martes, 15 de octubre de 2013

LA ÚLTIMA BATALLA DE DON LUIGI VILLA






"Chiesa Viva" Nº 463 de septiembre 2012

Por el Ingeniero Franco Adessa.
Traducción al español: Cristina Pallero para Non Possumus.


Después de haber publicado el Número Especial de "Chiesa Viva", sobre el templo satánico de Padergnone (Brescia, Italia), en octubre del 2009, Don Luigi Villa me sugirió indagar sobre el motivo de la presencia de la medalla pontifical de Benedicto XVI sobre la lápida de consagración de este templo.

Después de algunos meses, le sometí un estudio sobre la Mitra de la coronación de Benedicto XVI, evidenciando el hecho que ésta contenía gran parte de la simbología gnóstica-satánica impresa en aquel templo de Padergnone. Don Villa entonces, decide no publicar el estudio entero, sino solamente dos páginas con las fotografías más significativas y con breves subtítulos o acotaciones.

En el número 427 de "Chiesa Viva" de mayo del 2010, en "Documenta Facta", aparecen así, dos páginas con una docena de fotografías de cuyas leyendas evidenciaban la representación del Dios-Pan, sobre la parte central de la Mitra, las simbologías que representaban a Lucifer trinitario,  la cancelación del Sacrificio de Cristo sobre la Cruz de la faz de la tierra y otros significados masónicos.

En la parte inferior de la segunda página además, había dos imágenes de la Virgen de Fátima, entre las cuales, con grandes letras, sobresalía la frase más inquietante del Tercer Secreto de Fátima: "Satanás efectivamente alcanzará a introducirse hasta la cima de la Iglesia".

En aquél período, Don Villa estaba preparando una edición especial con el título: "Karol Wojtila Beato?...nunca!", que fue luego publicada en septiembre de 2010 en un Número Especial de 96 páginas.

Más tarde, me pidió completar el estudio sobre la Cruz satánica de Dozulé, publicado en el número de febrero de 2011 y enseguida, me recomendó  continuar mi investigación sobre la simbología de las insignias litúrgicas de Benedicto XVI, mientras él se dedicaría a una nueva edición especial de "Chiesa Viva" sobre Paulo VI.

Estos trabajos a ritmo rápido sobre el último Pontífice daban propiamente la impresión de un plan de batalla: Don Villa sabía que tenía aún un poco de tiempo a su disposición; pero sabía también que llegaría a su término el mandato papal no solo con circunstanciadas denuncias; sino también con un evento conclusivo y determinante.

A la finalización del trabajo que estaba escribiendo: "Pablo VI masón!" de la nueva edición especial, el Padre me pide recoger todo el material ya publicado en el pasado sobre este argumento, para enriquecer el capítulo con fotografías e imágenes.

Fue con esta ocasión que, un día, observando en conjunto los símbolos masónicos que aparecen sobre la tumba de la madre de Pablo VI, por  primera vez, reconocí la posibilidad que estos pudieran  esconder algo terrible.

 Empecé a trazar círculos, rectas, medir ángulos, conectar las intersecciones, asociar las figuras y, al final, apareció la representación de la Estrella de 5 puntas inscrita en la Estrella de 6 puntas, que simboliza la redención gnóstica, es decir, la blasfema y satánica Triple Trinidad masónica.

¿Quién era el autor de estos diseños y simbologías?

Le pregunté al Padre y me responde: "El autor de aquel conjunto de símbolos fue Monseñor Giambatista Montini. Que esta información la he tenido directamente del Cardenal Ottaviani y del Cardenal Palazzini"




"Pero Padre--insistí-- sólo los judíos cabalistas conocen el significado de esta representación que encierra el secreto de la Tercera Trinidad masónica, y que simboliza las tres bestias del anticristo del Apocalipsis de San Juan. Y ¿cómo le hizo Montini para conocerla? Y si la conocía, el significado puede ser uno solo: él era el predestinado para desempeñar la única posición posible para una autoridad religiosa en aquella blasfema Triple Trinidad: La Bestia venida de la tierra que lleva los cuernos de un cordero pero que habla la lengua del dragón"

En este punto, dije: "Padre, la Bestia venida de la tierra, en la Masonería, tiene también otros cuatro nombres, entre los cuales está aquel de "Jefe de los Iluminados de Baviera"!-¿Entonces Paulo VI era el Jefe supremo de la satánica orden de los Iluminados de Baviera?”.

