viernes, 31 de diciembre de 2021
LA ESPERANZA CRISTIANA
El 4 de
noviembre, el error de una conductora produjo el atropello de tres niñas, una
de las cuales, Mariquilla, falleció casi en el acto. Su madre abrazó allí mismo
a la mujer. Foto: Emergencias Madrid en el lugar del suceso.
22 diciembre
2021
Me ha resultado muy incitador un artículo de Arcadi Espada titulado Creencias en
el que se subleva contra la carta, publicada en diversos periódicos, de los
padres de Mariquilla, una niña de cinco años que murió atropellada
fortuitamente a la salida de su colegio. Con una falta de remilgos sin duda
hiriente pero muy estimulante desde el punto de vista intelectual, Espada se
escandaliza, por ejemplo, de que los padres se atrevan a afirmar que su hija
está «gozando más que nunca en el cielo porque era una disfrutona
de la vida y sabía que sólo allí podía estar mejor con su verdadero Padre y su
verdadera Madre».
Y se escandaliza todavía más de que pidan a la mujer que atropelló a su
hija «que se abandone en el Señor para darse cuenta de que no tiene culpa alguna
y que, aunque sea incomprensible, Nuestro Dios lo ha permitido para sacar bienes
mayores» (y los padres, incluso, mencionan que conocen casos de personas
que, tras la muerte de su hija, han recobrado la fe). A Espada, en fin,
esta carta se le antoja «la insólita justificación de un dios [sic] criminal»
que «ha exigido el sacrificio de una niña»; y se le antoja aberrante que los
titulares de la prensa la califiquen de «conmovedora» y «emocionante», siendo a
su juicio por completo «inadmisible».
Espada tiene razón cuando despotrica contra la prensa que califica de
«conmovedora» una carta que, en efecto, resulta por completo «inadmisible» para
la mentalidad de nuestra época; aunque, sin duda, esa prensa zaherida por
Espada demuestra al menos tener un poco más de delicadeza que él. Pero la
delicadeza no es una prenda intelectual, sino en todo caso moral; y Espada
acierta mucho más con su epíteto áspero que la prensa con sus epítetos
ñoños. La carta de los padres de Mariquilla resulta por completo
contraria al espíritu de nuestra época, que considera que la muerte conduce
a la nada y que la fe en otra vida es una compensación imaginaria propia de
ignorantes (cuando lo cierto es que no hay mayor ‘compensación
imaginaria’ que la nada; puesto que si hay algo que por definición no
exista es la nada).
Nuestra época no cree en la vida más allá de la muerte por miedo a lo desconocido, por miedo a la existencia de una realidad que se hurte a su ciencia y a su técnica; y también porque –como señalaba Bossuet–, no creyendo en otra vida, se puede vivir esta como lo hacen los animales. La existencia de otra vida es, a la postre, una exigencia temible, pues nos obliga a vivir pensando en ella (y en el juicio que la precede), ordenando nuestra andadura terrenal hacia un horizonte más amplio. Cuando Espada califica de «inadmisible» la carta de esos padres no hace sino mostrar el mismo enojo y la misma exasperación que mostraban los paganos, hace veinte siglos, cuando veían a los cristianos aceptar alegremente la muerte.
MONS. FAURE HA SALIDO DEL HOSPITAL
Tenemos
la alegría de informar que Mons. Faure ha dejado el hospital y ahora se
encuentra en un centro de rehabilitación, a fin de recuperar sus capacidades
físicas, particularmente respiratorias.
martes, 28 de diciembre de 2021
LA SOLUCIÓN DE JOB - MONSEÑOR WILLIAMSON
Comentarios
Eleison
25
de diciembre de 2021
Número
DCCLIV (754)
La solución de Job
Mons. Williamson
Si
las almas deben morir por millones para ser salvadas,
Que
así sea – la humanidad Covid es depravada.
