lunes, 19 de julio de 2021

APUNTES DESDE LA TRINCHERA

 




Van por todo

¿Qué sentido tiene que Francisco haya sacado este motu proprio, Traditionis custodes, ahora? ¿En serio quieren hacernos creer que los pequeños grupos “Ecclesia Dei” podían amenazar la unidad de la Iglesia conciliar? ¿Qué podían desviar de su rumbo a ese engendro salido del Vaticano II, a ese monstruo que todo destruye a su paso, especialmente desde que conduce su timón el papa peronista? De ningún modo. Porque si bien el Vaticano II ha estado últimamente cuestionado, ese cuestionamiento no es un “desafío poderoso” al poder tiránico de Roma. Por el contrario, Francisco adopta esta medida porque estima suficientemente débiles a esos grupos semi-tradicionales que hasta el momento no osaron reaccionar ante esta medida.

Además, Francisco sabe que con esta medida no “pacifica” sino que crea más conflicto y más oposición en los medios de prensa que ya lo venían criticando. ¿Entonces? ¿La operación que sufrió lo habrá hecho acelerar la ejecución de la agenda?

Entonces, entonces queda esto: el odio que el diablo y sus agentes los masones y modernistas conciliares tienen a la Misa, como que saben que es un arma letal contra ellos, los lleva a buscar la manera de restringir más aún que antes el Santo Sacrificio de la Misa. El propósito final es erradicarla (tarea que le dejarán al Anticristo, a quien le preparan –sabiéndolo o no- el terreno).

La Misa de siempre no es ecuménica, y la iglesia conciliar debe volverse cada día más protestante. Y, como sabemos por la historia, los protestantes, cuando dominan, nunca han sido tolerantes con los católicos. Por no hablar de los masones. Y los innombrables


El sacrificio debe ser quitado de la vista, y quedar sólo la “cena”, donde, ahora impuesto por la pandemia, se comulgue en la mano.

El odio por la Misa, por la Tradición y por la Iglesia católica, se esconde detrás de las motivaciones de los enemigos de Dios.

Por otra parte, hay un movimiento de aceleración hacia el “Nuevo Orden Mundial” y a Francisco lo deben estar apurando. Cristo y su Sacrificio son los más temibles enemigos de la Revolución.

Pero no sólo restringen la Misa tradicional, volviéndola casi del todo inaccesible e invisible para los fieles (ya que no podrá celebrarse en las parroquias) sino que, aclara la carta que acompaña el documento de Francisco, se trata de llevar a quienes celebran y asisten a la Misa de siempre a finalmente adoptar el Novus Ordo: “…prever el bien de aquellos que están arraigados en la forma de celebración anterior y necesitan tiempo para volver al rito romano promulgado por los santos Pablo VI y Juan Pablo II”.

Es decir, se trataría de que los enfermos, inadaptados, nostálgicos que siguen asistiendo a la misa tradicional, vayan creciendo, madurando, hasta aceptar la única lex orandi de la Iglesia. “Quien desee celebrar con devoción según la forma litúrgica precedente, -sigue diciendo falsamente la carta- no tendrá dificultad en encontrar en el Misal Romano reformado según la mente del Concilio Vaticano II todos los elementos del Rito Romano, en particular el canon romano, que constituye uno de los elementos más característicos.”

De manera tal que con cada nueva negativa del obispo, el sacerdote o el fiel se den por vencido y acepten sin hesitar la nueva misa. De lo contrario ¡estarían atentando contra la unidad de la Iglesia!

Este documento, absolutamente despreciable, con todo respeto lo decimos (¡ah esos oídos línea media, como los de Infocatólica y demás sitios, que tienen miedo de llamar a las cosas por su nombre, pueden verse sobresaltados!) tiene al menos la virtud de dejar las cosas más en claro: no hay una “forma ordinaria” y una “forma extraordinaria” (como impuso Benedicto y aceptó la FSSPX como si tal, por no hablar de los tradi-conservadores), sino que la Iglesia conciliar tiene por único rito el Novus Ordo. Es el rito ordinario, en todos sus sentidos.