Don Villa, lentamente, agachó la cabeza y no la levantó más. Parecía abatido, oprimido por todo el peso de esta horrible realidad. Era la primera vez que lo veía comportarse de aquel modo. Salí en silencio de su estudio con la profunda sensación que desde hace largo tiempo el Padre estaba al corriente de este hecho terrible.

En un encuentro sucesivo, al término de nuestro coloquio, Don Villa me indicó un paquete de carpetas sobre su escritorio, diciendo: "Estos son los textos del Número Especial de "Chiesa Viva" sobre Paulo VI. El título es: "Pablo VI, el Papa que cambió la Iglesia".

Estábamos en los primeros días de mayo del 2011, y este Número Especial debía ser publicado para el mes de septiembre.

“Bien, -respondí- deberé alcanzar a completar el trabajo de compaginación dentro de junio, así me quedará tiempo para completar un Número especial sobre Benedicto XVI”.

El Padre calla. Era la primera vez que lo ponía al corriente sobre el estado alcanzado de los estudios que estaba haciendo sobre Benedicto XVI y que él mismo me había comisionado.

En el período sucesivo, mientras trabajaba en la compaginación de la edición especial sobre Pablo VI, en cada encuentro con el Padre me extendía sobre los detalles del descubrimiento hecho sobre los símbolos que recubrían la insignia litúrgica de Benedicto XVI, suscitando su interés y notando su satisfacción por los resultados obtenidos.

Hacia fin de junio, le entregué al Padre la compaginación de la edición especial sobre Pablo VI y comencé enseguida el trabajo del número especial sobre la simbología gnóstico-satánica de las insignias litúrgicas de Benedicto XVI.

Terminado el trabajo sobre Pablo VI, el Padre comenzó a preparar una nueva edición especial: aquella sobre Benedicto XVI.



En las semanas siguientes, acudí a menudo a  visitar al Padre, teniéndolo siempre informado y puesto al día sobre los descubrimientos de mi trabajo.

Le hablé de la Mitra de la "coronación" y del hecho de que la casi totalidad de los símbolos gnósticos-masónicos representados, coincidían con aquellas impresas sobre el Templo Satánico de Padergnone;  fue él quien me sugirió  poner en evidencia estas coincidencias, en correspondencia de cada símbolo, de modo de que esta particularidad fuese repetidamente subrayada.

Más adelante, le hablé de otra Mitra satánica, en la cual sobresalía la Triple Trinidad masónica y muchos otros símbolos masónicos-satánicos.

Luego, llegó el turno del nuevo Palio de Benedicto XVI; un palio empapado y cargado de símbolos gnósticos-masónicos en los cuales incluso cada medida tenía un significado satánico.

Don Villa seguía con interés cada uno de los descubrimientos, escuchaba atentamente cada disquisición y explicación sobre estos argumentos, y apreciaba el ritmo apremiante de éstos los cuales crecían día tras día.

Después de las mitras y el nuevo palio, fue el turno del Blasón papal de Benedicto XVI que se rebeló en una realidad horrible y desconcertante: representaba, en cada uno de sus mínimos detalles, el Emblema heráldico del grado 30º, el más satánico de los 33° del Rito Escocés Antiguo y Aceptado.


En aquel mismo período, vinieron en posesión nuestra unos documentos sobre la doble Misa negra celebrada al mismo tiempo en Roma y en Charleston (USA) el 29 de junio de l963 para entronizar a Satanás en la Capilla Paulina y, en breve tiempo, todo fue puesto a punto para documentar este increíble evento.

Entretanto, la edición especial de "Chiesa Viva" sobre Paulo VI fue llevada a la imprenta y así, nos concentramos en el trabajo respecto a Benedicto XVI.  No ocultaba ciertamente, mi  carga, mi entusiasmo y la rapidez con la que trataba de terminar este trabajo, pero el Padre comenzó a frenar mis intentos de llegar a una rápida conclusión, tratando de hacerme comprender que me equivocaba en los tiempos.