Después
de que en los tres primeros capítulos del Libro de Job se plantea el problema
del sufrimiento de las almas aparentemente inocentes, en los siguientes 34
capítulos surge en una discusión entre Job y cuatro de sus amigos tres
soluciones: Elifaz, Baldad y Sofir dijeron que el sufrimiento es siempre un
castigo, Eliú dijo que también puede ser una advertencia, el propio Job dijo
que es un misterio impenetrable. Pero en el transcurso de la discusión había
puesto en duda más de una vez a su Hacedor, por quien su fe sabía que el
sufrimiento le había llegado. Y así, aunque la paciencia de Job era admirable –
«el Señor ha dado, el Señor ha quitado, bendito sea el Señor» (I, 21)-, no era
sin embargo perfecta. Job dio al Gran Dios preguntas para responder.
Aquí
están: ¿por qué Dios da vida a las almas que anhelan amargamente la muerte
(III, 20–21)? ¿Por qué escoge a Job para maltratarlo (X, 2–3)? ¿Por qué oculta
su rostro a Job y lo trata como un enemigo (XIII, 23–24)? ¿Por qué los que le
conocen nunca ven sus días (XXIV, 1–2)? Y finalmente, «¡Oh, si tuviera alguien
que me escuchara! (¡Aquí está mi firma! ¡Que el Todopoderoso me responda (XXXI,
35)! Job es un hombre «irreprochable y recto» (I, 1), pero en su extremo
sufrimiento no deja de pedir cuentas al Todopoderoso. Está claro que Job no es
un santo de yeso, sino un hombre de carne y hueso, con reacciones humanas.
Sin
embargo, Dios Todopoderoso conoce la virtud de Job, y que fue sólo la virtud de
Job lo que le hizo ser puesto a prueba por Satanás, y por eso, si bien Él no
responde a nadie y no tiene por qué dar una respuesta a Job, lo hará, tan
pronto como Job y sus cuatro amigos hayan dicho lo suyo (XXXVIII-XLI). Ahora
bien, no es la respuesta que ni Job ni nosotros mismos podríamos haber
esperado, porque el Señor Dios no responde directamente a ninguna de las
preguntas de Job. En su lugar, apela a su propia e inconmensurable majestad,
infinitamente por encima de todo cálculo meramente humano, en algunas de las
páginas más sublimes de toda la Escritura para Su auto-revelación, y que
haríamos bien en conservar a nuestro lado, hasta que el Castigo de Dios ponga
fin a las tonterías de Covid y a todo el sufrimiento que desencadenará.
«Muy bien, Job. Me has interrogado.
Ahora déjame interrogarte a ti (XXXVIII, 2). ¿Dónde estabas cuando puse los
cimientos de la tierra? ¿Has ordenado alguna vez la mañana, o señalado la aurora?
¿Atas las constelaciones, o sueltas los lazos de Orión? ¿Conoces acaso las
leyes de los cielos? ¿Le das al caballo su fuerza? ¿Es por tus órdenes que el
águila se eleva? ¿Puede tu brazo igualar al brazo de Dios, o puede tu voz
retumbar como la Suya? Si nadie se atreve a provocar al cocodrilo, ¿quién crees
que se atreverá a enfrentarse a Mí? . . .
Bajo
el impacto de estas preguntas y de muchas más similares, Job tiene
la sabiduría de ceder (XL, 3–5): «No soy nadie, ¿qué puedo decir? No tengo nada
más que decir». Pero se le ha respondido – Dios está infinitamente por encima
de los pensamientos meramente humanos – Sus pensamientos no son los nuestros, y
nuestros caminos no son los suyos (Is. LV, 8, 9). Puede que las preguntas de
Job no hayan sido respondidas directamente, pero la sed de Job por algunas
respuestas ha sido ahogada en la inescrutable majestad de Dios. Y Dios pasa a
advertir a Job contra el orgullo, ejemplificado en dos de las criaturas más
orgullosas de Dios entre sus animales, el hipopótamo, Behemoth (XL, 15–24), y
el cocodrilo, Leviatán (XLI). Job se humilla, y admite que sus preguntas
estaban fuera de lugar – « . . . he dicho lo que no entendía,
cosas demasiado maravillosas para mí, que no conocía . . . por
eso me desprecio y me arrepiento en polvo y ceniza» (LII, 2–5).
