demuestra su compromiso para construir el Nuevo Orden Mundial anticristiano! ¡Justo cuando la sodomización de la iglesia conciliar avanza a pasos agigantados! ¿Esperarían estos ilusos que los fariseos con Anás y Caifás a la cabeza permitieran o concedieran la libertad de accionar para Pedro, Pablo y demás Apóstoles? ¿En qué cabeza cabe? Sólo en cabezas trabajadas por mucho tiempo por el liberalismo, que les inoculó el espíritu dialoguista y les hizo perder el sentido del combate cristiano. ¡Ni siquiera queda ya el celo por la verdad y el odio al error y la mentira! ¡Sólo se busca entenderse con los enemigos! ¡Ya no se reconoce a los amigos y a los enemigos!

Varios tipos de comentarios ha suscitado la reciente medida dispuesta por Francisco en relación con la FSSPX durante el “Año de la Misericordia”. Por un lado, están los que se enredan en torno a discusiones leguleyas respecto de la validez o no validez de las confesiones de la FSSPX y mil cosas más, como si Dios fuese un Ministro o Juez de la Corte que sólo ejerce su caridad y salva las almas si el formulario A15 o J34 están debidamente sellados y firmados por el Secretario y el Adjunto del Jefe de la Oficina de Socorros romana…ignorando por completo el estado de necesidad y la ley suprema de la Iglesia, que es la salvación de las almas.

También están los que parecen preocupados o muy interesados (algunos quizás tengan un poco de resentimiento) por lo que dirán los que hasta ahora venían criticando a la FSSPX desde los sectores línea-media y neo-cones: “Ahora, cierta línea media (Aciprensa), que se caracteriza por su odio a la Fraternidad y su papolatría, van a tener que tragarse sus palabras”…“¿Qué dirán los Iraburu o los Bermúdez?”, etcétera. Pero ¡a quién diablos le importa lo que diga esa gente! ¿Lo único que les importa es la opinión ajena? Lo único que importa y debe importar es lo que piensa Dios y aunque todo el mundo se concierte en el desprecio y la crítica a nosotros, si nuestra conciencia no nos acusa y estamos ciertos de cumplir con Dios, ¿a qué esas quejas femeniles o preocupadas de “qué dirán los papólatras neocones que nos criticaban”?  ¡Nos tiene absolutamente sin cuidado! ¡Que digan lo que quieran! ¿O tiene importancia que los resabiados de liberalismo opinen “bien” de nosotros?

Pero esa preocupación por “el qué dirán”, es decir, deseo de agradar al mundo –y la iglesia conciliar, entiéndase bien, ES “Mundo”-  está en la base de la búsqueda de “regularizar la situación canónica” lo que hoy día quiere decir “que Roma reconozca a la FSSPX como católica”, es decir, que los que enseñan herejías y destruyen la Tradición y verdadera doctrina católicas, le den un sello a la FSSPX que diga que es católica. Y esto mientras los modernistas siguen a toda máquina con las consignas en pro del Nuevo Orden Mundial que sodomiza y destruye a las familias y unifica las religiones detrás del cuidado de la “Madre Tierra”…Vean por ejemplo este comentario en uno de los blogs fellecistas: “No deja de ser una buena noticia. Y mala para los que se regocijan en llamarnos cismáticos.(…) Después de todo,. no es cuestión que por un grupito de necio (sic) debamos vivir como no católicos cuando somos católicos. y que nos reconozcan como católicos es importante, sobre todo si damos buen ejemplo con humildad, verdad y caridad. Es lo que ha pedido varias veces el Papa a los tradicionalistas en serio, y en eso tiene razón. En eso, y por ahora nada más que en eso. Nos conoce tan bien como nosotros lo conocemos a él.” A lo que el responsable del blog responde: “Muy de acuerdo con lo suyo. Humildad, verdad y caridad. La humildad nos previene del Diablo sus pompas y sus obras; la verdad, de los modernistas y sus ocurrencias; y la caridad, de los falsos tradicionalistas y sus infamias”. Confundir la humildad con la estupidez es algo muy habitual de estos tiempos confusos. Si “la humildad nos previene del Diablo sus pompas y sus obras”, ¿dónde está la prevención al querer colocarse bajo el poder de aquellos que sirven y hacen las obras del Diablo (los modernistas), poniendo en riesgo la propia fe? ¿O las herejías no son las obras de la carne patrocinadas por el Diablo? Además, se suscribe allí el comentario que da a entender que se estaría viviendo como no católico por no contar con el reconocimiento de Roma (es decir, de los conciliares herejes modernistas), lo cual es una imbecilidad, mucho mayor viniendo de supuestos seguidores de Mons. Lefebvre.


