miércoles, 20 de febrero de 2013

LA RENUNCIA






-¿A vos te parece, che?

-Me parece.

Me colé en el diálogo como suelo hacer a la salida de la misa, y paré la oreja. No había sacerdotes cerca nuestro. Nos arrimamos a la calle.

-¿Un auto-atentado, como el de…

-…el de las Torres Gemelas, eso. Eso que ahora todos saben con lujo de detalles –o casi-, pero que al comienzo costaba decir o creer. Eso que dijo en su momento Monseñor Williamson en Yanquilandia, y por eso se ganó la inquina de los liberales de la Fraternidad. “De eso no se habla”.

-Pero si aquel atentado a Estados Unidos fue ejecutado –o supervisado- por los mismos Estados Unidos, ¿este auto-atentado al Papa sería obra del mismo Papa, entonces? ¿No dijo Benedicto que se iba porque está “estresado”, o más o menos?

-Decires…palabras que no explican nada…y todo el mundo sabe que no explican nada. Nadie las cree, excepto los pobres chicos incautos de las “jmj” que se dedican a reventar el “aplausómetro”. La cuestión acá es la siguiente –me parece.

Los muchachos se habían ido alejando un poco del resto, apuntando para la esquina. Allí se quedaron en una eterna despedida, y yo con ellos. Tal vez iríamos al café.

-Sea esa la intención del Papa o no, lo cierto es que lo hizo. Puso dinamita en el Papado, como antes había ido sembrando el camino de minas para los menguados tradicionalistas.

-¿Fue presionado, entonces?

-Puede suponerse. La cuestión es saber: ¿por qué? ¿Es como dicen los fellaystas, que los progresistas temían que le diera la bienvenida a la Fraternidad en Roma? ¡Ridículo! Si el Papa no se sale del libreto del Vaticano II y quiere imponerlo a los tradicionalistas. Yo creo que las logias vaticanas le dieron su oportunidad a Ratzinger para desarrollar su táctica de la “pseudo-restauración”. Pero, apurados como están –el diablo no conoce la paciencia- decidieron acelerar los tiempos. Tal vez ellos conozcan los planes globalistas, o futuros pasos en vistas a una guerra, y necesitan determinados cambios en la Iglesia. También, visto su fracaso en acabar con la Misa tradicional, los ultraprogresistas no encontraron otra forma de dar comienzo a la etapa final de su plan de desmantelamiento de la Iglesia Católica Romana. Si han de cambiar la Iglesia deben empezar por el Papado. Si el ecumenismo es democrático y la libertad religiosa es democrática, el Papado debe ser democrático y la Misa debe ser democrática.

-Sí, pero si se busca realizar el culto del hombre en desmedro del culto de Dios, ¿por qué acabar con la monarquía del Papa y no al revés?

-Se busca el culto del hombre pero del hombre igualitario, del hombre como los demás, del hombre masa. El Papa en tanto sucesor de Pedro rememora la elección de Cristo de una persona, y esa persona no es como las otras, está por encima de las otras, en tanto sea el Vicario de Cristo. No olviden: “Sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. Si esa piedra se parte, si se quita, si se debilita, se cae la Iglesia, que está edificada sobre ella. Si la piedra ya no es piedra, sino manteca…Benedicto “demostró” que la piedra puede reemplazarse, quitarse y ponerse a un costado, en otra parte del edificio. Pero sucede que esa piedra estaba hecha para ser dispuesta en esa parte del edificio, y no en otra, como su sostén. No puede estar en otro lugar del edificio. Y en ese lugar sólo hay lugar para esa piedra, que no puede ser reemplazada por muchas otras. Me refiero acá no al Papa Benedicto en sí, que es modernista, sino simplemente a la figura del Papa. Él empezó a destruir esta investidura desde que asumió.

-Pero ¿y San Celestino, el Papa-monje renunciante? –dijo el abogado del diablo, o el abogado a secas, bah. Siempre hay algún abogado.

-Probablemente –esto es sólo una opinión- Dios haya permitido que sucediera su abdicación porque era un ermitaño, un anacoreta –a los veinte años se construyó en las montañas una celda donde apenas cabía acostado-  que fue prácticamente arrancado de su celda monacal para ser llevado a la fuerza a un lugar donde no podría reinar como es debido. Y después fue manejado por el rey Carlos, que lo hizo abandonar Roma para ir a Nápoles. Además, muchos lo veían como inaugurando la “nueva era” que había pronosticado Joaquín de Fiore… Pedro Celestino vivía en una celda dentro del palacio, y había encargado a tres cardenales las funciones del gobierno…Y a todo esto hay que pensar que fue elegido a los 84 años de edad…Puede decirse que su abdicación representó un bien para la Iglesia y para su alma, debido a tan particulares circunstancias…Aunque el Dante dicen lo coloca en la antesala del Infierno “por su gran cobardía”…En fin, un caso complicado y patético. Benedicto, en cambio, no puede aducir nada de eso. Estuvo casi toda su vida en el Vaticano, conoce el ambiente…y hace más de siete años que es Papa… ¿Cómo no levantar sospechas?

-Bien, supongamos que esto pone fin a la Iglesia post-Conciliar y da nacimiento a la Iglesia pre-Anticristo (digamos que la otra preparó el camino para el asalto final). Algunos pueden llamarla la Iglesia Super-Conciliar. ¡Puede darse un cisma! ¿Cómo se entiende que haya sido un Papa el agente directo de esta maniobra?