Como
conclusión de todos los sufrimientos de Job, Dios culpa a los cuatro amigos de
Job por su ignorancia y dureza con Job, pero al propio Job le devuelve su
familia y prosperidad y mucho más que antes (XLII, 7–17). Benditas sean las
almas que nunca cuestionarán los propósitos o planes de Dios a través de todo
el caos y el dolor que se desprenderá de la tontería del Covid en los próximos
años. Puede que no sepamos lo que estamos haciendo nosotros, pero Dios ha
sabido desde la eternidad lo que está haciendo – ¡llevarnos al Cielo!
Kyrie
eleison.
SAN PÍO X: “HABRÁ CORAJE CUANDO LA FE ESTÉ VIVA EN LOS CORAZONES”
Agradezco, Venerable Hermano (1), a vuestro
corazón generoso el desear verme trabajar el campo del Señor siempre a la luz
del sol, sin nubes ni borrasca. Pero Vos y yo hemos de adorar las disposiciones
de la Divina Providencia que, después de establecer su Iglesia aquí abajo,
permite que encuentre en su camino obstáculos de toda índole y resistencias
formidables. La razón es, por otra parte, evidente: la Iglesia es militante y está, en consecuencia, sumida en una lucha
continua. Esa lucha hace del mundo un verdadero campo de batalla y de todo
cristiano un soldado valeroso que combate bajo el estandarte de la cruz.
Esa lucha ha comenzado con la vida de nuestro Santísimo Redentor y no ha de
terminar más que con el mismo fin de los tiempos. Así pues, hace falta que todos los días, como los
valientes de Judá al volver de la cautividad, rechazar con una mano al enemigo
y levantar con la otra las paredes del Templo santo, es decir: trabajar en la
propia santificación.
DOS CAVIDADES
Sarco está fabricado en Australia con una impresora
3-D y podría empezar a utilizarse en Suiza.
por Juan Manuel de Prada
27
diciembre 2021
Durante
estas últimas semanas han tenido un protagonismo especial dos cavidades
o receptáculos de aspecto muy diverso: una futurista y rutilante, muy
cómodamente tapizada; la otra antiquísima y lóbrega, muy ásperamente pedregosa.
Y lo que esas dos cavidades nos ofrecen es tan antitético como su aspecto.
La
primera de estas cavidades nos la brinda Sarco, una cápsula de
formas fálicas que, según su fabricante, ofrece «la opción de una muerte
pacífica, electiva y legal en un ambiente elegante y con estilo». Se
trata, en fin, de una máquina para suicidas, de diseño muy molón,
que al presionar una tecla se inunda de nitrógeno líquido, para que el usuario
«se sienta ligeramente borracho» antes de morir. Sarco se convierte así
en la estación final de la autodeterminación, que promete endiosar
al hombre y le concede instrumentos jurídicos para deshacerse de todo cuanto lo
‘limita’ o ‘coarta’, exaltando sus pasiones más torpes y sus ambiciones más
egoístas, en aras de alcanzar una individualidad soberana, autónoma,
independiente de todo, incluso de sí misma. Esta autodeterminación nos concede
el derecho a liberarnos de los vínculos familiares, nos concede el derecho a
liberarnos de la vida gestante que portamos en nuestras entrañas, nos concede
el derecho a liberarnos de nuestro propio cuerpo, haciendo realidad nuestras
fantasías penevulvares más aberrantes. ¿Cómo no iba a concedernos el derecho a
liberarnos de nuestra propia vida? La autodeterminación nos lleva de la mano a
través de una vida de placeres fatuos, haciéndonos creer que somos
dioses; y cuando estamos cercados por el dolor nos lleva de la mano hasta
la cómoda cavidad de la máquina Sarco, haciéndonos creer que somos
gusanos que merecen ser suprimidos (pero en un ambiente elegante y con
estilo). Así, la autodeterminación, que empieza mostrándose como un apetito de
vitalismo, acaba mostrándose como un apetito de muerte. Pero quien desea
suprimirse, por suprimir su sufrimiento, es alguien que ha perdido las ganas de
vivir; pues, como nos enseña Castellani, «ningún padecimiento hay
intolerable cuando el padeciente cree firme que un día acabará el sufrir y que
todo va a acabar en bien. La cualidad de infinito comunicada al dolor proviene
de una disposición de ánimo llamada desesperación».
