viernes, 15 de abril de 2016

SOBRE LA ORACIÓN - SANTA TERESA DE JESÚS (II)






26. Todas estas señales de temor de Dios, me vinieron con la oración, y la mayor (señal) era ir envuelto en amor (Vid. 6).

27. Ya sabéis que enseña Su Majestad que sea a solas; que así lo hacía El siempre que oraba, y no por su necesidad, sino por nuestro enseñamiento (Cam. 24).

28. Las almas sin oración son como un cuerpo tullido que aunque tiene pies y manos no se puede mover (Mor. 1).

29. La puerta para entrar es la oración y consideración; no digo más mental que vocal, sino que para que sea oración ha de ser con consideración. Porque la que no advierte con quién habla y lo que pide y quién es el que pide y a quién lo pide, no la llamo yo oración, aunque mucho menee los labios... Pues a quien tuviere la costumbre de hablar con la Majestad de Dios como lo haría con su esclavo, sin mirar si le habla mal, sino lo que le viene a la boca y tiene aprendido por hacerlo otras veces, no la tengo por oración, ni plegue a Dios que ningún cristiano la tenga. (Mor. 1).

30. Aquellos ratos que estamos en la oración..., los tiene Dios en mucho (Mor. 2).

31. La puerta para entrar..., es la oración. Pues pensar que hemos de entrar en el cielo sin entrar en nosotros conociéndo­nos y considerando nuestra miseria y lo que debemos a Dios y pidiéndole muchas veces misericordia, es desatino... (Mor. 2).

32. Para esto es la oración..., para que nazcan obras, obras (Mor. 7, 4).

33. Yo miro con advertencia que..., cuanto más se adelan­tan en la oración, más acuden a las necesidades del prójimo, en especial a las de las almas, que por sacar una del pecado mortal estarían dispuestas a dar muchas vidas que tuvieren (C.A.D. 7).


34. Lo primero que quiero tratar, según mi pobre enten­dimiento, es en lo que está la sustancia de la perfecta ora­ción... Y así querría dar a entender que el alma no es el pensa­miento, ni la voluntad es mandada por él..., por donde el pro­vecho del alma no está en pensar mucho, sino en amar mucho (Fund. 5).

35. En la oración es donde el Señor da luz para entender las verdades (Fund. 10).

36. Desear trabajos almas que tienen oración, es muy ordi­nario, estando sin ellos; mas estando en los mismos trabajos, ale­grarse de padecerlos, no es de muchos (Fund. 12).

37. Por mucho que tengan que hacer, no dejen de procu­rar tiempo para tener oración (Fund. 30).

38. En verano se levanten a las cinco y estén hasta las seis en oración. En invierno se levanten a las seis y estén hasta las siete en oración (Cons. 2).

39. Una hora antes que digan Maitines, se toca a la oración. En esta hora de oración se podrá tener lectura, si en la hora que se tiene después de Vísperas se hallaren con espíritu para tener oración (Cons. 7).

40. ¡Oh, almas que habéis comenzado a tener oración y tenéis verdadera fe! ¿Qué bienes podéis buscar en esta vida que sea como el menor de éstos? (Vid. 27).

41. Yo siempre salía consolada de la oración y con nuevas fuerzas (Vid. 29).

42. Todas las cosas de más subida perfección se imprimen en la oración (Re. 1, 24).

43. Dice la primera Regla nuestra que oremos sin cesar. Con que se haga esto con todo el cuidado que pudiéremos, que es lo más importante, no se dejarán de cumplir los ayunos y dis­ciplinas y silencio que manda la Orden (Cam. 4).

44. Acostumbrarse a la soledad es gran cosa para la ora­ción: y pues la oración ha de ser el cimiento de esta casa, es nece­sario aficionarnos a la soledad que es lo que a ella más nos ayuda (Cam. 4).

45. En esta casa..., es el ejercicio principal la oración (Cam. 17).

46. Por tanto, digo que importa mucho, y es el todo, una grande y muy determinada determinación de no parar hasta lle­gar a ella (a hacer bien la oración), venga lo que viniere, suceda lo que sucediere, trabájese lo que se trabajare, murmure quien murmurare, siquiera llegue allá, siquiera se muera en el cami­no..., siquiera se hunda el mundo (Cam. 21).

47. Creedme vosotras y mirad no os engañe nadie en mos­traros otro camino sino el de la oración (Cam. 21).

48. Yo no hablo ahora de que vuestra oración sea mental o vocal para todos; a vosotras digo, que la una y la otra necesitáis. Pues este es el oficio de los religiosos. Y si alguno os dijere que en esto hay peligro, tenedle a él por el mismo peligro y huid de él... Peligro será el no tener humildad y la falta de otras virtudes; mas camino de oración camino de peligro, nunca Dios quiera. Esos son inventos del demonio... Nunca he visto tan mala inven­ción; bien parece del demonio. ¡Oh, Señor mío! Mirad cómo entienden vuestras palabras al revés. No permitáis semejantes flaquezas en vuestros siervos (Cam. 21).

49. Si alguno os pusiere temores decidle que Regla tenéis que os manda orar sin cesar, que así os lo manda y que la habéis de cumplir. Y si os dijeren que sea vocalmente, preguntadle si ha de estar el entendimiento y el corazón en lo que decís. Y si os dijeren que sí (que no podrán decir otra cosa), veis por dónde confiesan que forzosamente habréis de tener oración mental... (Cam. 21).

50. Pues digo que va muy mucho en comenzar con gran determinación...; porque no es razón que, a quien tanto nos ha dado y de continuo da, que una cosa que nos queremos determi­nar a darle, como es ese cuidadito (de hacer bien la oración), no dárselo con toda determinación (Cam. 23).