Otro liberal fellecista nos aporta un comentario del mismo tenor, que haría las delicias de Francisco si éste lo leyera: “Lo cual es atendible (que no se debe tener acercamiento con los herejes) si hablamos de herejes sin jurisdicción. Pero respecto de herejes que no han sido declarados tales y que por añadidura ejercen poder aunque más no sea por permisión divina, no es válido el argumento. En todo caso, no se trata de un acercamiento a los errores doctrinales que estas autoridades trasmiten.”

Es decir que la prudencia corre con los lobos que no tienen jurisdicción, pero si los lobos tienen jurisdicción entonces hay que dejarla a un lado. ¡Excelente razonamiento! Pero San Pablo dijo que “aun cuando nosotros mismos, o un ángel del cielo, os predique un Evangelio diferente del que nosotros os hemos anunciado, sea anatema” (Gál. 1,8). Incluye San Pablo no sólo a sí mismo sino a los Apóstoles y sus sucesores, por lo tanto cualquiera que aun teniendo jurisdicción enseñe algo contrario a la recta doctrina de la fe entregada para siempre, sea anatema.

Sobre los “herejes que no han sido declarado tales”, tenemos como regla la enseñanza resumida en palabras de Dom Prosper Gueranger: “Cuando el pastor se muda en lobo, toca desde luego al rebaño el defenderse. Por regla, la doctrina desciende de los obispos al pueblo fiel y los súbditos no deben juzgar a sus jefes en su fe. Mas hay en el tesoro de la revelación ciertos puntos esenciales de los que, todo cristiano, por el hecho mismo de llevar tal título, tiene el conocimiento necesario y la obligación de guardarlos. El principio no cambia, ya se trate de ciencia o de conducta, de moral o de dogma. Traiciones semejantes a la de Nestorio, son raras en la Iglesia; pero puede suceder que los pastores permanezcan en silencio, por tal o tal causa, en ciertas circunstancias en que la religión se vería comprometida. Los verdaderos fieles son aquellos hombres que, en tales ocasiones, sacan de su solo bautismo, la inspiración de una línea de conducta; no los pusilánimes que bajo pretexto engañoso de sumisión a los poderes establecidos, esperan, para correr contra el enemigo u oponerse a sus proyectos, un programa que no es necesario y que no se les debe dar”.


¿Y qué decir de “no se trata de un acercamiento a los errores doctrinales que estas autoridades trasmiten”? ¡Soberbia presunción! “Me acerco al apestado, no a la peste”.

Nos dice la palabra de Dios: Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. Los conoceréis por sus frutos” (Mt. 7. 15-16). ¿Hace falta decir cuáles son los frutos de Francisco y Cía.?

San Pablo es muy claro: “Huye del hombre hereje, después de haberle corregido una y dos veces, sabiendo que quien es de esta ralea, está pervertido y es delincuente. Se condena por su propia conciencia” (Carta a Tito, 3, 9-11). No dice San Pablo: “Huye del hombre hereje, pero si tiene jurisdicción puedes acercarte a él”. Sobre las correcciones caritativas, la FSSPX ya hizo las correcciones suficientes a lo largo de los años (¿o qué fueron sino las “Conversaciones doctrinales”?, ¿quizás se hayan hecho con otro propósito que hoy vemos florecer? Bien, esto fue admitido por Mons. De Galarreta respecto de las intenciones romanas: hacer ecumenismo con la Fraternidad. Queremos pensar que eran buenas las intenciones de la FSSPX).