Y,
frente a la cómoda cavidad que nos ofrece la máquina llamada Sarco, nos
hallamos con la pedregosa y lóbrega cavidad que nos ofrece la cueva de
Belén. En esa cavidad no ocurre una muerte, sino un nacimiento; no es una
estación final para la desesperación, sino una rampa de salida para la
esperanza. En esa cueva áspera se produce un trastorno del
universo: un Dios invulnerable asume la vulnerabilidad de nuestra
condición humana, la fragilidad propia de la carne asediada por el sufrimiento
(y lo hace, además, hasta las últimas consecuencias); un Dios omnipotente y
omnímodo asume las limitaciones propias de la libertad humana, que no
es ‘autodeterminada’, como pretende nuestra época, sino determinada por la
verdad de las cosas. En esa cavidad de la cueva de Belén, nos aguarda una
lección de humildad asombrosa que es un trastorno del universo: la grandeza
inabarcable de Dios se torna la fragilidad de un niño recién nacido que gimotea
y se amamanta a los pechos de su Madre. Omnipotencia y desvalimiento,
divinidad y fragilidad, que hasta entonces eran conceptos antípodas, se anudan,
formando una amalgama desafiante. Al Niño que gimotea y se amamanta a los
pechos de su Madre le aguardan los sufrimientos más ímprobos; pero sabe que
esos sufrimientos son el camino más seguro para la gloria. La autodeterminación
nos hace creer que somos dioses mientras estamos sanos para decirnos después
que somos gusanos; ese Niño de Belén, por el contrario, nos enseña a aceptar
humildemente nuestras limitaciones y nos recuerda que nuestro cuerpo
maltrecho será semilla de resurrección. Nos enseña y nos recuerda que, si
bien la muerte es un ladrón presto siempre a lanzar su zarpazo, hay un
territorio donde ese ladrón no tiene jurisdicción, donde florece una vida nueva
bajo el sol de la eternidad. Nos enseña y nos recuerda que nuestro cuerpo, tan
acechado por los padecimientos, guarda una semilla de divinidad que
está a punto de germinar. Nos enseña y nos recuerda que nuestro cuerpo lleno de
arrugas y michelines, cólicos del riñón y deficiencias respiratorias, humores
malolientes, secreciones y excrementos; nuestro cuerpo que se lastima y se
duele, que enferma y se muere y se pudre, ha sido, sin embargo, elegido como
recipiente de nuestra gloria.
Deseo
una muy feliz Navidad a las tres o cuatro lectoras que todavía
me soportan, alejada de la cavidad de Sarco, adentrada en la cavidad de Belén.
Publicado
en XL Semanal.
LA PACIENCIA DE JOB
Comentarios Eleison
Número DCCLII (752)
La PACIENCIA de JOB
Monseñor Williamson
El
sufrimiento de mañana nos horrorizará,
¡Pero
Dios está muy por encima de todos nosotros!
Si nombramos la segunda y más
larga sección del Libro de Job por esa “paciencia” por la que es famoso, es
porque los capítulos 4 a 37 consisten en un diálogo entre Job y cuatro de sus
amigos en el que pretenden consolarle, pero en realidad no hacen más que echar
sal en sus heridas. Como dice Job, ¡qué amigos! En la tercera sección, los
capítulos 38 a 42, Dios mismo intervendrá para dar la verdadera solución, que
sólo Él podía dar con tanta autoridad, y de la que ciertamente estamos
necesitados, para encuadrar correctamente en nuestras mentes el sinsentido del
Covid, el Castigo cada vez más cercano, y el fin del mundo.
