martes, 20 de julio de 2021

MÁS ACERCA DE TRADITIONIS (VATICANO II) CUSTODES

 



Valga esta acotación, a lo ya dicho en este blog:

Todos los que en su momento aceptaron el motu proprio Summorum Pontificum, aceptaron la Misa nueva o Novus Ordo Missae, como rito ordinario de la Iglesia. Ya sea explícita o implícitamente, lo han hecho. De haber tenido una posición doctrinaria respecto de la Misa, quien quería celebrar la Misa tradicional debió rechazar categóricamente un rito que se aparta impresionantemente de la teología católica de la Misa tal cual fue expresada en el concilio de Trento, un rito concertado junto con protestantes y con fines ecuménicos, una invención nueva que carece de legitimidad y pone en serio riesgo la fe de los fieles. No lo hicieron. Algunos incluso se volvieron birritualistas. Todos se contentaron con aceptar todo el paquete, con tal que los dejaran seguir con la Misa tridentina, mientras la gran mayoría de los católicos del mundo morían de inanición o contaminados por los errores condensados en la Nueva Misa, expresión de la nueva religión de Vaticano II: ecumenismo, diálogo, democracia, horizontalización y evacuación del misterium fidei. La mayoría de los fieles directamente abandonó la práctica religiosa, transformada en una reunión protestante más, con guitarreada y demás aparato de cotillón que transformaron el Sacrificio en festichola. ¿Podemos culparlos por resistirse a eso?


Por lo tanto, si los que ahora se lamentan porque les sacan la Misa tridentina, aceptaron antes la Misa nueva –en la teoría o en la práctica- ¿qué inconvenientes pueden tener para aceptarla ahora, en exclusiva, si no la han –al menos explícitamente- rechazado o repudiado como corresponde? Por este aspecto se ve la coherencia que les es impuesta por Francisco, al fin y al cabo para salir de ese camino equívoco. Francisco, como vemos, está siendo más coherente que los birritualistas o amantes de la “diversidad litúrgica” comprendida entre el Novus Ordo y la Misa tradicional. Francisco, además, los está invitando a DECIDIRSE: o están con el Novus Ordo, y por lo tanto con el Vaticano II del cual es su expresión, o están con la Misa tridentina, la misa de siempre.

No se puede estar con el Vaticano II y con la Misa tridentina. ¿No les queda claro?

Entonces, los que ahora se ven directamente afectados por este motu proprio, tengan en cuenta que, con esta medida dictatorial de Francisco, DIOS PUEDE ESTAR ACTUANDO PARA “FORZAR” A LOS QUE DE VERAS QUIEREN LA MISA TRADICIONAL, A APARTARSE DEFINITIVAMENTE DEL NOVUS ORDO. Y, también, puede ESTAR CASTIGANDO LA AMBIVALENCIA DE LOS QUE QUIEREN QUEDAR BIEN CON LA AUTORIDAD ANTES QUE CON LA VERDAD.

Es mejor que lo piensen, porque quizás sea AHORA O NUNCA.

Con respecto a Francisco, a su medida, no hay dudas, es extremadamente despiadada, diríamos salvaje. Hagamos una analogía, cambiando por supuesto todo lo que haya que cambiar. El anterior motu proprio, nos decía que eran tan eficaces las vacunas anticovid (digamos Moderna, AstraZeneca y demás ARNm) como la ivermectina, la hidroxicloroquina y demás medicamentos comprobados. Aunque la forma ordinaria era usar la vacuna, se permitía en ciertos casos usar la medicina alternativa. Ahora, este nuevo motu proprio viene a decir que sólo existen las vacunas y que al que quiera usar la ivermectina debe ir al médico, y éste pedir autorización al ministerio, el cual deberá comunicarse con la OMS, a ver si le permite tomar el medicamento. Esto hasta tanto no se convenza de que debe aplicarse la vacuna.

En definitiva, Francisco se mueve con la corriente del mundo, que opera la masonería.