No era la primera vez que recibía estas "duchas frías";  elegir el modo y atender el momento más oportuno, pero esta vez, en lugar de disminuir, intensifiqué mis esfuerzos y declaré que el número especial podía estar listo para su publicación incluso en el siguiente mes de octubre de 2011.

En el siguiente encuentro, encontré a Don Villa serio y preocupado. Me dice: "Si nosotros publicásemos el número especial sobre Benedicto XVI en octubre, con todos los estudios que usted ha hecho hasta ahora y de los cuales me ha hablado detalladamente, esto podría dañar nuestro Instituto".  Luego, me explicó cómo esto podría suceder y las consecuencias que de ello se podrían derivar.

Pero yo respondí al instante: “entonces, podemos hacer así: publicaré con mi nombre un "Número Único" y no con el nombre del Instituto"

En el siguiente encuentro, noté inmediatamente que el Padre estaba sereno y bien dispuesto. Me dijo que me sentara y, sin preámbulos, inició un discurso que no olvidaré jamás. Dijo: "Usted se equivoca al publicar su "Número Único" sobre Benedicto XVI con todos los argumentos que me ha detallado en estos últimos meses. Usted quiere usar el ariete contra Roma, pero se equivoca, porque Roma toma el ariete, lo dirige hacia quien lo usa y lo aniquila. Yo conozco a Roma y sé cómo lo hace. Pero tenga presente que "nuestra victoria" no es "nuestra", porque nosotros ganamos solo cuando gana "Roma"; la "Roma caput mundi", la "Roma que ha proclamado la divinidad de Cristo"! Aquella es nuestra Victoria".

Yo escuchaba en silencio y estaba feliz de escuchar aquellas palabras. Estaba feliz de conocer finalmente su "plan", el "plan de su última batalla", porque ambos sabíamos que no habría tiempo para combatir otra más.

El Padre continuó: "Yo conozco Roma y con Roma se debe dar un paso a la vez. No se echa fuera un Papa con los estudios sobre las simbologías satánicas de sus insignias litúrgicas. Se lo puede hacer solo con la Teología. Y también con el auxilio de aquellos estudios." Luego agregó: "Escúcheme bien: yo iniciaré en el mes de diciembre un artículo sobre Benedicto XVI denunciando el hecho que él no cree en la divinidad de Cristo. Será un artículo sin un título vistoso y se le escapará a muchos, pero  no a quien es dirigido”.

"Luego, yo aguardaré algunos meses, para dejar tiempo para una respuesta. Si ésta no llega, entonces, haré un segundo artículo sobre el mismo argumento. Entretanto, iniciaremos la publicación, uno a la vez, de sus estudios sobre la simbología de las insignias de Benedicto XVI. De este modo, no podrán, pero deberán venir tras de nosotros, en silencio. Luego, publicaré otros artículos, siempre relativo al mismo argumento, junto a los estudios sobre los símbolos satánicos. Ellos deberán entonces venírsenos encima, siempre callando. Nosotros continuaremos publicando artículos con sus estudios sobre el nuevo palio satánico y sobre la doble misa negra. Y ellos deberán todavía seguirnos siempre sin reaccionar, sin podernos atacar, sin poder hacer nada.

“Al fin, publicaremos el estudio sobre el blasón de Benedicto XVI y, en este punto, no nos harán nada y cometerán un error!. Entonces nosotros, nos dirigiremos a la Autoridad de la iglesia que deberá tomar una decisión. En ese punto, saldremos con una edición especial de modo que el Papa sea obligado a irse"!




No había nunca escuchado un semejante plan de batalla aunque sí, sinceramente, tenía dificultad en creer que pudiese realizarse.

Al final, don Villa me dice: "Doctor Franco, le aseguro que, dentro de un año, usted publicará todos los estudios que ha hecho sobre la simbología satánica de las insignias litúrgicas de Benedicto XVI. Libremos sólo el mes de junio, porque yo quiero dedicarlo al sacerdocio".

Y así, el mes de diciembre 2011, aparece el artículo de título: "Navidad! Navidad?", con el cual Don Villa denunciaba el hecho que Benedicto XVI no cree en la divinidad de Cristo. Era un artículo documentado que citaba las frases de dos libros escritos por el cardenal Joseph Ratzinger.