Job es paciente con sus amigos
porque los tres primeros insisten en que debe haber pecado para haber merecido
el espantoso sufrimiento de su pérdida total de bienes y salud, y el cuarto se
acerca sólo un poco más a la verdadera explicación. Sin embargo, en la búsqueda
de la solución, los tres amigos mayores de Job, Elifaz y Baldad y Sofar,
enuncian muchas verdades valiosas sobre la conexión entre el pecado y el
sufrimiento. Sólo que aplican erróneamente sus buenos principios al caso
particular de Job, tal como él lo sabe y se lo cuenta. El Cielo sabe que el
pecado de la apostasía mundial es más que suficiente para merecer el castigo
del comunismo mundial que desciende sobre nosotros de la mano de los criminales
del Covid como Schwab, Gates, Fauci y sus manipuladores ocultos, pero no es
totalmente responsable, porque también hay inocentes que sufren.
LOS SACERDOTES QUE ABUSARON DE MI
Por: R.P. Gustavo Caro
https://es.catholic.net/op/articulos/47197/cat/832/los-sacerdotes-que-abusaron-de-mi.html#modal
Cuando era muy niño, sin tener conciencia, sin libertad, sin poderme defender,
uno de ellos me hizo hijo de Dios, heredero de la Vida Eterna, Templo del Espíritu
Santo y miembro de la Iglesia, nunca podré perdonarle haberme hecho tanto bien.
Otro, insistió en mis años tiernos, en inculcarme
violentando mi voluntad, el respeto por el Nombre de Dios, la necesidad
absoluta de la oración diaria, la obediencia y la reverencia a mis padres, el
amor por mi Patria y me enseñó la utopía de no mentir, no robar, no hablar mal
de otros, perdonar y todas esas cosas que nos hacen tan mojigatos y
ridículos...
Otro apareció aludiendo que el Espíritu Santo,
debía venir a completar la obra comenzada en el Bautismo, que me harían falta
sus dones y sus frutos, que ya era hora de que viniera en mi ayuda Aquél que me
haría defender la Fe, como un soldado ¡Qué osadía hablar en términos tan
bélicos!, hizo en esa época que cuidara mi alma de las del mundo, que fuera
noble, leal y honesto...
Otro dejó huella en mí dándome libros para leer, no
le bastaban sus consejos, que hacían poner la mirada en la eternidad y vivir
como extraños aquí en la tierra, ¿Quién sacará ahora de mi cabeza Los cuatro
Evangelios?; ¿Las glorias de María?; ¿La Imitación de Cristo?; ¿Las
Confesiones?; ¿Las Moradas?, etc., ¿Quién será capaz de curarme de todos esos
tesoros que me marcaron para siempre?
Otro abusó de mi ignorancia, enseñándome cosas que
no sabía, otro no hablaba pero su vida virtuosa me inclinaba cada vez más a
imitarlo. Hubo algunos que se aprovecharon de mí en momentos inesperados y me
corrigieron, me alentaron y hasta rezaron por mí.
Otros, cuando yo ya estaba en un círculo del cual
no podía salir, se empecinaron con mi naturaleza caída y me incitaron a recibir
a Jesucristo en su Cuerpo y Sangre, para resistir a los embates del enemigo,
para fortalecer mi flaqueza y santificarme cada día más. Aunque para aquél que
lea esta denuncia, le parezca que esto ya es demasiado y que más bien no se
puede hacer, les digo que las enseñanzas siguieron en aumento y todo pasó a
mayores, cada vez que conocía a un sacerdote, se aprovechaba de mí con
renovados métodos, reliquias, estampas, agua bendita, rosarios, bendiciones y
oraciones de todo tipo, armaban una cárcel de tremendos beneficios que llegaron
al límite de lo soportable.
Quiero dejar claro esta injusticia y que atiendan a
mi reclamo en esta denuncia, porque sé que algunos de ellos me estará esperando
para seguir con esta iniquidad, sentado en un confesonario o al lado de mi cama
cuando esté moribundo y aunque desaparezca seguirán con sufragios por mi alma y
súplicas de misericordia.