La diferencia es que Francisco no quiere imponer –como los globalistas con su vacuna- la concurrencia a la Misa nueva, pues eso le tiene sin cuidado y el gran desastre ya está hecho, más bien los modernistas y masones infiltrados en la Iglesia pretenden vaciar del todo los templos, por eso se apresuraron a cerrarlos ni bien se anunció la “pandemia”. Saben que una restauración que comience mediante la Misa tridentina volverá a vigorizar la Iglesia y llenarlas de fieles, lo que no desean. ¿Es que desean quedarse sin trabajo? Entendámoslo: la Iglesia está copada por masones y comunistas que no pretenden otra cosa que su extinción. Eso es lo que está en juego. El Novus Ordo ha contribuido enormemente a ello. Combinado con la “pandemia”, mucho más. Se trata de liquidar o diluir la Iglesia finalmente en un consorcio de “religiones abrahámicas”, masónicamente fraternales. Esa es su idea. A ver si los que están en el medio de la línea, de una vez, lo entienden.

Este motu proprio de Francisco, es como el “Covid 19”: apareció para hacernos ver que “las cosas no estaban yendo bien”, más allá de las apariencias. Y si hay quienes se “rebelan” sólo para seguir con el motu proprio de Benedicto, les decimos que las cosas no irán mejor, sino peor. Porque, NO ES TIEMPO DE AMBIGÜEDAD, DE CONFUSIÓN, DE IMPOSIBLES CONCILIACIONES O DEFENDER LA PROPIA CONVENIENCIA EN DESMEDRO DE LA VERDAD. El Summorum pontificum había instalado una falsa paz con los tradicionalistas, que algunos pretenden continuar. En esto nos parece que viene bien lo de Francisco: esto es una GUERRA religiosa, y cuando el enemigo combate a Cristo, es de cobardes y traidores pretender tener con él una paz o convivencia, que no es la paz que triunfa con la verdad que es Cristo.

El virus a erradicar es el virus liberal. Punto.

El riesgo que estamos viendo es que todos apuntan sus cañones sólo contra Francisco, como si fuese el único responsable de esto. Francisco está llevando hasta sus últimas consecuencias –con su estilo deplorable y llamativo- lo que surgió en el Vaticano II: una nueva Iglesia que trabaja para concretar un “Nuevo Orden Mundial”.

Había dicho magníficamente hace poco Monseñor Viganò: “El propio Motu Proprio Summorum Pontificum, por ejemplo, al tiempo que concede la celebración en forma extraordinaria, exige saltem impliciter [al menos implícitamente] que aceptemos el Concilio y reconozcamos la legalidad de la liturgia reformada. Esta estratagema impide a los beneficiarios del Motu Proprio plantear cualquier objeción, o se arriesgan a la disolución de las comunidades Ecclesia Dei. Y se inculca en el pueblo cristiano la peligrosa idea de que una cosa buena, para tener legitimidad en la Iglesia y en la sociedad, debe ir necesariamente acompañada de una cosa mala o, al menos, de algo menos bueno.”

Lo que acaba de pasar con el motu proprio Traditionis Custodes, nos recuerda uno de los escolios de Nicolás Gómez Dávila, que ya hemos citado en nuestro blog:De gris en gris es fácil llevar al tonto del blanco al negro". El Summorum pontificum fue la grisura, la mezcla del blanco con el negro. Pero la cosa poco a poco se fue poniendo más oscura, hasta llegar a este documento de Francisco: negro. Por eso la reacción verdadera –verdaderamente católica- no puede ser empeñarse en seguir celebrando o asistiendo a la Misa tridentina aceptando a la vez la Misa nueva, que es el símbolo, la bandera, el instrumento que esgrime Bergoglio como identidad de la Nueva Iglesia surgida del Vaticano II.

Como decía San Ignacio de Loyola: Sólo hay dos banderas, no hay más.

 

Ignacio Kilmot