domingo, 30 de junio de 2013

SERMÓN DOMINGO VI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS - R.P. RENÉ TRINCADO






OPERACIÓN SUPERVIVENCIA – OPERACIÓN SUICIDIO

El 30 de junio de 1988, Monseñor Lefebvre consagró cuatro Obispos para la FSSPX. Hoy se cumplen veinticinco años de ese gran acontecimiento.

Decía Monseñor Lefebvre, en su sermón, que las ordenaciones episcopales eran la operación “supervivencia” de la Tradición. Esta jornada de hoy -cito a Monseñor- es la operación “supervivencia”. Y si hubiera hecho esa otra operación con Roma, siguiendo los acuerdos que habíamos firmado y poniendo en práctica a continuación estos acuerdos, haría la operación “suicidio”. Así pues, no hay elección: ¡debemos sobrevivir! Y por eso hoy, al consagrar a estos obispos, estoy persuadido de hacer continuar, de hacer vivir la Tradición, es decir, la Iglesia Católica.

LA HORA DE LA TRAICIÓN: DE DAVID A SALOMÉ

Lo que Monseñor Lefebvre entonces no podía imaginar era que uno de los Obispos consagrados, siendo su sucesor, 24 años más tarde, iba a lanzar de nuevo la “operación suicidio”, al pretender someter la Fraternidad a las autoridades romanas. Es imposible someternos a la autoridad (…). Sería ponernos en sus manos y por consiguiente en las manos de los que quieren llevarnos al espíritu del Concilio, al espíritu de Asís. No es posible. (…), decía Mons. Lefebvre en ese sermón.

¿La Fraternidad ha depuesto la intención de buscar un reconocimiento canónico por parte de Roma? No. La prueba está en que las condiciones puestas por el capítulo general de julio del año pasado no han sido revocadas. Esas condiciones son una verdadera “oferta de venta” de la congregación. Eso de que las seis condiciones protegen a la Tradición es una mentira, como en otro sermón hemos demostrado. Esas condiciones son un ofrecimiento o solicitación permanente a los romanos. En la declaración de este jueves 27 de junio, los tres Obispos de la FSSPX ratifican las seis condiciones y se declaran a favor del acuerdo práctico. Estamos en plena “operación suicidio”. Esa es la verdad.

La congregación está dejando de ser un David que combate varonilmente contra el Goliat liberal y modernista, y está siendo transformada en una Salomé -la hija de Herodías e hijastra de Herodes Antipas-, esa miserable mujerzuela que bailaba y se exhibía para agradar a los hombres.

QUIERO LA CABEZA DE JUAN EL BAUTISTA

A propósito de ese episodio: Monseñor Williamson es hoy como san Juan Bautista entonces. Así como San Juan Bautista era el obstáculo que había que remover en orden a la unión adúltera de Herodes y Herodías, Monseñor Williamson era el obstáculo que había que quitar con miras a la unión adúltera entre la FSSPX y Roma. Y no sólo en eso se parece Monseñor Williamson al Bautista, sino en la fortaleza y otras muchas nobles virtudes y, sobre todo, en esa santa e inquebrantable intransigencia en cuanto a la fe, intransigencia heredada de Mons. Lefebvre y traicionada flagrantemente en la declaración doctrinal presentada por la Fraternidad al Vaticano en abril del 2012.

Quiero la cabeza de Juan el Bautista, dijo la mujerzuela Salomé. Han transcurrido 25 años desde esas consagraciones y no estuvo presente Monseñor Williamson en las celebraciones oficiales, sino que estuvo rodeado de un puñado de Sacerdotes de la Resistencia, nuestros compañeros de trinchera. Quiero la cabeza de Juan el Bautista. Mons. Williamson ha sido expulsado por los traidores. Es la Cruz de Cristo. Es el destino de los elegidos de Dios. Porque dice el Evangelio: Bienaventurados seréis cuando os odien los hombres, y os expulsen, y os ultrajen, y proscriban vuestro nombre como malo por el Hijo del hombre. Gozaos en aquel día, y regocijaos; porque vuestro premio será grande en el cielo. (Lc 6, 22-23).

¡TODOS CONTRA WILLIAMSON!

¿Cómo no recordar en este momento, también, los sucesos del año 2009? En esa ocasión Monseñor Williamson fue objeto del odio mancomunado de judíos, masones, políticos izquierdistas y derechistas, creyentes y ateos, católicos progresistas y católicos conservadores, medios de prensa, y, en fin, de todo el mundo. Todos contra Williamson. Pilatos y Herodes eran enemigos, pero se hicieron amigos cuando se unieron en causa común contra Cristo. El mismo Superior General, en lugar de haber defendido lealmente a Mons. Williamson en esos días, o en lugar de haber guardado un cauto silencio; se unió a la jauría que vociferaba “¡quítenlo, quítenlo!, ¡crucifíquenlo, crucifíquenlo!”. Monseñor Williamson ha sido entregado por los traidores. Si hay un Obispo odiado por todo el mundo, ese es Monseñor Williamson. Pero si el mundo os odia, -dice Cristo- sabed que me odió a mí antes que a vosotros. Si fuerais del mundo, el mundo amaría lo que es suyo: mas porque no sois del mundo, antes yo os escogí del mundo, por eso el mundo os odia. Acordaos de mi palabra, que yo os lo he dicho: El siervo no es mayor que su Señor. Si a mí me han perseguido, también os perseguirán a vosotros (Jn 15, 18 - 20).

ESTOTE FORTES IN BELLO

Estote fortes in bello et pugnate cum antiquo serpente, et accipietis regnum æternum (Sed valientes en la guerra y combatid contra la serpiente antigua, y recibiréis el reino eterno). Esta es una antífona del oficio de los Apóstoles, y Monseñor Williamson, como digno sucesor de éstos, la ha clavado, cual bandera, en su ancho corazón de hombre y la ha puesto por obra contra todo y contra todos a fin de ser hallado fiel, como reza su lema episcopal: Ut Fidelis Inveniatur. A fin de ser hallado fiel por Nuestro Señor Jesucristo, bajo cuyo estandarte -la Cruz gloriosa- militamos en la Iglesia, en la Tradición y en la Resistencia Católica. A eso vinimos al mundo: a combatir por Cristo. La guerra de Dios es la vocación de todos los católicos.

DESDE EL BENDITO SUELO GUADALUPANO

Su Excelencia: desde el bendito suelo guadalupano, desde esta tierra regada con la sangre de los que tuvieron la hombría de morir y de matar por Cristo, desde las últimas trincheras cristeras rendimos hoy nuestro homenaje al único Obispo católico del mundo que se mantiene totalmente fiel a Jesucristo, y le rogamos que cuente con nosotros como sus esforzados soldados y servidores en esta lucha que no admite treguas cobardes ni acuerdos traidores, en la guerra santa en contra del maldito demonio liberal y modernista que ocupa y destruye la Iglesia de Cristo.

Y porque no olvidamos que no estamos hechos de acero sino de barro, suplicamos a Nuestra señora de Guadalupe, Generala de la Resistencia Católica, nos alcance de Dios la gracia para combatir y resistir hasta el fin.