Hay que hablar claro: la Iglesia conciliar tiene por rito ordinario el Novus Ordo. La Iglesia católica romana tiene por rito ordinario la Misa tridentina.

La Tradición que dice custodiar Francisco es la del Vaticano II, que no es tradición sino anti-tradición. La Tradición verdadera está expresada en la Misa tridentina.

Ahora bien, si no nos equivocamos, este documento supone una ruptura absoluta como no se había señalado antes, a la vez que una declaración de guerra -algo camuflada, pero no mucho-, un avance de la corrección política, a la par que en el resto de la sociedad, donde el que no recibe la vacuna Vaticano II, debe ser marginalizado. 

Francisco manda ostensiblemente a la Misa tradicional al cuarto de los bártulos viejos, donde yacen en la oscuridad y el olvido los artefactos inútiles y superados.

También deja en claro que no se tolera ni tolerará ningún cuestionamiento al superconcilio. El Vaticano II –recordemos que es un concilio no dogmático- es intocable.

En ese sentido, Bergoglio no tiene la sutileza alemana de venir a inventar absurdas “hermenéuticas de la continuidad”. Ahora se trata de ser más directos. Al que no acepta la misa nueva y el Vaticano II, como al que no se vacuna, se le da “el raje”, para decirlo en el lunfardo de Bergoglio. “Dejáte misericordear”.

Fratelli tutti. 

 

Lex orandi

Si el Novus Ordo es la única expresión de la lex orandi de la Iglesia, como dice el documento bergogliano, entonces, ¿la Misa tradicional qué es? ¿Cuál es su situación? Nuevamente, hay que entender que cuando Bergoglio dice “lex orandi de la Iglesia”, está hablando de la Iglesia surgida del Vaticano II, única que conoce y tiene en mente. Si no se tiene en cuenta esa ruptura, no se entiende su lenguaje. Francisco habla de la “Iglesia conciliar”. ¿Está claro?

Si la Misa tradicional puede rezarse, en las condiciones estrictas marcadas por el documento, quiere decir que sigue siendo válida y legítima, pero, a la vez, no es lex orandi. Bergoglio y los modernistas saben bien que esa Misa no expresa la teología modernista triunfal del Vaticano II, y por lo tanto, sabiendo que no pueden prohibirla explícitamente, deben relegarla lo más posible.

Hay una gran lógica en esto, verdadera coherencia. La misa tradicional es la quinta columna dentro de las filas enemigas. Es lo que les recuerda que ellos son unos intrusos en una Iglesia que no les pertenece. Así que, mejor meterla entre rejas, limitar sus pasos. Confinarla. “Quedáte en casa”.

Pero, ¿van a tolerar que los sacerdotes de la FSSPX sigan rezándola libremente? A eso vamos.

 

La FSSPX, ¿inmune?

El modernismo no es como el virus chino, que mata un pequeño porcentaje de los contagiados. Por el contrario, el modernismo y el liberalismo salidos del Wuhan vaticano hace estragos y ha ocupado casi todo el planeta. Es la mayor peste de la historia. ¿No deberíamos estar todos sobre alerta?

Pero la FSSPX cree que está del todo inmunizada, gracias a la vacuna llamada FSSPX. Cualquiera que reciba las periódicas dosis de adhesión y asentimiento a la congregación, puede dormir tranquilo.

¿Es realmente así?

Las primeras reacciones contra este documento, han sido ciertamente críticas y coincidimos en general en sus términos:

Una ley claramente opuesta al bien común

La impresión general que surge de estos documentos -Motu proprio y carta adjunta del Papa- da la impresión de un sectarismo acompañado de un abuso de poder manifiesto.