Transcurridos los meses de diciembre y enero, en el mes de febrero, Don Villa publicó el artículo: "La repetición del escándalo de Asís", en el cual, usando las palabras de Pío XI, atacó a los autores de los congresos ecuménicos que "invitan promiscuamente a todos, incluso a aquellos que miserablemente apostataron de Cristo o que con tenacidad niegan la Divinidad de Cristo y de su misión", agregando: y que "promueven el programa mundial del judaísmo masónico de demoler la Iglesia de Cristo para sustituirla con la Iglesia Universal del Hombre, simple instrumento humano para poner al servicio del poder político mundial".

En el mismo número, reportaba un artículo: "La Mitra satánica de Benedicto XVI", que detallaba los significados gnósticos-masónicos que, literalmente, recubrían la Mitra en cada una de sus partes. Aparecían el Dios-Pan, Lucifer trinitario, la cancelación del Sacrificio de Cristo sobre la Cruz, la declaración de odio a Dios, la redención gnóstica de la blasfemia y la satánica Triple Trinidad masónica, la iglesia de Lucifer, y muchos otros símbolos y significados masónicos.  A la publicación del número de febrero, siguió el silencio.

El 14 de febrero de 2012, el Padre fue hospitalizado, pero el material a publicarse en los meses sucesivos estaba ya casi a punto y, por lo tanto, el plan de batalla proseguía sin retardo ni desviación.

En el mes de marzo, "Chiesa Viva" publicó el artículo "Otra Mitra satánica de Benedicto XVI", cuyos contenidos simbólicos eran casi idénticos a la mitra de la "coronación". Lo que sobresaltaba era la blasfema y satánica Triple Trinidad masónica, que resaltaban sobre los dos frentes de la mitra con 11 perlas de grandes dimensiones, y 4 enormes Estrellas de 6 puntas con el Punto central que representaba el alma judaica del Hombre-Dios de la Masonería.

También a la publicación de este número, como sucedió con el anterior, siguió...el silencio!


En el mes de abril, llega el momento del segundo artículo del Padre Villa, que tenía el título: "Mi segunda carta a Benedicto XVI" ("Una mia seconda lettera a Benedetto XVI"), en la cual él denunciaba el  hecho que el cardenal Ratzinger y Benedicto XVI no se habían retractado nunca de aquellos "pases" que negaban la Divinidad de Cristo y se preguntaba: "Benedicto XVI ¿es verdadero culpable de trabajar para anular la Santísima Trinidad, desconociendo la Segunda Persona que se encarnó para traernos la Revelación y murió en la Cruz para salvarnos?".

Luego, el artículo seguía enumerando las aperturas y las asociaciones de Benedicto XVI con aquellos que no creen en la Divinidad de Cristo, terminando con las palabras: “He aquí el verdadero rostro de Asís querido por Benedicto XVI: un retorno al paganismo, una destrucción de la Iglesia de Jesucristo, y por ende, una injuria a Dios, una negación de la universal necesidad de la redención, una fallida justicia y  caridad hacia los infieles, un peligro y un escándalo para los católicos, una traición de la misión de la Iglesia”.

El número contenía también el artículo: "Un nuevo Palio satánico de Benedicto XVI", un Palio que, con símbolos ocultos, glorifica al Hombre-Dios, a Lucifer y la satánica Triple Trinidad masónica. Un Palio que, en su principal significado oculto, sustituye la salvación de las almas con cruel engaño de una falsa paz, que en cambio mostrará su verdadero rostro y desencadenará la fase cruenta de una guerra mundial, que nos precipitará en la catástrofe de los restantes cálices de la ira de Dios!

Don Villa fue  nuevamente ingresado en el hospital el 16 de abril, por lo que por su prolongada ausencia, el número de mayo estaba privado de la  columna del editorial del Director, pero contaba con el segundo artículo sobre el Palio: "Las medidas satánicas del nuevo Palio de Benedicto XVI" donde, con el auxilio de muchas fotografías, se demostraba que todas las medidas del Palio tenían significados cabalísticos-satánicos. Estaban simbolizados: el Anticristo, Lucifer, Lucifer trinitario, el  odio a Dios, la Declaración de guerra a Dios y a su Iglesia, la sustitución de la Redención de Cristo con la redención gnóstica-satánica de Lucifer y la eliminación del Sacrificio de Cristo sobre la Cruz. El artículo terminaba con un breve texto con el título pregunta: "¿Vicario de Cristo o de Lucifer?".

