CINE






Ofrecemos a nuestros lectores, luego de nuestra sección de libros, una selección de las mejores películas católicas -según nuestro criterio- disponibles para ver en Internet. Recomendamos bajar y archivar aquellas que se puedan, pues este material no siempre permanece a disposición del público. Se incluyen algunas críticas incluidas en este blog, aclarando que muchas de ellas revelan el final de las películas, por lo que aconsejamos sean leídas con posterioridad a su visionado.

Téngase en cuenta que, más allá de su valor formal, ninguna película está libre de error o defecto, mas por lo que hemos podido ver no hay errores en la fe ni deslices en lo moral que puedan escandalizar, por lo que las subimos confiando en el buen discernimiento del espectador, para que saque el debido provecho de las mismas. En general el nivel de las películas es bueno, quizás haya algunas no del todo conseguidas, pero en virtud de los temas tratados, pueden servir de testimonio documental de determinados temas que hoy el cine ya no aborda, especialmente desde la debacle modernista que arrasa con todo.
 
Hay algún título que no podrá calificarse de católico, en el sentido de que no lo es la cosmovisión de su autor, o no queda claro que la gracia de Dios vence finalmente al pecado y las ínfulas vanas del hombre que quiere hacerse como un dios. Pero sí queda evidenciado el fracaso del hombre que por sí mismo quiere erigirse en su propio salvador y hacer una moral a su medida. En estos tiempos en que la mayor virtud que propone el cine es la amoralidad de sus personajes, bien vale recordar la distinción entre bien y mal. En algún caso no se omitirá la crudeza del pecado, pero crudeza no es morbosidad u obscenidad. En ese caso, servirá para entender algo que la escritora Flannery O'connor decía así: “El escritor católico tiene que mostrar la intervención de la Gracia en un territorio que es propio del diablo”. También puede decirse con Gustave Thibon: “En cuanto el hombre sabe que peca, hay algo en él que se queda enganchado a la verdad de Dios, y Dios puede tomarlo por ese desgarrón para llevarlo al cielo. La conciencia del mal es la oportunidad, el germen del cielo en el alma culpable”. En todos los casos procuramos que las películas incluidas ofrezcan al espectador valores educativos o enseñanzas provechosas mediante la belleza de sus formas.

Dada la confusión reinante, no estará de más enfatizar que el lenguaje del cine no tiene nada que ver con el de la televisión o los audiovisuales publicitarios que degradan per se a un pasivo espectador al que se busca simplemente convencer del consumo de determinado producto, desde autos y jabones hasta congregaciones religiosas otrora tradicionales y combativas del modernismo conciliar.

No son muchas las películas destacadas por su sentido católico en el vasto panorama del cine mundial, como que el mismo es un territorio que se fue haciendo cada vez más propio del diablo y sus agentes. Por eso mismo interesa destacar y rescatar una muestra de lo que el “séptimo arte” puede hacer en pro de una elevación cristiana del hombre. Damos a continuación una serie de textos, tomados del libro “La Iglesia y el cine” (Salvador Canals) y de encíclicas y discursos pontificios. 

“El juicio de la encíclica Vigilanti cura, del 29 de junio de 1936, sobre la real y válida eficiencia del cine, sobre su intrínseca posibilidad de ser portador de valores artísticos, sobre su bondad fundamental como medio expresivo, así como sobre su perspicua eficacia didáctica y pedagógica, es todo menos pesimista, sobre todo si se considera que la Carta Encíclica de Pío XIprimer documento papal que afronta la cuestión de forma completaapareció en una época en la cual el juicio completo del hecho estaba más bien vagamente intuido que expresado. El finísimo análisis que de la película ideal hizo el Santo Padre Pío XII, en sus discursos del 21 de junio y del 28 de octubre de 1955, al colocar la película al nivel de las grandes y cabales obras de arte, perdurará como claro testimonio de un elevado juicio sobre la validez del cine, aunque no se lo quiera mirar sino como un gran hecho humano”

“La conocida encíclica Miranda prorsus, del Santo Padre Pío XII, del 8 de septiembre de 1957, se basa toda ella sobre una clara estimación del cine y de sus posibilidades en orden a la formación y a la elevación de los hombres. Nació de una sincera admiración por las técnicas modernas de difusión, de un profundo conocimiento de sus problemas y del ardiente deseo de llevar al cine al alto puesto que le ha sido destinado por el plan providencial de Dios. Las dos primeras palabras con que comienza el documento (Miranda prorsus), y que le dan su nombre según el uso de la Curia Romana, casi anticipan el tono positivo de la encíclica y la mirada de simpatía y de aliento con que son examinados y tratados esos «verdaderamente admirables inventos de la técnica de que se glorían nuestros tiempos».