La Misa Tradicional pertenece a la parte más íntima del bien común en la Iglesia, por lo tanto, restringirla, rechazarla, arrojarla a los guetos y, en última instancia, planificar su desaparición, no puede tener ninguna legitimidad. Esta ley no es una ley de la Iglesia, porque, como dice Santo Tomás, una ley no puede ser válida si atenta contra el bien común. 

Pero hay algo más en los entresijos, un tinte evidente de la saña manifestada por ciertos fanáticos furibundos de la reforma litúrgica contra la Misa Tradicional. El fracaso de esta reforma queda puesto de manifiesto, como en un claroscuro, por el éxito de la Tradición y de la Misa Tridentina.

Por eso no pueden aceptarla. Sin duda, imaginan que su total desaparición hará que los fieles regresen a las iglesias drenadas de lo sagrado. Trágico error. El magnífico auge de esta celebración digna de Dios solo resalta más su pobreza: ella no es la causa de la desertificación producida por el nuevo rito.

Lo cierto es que este Motu proprio, que tarde o temprano terminará en el olvido de la historia de la Iglesia, no es una buena noticia en sí mismo: marca un freno, por parte de la Iglesia, en la reapropiación de su Tradición, y retrasará el fin de la crisis que ha durado más de sesenta años.(https://fsspx.news/es/news-events/news/de-summorum-pontificum-traditionis-custodes-o-de-la-reserva-al-zool%C3%B3gico-67515)

Bueno, cuando dicen que este motu proprio “marca un freno, por parte de la Iglesia, en la reapropiación de su Tradición”, ¿quiere decir que hasta ahora la Iglesia estaba avanzando hacia la Tradición? Está claro que no.

Pero a pesar de su oposición a esta tiránica medida tomada por Bergoglio, creemos ver en todos los documentos de la Fraternidad un sarcasmo lanzado con aires de suficiencia, que es muy peligroso, como en el sermón del P. Mestre en Portugal, donde luego de criticar y con razón este motu proprio, dice: “¿En qué concierne este motu proprio a la Fraternidad? Esto no es para nosotros, es para todos aquellos que confiaron en Roma. No concierne a la Fraternidad porque la Fraternidad siempre se negó a aceptar la Misa nueva y el Concilio Vaticano II”.

Veamos. Por un lado, es cierto que la FSSPX siempre se negó a aceptar la Misa nueva y el Vaticano II. Pero, ¿es cierto o no que su Superior general dijo que la Misa nueva estaba legítimamente promulgada? ¿Es cierto o no que su Superior general dijo que el 95% del Vaticano II era aceptable?

Lo mínimo que puede decirse es que hay una corriente liberal en la FSSPX, y que, aunque pueda ser minoritaria, es quien ha tomado las riendas e influye –en lo que puede- en el resto, desvigorizando la obra fundada por Monseñor Lefebvre. 

Por otra parte, ¿está seguro de que este motu proprio no concierne a la Fraternidad?

Dijo bien un comentarista de un blog lo siguiente (las negritas son nuestras):

Con respecto a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X creo que hay que decir algo:

en muchos casos pretenden ser los únicos interlocutores de la Tradición. Pero convengamos en que también ellos propusieron como un presupuesto del diálogo la "liberación" de la Misa de San Pío V, por lo que deberán protestar contra esta medida.

Eso es exacto. El motu proprio Summorum Pontificum se debió a un pedido de la FSSPX a Roma, no a otra cosa. Por lo tanto, si la FSSPX pidió la Misa tradicional para todos, y le fue concedida, ahora que quitan lo que pidió, debería –aunque más no sea por solidaridad para con aquellos que celebraban esta Misa fuera de sus prioratos- reclamar a Roma.

Pero no lo hará, claro, porque ella “no tiene nada que ver con esto”.