"Chiesa Viva" de junio festejaba el 70º aniversario de la Ordenación de Don Luigi Villa y todo el número estaba dedicado al sacerdocio.

Pero al final, aparecía el artículo "Sobre el Limbo", en el cual el Padre denunciaba al cardenal Ratzinger por haber aprobado, en el 2001, la cancelación del "Limbo" de la teología, ventilando una pía "esperanza" que los niños muertos sin el Bautismo pudieran ser salvados.

“Con este gesto-escribía Don Villa-Benedicto XVI hace saber que él ha abrazado la doctrina de la  salvación universal (...).Pero ésta es una opinión que ofende a la Sagrada Escritura, la Sagrada tradición y la unánime opinión de los Padres de la Iglesia en las cuales tiene su origen el dogma católico”.




La edición de julio-agosto de "Chiesa Viva" contenía el artículo de Don Villa: "Un Cardenal sin fe a la Congregación por la Fe" que reanimaba la cuestión de la negación de la Divinidad de Cristo por parte de Benedicto XVI, y que se preguntaba: "¿Quién es en efecto, Jesucristo para Ratzinger?". Y, citando el libro de Ratzinger: "Introducción al Cristianismo", respondía: es “aquel hombre en el cual viene en luz la nota definitiva de la esencia humana, y que precisamente por esto es al mismo tiempo Dios mismo”.

En el número también aparecía un largo artículo con el título: “Satanás entronizado en el Vaticano", que ofrecía una síntesis sobre el evento de la doble misa negra, celebrada al mismo tiempo en Roma y en Charleston (USA) para entronizar a Satanás en la Capilla Paulina. El hecho sucedió el 29 de junio de 1963, ocho días después de la elección de Pablo VI; una elección obtenida con las amenazas de una persecución mundial de los católicos, hecha por miembros de la Alta Masonería judía de los B´nai B´rith, que habían así reaccionado a la noticia de la elección como Papa del Cardenal Giuseppe Siri, luego obligado a dimitir.

El artículo llevaba también el juramento hecho al término de la misa negra, por todos los presentes, Prelados comprometidos, de vender el alma a Lucifer y de dedicar sus vidas para la edificación de la iglesia Universal del Hombre.

El artículo sobre la doble misa negra involucraba a Pablo VI, no solo porque este evento tuvo lugar ocho días después de su elección al Pontificado, sino porque el contenido del juramento hecho en esta misa negra coincidía exactamente con el programa de los 15 años de Pontificado de Paulo VI!.

Don Villa conocía bien las reacciones del Vaticano a sus ataques. No siendo capaz de entrar en el fondo de los hechos y de las acusaciones circunstanciales, quedaba siempre solamente la vía de poner todo el peso sordo de la Autoridad cual contrapeso a las denuncias que no podían ser legalmente afrontadas, combatidas y ganadas. Cuántas veces a las denuncias del Padre siguieron no los merecidos castigos o remociones, sino al contrario, solo promociones y premiaciones!

Y después de este artículo sobre la doble misa negra que sacudió hasta los  cimientos el Pontificado de Paulo VI ¿qué cosa podía esperar Don Villa, como reacción del Vaticano, sino un "premio" para Paulo VI?

¿Era tal vez este "premio" al cual él se refería cuando, en su "plan de batalla", me dice: “...en este punto, no podrán más y cometerán un error”?

Para la edición de "Chiesa Viva" del mes de septiembre todo era dispuesto: una edición especial de 32 páginas sobre el Blasón papal de Benedicto XVI con el título "El Anticristo en la Iglesia de Cristo".

Faltaba aún una semana para la entrega de la Revista en la tipografía, cuando, durante algunas de mis visitas al Padre, noté una velada preocupación en él, en afrontar el argumento de este número especial. Con una leve indagación, descubrí que  aquello que lo turbaba era el título de esta nueva publicación, considerado un poco fuerte.

