jueves, 12 de septiembre de 2013

ENTREVISTA AL PADRE FAURE.- Parte 2.

NON POSSUMUS

Parte 1

Mons. Lefebvre y el R.P. Jean Michel Faure.

"En este drama, el arma privilegiada del diablo para engañar a los hombres ha sido, como siempre, la ambigüedad. Las fórmulas ambiguas, las palabras con doble sentido. Se comprende por qué el Dios de la Verdad dijo en la Biblia “Yo odio la lengua doble”, la palabra con doble sentido. Una vuelta completa de la situación, ¿no es a lo que asistimos actualmente en la conducción de la FSSPX?"

"Monseñor Fellay nos dice que no hay iglesia conciliar, que no hay más que una sola Iglesia visible, una sola Roma, y que por lo tanto hay que reconciliarse y hacer un acuerdo con ella, teniendo confianza en sus promesas y garantías que nos ofrecerán para permanecer tal como somos. Promesas del lobo al cordero."

Yo nací en Argel, Argelia, en 1941, en plena guerra mundial, en esta segunda guerra mundial participó mi padre y mis cinco tíos, desde el principio hasta el final. Uno de ellos, en Francia, después de la batalla del Norte, en 1940, pudo evadirse dos veces y regresó a Argelia. En 1942, después del desembarco americano en Argelia, pudo continuar el combate, Túnez, Italia, Francia, Alemania. Algunos años más tarde dos oficiales estaban en Indochina y otro en Argelia. Mis primeros recuerdos datan de esa época. Yo fui educado a 40 kilómetros de la ciudad de San Agustín en el Este de Argelia, en una escuela católica cuyo director era el Padre Barbara, futuro director de una revista de la resistencia católica “Fuertes en la Fe”. Mi profesor de griego, el Padre Marchel, permanecerá también fiel a la resistencia al concilio en los Pirineos poco después de la independencia de Argelia. Continué mis estudios en París en Santa Cruz, y después en Argel, en 1960, el año de las barricadas.
Pequeño recordatorio histórico: en 1958, para acceder al poder luego de una insurrección argelina seguida de un golpe de estado militar organizado por los amigos del general De Gaulle, este último se comprometió formalmente, después del 13 de mayo de 1958 ante los militares y ante cientos de miles de franceses musulmanes y europeos, a obtener para Argelia la solución más conforme a los intereses de Francia y de la población implicada. Pero el General De Gaulle, apenas cuatro años después, por una vuelta completa de la situación, supo imponer la peor de las soluciones al problema Argelino, con consecuencias catastróficas para Argelia y para Francia, que se estaba haciendo cada vez más Argelina. Fue en esta vuelta completa de los acontecimientos que yo encuentro una similitud con lo que está sucediendo desde hace diez años en la Fraternidad. Esta vuelta completa fue obtenida con una habilidad consumada, por una hazaña sin precedentes. A pesar de todos los sermones, de todas las promesas, todas las garantías, por una serie de ambigüedades, de fórmulas ambiguas sabia y cuidadosamente graduadas, escalonadas, que constituyen un engaño maquiavélico sin precedente, el general De Gaulle ha impuesto, a pesar de una fuerte resistencia, un medio de represión sin falla por medio de numerosos cambios en el ejército y entre los funcionarios -la peor de las soluciones- y mandó a la muerte y la tortura de miles de europeos y de decenas de miles de harkis fieles a la civilización francesa.

En este drama, el arma privilegiada del diablo para engañar a los hombres ha sido, como siempre, la ambigüedad. Las fórmulas ambiguas, las palabras con doble sentido. Se comprende por qué el Dios de la Verdad dijo en la Biblia “Yo odio la lengua doble”, la palabra con doble sentido. Una vuelta completa de la situación, ¿no es a lo que asistimos actualmente en la conducción de la FSSPX? Al contrario, en sentido contrario, Monseñor Lefebvre nos ayudó a separarnos, a conservar la distancia y nos previno en contra de la iglesia conciliar que ya no es católica–decía él- y contra la Roma liberal y modernista que ha perdido la fe -dijo él también.
Monseñor Fellay nos dice que no hay iglesia conciliar, que no hay más que una sola Iglesia visible, una sola Roma, y que por lo tanto hay que reconciliarse y hacer un acuerdo con ella, teniendo confianza en sus promesas y garantías que nos ofrecerán para permanecer tal como somos. Promesas del lobo al cordero.

(sigue)