Además, dice el Padre Mestre: “Esto no es para nosotros, es para todos aquellos que confiaron en Roma”. Pero, recuérdese, la Fraternidad pidió aquella medida –la liberación de la Misa tradicional- como señal de confianza a Roma, es decir, que una vez que Roma sacó el Summorum Pontificum, y luego levantó las “excomuniones”, la FSSPX entró de lleno en el diálogo con Roma, porque ésta había dado muestras de que se podía confiar en ella.

Por lo tanto, la FSSPX también confió en Roma.

Ahora, si Roma vuelve atrás con esta medida, eso significa que la FSSPX debería no confiar más en Roma, y negarse de aquí en más a todo diálogo con quien es manifiestamente contrario a la Tradición católica.

Pero, por supuesto, nada de eso ocurrirá.

Si yo estuviera en la FSSPX no tendría esa sonrisita socarrona en la cara, sobre todo porque así como Roma dio y quitó a las otras congregaciones la posibilidad de rezar la Misa tridentina, Roma también podrá quitarle a la FSSPX todo aquello que le otorgó últimamente (permisos para confesiones, ordenaciones, matrimonios, etc.), en caso de que la Fraternidad se negase a, por ejemplo, aceptar un reconocimiento unilateral romano. Porque, después de este motu proprio, ¿quién puede decir que Roma modernista es confiable?

De manera tal que, si bien en menor medida, igualmente merced a los vínculos que ha establecido con el papa Francisco en los últimos años, la FSSPX también está condicionada.

A no ser que los Superiores de la FSSPX fuesen capaces hoy en día de decir cosas como estas:

“… nosotros jamás quisimos pertenecer a ese sistema que se califica a sí mismo de Iglesia Conciliar y se define por el Novus Ordo Missæ, el ecumenismo indiferentista y la laicización de toda la sociedad. Sí, nosotros no tenemos ninguna parte, nullam partem habemus, con el panteón de las religiones de Asís; nuestra propia excomunión por un decreto de Vuestra Eminencia o de otro dicasterio no sería más que la prueba irrefutable. No pedimos nada mejor que el ser declarados ex communione del espíritu adúltero que sopla en la Iglesia desde hace veinticinco años; excluidos de la comunión impía con los infieles.

Creemos en un solo Dios, Nuestro Señor Jesucristo, con el Padre y el Espíritu Santo, y seremos siempre fieles a su única Esposa, la Iglesia Una, Santa, Católica, Apostólica y Romana. El ser asociados públicamente a la sanción que fulmina a los seis obispos católicos, defensores de la fe en su integridad y en su totalidad, sería para nosotros una distinción de honor y un signo de ortodoxia delante de los fieles. Estos, en efecto, tienen absoluto derecho de saber que los sacerdotes a los cuales se dirigen no están en comunión con una iglesia falsificada, evolutiva, pentecostal y sincretista (…).”

(http://docshare02.docshare.tips/files/13409/134090468.pdf)

Se trata de la Carta al cardenal Gantin, enviada el 6 de julio de 1988 con las firmas del Superior General, de todos los Superiores de Distritos, de Seminarios y Casas Autónomas de la Fraternidad Sacerdotal San Pío X. Monseñor Lefebvre todavía estaba vivo, claro.

Ahora, viendo las firmas, se podrá estimar que casi todos desde entonces han claudicado. Hoy, ¿alguien en la FSSPX se atrevería a usar un lenguaje así?

El lector ya tiene la respuesta.

Creemos que este motu proprio es la última oportunidad –que no dudamos será desperdiciada- para la FSSPX para volver a decir las cosas como deben ser dichas, como las decía Monseñor Lefebvre:

Hay que elegir. Nosotros hemos elegido ser contra-revolucionarios, [estar] en contra de los errores modernos, estar en la Verdad Católica y defenderla. Este combate entre la Iglesia y los liberales modernistas es el combate en el cual nos encontramos a raíz del Concilio Vaticano II. Cuanto más se analizan los documentos del Vaticano II y la interpretación que le dieron las autoridades de la Iglesia, más uno se da cuenta que no se trata sólo de algunos errores… sino, en realidad, de una perversión del espíritu. Es una concepción totalmente diferente de la Revelación, de la Fe y de la Filosofía, es una perversión total.