Entonces, acudí a Don Villa dirigiéndome a él con estas palabras: "Padre, Usted sabe que esta Edición especial  le he dado un título que refleja su contenido, pero la responsabilidad de lo que publicamos en "Chiesa Viva" es suya. Además, Usted sabe que yo he prometido obedecerle siempre,  también en el caso en que yo no estuviese de acuerdo con Usted, porque Usted es el Director. Por lo tanto, si juzga que el título: “El Anticristo en la Iglesia de Cristo" no sea el adecuado,  porque existe uno mejor o porque puede representar una amenaza al Instituto, le pido de decidir Usted cuál título dar a esta edición especial".

Regresé en un par de días, entré en el estudio del Padre y,  en un cierto momento, recordándome la cuestión del título, le pregunté: "Padre, ¿ya ha pensado el título que dará a la edición especial?".

Me miró, alzó los brazos, haciéndolos vibrar en alto, y me responde: "Ha sucedido una cosa extraña....".

Divertido de esta escena, le pregunté: "Pero ¿qué cosa ha sucedido?". “Estaba buscando un fascículo, en mi cajón del escritorio- responde el padre-cuando, en un momento, encuentro entre mis manos una hoja. Contenía una frase de Santo Tomás de Aquino, el filósofo de la prudencia”. Yo proseguía: "¿Y qué cosa decía aquella frase?

Esperó un momento y luego, con énfasis, dice: "La demasiada prudencia lleva a la ruina" y sin dejarme el tiempo a reaccionar, me miró fijo, y con voz firme me dice: “Deje el título como está! Va bien así!”.

Asombrado de aquellas palabras y con la intención de mitigar la dureza del título, respondí enseguida: "¿Y si metiéramos un punto de interrogación al final?". Tomé la hoja de la primera página de la edición especial, con marcador rojo, tracé el punto de interrogación al final del título y pregunte: “Padre, ¿puede ir así, con el punto interrogativo al final?”

Entonces, vi al Padre sonriendo. Sabíamos ambos que la decisión tomada no había sido "nuestra" y yo estaba plenamente convencido que tal respuesta el Padre la había "solicitado", como era habitual hacerlo cuando debía tomar decisiones sobre cuestiones importantes.

Luego, vi al Padre elevar los ojos al cielo y, después de haberme mirado, lo sentí pronunciar estas palabras con voz grave: “¡El tiempo de la prudencia ha terminado!"

Padre, -le respondí en seguida- ¿Usted está diciendo ahora si puede disparar con los cañones "a quemarropa”?

Y él dice: “Sí, el tiempo de la prudencia ha terminado".

Y así, la edición especial de setiembre 2012 salió con el título: "El Anticristo en la Iglesia de Cristo?". El contenido de este número era  sobrecogedor y sorprendente.

El Blasón de Benedicto XVI tiene fundamentalmente dos significados: representa el emblema heráldico del grado 30 de la Masonería del Rito Escocés Antiguo y Aceptado, el grado más satánico de los 33 grados, y simboliza el Anticristo, formado de las tres bestias del apocalipsis: Lucifer, la Bestia venida del mar y la Bestia venida de la tierra.

El ritual del grado 30 prevé la adoración de Lucifer en los rasgos del Baphomet, el homicidio ritual, el pisotear la Tiara papal, la declaración de odio a Dios y la declaración de guerra a Dios.



Las tres bestias del Anticristo son  representadas en la concha-Baphomet, de la cabeza del Moro y del Oso-Jabalí, el cual simboliza la cima de la Iglesia que, metiendo su poder espiritual al servicio de aquello temporal, se prostituye a él y trabaja con Lucifer para realizar el satánico plan de erigir un Gobierno mundial contra Dios y contra el hombre.


Después del artículo de la doble misa negra y del Blasón papal, los dos pontífices Pablo VI y Benedicto XVI estaban definitivamente desenmascarados: cada uno de ellos, aún en forma oculta, se presentaba a los ojos de quien "podía ver y comprender" como: Patriarca de la Masonería, Patriarca del Mundo, supremo Pontífice de la Masonería Universal, Jefe Supremo del orden de los iluminados de Baviera.

Don Villa alimentaba pocas dudas sobre la reacción vaticana:  un simple y poderoso ataque a corta distancia: la usual táctica de meter el peso de toda la autoridad en premiar a quien  nunca  habían podido defender y que mucho menos lo habrían podido hacer ahora.

