viernes, 19 de abril de 2013

DEL “YO EXCULPO AL CONCILIO” AL “YO EXCULPO A FRANCISCO”





La lectura de la nueva “Carta a los amigos y benefactores Nº 80” de Monseñor Fellay viene a confirmar que el mismo procedimiento táctico utilizado con Benedicto XVI se continúa ahora con Francisco. Vemos claramente una reticencia a criticar al Papa Francisco, lo mismo que ocurría con su antecesor. Hay una responsabilidad de las calamidades que ocurren en la Iglesia que se carga solamente en “el entorno” del Papa pero nunca en las decisiones que éste toma o deja de tomar. Hasta el momento y desde su asunción jamás se ha criticado con la justeza correspondiente al Papa Francisco, apenas alguna crítica del padre Bouchacourt sobre el Cardenal Bergoglio –que se mostró benevolente con él, según confiesa- aunque sin destacar una de sus características principales y más escandalosas, tal vez por ser demasiado comprometedor: la relación del Card. Bergoglio con los judíos, ¡a ver si todavía lo acusan de “williamsoniano”!

Esta indicación táctica parece haberse trasladado a los publicistas de Mons. Fellay, como puede verse en el blog tradiliberal “Hacia la verdadera cristiandad”. Allí se quiere –por no llamar a las cosas por su nombre- “despegar” a Francisco de su entorno, afirmando en un artículo sobre la defensa de Francisco del Vaticano II (http://vasquesconceta.blogspot.com.ar/2013/04/dicen-que-dice-y-algo-mas.html):La difusión que han tenido las palabras que habría pronunciado Francisco I, deben atribuirse a una maniobra de Vatican Insider, más precisamente de los "vaticanistas" que escriben en ese medio y que responden a un sector claramente interesado: la "logia conciliar". Han lanzado al ruedo esa expresión papal para agitar las aguas y enturbiarlas más, porque justamente procuran que la reacción de los tradicionalistas irrite al Papa y haga aflorar en él al Cardenal Bergoglio, algo siempre digno de temer.” Los desviados serían los de la “logia conciliar”, no Francisco, ¡como si no supiéramos quién es el cardenal Bergoglio, que parece que para algunos al ser elegido Papa ha dejado de ser quien era y mediante un milagro ahora es otro!  

Ciego a todas las evidencias, las acciones y los “gestos” de Francisco –que hasta ahora no ha hecho otra cosa que continuar en mayor escala las andanzas del cardenal Bergioglio-, este manufacturero de ilusiones que se llama a sí mismo “integrista” y “realista”, que llama a la revolución del Vaticano II “graves desviaciones en la Iglesia”, insiste en su blog con esta movida en otro artículo (http://vasquesconceta.blogspot.com.ar/2013/04/oracion-y-prudencia.html), esperanzado en que Francisco retome la huella del papa modernista Benedicto XVI: la huella del Acuerdo con la Fraternidad, claro. Por eso recomienda, como algunos sacerdotes de la FSSPX, “oración y prudencia”. Prudencia le llaman algunos a cerrar los ojos ante la realidad. Pero nos enseña la Sabiduría:

“El que cree de ligero,
Es de corazón liviano,
Y padecerá menoscabo.”
(Eclesiástico, 19, 4).

A lo que comenta Monseñor Straubinger:

“El que cree: nótese que la Biblia, que tanto nos lleva a la sencillez de corazón, en manera alguna enseña la ingenuidad que se deja engañar. En Mat. 10, 16 Jesús nos enseña el contraste entre la confianza que hemos de tener en Dios y nuestra desconfianza en los hombres.”

También nos advierte que no debemos tomar esta ceguera por la infancia espiritual, y es precisamente desde esta niñez en el sentido de carnalidad –de la que hablara San Pablo y que identificáramos en otro artículo (http://syllabus-errorum.blogspot.com.ar/2013/04/leche.html ) -  como este mensaje fellaysta se da a los fieles. Son estos cristianos de “confianza ciega” al Superior los que se adhieren a la FSSPX como aquellos que en los primeros tiempos apostólicos decían “yo soy de Apolo” o “yo soy de Pablo”.

Pero San Juan nos dice: “Carísimos, no creáis a todo espíritu, sino poned a prueba los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido al mundo” (I Jn, IV, 1). Y San Pablo: “Examinadlo todo y quedaos con lo bueno” (I Tes. V, 21).

De manera tal que esta prudencia debe ser sobrenatural y debe ser aplicada a partir de la sabiduría divina para buscar siempre la verdad y en todo: también dentro de la Fraternidad, pues muchos se piensan que ésta es inmaculada como el Cordero y en cambio los ojos deben ponerse sólo allá en Roma; es más fácil ver la viga en el ojo ajeno y no en el propio. San Pablo elogiaba a los fieles de Berea porque escudriñaban cada día las Escrituras para ver si la enseñanza que recibían era conforme con ella. Esa prudencia, como enseña Mons. Straubinger, debe servirnos para guardarnos de los falsos profetas que siempre se presentan con piel de oveja y de los falsos apóstoles que se disfrazan de Cristo como el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz. Y dice estas duras pero actualísimas palabras: “La indiferencia que a veces notamos, en esta materia tan grave, no es sino esa falta de amor a la verdad, que es lo que hará caer en las seducciones poderosas de la mentira, según revela San Pablo al hablar del Anticristo” (II Tes, 2, 10 ss.). Y aquí debemos recordar aquellas palabras de Monseñor Lefebvre, en su carta a los futuros obispos (29 de agosto de 1987): “La Sede de Pedro y los puestos de autoridad de Roma están ocu­pados por anticristos”.

De tal forma que no debe confundirse el juicio temerario con “el juicio en materia de espíritu que nos es recomendado por San Juan” (Mons. Straubinger) o al decir de San Agustín: “Juzguemos de lo que está de manifiesto, pero dejemos a Dios el juicio sobre las cosas ocultas”.

Recordemos también las palabras de Nuestro Señor Jesucristo (Mt. VII, 15): Guardaos de los falsos profetas, los cuales vienen a vosotros disfrazados de ovejas, mas por dentro son lobos rapaces. Los conoceréis por sus frutos”.