No tenemos nada que hacer con estas gentes, pues no tenemos nada en común con ellos. El combate que libramos es el de Nuestro Señor, continuado por la Iglesia. No lo podemos dudar: o estamos con la Iglesia o estamos contra Ella; no estamos con esta Iglesia conciliar que cada vez tiene menos en común con la Iglesia Católica”.

(Conferencia al final del retiro sacerdotal en Ecône en septiembre de 1990).

“Ellos quieren neutralizar la Tradición, que ella no sea más un obstáculo para sus empresas ecumenistas y para la Revolución en la Iglesia”

“No tengáis punto de contacto con aquel que está encargado de destruir la Tradición”.

“Los modernistas romanos son bandidos, revolucionarios bajo pieles de ovejas. Ellos no tienen ningún espíritu sobrenatural. Es sobre esto que nosotros debemos llevar nuestro esfuerzo: reaprender a vivir de la fe como los apóstoles, los mártires, los Padres de la Iglesia y Santo Tomás de Aquino”

(Extractos de cartas a los dominicos de Avrillé. Le Sel de la terre n° 96, primavera 2016).

 Es pues un deber estricto para todo sacerdote que quiere permanecer católico el separarse de esta Iglesia conciliar, mientras ella no reencuentre la tradición del magisterio de la Iglesia y de la Fe católica”.

(Itinerario espiritual, 1991)

 

Migraciones

Sabemos que Francisco es muy afecto a las migraciones, se ha encargado constantemente de promover las migraciones desde países musulmanes que los pueblos europeos de ningún modo pedían ni necesitaban.

Ahora con esta medida podría propiciar una segunda (o tercera, si pensamos que durante el “covid” hubo otra) ola migratoria hacia la FSSPX. Recordemos, hubo una primera ola migratoria cuando fue lo del “levantamiento de las excomuniones”, preparado de antemano por el Summorum Pontificum. Entonces arribó a la Fraternidad mucha gente que no comprendía en absoluto la naturaleza del combate doctrinal llevado adelante por Monseñor Lefebvre. No los culpamos por ello. El problema fue que al llegar a las costas de la Fraternidad, ésta ya había diluido gran parte de su “lefebvrismo”, entonces casi todos los migrantes restaron en sus posiciones anteriores, sin involucrarse verdaderamente en el combate contra la Iglesia conciliar.

Vale la pena recordar lo que dijo alguna vez Monseñor Lefebvre, que sabía bien de lo que hablaba:

“Sobre todo, si hubiera un arreglo con Roma, estaríamos invadidos por cantidades de gente: Ahora que tienen la Tradición y están reconocidos por Roma, van a venir con nosotros. Hay mucha gente que seguirá con su espíritu moderno y liberal, pero que vendrán con nosotros porque les va a gustar asistir de vez en cuando a una ceremonia tradicional y tener contacto con los tradicionalistas. Y esto será muy peligroso para nuestro medio tradicional. Si somos invadidos por toda esta gente ¿qué va a pasar con la Tradición? Poco a poco va a haber una especie de ósmosis que se producirá, una especie de consenso… Muy despacio, muy despacio, vamos a terminar por no ver la distinción entre el liberalismo y la Tradición. Es muy peligroso”.  (Conferencia en Flavigny el 11 de junio de 1988, Fideliter n°68)

Eso ocurrió ya en la primera ola migratoria –por el semi-acuerdo con Roma- y podría pasar ahora, con este “confinamiento” decretado por Francisco. Esa gente que ahora es birritualista, afecta a Benedicto y Juan Pablo y que no comprende el fondo de la cuestión, ¿va a ser esclarecida como se merece, por la neo-FSSPX? Creemos que en algún caso puntual, sí, pero en la mayoría de los casos, no.