Y así, viene el imprevisto anuncio de Benedicto XVI de beatificar a Pablo VI en tiempos rápidos, trastornando cada regla preexistente sobre las normas de los procesos de beatificación. A los primeros días de octubre, el Papa habría pedido el parecer definitivo a los Cardenales propuestos para la beatificación.

No se extrañó el Padre Villa de esta decisión  y lo demostró la rapidez de su reacción. El día después de enterarse de esta imprevista decisión de Benedicto XVI, él me dice: "Ahora, escribiré una carta a los Cardenales".

La "carta" preveía un texto inicial y un alegato. Coordinamos el trabajo y, en breve tiempo, aprontamos el documento que debía ser traducido en varias lenguas y enviado, principalmente, a gran parte del Clero, en todo el mundo.

Estábamos, tal vez entrando en la fase del "plan de batalla" descrito con las palabras del Padre: "Nosotros, ahora nos dirigiremos a la autoridad de la Iglesia que deberán tomar una decisión".

La "Carta a los Cardenales" fue enviada a los cardenales a los inicios de octubre y, enseguida, inició el trabajo de traducción en las cuatro lenguas más comunes: inglés, español, francés y portugués. Fue un trabajo frenético y comprometedor, pero Don Villa, después de haber escrito el texto de la "Carta" dedicó todo su tiempo a completar la edición especial sobre Benedicto XVI, entregándomela a finales de setiembre y, enseguida,  preparó los textos de los sucesivos "Chiesa Viva".

Don Villa parecía tener una clara visión de los eventos que se sucederían, en el futuro inmediato, en el interior de la Iglesia, y eso lo demostraba su Editorial del mes de octubre, titulado: "Nueva Evangelización" en la cual escribe estas frases:

“En este punto, las palabras "Nueva evangelización" (?) nos hace recordar aquella Declaración que Joseph Ratzinger, dijo después del Vaticano II:
"De la crisis actual, mañana surgirá una "nueva iglesia" muy cambiada. Será pequeña y deberá iniciar desde el principio. No estará más en condición de llenar muchos de sus edificios, creados en el período de su máximo esplendor. Contrariamente a aquello que sucedió hasta ahora, se presentará a sí misma como un género decididamente superior de una comunidad de voluntarios.

Haciéndose así una pequeña comunidad, requerirá mucho más de la iniciativa de singulares miembros, y admitirá ciertamente nuevas formas de ministerios, y hará crecer verdaderos cristianos que tengan una vocación por la vida sacerdotal. El cuidado normal de las almas será confiado a pequeñas comunidades, en el ámbito de grupos sociales afines.

Es decir, será logrado con esfuerzo. El proceso de cristalización y clarificación requerirá mucho compromiso, y el resultado será una "iglesia pobre", de la gente simple. Todo esto requerirá tiempo, y el proceso será lento y doloroso"

¿No es tal vez, esta la "Iglesia de los pobres" que predica Francisco "Obispo de Roma"? ¿No es la Iglesia que pierde su naturaleza de "Institución"?  ¿No es la Iglesia  sin un lugar de culto y sin más sacerdotes, sino solo formada por pequeñas comunidades de "voluntarios"? ¿Y no es este el tipo de Iglesia que sueña la Masonería, para destruir definitivamente la Iglesia de Cristo?


¿Pero no saben los promotores de esta "Iglesia de los pobres" que esta es una herejía ya condenada por los Papas?

En el número de octubre aparecía también el artículo: "Una desconcertante actitud de Benedicto XVI", en la cual aparecía una fotografía de Benedicto XVI haciendo el "signo de los cuernos" con ambas manos. En tres páginas, llenas de fotografías, se documentaba el significado de este impresionante gesto: "la manifestación exterior de la pertenencia a los Iluminados de Baviera", la "señal de reconocimiento masónico de afiliación al Diablo" y "la ostentación jactanciosa de la más alta autoridad que son asociadas al plan de establecer el Reino del Anticristo sobre la tierra, con Lucifer triunfante sobre Dios o con la sustitución del culto de Dios con el culto de Lucifer"!

El 3 de noviembre fue el día del segundo ingreso de Don Luigi Villa, en el mismo año.