Y San Ignacio de Antioquía:

“Huid de los herejes, ellos son los sucesores del diablo que logró seducir a la primera mujer”.

San Irineo:

“¡Huid de todos los herejes!”.

San Antonio abad:

“¡Huid del veneno de los herejes!”.

Y San Efrén:

“¡No te sientes con los herejes!”.

Y San Atanasio:


“He sabido que no sólo os entristece mi exilio, sino sobre todo el hecho de que los otros, es decir los arrianos, se han apoderado de los templos por la violencia y entre tanto vosotros habéis sido expulsados de esos lugares. Ellos, entonces, poseen los templos. Vosotros, en cambio, la tradición de la Fe apostólica. Ellos, consolidados en esos lugares, están en realidad al margen de la verdadera Fe, en cambio vosotros, que estáis excluidos de los templos, permanecéis dentro de esa Fe. Confrontemos pues qué cosa sea más importante, el templo o la Fe (hoy podemos decir: la estampilla de católicos  y el status canónico o la Fe), y resultará evidente desde luego, que es más importante la verdadera Fe”.

Y Dom Gueranger:

“Uno de los medios de conservar la fe, una de las primeras marcas de unidad, es la huida de los herejes”.

Reiteramos aquí citas de un artículo nuestro:

“Mirad por vosotros mismos, a fin de que no perdáis el fruto de vuestro trabajo, sino que recibáis colmado galardón. Todo el que va más adelante y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la doctrina, ése tiene al Padre, y también al Hijo. Si viene alguno a vosotros, y no trae esta doctrina, no le recibáis en casa, ni le saludéis. Porque quien le saluda participa en sus malas obras.”
(Segunda carta del apóstol San Juan, 8-11).

Mons. Straubinger:

“…y de los otros tener misericordia pero temiendo el trato con ellos, pues hemos de odiar hasta el contacto de la túnica manchada por la carne. Esta figura, tomada de los leprosos (Lev. 13,47), significa temer el contacto con los que profesan mala doctrina
(Comentario a la epístola de San Judas 1,22, siguiendo a Fillion)

Los que son sólo cristianos de nombre, perjudican a la Iglesia más que los paganos. Por lo tanto no debemos tener trato con ellos. Véase las severas normas dadas en Col. 3, 14; II Tes. 3, 6  y 14; II Juan 10.”
(Comentario a San Pablo I Cor. 5, 9-13).

“La misma naturaleza nos muestra que la manzana picada pudre la buena, y no es ésta la que sana a aquella. Es el sentido que en la Biblia tiene la levadura, de la cual basta un poco para corromper toda la masa”.
(Coment. a Eclesiástico 12, 13).

Finalmente para no extendernos demasiado, el traicionado por Menzingen Monseñor Lefebvre:

“Es pues un deber estricto para todo sacerdote que quiere permanecer católico el separarse de esta Iglesia Conciliar, mientras ella no reencuentre la Tradición del Magisterio de la Iglesia y de la Fe católica”. (Itinerario Espiritual, Cap. III, p. 40, 1991).

Ah, interesante ver cómo los liberales fellecistas se muestran entregados al decir cosas como estas en uno de sus blogs: “Pero "la revolución como Saturno se come a sus propios hijos" es la frase atribuida a Vergniaud que se aplica a estos pobres desviados de la pseudo "resistencia"  cuyo nombre, abominable, ha llamado la atención hasta a sus propios adláteres que pidieron su revisión”.

Abominan de la resistencia (¿nombre abominable, por qué?) simplemente porque siendo parte de la Revolución, pronto serán ingeridos por la Revolución conciliar, como ya ha ocurrido con montones de grupos de tradicionalistas fagocitados y esterilizados por Roma, el último de cuyos ejemplos son los Franciscanos de la Inmaculada. A eso se entregan ciegamente quienes no han querido seguir resistiendo al error:

“Es doloroso comprobar el lamentable enceguecimiento de tantos hermanos en el Episcopado y en el Sacerdocio, que no pueden o no quieren ver la crisis actual ni la necesidad de ser fieles a la misión que Dios nos ha confiado de resistir al modernismo reinante”. (Mons. De Castro Mayer).