martes, 21 de noviembre de 2017

MONS. LEFEBVRE: “LA SANTA IGLESIA ES ENEMIGO IRRECONCILIABLE DEL LIBERALISMO Y DEL MODERNISMO”. ¿Y LA NEO-FRATERNIDAD, TAMBIÉN?





En una nueva muestra de su torpeza, la Neo-Fraternidad publicó recientemente, con motivo de la ola de nostalgia que viene esparciendo en Argentina, a raíz de los cuarenta años de la llegada de su fundador, una entrevista a Mons. Lefebvre, donde, con sus palabras, contradice netamente la actual política acuerdista llevada a cabo por Menzingen. Pero en la actual Fraternidad no están para reflexionar sobre esas cosas, sino para entregarse a la nostalgia y el auto bombo. Las palabras de Mons. Lefebvre han quedado como a manera de eslogans, leit-motivs que justifican la ubicación de la Fraternidad en la Tradición, tarareando siempre –aunque cada vez más bajito- su melodía. Pero en los hechos, es otra cosa. Mientras alaban a Mons. Lefebvre (a quien todo le deben), siguen el camino contrario que siguió aquel. Celebran que nos sacó de Egipto, para hacer ahora el camino de regreso a la “tierra prometida” de la “normalización canónica”, por manos de Faraón.

Dice Mons. Lefebvre, en la entrevista que reproduce el sitio web del distrito de Sudamérica (el destacado es nuestro):

 “La Santa Iglesia es enemigo irreconciliable del Liberalismo y del Modernismo, categóricamente condenados en el "Syllabus" y la encíclica “Quanta Cura” del Papa Pío IX, y en la encíclica “Pascendi” del Papa San Pío X, entre otros muchos documentos de los Pontífices. Condenaciones definitivas en las cuales los Papas sí han comprometido su infalibilidad. Las constitución “Gaudium et spes” recoge las orientaciones y tendencias más revolucionarias del mundo moderno. Esa constitución, y ella misma lo afirma, quiere unir, quiere casar a la Iglesia, a La Esposa Inmaculada de Cristo con el mundo moderno, y por lo tanto con la Revolución, con todos sus errores y desviaciones”.

Dos cosas hemos de destacar de este párrafo:

1) No hay reconciliación o acuerdo posible entre el Catolicismo y el Liberalismo o el Modernismo. Se trata de una enemistad doctrinal irreductible. Por lo tanto tampoco puede haber ni buscarse una reconciliación entre una FSSPX que sea católica y una Roma que es liberal y modernista… Sin embargo, la Neo-FSSPX busca a como dé lugar la “estampilla” del “reconocimiento” como católicos, para volver a estar “normalizados” (como dijera el P. Schmidberger: “El tiempo de ser normalizados ha llegado”). No puede haber reconciliación con el modernismo pero tampoco con sus agentes los modernistas. ¿Ser reconocidos por quienes han sido condenados por los papas anteriores al concilio? Sin embargo, Francisco dice que tiene buenas relaciones con Mons. Fellay y éste no ha sido tímido en elogiarlo.  

2) La constitución “Gaudium et spes” es la de mayor orientación revolucionaria del concilio… Sin embargo, está citada como referencia favorable u ortodoxa en la “Correctio filialis” dirigida a Francisco, que firmó Mons. Fellay (Ver al respecto este artículo).

En la misma entrevista realizada en Argentina, aconsejaba Mons. Lefebvre a los fieles argentinos:

 “Que resistan a los errores modernos con el arma del Santo Catecismo Tradicional y que centren toda su piedad en el Santo Sacrificio de la Misa, en la Misa Tradicional de veinte siglos, y en la devoción filial a la Virgen Santísima, en Nuestra Señora de Luján, patrona de las católicas y marianas naciones del Plata”.

Siguiendo a San Pablo, que nos aconsejó resistir al diablo “firmes en la fe”, Monseñor exhortaba a resistir con el “arma del Santo Catecismo Tradicional”, o lo que es lo mismo, con la fe. No exhortaba a “resistir a los errores modernos con la Gaudium Spes, el Vaticano II y Juan Pablo II”, no lanzaba a los fieles a resistir en la diplomacia, el diálogo, los acuerdos y los acomodos. Eso no es ninguna resistencia, pues donde ya no se admite que “La Santa Iglesia es enemigo irreconciliable del Liberalismo y del Modernismo”, aunque se lo publique, no puede resistirse de veras. Si hasta el mismo P. Bouchacourt lo admitió: La FSSPX ya no resiste.

De tal manera, embriagados por los jubilosos festejos de su prosapia, los sacerdotes y fieles de la Fraternidad continúan con los ojos cerrados y la mente obnubilada, sin ver la contradicción entre su venerado Superior general, y aquel que se jugó enteró contra los enemigos de la Iglesia que ocupan la jerarquía romana. Viviendo de la ilusión y de la nostalgia, hoy han tomado por enemigos irreconciliables a quienes siguen el consejo de Mons. Lefebvre: los resistentes.

Triste papel el de la Neo-FSSPX.


Ignacio Kilmot