Para el mes de noviembre, el Padre había preparado un breve artículo sobre Medjugorje, y los colaboradores dedicamos este mes a la traducción y a la distribución de la "Carta a los Cardenales" que llegó al Clero en casi todos los Países del mundo.

Don Luigi Villa murió el 18 de noviembre de 2012, a las 2:30 de la madrugada, en la soledad. Dos veces había anunciado. "Sor Natalia, estoy en agonía"!, pero tanta era la serenidad de este anuncio que ninguno habría podido creer que fuese verdad.

Y así, murió solo, a  las 2:30 de la madrugada. Igual que como murió el Padre Pío!

Pocos días después, fue rápida la aparición de "Chiesa Viva" del mes de diciembre.

En esta edición, Don Luigi Villa fortalecía su "última batalla", con su editorial: "Navidad de Cristo-Dios". El artículo es un himno al amor de Dios y a la divinidad de Cristo: Hoy, en la ciudad de David, ha nacido para nosotros un Salvador que es el Cristo Señor...He aquí la Navidad de Jesucristo-Dios que ha llevado la verdadera alegría, sin la cual no podríamos más vivir...Hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios tiene por nosotros... Es ésta la victoria que vence al mundo: ¡Nuestra Fe!”

Poco antes de entrar en el hospital, el Padre, un poco irritado, me pregunta: "¿Cuándo tiene intención de compaginar mi Número Especial de "Chiesa Viva" sobre Benedicto XVI?" Diciembre estará en imprenta y enero ya completo -respondí- -La publicaremos para el mes de febrero 2013".

"Bien- dice él- está bien para el mes de febrero y así Benedicto XVI se irá antes de Pascua!". Luego continuó: “que elija la razón que quiera para irse, pero se irá!".

No le di mucho peso a estas palabras, porque después de tantos años de batalla, durante las cuales mis expectativas quedaban regularmente decepcionadas, me había habituado a esperar para ver los resultados.

Sólo después de la muerte del Padre, logré comenzar el trabajo del Número Especial sobre Benedicto XVI.

Con la edición de "Chiesa Viva" de enero 2013, Don Villa concluye su batalla con el editorial: "María, Virgen y Madre". Deplorando la sacudida de la Teología, inclusive la Mariología, el Padre nos indicaba la devoción al Corazón Inmaculado de María y al Santo Rosario como únicas y verdaderas armas a nuestra disposición. Luego, concluía con la conexión íntima entre la Virginidad y la Maternidad divina de María, citando a Santo Tomás de Aquino y a San Ambrosio: “Cristo para mostrar la verdad de su cuerpo, nace de una mujer, para mostrar su divinidad nace de una Virgen, porque "tal es el parto que se adecua a Dios".

En su último artículo, "El Director", Don Villa habla de las pruebas físicas y morales que nos harán tiritar hasta perder la Fe, y concluía: "...debemos insistir en nuestra oración, porque tenemos necesidad de Cristo-Dios, de su Palabras divinas, para no caer en la tentación de la desconfianza, viendo a su Iglesia en manos de los traidores, los infieles,  las vejaciones de los nuevos sacerdotes, ahora enemigos de Cristo!". El número de enero contenía la "Carta a los Cardenales".

Estaba abatido por la pérdida da Don Luigi Villa, pero le había prometido  publicar su Número Especial para febrero e intentaba mantener mi promesa.

Inicié enseguida, después de la muerte del Padre, y continué trabajando incesantemente por cerca de dos meses. No habíamos nunca publicado una edición especial así de voluminosa: 128 páginas, con el título: "Benedicto XVI", pero al final, alcancé por un soplo, a respetar la fecha prometida.

La edición fue expedida el 25 de enero y el 11 de febrero, hacia mediodía, recibí la noticia: “Benedicto XVI ha dimitido como Papa”.

Esta dimisión ha sido un evento histórico sin precedente, y parece que nadie ha entendido las verdaderas razones de esta "decisión".

¿Fue una "decisión" o una "imposición"?

Pero alguien, conocía las verdaderas razones de esta "dimisión",  las había preparado con atención y con determinación en un "plan de batalla", el último de su vida, que debía terminar con este acto: A estas alturas, saldremos con una Edición especial de modo que el Papa será obligado a irse!" 

                                                Ingeniero Franco Adessa-