jueves, 17 de octubre de 2013

RESPUESTA DEL P. CASTELLANI A LA ENCUESTA.- «¿SER ANTICLERICAL SIGNIFICA SER ANTICATÓLICO?»



Esta pregunta espinosa se puede satisfacer con una distinción muy sencilla: anticlerical que va contra el clero, sí; anticlerical que va contra el clericalismo, no. Wyclif, de Oxford, fue anticlerical en el primer sentido; Chaucer, de Oxford, su contemporáneo y condiscípulo (1340-1400), sólo en el segundo. Y lo mismo podemos decir del Papa Gregorio XI, que respondió a los que acusaban al poeta inglés de «ir contra los religiosos»: “Quodsi improbis et idiotis adversatur, et ego adversor” (Pero si ataca a los malvados y a los idiotas, yo también los ataco).
Clericalismo es «el descenso de una mística en política», como lo definió muy bien Charles Péguy. No es simplemente un cura que se vuelve político, como el P. Fiiippo o el Cardenal Cisneros, eso no tiene importancia; es dentro de la misma religión donde se verifica el décalage -vale decir, cuando los fines específicos del sentimiento reli­gioso se desvían a metas terrenales. Nuestros padres llamaron «santu­lones» a los que sufren de este desorden cuando son gentecilla; cuando son Jerarcas, la cosa tiene otro nombre más feo, procedente del Evan­gelio.
Clericalismo ha habido siempre, y el de hoy no es invisible. Por ejemplo, cuando un Jerarca de la Iglesia se cree más infalible de lo que es, y aun más que el Padre Eterno, eso es alto-clericalismo; cuando un súbdito afecta creerlo, bajo-clericalismo. Hoy día es más castigado el que se atreve a decir a un Jerarca que se equivocó, aunque eso sea pa­tente, que el que dijera que la Santísima Trinidad tiene cuatro perso­nas: Padre, Hijo, Espíritu Santo y el Obispo. A este último son capa­ces de condecorarlo los Canónigos Lateranenses, como a Constancio Vigil. Tal como anda hoy el mundo, por lo menos en este país, un mínimo de anticlericalismo es necesario para la salvación eterna.

Dinámica Social, n.° 49 (septiembre de 1954). “Pluma en ristre”, págs. 175-176.