-Sólo se entiende de una manera: si ese Papa no tiene fe. ¿No ha enseñado desde hace muchos años herejías tras herejías? ¿No vieron de casualidad la película inglesa “Catholics” o “El conflicto”? ¿Vieron al abad del Monasterio que obliga a sus monjes a cambiar la misa tradicional por la Misa nueva? ¿Por qué lo hace? Lo confiesa hacia el final al enviado de Roma: no tiene fe. Esto es tal cual en Roma. Ese abad no puede rezar. Benedicto no puede besar el crucifijo, como se ve en filmaciones en Internet. Véanlo y después me dicen.

-Pero entonces –ahora preguntó alguien más- entonces, ¿cómo es que favoreció la libertad de la Misa tradicional, si antes dijiste que quería destruirla?

-¡Oh, amigos! Si leyeran un poco más al enemigo, comprenderían su forma de pensar y de actuar. Deberían leer o releer el “Interrogatorio Rakovsky” (también llamado “La Sinfonía Roja”). ¿No son acaso los capitalistas, los millonarios, los banqueros los que financiaron la revolución comunista de la “clase obrera”? ¿No da la revolución un paso atrás para dar luego dos hacia adelante? Es lo que hacen los modernistas. Necesitaban atraer –para atrapar- a los tradicionalistas. Pero hacerlo sin renegar, claro está, de su defensa de la Misa nueva. ¿Qué hacer? Escribir en un papel una verdad de Perogrullo: “la misa tradicional no fue abrogada”. Pero agregándole: “Ojo: la misa nueva es la forma ordinaria del rito romano”. En la práctica fue una levísima concesión, una apariencia de tradición, ya que los impedimentos para celebrar y dar a  conocer la Misa tradicional no cambiaron. Los modernistas odian la Misa tradicional, el diablo odia el Sacrificio de Nuestro Señor. Una vez dentro la Fraternidad, poco a poco irían imponiéndole la Misa nueva. Con el tiempo la Misa tradicional sería una antigualla celebrada por curas sin fe, con un apego puramente estético al rito. Las masas descreídas y cretinizadas le darían la espalda, prefiriendo la Iglesia ya macdonalizada (¿no se está el mundo cada vez más macdonalizándose? ¿Por qué no iban a hacer lo mismo con la Iglesia? Cada uno con su menú favorito, fácil de digerir, pero…chatarra). Los grupos minoritarios fuera de la Roma modernista serían poco a poco marginalizados, criminalizados, perseguidos y penados, seguramente por “nazis” o “fanáticos”, por “antidemocráticos”. Este plan es el que no pudieron aplicar del todo por la táctica demasiado lenta del Papa y por la resistencia de algunos lefebvristas.

-Bueno –intervino ahora alguien que no había hablado hasta el momento-, eso está claro, puede muy bien ser así, pero yo creo que la cosa puede venir por otro lado. Si me permiten… Benedicto (Ratzinger) estuvo destruyendo a la Tradición por los últimos 30 años. Yo más bien veo en esta movida suya una jugada astutísima, es como “el golpe maestro de satanás”. Su obra maestra. ¿No lo ven? Haciéndose a un lado coloca una presión insostenible sobre la Fraternidad San Pío X y la obliga a definirse. Es su última movida. Su último gesto de “clemencia” hacia los díscolos lefebvristas. Por eso el “ultimatum” de uno de sus hombres, Muller.

-¿Y para eso llega a renunciar, por un grupo minúsculo de tradicionalistas?

-Me atrevo a decir que sí –continuó el hombre- porque el enemigo parece conocer mejor que nosotros -¡lamentablemente!- el valor de la misa y de la fe católica. El diablo conoce quién le hace daño. No quiere más misas tradicionales, quiere estar completamente desatado para destruir la Iglesia y toda la obra de Dios. Se me ocurre pensar ahora si el katejon a la manifestación del Anticristo no será el Santo Sacrificio de la Misa. Es más bien una pregunta. Tal vez el Papado.

-¿Pero la Fraternidad no estaba por afuera de la Iglesia oficial?

-Sí de algún modo, pero había recibido la aprobación de la Iglesia oficial. Y es esa misma Iglesia oficial la que ahora quiere destruirla, transformándola en una “Prelatura” o como quieran llamarla. Los grupitos de sacerdotes y algún obispo perdido que queden por ahí, serían tan minúsculos que finalmente podrían ser acabados o marginados completamente. Bueno, la cosa es, para no desviarnos del tema, que la renuncia del Papa podría ser el anzuelo para atrapar al pez que tanto han deseado, destruyendo de esa forma la obra del tan odiado por ellos Monseñor Lefebvre. Si pudieron destruir la herencia del Padre Pío –y vemos en esa famosa iglesia masónica ¡cómo!-, ¿por qué no iban a poder hacer lo mismo con la Fraternidad? También de esta manera Benedicto se libra –estando afuera- de los ataques de los ultraprogresistas. Y les da a estos un motivo para elegir un Papa super-progre en el Cónclave, el cual terminaría de operar la destrucción de la Fraternidad.

-Pero la obra de Lefebvre va a continuar…

-De eso no les quepan dudas, y Dios dará las gracias para ello. Pero el desastre en la Iglesia se va a profundizar sin esa piedra en el zapato…

-O sea que en definitiva Benedicto renunció al Papado pero no renunció a su trabajo de destrucción de la Tradición católica.

-Eso creo. Es probable. Pero el fondo de la cuestión la conoce sólo Nuestro Señor.

-Dios se apiade de nosotros. A rezar muchachos, a rezar por la Iglesia.