sábado, 27 de octubre de 2012

¿A QUIÉN BENEFICIA?



“Con esto, cuando José llegó a sus hermanos, le despojaron de su túnica y el traje talar que traía puesto. Y tomándolo lo arrojaron en la cisterna”. Gn. 37, 23. 

Los actos inicuos, sin embargo, terminan obrando en bien de aquellos que aman a Dios, y son la derrota y condena de los que los cometen.

 
¿A quién beneficia?
Eso es lo que el investigador de un crimen se pregunta para guiar su pesquisa hasta el autor del mismo, ya sea el autor material o el autor intelectual, el ejecutor o el instigador.
¿Beneficia a la Tradición católica, la expulsión de la FSSPX de uno de sus más aguerridos, lúcidos y firmes defensores –sino el mayor de todos? Los medios reflejan el beneplácito de los enemigos de Cristo y la Tradición católica: los progresistas y liberales de Roma, la Sinagoga y el periodismo a  su servicio.
No hay mucho más que decir. La conclusión es obvia. ¿Lo es? No para el católico resabiado de liberalismo, porque el liberal-acuerdista dentro de la Tradición, se mostrará enojado ante esta situación, porque quiere conciliar lo que no se puede, y como él quiere estar con unos y con otros, como quiere condenar el Vaticano II pero a la vez hacerlo en voz baja para que no haya crispaciones con el Vaticano, termina siempre como Pilatos, adhiriéndose a los designios de los más poderosos de este mundo.
Y no pudiendo convivir con semejante culpa, con una incoherencia que se le hace más oscura a medida que actúa, se pone a fustigar a diestra y siniestra contra la “falsa tradición” y otros que se convierten sus enemigos.