Un
grupo de universitarios de La Plata, que han hecho un circulito de estudios
fiel, pobre y un poco perseguido, me pidió que les diera algunas clases sobre
¡el Apocalipsis!... Les pedí la razón que tenían para querer saber o leer el
Apocalipsis. Me dijeron que la misma que para cualquier otro libro de la
Escritura Divina. Me parece buena.
Podrían
añadir que actualmente el librito de San Juan (el Apóstol) está siendo
sumamente leído, comentado, aludido, e incluso imitado y... falsificado. (Me
refiero en esta última frase a la llamada «literatura de pesadilla», y a la tan
cultivada novelística que llaman «fantaciencia».) Los más grandes escritores
religiosos actuales (por supuesto que no cuento entre ellos a Fulton Sheen) son
«apocalípticos» en el sentido de que se preocupan del Fin de la humanidad, del
fin incluso en el sentido de «término». Uno de los autores más renombrados y
más irreligiosos que existen, Emmanuel Kant, publicó en 1794 un artículo
titulado «Das Ende aller Dinge»; o sea en cristiano, el fin de todas las cosas.
Solamente
entre los autores católicos (los protestantes son innumerables) recuerdo
ahora:
En
España: Lacunza, Donoso Cortés, Aparisi Guijarro, Rovira S. j. (Enciclopedia
Espasa), Alcañiz...
Italia:
San Pío X, Benedicto XV, Papini.
Francia:
León Bloy, Maritain joven, y muchos actuales, como Madeleine Chasles, Aran,
Frank-Duquesne.
Alemania: Holzhauser,
Hamann, Goerres, Erik Pettersen, Hans Preuss, Stauffer, Joseph Pieper.
Inglaterra:
Cardenal Newman, Robert Hugh Benson y su padre Edward White Benson.
Dinamarca:
Soeren Kierkegaard.
Rusia:
Solovief, Dostoiewsky...
Otra
cosa que hay que notar acerca deste último de los profetas es que su libro en
nuestros días ha dejado de ser «imposible» o de ser un «laberinto de enigmas»,
como le pareció a San Jerónimo en el siglo V. Quiero decir que muchas de las
extraordinarias visiones de Juan el Presbítero (o sea, el Anciano) que
resultaban imposibles o bien incomprensibles a los primeros Santos Padres de la
Iglesia, se han vuelto ahora cosas que andan en los diarios; como la Guerra de
los Continentes, por ejemplo, o la bomba atómica. Los antiguos intérpretes del
librito de las veinte visiones (que es de todos los libros del mundo el que ha
tenido más comentadores) decían con frecuencia: «Bueno, esto no puede ser
literal, habrá que buscarle un sentido simbólico, interpretarlo
alegóricamente...» de cosas que nosotros tenemos que decir: «Bien puede ser».
A
las dos citadas arriba como posibles ahora, agregaré:
•
La creación de un Imperio mundial.
•
La destrucción de un tercio de la población del orbe.
• La falsificación de la religión por obra del Falso Profeta o Segunda
Bestia.
En
la librería Quartier Latin he visto anteayer cuatro tomos de las obras completas
del P. Teilhard de Chardin S. J., editadas por un Comité formado ad hoc por
figurones universitarios, y algunos muy sonados en Francia. Estas obras
representan una falsificación sutil de la religión de Cristo, y pertenecen a la
herejía llamada «modernismo» por San Pío X, que la describió y condenó. Por
supuesto que yo no digo que el pobre Chardin sea la «Bestia de la Tierra»; lo
recuerdo para hacer ver que la Bestia Segunda, que según Pieper representa «la
propaganda sacerdotal» en pro del Anticristo, tiene precursores, y ya vemos hoy
día cómo podría realizarse, pues de hecho estamos viendo un principio de la
realización.
Otro
ejemplo podría ser el alsaciano o suizo Albert Schweitzer, también llevado en
palmas por la propaganda liberal, atea o judaica, hoy en día como «el más
grande de los cristianos» (ver la biografía de J. Feschone, publicada en «Comet
Book» de Londres) cuando es uno de los peores enemigos de Cristo que hoy
existen.
Cuando
estudié en París en 1932 era vecino de cuarto de Teilhard de Chardin, que
comenzaba a distinguirse como paleontólogo, o sea, buscahuesos; descubrió los
restos mortales del Homo Pekinensis, que después resultó no era uno sino varios
hombres... o monos. Cuando estuve en Roma en 1947 estábamos juntos otra vez
(aunque en muy diferentes casas), los dos llamados por el General S. J. para
dar nuestra autorrazón: o sea, tipos sospechosos. La sentencia del General fue
la siguiente: al pobre argentino, que no era hereje, lo condenó y lo mandó al
destierro; al sabio francés, que era hereje, lo devolvió a París con honores y
prerrogativas, para que continuase su obra, la cual acabó mal. El juicio
«invertido» del Generalísimo Jannssennss es también algo apocalíptico; y si lo
recuerdo aquí no es por nada sino porque es un hecho histórico (de la historia
religiosa de nuestro tiempo) de lo más curioso que se puede imaginar. Yo a
Jannssennss hace mucho ya que le he perdonado, si algo había que perdonar; y el
hecho, saliéndose de mi corazón, ha pasado a mi contemplación.
