Se
acostumbra pregonar derechos para poder violar deberes.
Más
que una proposición impersonal, la verdad es una manera de pensar y de sentir.
La
norma del cristianismo es el cristianismo mismo. Ser cristiano es no aplicarle
al cristianismo como norma uno de nuestros prejuicios.
Nada
que se pueda sumar tiene fin que colme. Lo importante es inconmensurable
plenitud.
El
que no duda del valor de su causa no necesita que su causa gane. El valor de la
causa es su triunfo.
Abundan
los que se creen enemigos de Dios y sólo alcanzan a serlo del sacristán.
El
hombre común vive entre fantasmas, tan sólo el solitario circula entre
realidades.
Para
detestar las revoluciones el hombre inteligente no espera que comiencen las
matanzas.
Los
dos polos son el individuo y Dios: los dos antagonistas son Dios y el Hombre.
Ningún
político puede decir la verdad donde un electorado escucha atento.
La
verdad nunca es conquista definitiva. Siempre es posición que toca defender.
Nada
podemos edificar sobre la bondad del hombre, pero sólo podemos edificar con
ella.
En
el estado moderno las clases con intereses opuestos no son tanto la burguesía y
el proletariado como la clase que paga impuestos y la clase que de ellos vive.
Lo
incomprensible aumenta con el crecimiento de la inteligencia.
Hacer
lo que debemos hacer es el contenido de la Tradición.
En
un momento dado, el lugar más importante de la tierra puede ser palacio, pocilga o celda.
El
interlocutor del solitario es el pasado entero.
No
viviría ni una fracción de segundo si dejara de sentir el amparo de la
existencia de Dios.
El
hombre prefiere disculparse con la culpa ajena que con la inocencia propia.
El
amor a la pobreza es cristiano, pero la adulación al pobre es mera técnica de reclutamiento
electoral.
Muchos
aman al hombre sólo para olvidar a Dios con la conciencia tranquila.
La
moda, aún más que la técnica, es causa de la uniformidad del mundo moderno.
Nadie
se rebela contra la autoridad, sino contra quienes la usurpan.
Hombre
decente es el que se hace a sí mismo exigencias que las circunstancias no le
hacen.
La
sabiduría no consiste en moderarse por horror al exceso, sino por amor al
límite.
Mientras
las diversiones sean suficientemente vulgares nadie protesta.
Burguesía
es todo conjunto de individuos inconformes con lo que tienen y satisfechos de
lo que son.
Después
de toda revolución, el revolucionario enseña que la revolución verdadera será
la revolución de mañana.
Los
mediocres nos salvamos cuando somos tan mediocres que logramos verlo.
Los
tontos se indignan tan sólo contra las consecuencias.
Los
marxistas confían tanto en Marx que usualmente se abstienen de leerlo.
Quien
acepte el léxico del enemigo se rinde sin saberlo.
Mientras
más importante sea una cosa, el número de sus defensores importa menos.
Para
defender a una nación se necesita un ejército, pero basta un solo hombre para
defender una idea.
La
cantidad sola basta para despertar la admiración del moderno.
Para
escandalizar a cualquiera basta hoy proponerle que renuncie a algo.
EL
cristianismo de una sociedad es directamente proporcional al número de abadías
que funda.
Vivamos
la milicia del cristianismo con buen humor de guerrillero, no con hosquedad de
guarnición sitiada.
Hombre
culto es aquel para quien nada carece de interés y casi todo de importancia.
La
democracia es el régimen político donde el ciudadano confía los intereses
públicos a quienes no confiaría jamás sus intereses privados.
Dios no
nace de la experiencia de nuestros límites, pero muere de su olvido.
La crisis
actual del cristianismo no ha sido provocada por la ciencia, o por la historia,
sino por los nuevos medios de comunicación. El progresismo religioso es el
empeño de adaptar las doctrinas cristianas a las opiniones patrocinadas por las
agencias de noticias y los agentes de publicidad.
Es
reaccionario quienquiera no esté listo a comprar su victoria a cualquier precio.
Toda
verdad nace entre un buey y un asno.
El
gobernante en mangas de camisa primero entusiasma al pueblo, después hasta al
populacho asquea.
EL desdén con que miramos al fariseo es un
fariseísmo de segundo grado.
Nadar contra la corriente no es necedad si las
aguas corren hacia cataratas.
Noble no es el que cree tener inferiores, sino el
que sabe tener superiores.