jueves, 11 de abril de 2013

LA HUMILDAD ES HUMILDE


 abril, 2013

Al término de la celebración, Francisco se recogió en oración entre los últimos bancos de la capilla


Papa Francisco, en la capilla de la Casa de Santa Marta

Postura muy recogida no parece, al menos en la foto. Y tampoco creo que favorezca el recogimiento de los parroquianos. Los de al lado, como es natural, le miran con curiosidad.
De rodillas ante el Sagrario, al frente de todos, movería mucho más efectivamente la piedad de los asistentes.
Tampoco me parece que la cámara del fondo favorezca recogimientos. ¿Es necesario llamar a la prensa para una misa sin mayor ceremonia?


La humildad es humilde


Por José Javier esparza

Los soberbios se justifican a sí mismos y no necesitan a Dios, como le pasa al fariseo de la parábola.
La humildad es humilde. Por definición. O sea que una humildad que no sea humilde sino aparatosa, ostentosa, proclamada a los cuatro vientos, deja de ser humildad para convertirse en una forma rebuscada de soberbia. Pocas cosas hay tan irrisorias como el tipo que dice “no hay nadie más humilde que yo”.
Los soberbios se justifican a sí mismos y no necesitan a Dios, como le pasa al fariseo de la parábola (Lucas, 18). En épocas democráticas gusta al pueblo ver que los altos descienden, pero esto a su vez es una forma de enaltecerse –tanto el pueblo como el otro–, que es lo que ocurre siempre con cualquier exhibición de virtud. “No hay que exagerar nada, ni la modestia”, decía Anatole France. Lección de mesura que deben apuntar bien quienes se dejan impresionar por las manifestaciones ruidosas de humildad. Porque la humildad, sí, tiene que ser humilde.