Hay
algunos que se empaquetan con sus desgracias, decía el tío Félix. Nosotros no
semos desos, como dijo Felipe de Hesse cuando Lutero le dijo que los ricos
podían tener dos mujeres. Pero el hecho está allí, como le dijo al director del
Clarión el Cardenal Cayetano.
Días
pasados recibí de Rosario una hoja protestante titulada Sobre algunas profecías
en que —tras de hablar de la Guerra de los Continentes notando que el
descomunal ejército de doscientos millones del cap. IX no es ya imposible—
dice: «La Ramera que está sentada sobre el Dragón es la Iglesia Católica; según
creen entre otros el Dante Alighieri, Mons. Straubinger y... ¡Castellani!». Me
embromó. Menos mal que estoy bien acompañado. Si yo hubiera escrito o dicho
eso, tenía razón Jannssennss en condenarme. Por suerte nunca lo he escrito ni
lo escribiré porque no lo creo así ni lo creeré.
Lo
que creo es que la Ramera Roja representa la religión falsificada de los
últimos tiempos, de los cuales dijo Cristo: «¿Cuando volviere el Hijo del
Hombre crees que encontrará la fe sobre la tierra?». Qué forma tomará esa
universal apostasía que suscitará con sus portentos el Falso Profeta, y quién
será ese Falso Profeta, si ustedes lo saben, digamén. Yo no lo sé. Sé que no
puede ser la Iglesia Católica, pues sería contra las expresas promesas de
Cristo.
También
recibí del mismo amigo rosarino dos libros protestantes sobre el Apocalipsis,
que me dicen son los más leídos de los feligreses protestantes de aquí. Uno
dellos, Comentario sobre (sic) el Apocalipsis, de Charles L. Neal, no vale nada
y no hay en él nada aprovechable. Es un pobre gil, muy ignorante, temerario y
macaneador. El otro de George L. Murray, “La segunda Venida de Nuestro Señor
Jesucristo, una búsqueda de la Verdad”, es aprovechable, para mí al menos. Su
autor es docto y educado; pastor de la Primera Iglesia Presbiteriana Unida de
Boston, Massachusetts. El libro es una refutación bastante seria y completa del
«milenarismo», que él llama «Dispensación», el cual parece estar muy difundido
en Estados Unidos, en virtud principalmente de una difundidísima Biblia con
notas milenaristas, The Scofield Reference Bible. A saber, refutación del
milenarismo carnal, al cual el autor no distingue muy bien del milenismo
espiritual, que es otra cosa. Pero él se va a otro extremo, al alegorismo, que
llama con barbarie «amilenarismo».
Los
dos libros, editados en El Paso (Texas) y horrorosamente mal traducidos. Dije
«aprovechable para mí», porque para el público en general creo que no lo es.
«Milenismo» o «miliarismo» (como dice San Agustín, y sería mejor decir)
significa la interpretación literal del capítulo XX del Apocalipsis;
«alegorismo» es la escuela que lo interpreta alegóricamente, y prohíbe la otra
interpretación. Milenismo «carnal» o «craso» es una herejía inventada en el
siglo V por el judío Kerintos, que deturpó la primitiva interpretación literal
de los primeros Santos Padres, conviniéndola, como noté, en otra cosa.
Finalmente,
otro amigo me mandó un recorte sin fecha del diario La Mañana (¿Santa Fe?) con
un artículo del famoso en otros tiempos «filósofo» Antonio Zozaya (algo así
como un Ingenieros español), titulado «Jesús no vuelve», donde dice entre otras
cosas:
«No
volverá Jesús porque su labor ha sido cumplida, y toca no a los dioses sino a otros
hombres continuarla».
«Su
reinado no era de este mundo: no volverá».
«Quieren
que vuelva a redimirnos. Ellos dicen que Jesús vino a redimirnos y no nos
redimió. Nosotros afirmamos que ese ser sublime nos enseñó que no hay
redentores, que cada cual debe redimirse a sí mismo».
«Claro
es que Jesús ha fracasado, y que si vuelve tornará a fracasar»...
*
* *
Bien.
Todo esto podría ser una introducción a mis clases exegéticas si las doy. He
copiado estos datos concretos simplemente para mostrar que el último libro de
la Biblia es muy actual; y como decía León Bloy: «Cuando quiero saber las
últimas noticias... leo el Apocalipsis», lo cual es verdadero en solfa y en
serio. Naturalmente las últimas noticias, las noticias de las «ésjata» o
últimas cosas (de donde el adjetivo «esjato lógico») están en el Apocalipsis;
pero también resulta que van estando en él las últimas noticias de los diarios.
“Pluma
en ristre”, págs. 208 a 212.