“Si de la consideración del puro y simple hecho humano pasamos al encuadramiento cristiano del problema, debemos decir que la aguda y penetrante mirada del creyente, guiada por el magisterio de la Iglesia, ve en esos admirables inventos técnicos que son los medios de difusión no sólo al fruto del ingenio y del trabajo humano, sino a otros tantos dones de Dios, nuestro Creador, del cual proviene toda obra buena. El magisterio de la Iglesia ha considerado siempre estos medios técnicos en toda su profundidad, en cuanto que tocan de cerca la vida del espíritu. Y Pío XII ha recordado en la encíclica Miranda prorsus que «sirven directamente, o mediante la expresión artística, a la difusión de ideas, y ofrecen a las muchedumbres, en manera fácilmente asimilable, imágenes, noticias y enseñanzas, de que se alimenta su espíritu, y ello aun durante los tiempos de distracción y de descanso» (…)

“Como tuvimos ya ocasión de ver, el cine es al mismo tiempo diversión y enseñanza, normalmente cultura y alguna vez arte.    Si consideramos que todos estos aspectos humanos y cristianos del cine son en sí mismos buenos y nobles, y si nos damos cuenta de que, en las condiciones de la vida moderna, son más o menos necesarios y útiles, es obvio que el juicio moral sobre el cine, en sí mismo considerado, tiene que ser positivo. Sin que queramos de ningún modo ignorar, minimizar o menospreciar los graves daños morales producidos por el cine inmoral, tampoco debemos olvidar que la Iglesia, en los documentos de su magisterio, determinó siempre una clara definición de la bondad natural intrínseca del instrumento cine, adscribiéndole además la versatilidad propia de todos los instrumentos que están en manos de los hombres, los cuales pueden dirigirlos libremente hacia el bien o hacia el mal.

“El Santo Padre Pío XII, en su primer discurso sobre el film idealdel 21 de junio de 1955, se plantea esta pregunta: «Porque, ciertamente, ¿cómo podría dejarse a merced de sí mismo o condicionado solamente por ventajas económicas un medio de suyo tan noble, pero tan eficaz, tanto para levantar como para rebajar los ánimos; un vehículo tan apto para promover el bien, pero al mismo tiempo para difundir el mal?» Pío XII concluye su discurso dirigiendo este consejo a los representantes del mundo del cine: «Presentad, en lugar de espectáculos inconvenientes o perversos, visiones sanas, nobles y bellas, que sin duda alguna pueden ser avasalladoras sin turbulencias y aun llegar al ápice del arte». En su segundo discurso sobre el film ideal28 de octubre de 1955, el Papa hace votos porque los hombres de cine produzcan películas tales que «el espectador, al final, salga de la sala más alegre, más libre y, en lo íntimo, mejor que cuando entró» . Y en la encíclica Miranda prorsus8 de septiembre del año 1957, el Romano Pontífice antepuso esta motivación a las directrices apostólicas dictadas: «Habiendo considerado ponderadamente las posibilidades apostólicas que estos medios audiovisuales ofrecen y la necesidad de tutelar la moralidad del pueblo cristiano, fácilmente amenazada por ciertos espectáculos...»

“El magisterio de la Iglesia enseña, por consiguiente, que el cine no es por sí mismo malo, ni peligroso por su propia naturaleza. El cine llega a ser malo y peligroso per accidens, accidentalmente; o sea, por el mal uso que suelen hacer de él los responsables; mientras que si es bien usado, puede llegar a ser un instrumento de educación, de elevación espiritual, de formación humana y cristiana. Los cristianos deben, pues, abstenerse de las malas representaciones; pero es necesario que sepan aprovechar las buenas. Una película positiva ha de aconsejarse tanto como un buen libro; incluso podría llegarse a afirmar que a menudo la película resulta más eficaz que el libro, por la particular sugestividad del lenguaje cinematográfico. Por tanto, una actitud decididamente negativa no sería cristiana, sino injusta e injustificada, ante un don de la liberalidad de Dios que utiliza la luzprimera criatura de Dios y que puede llegar a iluminar la verdad, y que, al deleitar, puede formar y elevar las almas (…)

“A veces, el desorden moral se halla no en la acción re-creativa, sino en cualquier circunstancia que la acompaña. En tal caso, el desorden no es una cuestión de sustancia, sino de modo y de medida, porque las diversiones no sólo deben ser honestas, sino moderadas, es decir, contenidas en sus justos límites, de modo que no perjudiquen al cumplimiento de los propios deberes (…)

“En efecto, es absolutamente necesario que los católicos consideren el problema cinematográfico como un problema moral. Y el primer paso en este camino de seriedad y de responsabilidad ha de ser la formación en los católicos de una conciencia cinematográfica, que no será otra cosa que la conciencia de sus propios deberes en relación con el cine. No es exagerado afirmar que esta conciencia sólo ha alcanzado su madurez en pocos católicos. En cambio, en muchos otros parece encontrarse hasta ahora en un estado de infantilidad. Y en algunos podría, en fin, considerarse, con razón, como si todavía no hubiera nacido.

