Por
el Padre François Chazal
1.- La conversión de
Monseñor Fellay
Martín
Lutero y Juan Calvino se hubieran horrorizado de las herejías de Francisco
desde el primer momento, mientras que nosotros tuvimos que esperar hasta el 12
de octubre de 2013. Finalmente, es oficial, después de siete meses de un
silencio ensordecedor, Monseñor Fellay afirma que el Papa Francisco es un mal
Papa: conferencia “rebranding” en Kansas City, sermón comentando las acciones
conocidas de este terrible sucesor de Pedro, puesta al día gradual (aunque aún
decepcionante) de los sitios oficiales, todo muestra un cambio en relación a
los cambios impuestos anteriormente sobre la manera de ver cómo Roma ha cambiado.
Desde el 2000 hasta ahora, Roma “había cambiado” en el buen sentido, aunque sin
haber cambiado totalmente; mientras que ahora, Roma vuelve a cambiar en el mal
sentido (aunque conservando ciertos “cambios” positivos pero raros).
Desde
el punto de vista de Menzingen, es Roma quien ha « cambiado », no nosotros,
aunque nosotros cambiemos de punto de vista, de manera que si Roma « cambia »
otra vez en favor de la Tradición, como bajo Benedicto XVI, nosotros
cambiaremos mañana, así como cambiamos ahora este 12 de octubre y como
cambiamos anteriormente.
Todo
el problema está allí, porque la Revolución propone sin cesar, de manera
alternativa, destructores y conservadores. Luego de la lluvia franciscana del
papa actual, ¿estamos dispuestos a no dejarnos sorprender por un supuesto “buen
tiempo” nuevo, igual que con Benedicto XVI? ¿La Fraternidad no cambiará
entonces?
Otro
cambio de discurso: Monseñor Fellay agradece al Cielo que nos haya preservado
de firmar un acuerdo canónico en 2012. Por lo tanto, todos aquellos que se
levantaron públicamente en contra de un tal acuerdo y que han perseverado en el
rechazo categórico de este, rechazando los principios acuerdistas del Capítulo
de 2012, en virtud de los principios enunciados por Monseñor Lefebvre,
principios reconocidos solemnemente en el Capítulo de 2006, a todos esos locos anti-acuerdistas… les han
“dado las gracias”.
La
versión oficial es que no han sido ellos los que impidieron la firma, sino que
fue Roma quien, el 13 de junio de 2012, hizo tales cambios al texto de la
Declaración del 15 de Abril, que en las circunstancias presentes
“desgraciadamente” (sic) tal texto no pasaría en la Fraternidad (cf. carta del
17 de junio 2012, Cor Unum 104).
Ahora,
sin preocupaciones, otra vez nos podemos oponer públicamente a los acuerdos sin
ser molestados. Gran cambio respecto al 2012. Si los pobres padres de la
resistencia hubieran esperado un año, todavía estarían en el calorcito. La
elección del ultra-revolucionario Francisco hubiera calmado sus últimas
inquietudes en cuanto a un acuerdo, pero he aquí que siguen inquietos,
principalmente en la “web”.
¿Por
qué los padres de la Resistencia continúan su combate?
2.- El tumor ¿ha
cambiado?
Desgraciadamente
no, solo para peor, como el papado actual, dicho sea de paso.
La
Declaración doctrinal todavía está allí, en este discurso reciente, todavía
intacta.
Hay
que comprender una cosa importante; insisto y me atrevo casi a decir que soy
infalible en este tema: el Papa es infalible pero puede equivocarse, mientras
que Monseñor Fellay es infalible incluso cuando se equivoca. (Algunos dicen
sobre todo cuando se equivoca).
Es
así que Monseñor acaba de reiterar, por enésima vez este 12 de octubre, su
posición sobre la Declaración del 15 de Abril. Esta, es un texto sutil,
incomprendido y aceptable tomado en su conjunto. Él piensa que cuando peor,
todo lo que podría reprochársele, es el dejar ambigüedades que podrían ser
resueltas si nos tomáramos el trabajo de analizar el contexto.
Estas
ambiguedades del texto son bastante significativas:
1.-
El Vaticano II ilumina la vida de la Iglesia,
2.-
La nueva Misa ha sido promulgada legítimamente,
3.-
Los sacramentos novus ordo son todos válidos per se,
4.-
Hay que seguir principalmente el nuevo Código,
5.-
La profesión de Fe de 1989 (del Card. Ratzinger) es válida.
Pregunta:
¿Son éstas simples ambigüedades?
Si
la Declaración doctrinal no contuviera más que estos errores no ambiguos, sería
puramente errónea. El error sería fácilmente detectable por todos, y el texto
no sería tan peligroso.
El
problema es la ambigüedad modernista que consiste en decir que seguiremos la
Tradición completa, inmutable, continua, ininterrumpida, infalible, insistiendo
que solo pensamos en esto… mientras que pisoteamos esta misma Tradición algunos
párrafos más adelante.
Monseñor
Fellay repite a quien quiera escuchar que él ha puesto el principio de la
tradición inmutable a la cabeza del documento, él se niega a comprender que eso
es precisamente lo que nos horroriza: la idea de que él se va a servir de la
Tradición para afirmar tales errores. “Sí, usted puso la Tradición a la cabeza
del documento; pero ¿cómo es posible que la Tradición lo haya hecho aceptar
tales errores, en lugar de que lo haya hecho condenarlos inmediatamente?”.
