viernes, 27 de septiembre de 2013

CONSAGRACIÓN DE RUSIA AL CORAZÓN INMACULADO DE MARÍA, REALIZADA POR MONS. LEFEBVRE EN FÁTIMA




Prosternados al pie de vuestro trono de gracia, oh Reina del Santísimo Rosario, nos proponemos cumplir en cuanto está de nuestra parte los pedidos que habéis expresado al venir hace 70 años apareciéndotenos sobre esta tierra.

Los abominables pecados del mundo, las persecuciones dirigidas contra la Iglesia de Jesucristo, más todavía, la apostasía de las naciones y de las almas cristianas, y, finalmente, el olvido por parte de la mayoría de los hombres de vuestra maternidad de gracia destrozan vuestro Corazón doloroso e Inmaculado, tan unido en su Compasión a los sufrimientos del Sagrado Corazón de vuestro divino Hijo.

Con el fin de reparar tantos crímenes, Vos habéis pedido el establecimiento de la devoción reparadora a vuestro Corazón Inmaculado; con la finalidad de detener los flagelos de Dios que habéis predicho, os constituisteis en la mensajera del Altísimo para requerir del Vicario de Jesucristo, unido a todos los Obispos del mundo, la consagración de Rusia a vuestro Corazón Inmaculado. Desgraciadamente, no han tenido en cuenta todavía vuestro mensaje.

Por esto, a fin de anticipar el dichoso día en que el Soberano Pontífice accederá por fin a los requerimientos de vuestro divino Hijo, sin atribuirnos una autoridad que no nos pertenece, mas penetrados de solicitud por la suerte de la Iglesia universal, por una humilde súplica dirigida a vuestro Corazón Inmaculado, y unidos a todos los Obispos, sacerdotes y creyentes fieles, nos hemos resuelto a responder por nuestra parte a los pedidos del Cielo.

Dignaos, pues, oh Madre de Dios, aceptar en primer lugar el acto solemne de reparación que presentamos a vuestro Corazón Inmaculado por todas las ofensas con que, junto al Sagrado Corazón de Jesús, es destrozado por parte de los pecadores y de los impíos.

En segundo lugar, en cuanto está en nuestro poder, damos, entregamos y consagramos Rusia a vuestro Corazón Inmaculado: os suplicamos, en vuestra maternal misericordia, de tomar esta nación bajo vuestra poderosa protección, de hacerla dominio vuestro en el cual reinéis como Soberana, de hacer de este tierra de persecución una tierra de elección y de bendición. Os conjuramos de someteros tan bien esta nación que, convertida de su impiedad legal, llegue a ser un nuevo reino para Nuestro Señor Jesucristo, una nueva herencia para su dulce cetro. Que convertida también de su antiguo cisma, regrese a la unidad del único redil del Pastor eterno, y que sometida así al Vicario de vuestro divino Hijo llegue a ser una ardiente apóstol del reino social de Nuestro Señor Jesucristo sobre todas las naciones de la tierra.

Os suplicamos además, oh Madre de misericordia, por este milagro tan espléndido de vuestra omnipotencia suplicante, que manifestéis al mundo la verdad de vuestra mediación universal de gracia. Dignaos en fin, oh Reina de la paz, conceder al orbe la paz que el mundo no puede dar, la paz de las armas y la paz de las almas, la paz de Cristo en el Reino de Cristo, y el Reino de Cristo por el reino de vuestro Corazón Inmaculado, Oh María, amén.

(Oración recitada por Monseñor Marcel Lefebvre en Fátima, el 22 de agosto de 1987)

Revista: Iesus Christus Nº 50