jueves, 12 de septiembre de 2013

VERDADES OPORTUNAS QUE SE OPONEN A LOS ERRORES CONTEMPORÁNEOS


COMPENDIO DE VERDADES OPORTUNAS QUE SE
OPONEN A LOS ERRORES CONTEMPORÁNEOS

Mons. Antonio de Castro Mayer



Sobre métodos de apostolado

33
FALSO               
El hereje y el pecador, personas bien intencionadas, pero que se equivocaron en la apreciación de la verdad y del bien, nunca deben ser combatidos y atacados en sus ideas o costumbres, por lo menos de forma directa. Tal procedimiento necesariamente les alejaría y les haría rebelarse. Por el contrario, si con blandura se les hace ver su error, lo reconocerán y se convertirán.
VERDADERO
Dios da a todos la gracia para conocer la verdad y el bien de modo que los errores de buena fe, en este punto, son accidentales y anormales. La verdadera mansedumbre cristiana, que no envuelve condescendencia en materia de Fe y costumbres, es medio muy eficaz y en sí mismo preferible en el trato con herejes y pecadores. Pero cuando la obstinación resiste a la acción blanda y persuasiva de la caridad, cuando la insolencia causa escándalo al pueblo fiel, es necesario el empleo de métodos enérgicos y combativos.

Explanación
La proposición impugnada peca por simplismo y unilateralidad.
Ciertamente, hay herejes, infieles y pecadores susceptibles de ser atraídos por la suavidad cristiana. Sería error manifiesto emplear con ellos una energía innecesaria. Sin embargo, hay también —y en ciertas épocas son, por desgracia, muy numerosos — herejes y pecadores que no se mueven si no es por la condenación enérgica de su error, y el saludable temor del estado en que se encuentran. Fue el caso del Profeta Natán con David.
En esta materia es necesario tener en cuenta los diversos temperamentos. Para convertir al Apóstol de las Gentes, la Providencia, siempre amorosa, creyó necesario derribarle en tierra. Además, el empleo de métodos de apostolado no debe tomar en consideración las conveniencias del hereje o del pecador, sino también, y ante todo, la salvación y edificación de los que viven en gracia de Dios. Cuando un hereje o pecador, en lugar de conservarse humildemente en la penumbra, se jacta de su error, y hasta llega a propagarlo con la palabra y con el ejemplo, muchas veces se hace necesario reducirle con energía. Las Sagradas Escrituras están llenas de ejemplos que contienen esa doctrina: San Pedro con Ananías y Safira, San Pablo con el incestuoso de Corinto, etc.