Quiero que se sumen a mi voz todos aquéllos que han
sido víctimas de estos atropellos y se han sentido ultrajados por estas
personas, pues sé que a otros los han unido en matrimonio, a otros le
descubrieron su vocación, a otros hasta llegaron a ayudarlos materialmente o
guardaron con llave en su corazón para siempre secretos tremendos de sus
miserias humanas.
Cuidémonos gravemente de tratar con ellos, no les
demos nuestros datos, no los miremos a los ojos, no les consultemos
absolutamente nada, no sigamos ninguno de sus pasos, pues corremos el riesgo un
día de caer en sus trampas y salvarnos eternamente.
BATALLA CULTURAL
Las batallas culturales están
ganadas de antemano por el progresismo si su adversario parte de sus mismos
principios, y en ese caso el encono social que provocan es estéril. Foto:
Jeremy Bishop / Unsplash.
Con machaconería de disco rayado se apela desde la derecha a la necesidad
de librar contra el progresismo rampante una "batalla cultural",
expresión con la que se pretende pintar una suerte de choque de trenes en el
que dos cosmovisiones radicalmente opuestas se disputan la hegemonía cultural.
Sin embargo, para librar una batalla de estas características, se tiene que
combatir con unos principios opuestos que propongan una alternativa
radical (no por extremista, sino por adentrarse hasta la raíz de las
cuestiones en liza). Cuando no ocurre así, inevitablemente la batalla está
perdida.
A estas grotescas "batallas culturales" la derecha siempre
acude pertrechada con el concepto de libertad propio del liberalismo,
con la munición de derechos individuales propia del liberalismo, con la visión
antropológica propia del liberalismo, etcétera. Y entonces el progresismo
rampante no tiene sino que utilizar tales principios en su beneficio,
adoptándolos como propios, adaptándolos a sus intereses y desarrollándolos
hasta extremos que la timorata derecha nunca había sospechado.
Y entonces, una vez desarrollados tales principios, la derecha clama
contra lo que absurdamente llama "marxismo cultural", que no
es sino liberalismo consecuente. Pues el liberalismo, con su principio
emancipador, crea el caldo de cultivo para todas las ingenierías sociales que
convienen al progresismo para construir un ethos hegemónico...
al que, rezagados, acaban sumándose los adalides de la derecha, aunque adopten
siempre una versión atenuada o vergonzante.
Algunos de estos adalides no se suman del todo, sino que libran
escaramuzas en determinados asuntos que exacerban los antagonismos
sociales del modo más tremendista posible. Del mismo modo que, para
favorecer su asalto al poder, la izquierda utiliza a los inmigrantes, a las
feministas o a los ecologistas como "sujetos revolucionarios", los
adalides de esta segunda versión de la "batalla cultural" utilizan al
movimiento provida o a las clases medias depauperadas.
Pero esta modalidad de "batalla cultural", a la vez que
utiliza a estos grupos sociales como arietes, encona y rearma a los
detractores, generándose así una disociedad envenenada por un enjambre
de odios. Esta disociedad polarizada, además, atemoriza a los
tibios, que acaban sucumbiendo a los cantos de sirena del progresismo, que
establece siempre dónde se halla la moderación.
Ambas modalidades de "batalla cultural" son completamente inanes,
por mucho que revistan sus penosas luchas intestinas de un carácter cósmico.
Para librar una auténtica "batalla cultural" al progresismo
rampante no se puede acudir con premisas compartidas; pues así se
fomenta un grotesco zurriburri ideológico que acaba siendo el fervento que
favorece la hegemonía del progresismo. La única "batalla cultural"
posible sólo se puede librar con premisas filosóficas, políticas y
antropológicas adversas a las ideologías en liza; y tales premisas sólo las
brinda el pensamiento tradicional.
Publicado en ABC.
https://www.religionenlibertad.com/opinion/286389591/batalla-cultural.html
MARX FUNDÓ LA IDEOLOGÍA DE GÉNERO: NO SE EVIDENCIÓ POR LA TARDÍA PUBLICACIÓN DE SU OBRA CLAVE
Marx y sus hijas, con
su amigo Engels. Dos de las hijas de Marx que aparecen en la foto, Laura y
Eleanor, revolucionarias y feministas, se suicidaron en la edad adulta, ya
muerto su padre.