Pues lo mismo que existe y hoy se habla mucho de ella una mentalidad cinematográfica, también existe, a pesar de que apenas se la mencione, una conciencia cinematográfica. La primera se relaciona con el arte; la segunda, con la moral. La primera tiene por objeto lo bello; la segunda, el bien. La mentalidad cinematográfica sirve, en efecto, para indicar aquélla disposición espiritual, aquella estructura interior que se requiere para comprender, seguir y encuadrar una película conforme a los cánones específicos del séptimo arte. No es otra cosa que la sensibilidad artística en relación con el cine.

“La conciencia cinematográfica crea en el fiel aquella consciente y vigilante disposición interior que le hace advertir casi instintivamente lo que en una película es lícito o ilícito, educativo o anti educativo. Es, en fin, la sensibilidad moral en relación con el cine. La relación cine-tiempo libre debe ser resuelta por el católico en el marco de una actitud claramente positiva, pero con la seriedad y la consciencia que requiere todo problema moral.

“Pío XII, en el discurso que dirigió el 26 de agosto de 1945 a los autores y actores dramáticos, enseñó dos puntos: «El oficio y la misión del arte cuando se utiliza rectamente es el de elevar, por medio de la vivacidad de la representación estética, al espíritu, hacia un ideal intelectual y moral que excede la capacidad de los sentidos y el campo de la materia, hasta levantarlo hacia Dios, que es el supremo Bien y la Belleza absoluta». Por eso suele decirse y con razónque el arte moraliza elevando, no predicando. Pues, en efecto, no se va al cine para oír un sermón, sino para conseguir un goce estético. Pero hace falta que dicho goce siga siendo humano y que ese arte respete la naturaleza espiritual del hombre, las leyes morales y la moralidad cristiana del hombre.”

“Incluso películas moralmente irreprochables pueden sin embargo ser espiritualmente nocivas si descubren al espectador un mundo en el que no se hace ninguna alusión a Dios y a los hombres que creen en El y lo veneran, un mundo donde las personas viven y mueren como si Dios no existiese”.
(Pío XII, 28 de octubre de 1955).

“Frente a los graves problemas que acongojan a la edad presente y que ciertamente despiertan Nuestros más acuciantes cuidados, el del cine podría parecer a algunos secundario y no merecedor de la particular solicitud que le consagramos. En efecto, el cine, siendo por su naturaleza arte y descanso, parece que debería quedar confinado como a los márgenes de la vida, dirigido, entiéndase bien, por las comunes leyes que regulan las ordinarias actividades humanas; pero como, de hecho, se ha convertido para la presente generación en un problema espiritual y moral de inmenso alcance, no puede ser descuidado por quienes se preocupan por la suerte de la parte mejor del hombre y de su porvenir. Sobre todo no la pueden descuidar la Iglesia y sus pastores, a cuya vigilancia no debe sustraerse cuestión alguna moral, particularmente si repercute, con incalculables consecuencias, sobre innumerables almas; pero tampoco todas las personas honradas y deseosas del bien común, las cuales están persuadidas con razón de que todo problema humano, grande o pequeño, ahonda sus raíces en el espíritu más o menos ofuscado, y de que en el espíritu, una vez iluminado, se resuelve debidamente.”
(Discurso de S. S. Pio XII al “mundo cinematográfico”, 28 de octubre de 1955).





LA PASIÓN DE CRISTO


La Pasión de Cristo
Dirección: Mel Gibson
País: EE.UU. Año: 2004
Público: ATP
Una crítica (extensa) sobre la película acá
  



Gólgota
Dirección: Julien Duvivier 
País: Francia. Año: 1935
Público: ATP





El beso de Judas
Dirección: Rafael Gil
País: España. Año: 1954
Público: ATP




SANTOS




La canción de Bernadette
Dirección: Henry King
País: EE.UU. Año: 1943
Público: ATP





La Señora de Fátima
Dirección: Rafael Gil
País: España. Año: 1951
Público: ATP
Ver la película en este enlace




Cielo sobre el pantano
Dirección: Augusto Genina
País: Italia. Año: 1949
Público: ATP
Una crítica de la película acá




