viernes, 18 de julio de 2014

LA ORACIÓN POR LOS MORIBUNDOS – PADRE CASTELLANI





“Faites misericorde au Pauvre
 moine qui meurt…”
Verhaeren.


Ten piedad, cuando muera, del pobre pecador
y recibe en tus manos su espíritu, Señor;

cuando el cuerpo, comido de plagas, se derrumba
y es un montón de ruinas que ha de tragar la tumba;

cuando sumos dolores le traigan el mensaje
de que ya llega el término de su efímero viaje;

cuando el cirio ilumine la palidez inerte
de su cara lavada del sudor de la muerte;

cuando las pulsaciones en su bregar titáneo
le suenen como golpes de válvula en el cráneo;

cuando de los sentidos abandone el imperio
y sus ojos enturbien las sombras del misterio;

cuando las oraciones mansas de sus hermanos
lleguen a su cerebro como ruidos lejanos;

cuando, fanal del viaje del que no vuelve nadie
el pan deificado sobre el copón irradie;

cuando las cosas todas se esfumen de su lado
como borrosos sueños sin color; y cansado

de luchar con la sombra que le envuelve y le arredra
quede inmóvil el párpado sobre el globo de piedra;

cuando las ligaduras de su espíritu, inválidas
se rompan como frágiles cáscaras de crisálidas;

cuando medroso, débil, tembloroso, contrito
creado de la nada, caiga en el infinito;

y sienta el alma frágil al dar el grande salto
la impresión formidable de caer de lo alto

y se agarre a las médulas de su cuerpo ya frío
con el desesperado vértigo del vacío...

cuando el fallo, las culpas, lo imprevisto, lo ingente
y lo eterno lo espanten inenarrablemente;

cuando tu inteligible luz lo envuelva en un mar
de fuego, y lo conduzca donde lo has de juzgar...

Cristo, Tú no lo mires con el mirar acerbo
recibe en paz, Teandros, el alma de tu siervo;

Redentor, no la arrojes del eterno festín
y después de esta vida, ¡que descanse por fin!