13 diciembre 2021
La ideología de género no solo está siendo utilizada por los movimientos neocomunistas
para, según su doctrina, "explotar las contradicciones" como instrumento
de transformación social, sino que pertenece a los orígenes mismos de la ideología marxista.
Lo explica el escritor y profesor Paul
Krause en un reciente artículo en Crisis Magazine (los ladillos son de ReL)-
***
El marxismo y la revolución de género
por Paul Krause en Crisis Magazine
La revolución de género es fundamentalmente
marxista.
Tanto si la gente es consciente de ello como si
no, la raíz de la ideología de género es marxista, y su táctica es
la construcción de la sociedad igualitaria a través de la eliminación de la
división de género. Y la revolución de género es otra punta del ataque
total a la familia.
Una obra casi desconocida durante 65 años
La mayoría de la gente conoce a Karl Marx por
haber escrito El manifiesto comunista y posiblemente El
capital. Menos conocen su obra La ideología alemana. Pero La
ideología alemana sienta las bases de la dialéctica materialista y del
movimiento hacia el comunismo.
Solo se menciona una vez, pero el breve comentario de Marx señala cuál es el
punto de partida de la desigualdad: la división sexual del trabajo que
es el resultado de la división biológica entre el hombre y la mujer.
Hablando de cómo la división del trabajo comenzó en
las antiguas sociedades tribales y se desarrolló a partir de ahí,
desencadenando así la desigualdad que proviene de esta división del trabajo,
Marx dice: "Ahí se desarrolló la división del trabajo, que originalmente
no era más que la división del trabajo en el acto sexual, luego esa división
del trabajo que se desarrolla espontáneamente o 'naturalmente' en virtud de la predisposición
natural."
ÉRAMOS TAN MALOS
ÉRAMOS TAN MALOS
Por Antonio Caponnetto
"...y echaba la culpa a la malignidad del
tiempo, devorador y consumidor de todas las cosas"
Quijote I, IX
Me llega por múltiples vías
cierto video, en el que aparece Miguel Ayuso respondiendo unas preguntas, tras
presentar su libro “Tradición, Política e Hispanidad”. El sucedido tuvo
lugar en Barcelona, el pasado 27 de noviembre, y la pregunta a cuya respuesta
queremos referirnos versa sobre el Nacionalismo Católico Argentino. Específica
y singularmente sobre esto.
Ayuso no dice nada
odioso e incorrecto sobre nosotros que ya no haya dicho en otras tantas
ocasiones; y que ya no se le haya replicado de muchos modos posibles: la
cátedra, el libro, la tertulia, los foros, o los simples encuentros amicales,
hasta hoy al menos siempre cristianamente hospitalarios. Acaso lo curioso en
esta circunstancia, sea el grado de agresividad empleado en el discurso, repitiendo
con énfasis que el Nacionalismo Católico Argentino es, de todos los conocidos,
el que posee mayor grado “de malignidad y de nocividad”. Lo que se dice una
política de mano tendida, que nos haría repetir con el mismísimo Lope su famoso
endecasílabo: “¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?”.
Los motivos de nuestra
malignidad son unos cuantos, pero Miguel –dueño del donum didacticum-
los sintetiza en un manojo encantador. En primer lugar, que habríamos
constituido una “escuela de pensamiento articulado”. En segundo lugar que –no
todos sino los peores- seríamos partidarios de “una hispanidad sin España”,
ejerciendo una suerte de “hispanismo antiespañol”, movidos como estamos por “un
prejuicio antiespañol”. En tercer lugar, que somos “un ensamble de elementos
heterogéneos y heteróclitos”, en el que caben todos los “elementos
fascistizantes”, “menos Perón”. Conducta que ve como contradicción fiera entre
nos, pues si él fuera argentino –se confiesa- le resultaría “más razonable ser
peronista que franquista”. Ya que no se pueden “criticar ciertas actitudes y
hacer después el elogio de personas que encarnaron esas actitudes”.