Los conciliares saben que es mejor tener a todos los tradicionalistas y semi-tradicionalistas metidos en el mismo barco, que tener que hundir muchos barcos, botes y canoas dispersos por el mundo entero.

Que la FSSPX no se crea al margen de todo esto, porque el enemigo sigue conspirando.

 

Bien dicho

“Este motu proprio, tan dramático como agresivo, ilustra cómo la guerra entre la Iglesia católica y el parásito conciliar que la ataca es una lucha a muerte. En estos tiempos difíciles y muy convulsos, las almas necesitan más que nunca la doctrina católica y los verdaderos sacramentos. Más que nunca, la Iglesia necesita obispos plenamente católicos, asistidos por sacerdotes que no solo deseen guardar la Misa para siempre, sino que estén dispuestos a defender los bienes más importantes de la Iglesia contra cualquier ataque, cualquiera que sea su costo personal. Reza por ellos.” https://www.medias-presse.info/le-pape-francois-supprime-ecclesia-dei-abroge-summorum-pontificum-et-rallume-la-guerre-liturgique/144499/

 

Sedevacantistas, es decir, sedeprotestantes

La actitud sedevacantista es una actitud típicamente protestante, aunque se presuma católica. La propia voluntad individual decide –aunque se haga creer que sigue a no sé qué autor- y cree que la Iglesia puede existir sin un Papa. Pero el Papa es la piedra sobre la cual Cristo edificó su Iglesia. Si bien nos fijamos, Cristo primero designó al Papa, y luego hizo la Iglesia, como corresponde cuando se coloca el fundamento donde irá el edificio. “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”.

Precisamente porque esa “piedra” es tan importante, cuando esa piedra está debilitada, infectada, débil, corrompida, todo el edificio tambalea y se resquebraja. Es lo que está aconteciendo.

Traemos a cuento este tema porque ayer 18 de julio fue un nuevo aniversario de la Constitución dogmática Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I (18 de julio de 1870). La cual termina así su segundo capítulo:

“Por lo tanto, si alguno dijere que no es por institución del mismo Cristo el Señor, es decir por derecho divino, que el bienaventurado Pedro tenga perpetuos sucesores en su primado sobre toda la Iglesia, o que el Romano Pontífice no es el sucesor del bienaventurado Pedro en este mismo primado: sea anatema”.

Lamentamos que algunos caracterizados sedeprotestantes, curas disfrazados e hinchados de soberbia dediquen videos interminables a intentar refutar a los que impugnan el sedevacantismo, sólo para exhibirse orgullosamente rodeados de libros como “sabios” y “eruditos”.

Roma locuta, causa finita.

 

Un delito inteligente

Lo decía Chesterton: Todo delito inteligente está fundado en algún hecho simplísimo, en algún hecho no misterioso por sí mismo. Y la mixtificación ulterior no tiene más fin que encubrirlo, desviando de él los pensamientos de los hombres”.

Estamos siendo testigos de ese hecho simplísimo, de ese crimen abominable: un pequeño grupo de plutócratas revolucionarios mundialistas, quiere acabar con la mayor parte de la población mundial, para lo cual desarrolla una estrategia de encubrimiento a través de una “pandemia” que requiere encierros alienantes, quiebras económicas, vacunaciones asesinas y demás medidas, en pro de acabar con ese virus misterioso que está en todas partes y muta y varía hasta hacer inútiles las vacunas por lo cual deben aplicarse otras y así una y otra vez.

Los hombres han desviado la mirada del crimen para prestar atención a la mixtificación que la presstitución mediática le ofrece cada día.

Ah, pero Chesterton sabía, como sabemos nosotros, que el crimen perfecto no existe.

Y al final, se hará justicia.

 

Fray Llaneza