Monsieur Vincent
Dirección: Maurice Cloche
País: Francia. Año: 1947
Público: ATP




Teresa de Jesús
Dirección: Juan de Orduña
País: España Año: 1961

Público: ATP




Reina Santa
Dirección: Rafael Gil
País: España. Año: 1947
Público: Adultos




La pasión de Juana de Arco
Dirección: Carl Theodor Dreyer
País: Francia. Año: 1928
Público: Adultos
Una crítica acá




Diálogo de carmelitas
Dirección: Philippe Agostini, Raymond Bruckberger
País: Francia Año: 1960
Público: Adultos




Becket
Dirección: Peter Glenville
País: Gran Bretaña Año: 1964
Público: Adultos




HISTÓRICAS


Apocalypto
Dirección: Mel Gibson
País: EE.UU. Año: 2006
Público: Adultos
Dos críticas acá y acá




Katyn
Dirección: Andrej Wajda
País: Polonia. Año: 2007
Público: Adultos
Una crítica acá




Los Rothschild
Dirección: Erich Waschneck
País: Alemania. Año: 1940
Público. Adultos





Sin novedad en el Alcázar
Dirección: Augusto Genina
País: España/Italia. Año: 1940
Público: ATP




Embajadores en el infierno (División azul)
Dirección: José María Forqué
País: España. Año: 1956
Público: ATP
Una crítica acá



También puede verse en este sitio


Franco, ese hombre
(Documental)
Dirección: José Luis Sáenz de Heredia
País: España. Año: 1964
Público: ATP
Para verla ir a este enlace



Fuerzas ocultas
Dirección: Jean Mamy
País: Francia. Año: 1943
Público: ATP
Un artículo acá





Cristiada
Dirección: Dean Wright
País: EE.UU/México. Año: 2012
Público: ATP
Un artículo acá





11 de setiembre de 1683
Dirección: Renzo Martinelli
País: Italia/Polonia. Año: 2012
Público: ATP




Bajo la arena
Dirección: Martin Zandvliet

País: Dinamarca Año: 2015
Público: Adultos




La sangre y la semilla
Dirección: Alberto Du Bois
País: Argentina/Paraguay Año: 1959
Público: ATP




DRAMAS


La guerra de Dios
Dirección: Rafael Gil
País: España. Año: 1953
Público: ATP





El canto del gallo
Dirección: Rafael Gil
País: España. Año: 1955
Público: Adultos
Una crítica acá




La Fe
Dirección: Rafael Gil
País: España. Año: 1947
Público: Adultos




El maestro
Dirección: Aldo Fabrizi
País: España/Italia Año: 1957
Público: ATP



Yo confieso
Dirección: Alfred Hitchcock
País: EE.UU. Año: 1953
Público: Adultos




El hombre equivocado
Dirección: Alfred Hitchcock
País: EE.UU. Año: 1957
Público: Adultos
Una crítica acá





La soga
Dirección: Alfred Hitchcock
País: EE.UU. Año: 1948
Público: Adultos
Puede leerse una crítica acá




El conflicto (Católicos)
Dirección: Jack Gold
País: Gran Bretaña. Año: 1973
Público: Adultos





Detective Story
Dirección: William Wyler
País: EE.UU. Año: 1951
Público: Adultos
Ver película en este enlace
Una crítica acá




El gran pecador
Dirección: Robert Siodmak
País: EE.UU. Año: 1949
Público: Adultos
Ver película en este ENLACE
Una crítica acá





Ataque
Dirección: Robert Aldrich
País: EE.UU. Año: 1956
Público: Adultos
Ver película en este enlace





La balandra Isabel llegó esta tarde
Dirección: Carlos Hugo Christensen
País: Argentina/Venezuela Año: 1950
Público: Adultos




El cebo
Drección: Ladislao Vajda
País: España/Suiza Año: 1958
Público: Adultos
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Una nota acá





Capitanes intrépidos
Dirección: Victor Fleming
País: EE.UU. Año: 1937
Público: ATP
Ver película en este enlace





COMEDIAS

El detective (Padre Brown)
Dirección: Robert Hamer
País: Gran Bretaña. Año: 1954
Público: Adultos






Marcelino, pan y vino
Dirección: Ladislao Vajda
País: España Año: 1955
Público: ATP





Un angel pasó por Brooklyn
Dirección. Ladislao Vajda
País: España/Italia Año: 1957
Público: ATP
Una crítica acá





Mi tío Jacinto
Dirección: Ladislao Vajda
País: España Año: 1956
Público: ATP




Un millón en la basura
Dirección: José María Forqué
País: España. Año: 1967
Público: ATP





Mi tío
Dirección: Jacques Tati
País: Francia Año: 1958
Público: ATP
Una crítica acá





Mensajeros de paz
Dirección: José María Elorrieta
País: España. Año: 1957
Público: ATP