martes, 7 de marzo de 2017

¿RESTAURAR LA CULTURA SIN SANTO TOMÁS DE AQUINO?






Sobre el libro “La restauración de la cultura cristiana”, de John Senior.
Por P. Pierre-Marie, OP.
Revista Le Sel de la terre N° 4, Primavera 1993.



Este libro ha recibido muchos elogios en la prensa tradicionalista, a pesar que  algunas críticas han manifestado su asombro a propósito de una afirmación un poco “extraña” del autor. Así, leemos en un diario bien conocido: “Somos tomados como por encanto. Y después hay un soplo en esta enseñanza: las páginas sobre la Santa Virgen, sobre San Benito y Santo Tomás de Aquino son muy bellas y muy profundas, sobre todo podemos detenernos en algunas afirmaciones a veces abruptas, incluso incongruentes, en todo caso discutibles, del autor”.

Nosotros quisiéramos por lo pronto observar su análisis sobre Santo Tomás de Aquino, porque él nos concierne más directamente y también porque no compartimos del todo la opinión del autor.

“Yo no preconizo nada que se parezca a una renovación tomista. Yo lo creo imposible en la situación actual” (p. 113) “Entonces, yo no preconizo más un retorno a santo Tomás como yo no preconizo la construcción de una réplica (sic) del Monte Saint-Michel o de Chartres” (p.118).

Estamos acá en un mal punto de partida. Querer “restaurar la cultura cristiana” ¡metiendo a Santo Tomás en el placard!

Cierto, el autor elogia a Santo Tomás, mas él lo coloca tan en las nubes que lo pretende inaccesible a nuestros contemporáneos. Para leer a Santo Tomás, nos dice él, hay que haber estudiado las artes liberales (gramática, lógica, retórica y ciencias matemáticas). Este estudio de las artes liberales deber ser él mismo precedido por la “educación musical” (que comprende el canto, el aprendizaje de un instrumento, la danza, la literatura, la historia y el estudio de la naturaleza) (1). En la base de esta “educación musical”, está la gimnasia, “porque la gimnasia es el fundamento de todo saber según la máxima nihil in intellectu nisi prius in sensu. (2) (p. 124)

Si hace falta una tal preparación para leer un artículo de la Summa, comprendemos por qué, según el autor, la lectura de Santo Tomás está reservada a una élite selectísima. (3) Estamos aliviados de saber que el Papa Juan Pablo II se ocupa activamente de formar esta élite.

La ignorancia de esos rudimentos necesarios para la comprensión del tomismo es causa del fracaso del neotomismo y lleva a que la teología no sea más que una superstición, nos asegura Senior con seriedad.

Sería interesante saber qué ejercicios gimnásticos practicaba Santo Tomás antes de escribir su Summa. Creemos, en efecto, hasta donde sabemos, que Santo Tomás se contentaba con ponerse de rodillas ante su crucifijo para rezar la bella oración O Creator ineffabilis

Hemos debido pensar que el autor no habla con seriedad. Quizás se trate de una forma de humor que se nos escapa…El estudio de Santo Tomás no requiere absolutamente todo ese largo preámbulo. Para aprovechar a Santo Tomás, es suficiente tener buen sentido y buena voluntad. Cierto que algunos fieles no sabrían abordar directamente los pasajes más difíciles del Doctor Angélico. Pero hay pasajes simples que son accesibles a todos (cf. el testimonio de una madre de familia en el editorial del n° 1 de Le Sel de la terre), y, para el resto, se puede recurrir a buenos divulgadores. Porque, contrariamente a lo que dice Senior (pero, ¿conoce él a Santo Tomás?), es de todo hecho posible divulgar al Doctor común: léanse, por ejemplo, los remarcables escritos del Padre Emmanuel o aún el bello librito escrito por Mons. Lefebvre poco antes de su muerte, “Itinerario espiritual siguiendo a Santo Tomás de Aquino”. Estos dos autores, suponiendo que fueran los dos únicos autores tomistas contemporáneos, serían suficientes para mostrar que la renovación tomista no ha sido un fracaso.

Nosotros intentamos probar con esta revista que santo Tomás es aún accesible a nuestros contemporáneos. Mejor aún, nosotros queremos probar que es en el tomismo, y en él solo, donde podemos encontrar los principios de una verdadera restauración de la inteligencia y, por consiguiente, de la cultura cristiana.
 

(1) Esta enumeración es ya bastante fantasiosa.
(2) No hay nada en la inteligencia que no pase antes por los sentidos.
(3) Todo esto no puede dejar de analogarse con el jansenismo que exaltaba tanto la santa comunión que alejaba a los fieles.



Leemos partiendo del centro hacia las cuaro extremidades, cuatro frases que forman la oración de Santo Tomás a la Cruz de Nuestro Señor.
Hacia arriba: Crux mihi certa salus (la cruz es mi salvación asegurada)
Hacia abajo: Crux est quam semper adoro (la cruz es lo que siempre adoro)
Hacia la derecha: Crux Domini mecum (la cruz del Señor conmigo)
Hacia la izquierda: Crux mihi refugium (la cruz es mi refugio)