Es
modernista el pensar que la idea de Tradición pueda ser tan fuerte hasta el
punto de darle una naturaleza tradicional a esas afirmaciones francamente
erróneas o contrarias a esta misma Tradición. Monseñor Fellay se niega a ver la
irreductible oposición entre el principio (dudoso) de la Declaración del 15 de
abril y los cinco errores que lo siguen. Esta negativa es mucho más grande (por
peligrosa) que los cinco errores mismos.
Estamos
tratando con una enfermedad del espíritu, una decadencia de los conceptos, lo
que se llama comúnmente modernismo… Y hay varias moradas en la casa del
modernismo, una en Roma y otra en Menzingen. (Pequeño problema técnico en
Menzingen: todos prestan el juramento antimodernista, mientras que en Roma ya
no practican este doble juego).
Esta
enfermedad es tan profunda, que toca el principio de la no-contradicción y
generalmente es incurable, en Menzingen o en otro lugar.
Y
es esta misma enfermedad que Monseñor Fellay le reprocha a Francisco, de una
alocución escandalosa a otra casi tradicional. Le reprocha sin apercibirse que
la Declaración Doctrinal sufre de lo mismo…
Pobres
de nosotros que no podemos comprender, dice Monseñor Fellay, que si ponemos a
la Tradición como principio absoluto, enseguida podemos utilizar expresiones
sutiles, aparentemente ambiguas (los cinco puntos), para hacer pasar no el
error, sino la misma Tradición. Nosotros jamás comprenderemos que la mejor
manera de combatir el Vaticano II y sus reformas, es reconocerlo en cierta
medida… “nosotros nos atrevemos a decir que hay algo católico en el Vaticano II”
(minuto 17 del sermón del 13 de octubre de 2013). Digamos que es un modernismo
yuxtaposicionista.
3.- El progreso del
error
En
estas condiciones ya no podemos entendernos; ha llegado el tiempo de la
destrucción de estas cinco novedades fuera de la influencia de Menzingen.
Ciertamente, estamos un poco atormentados exteriormente, pues no siempre es
fácil materialmente y nuestros pequeños grupos están muy dispersos, pero la paz
reina en los corazones, y el camino es
claro.
Entretanto,
los errores de Menzingen bajan los escalones de la jerarquía. La conferencia
del Padre Themann, profesor en Winona ha sido ampliamente difundida, es el
mismo modernismo: aquellos que piensan que “legítimamente promulgada” quiere
decir “legítimamente promulgada” no han comprendido nada, dice el joven
sacerdote. En virtud del contexto, “legítimamente promulgada” quiere decir
“autoridad legítima promulgante”.
No
todos los padres de la Fraternidad están
a favor de la Declaración del 15 de abril, pero una nueva manera de ver el Vaticano
II ha salido a la luz: es interpretable, no de manera ratzingeriana
(hermenéutica de la continuidad), sino de manera “tradicional”, si se cambia lo
que debe ser cambiado en estas grandes ambigüedades, a un sentido tradicional
(entrevista a Nouvelles de France). Nuestro espíritu no es lo suficientemente
sutil para ver la diferencia entre estas dos interpretaciones (de hecho, no la
hay).
Otra
cosa profundamente inquietante es el uso del nuevo código de derecho canónico.
En las cartas de expulsión que son distribuidas, el nuevo código figura incluso
antes que el antiguo. Me he asegurado de
ello por el Padre Ortiz, que acaba de ser expulsado, nada ha cambiado desde el
2012.
Todas
las irregularidades que sobrevinieron durante la cacería de brujas y las expulsiones,
como la del Padre Rafael OSB (de la cual es culpable Monseñor de Galarreta),
demuestran también un desprecio del derecho como tal.
Las
pústulas liberales emergen aquí y allá, incluso en los cofrades que creíamos
antiliberales y en los fieles constatamos una mundanidad y una mentalidad
contraceptiva creciente, alentada por estos sacerdotes que recomiendan el
método natural, los matrimonios mixtos con los Ecclesia Dei, el
tradi-ecumenismo…
En
algunos lugares, la juventud abandona totalmente la práctica religiosa.
Todavía
no sabemos dónde estamos respecto al branding. ¿Qué pasó con los 70 millones de
euros Rothschildianos? ¿La Fraternidad es una corporación registrada bajo el
título “Dello Sarto AG”? ¿Los bienes de los distritos respectivos están centralizados?
¿Los bienes inmobiliarios de la Fraternidad son utilizados como garantía para
el préstamo de dinero? ¿Sigue Krah
sentado en los negocios íntimos de la Fraternidad? ¿Los judíos siguen siendo
“nuestros hermanos mayores”, como dijo Monseñor Fellay? Todas las respuestas
son opacas.
Y
que no vengan a decirnos que exageramos. No es la primera vez que vemos un
boletín de la Fraternidad titulado estúpidamente “la ardilla voladora”,
publicar una homilía entera de Francisco en la cual elogia al Padre Arrupe, SJ,
que llegó al punto de impedir que Paulo VI durmiera. No es la primera vez que,
cuando Francisco lanza una llamada para una vigilia de oración con las falsas
religiones, que un superior de distrito:
-responda
a este llamado,
-
publique este llamado a las falsas religiones,
-
y que en lugar de hacer orar en reparación, pide a los fieles rezar por la paz
con el papa al momento en que este papa hace descender la guerra en este mundo
al pisotear el primer mandamiento.
Finalmente,
las numerosas y desafortunadas citas del consejo general deben ser retractadas
una por una: cf. Entrevista a CNS, la teoría del 95% de bueno en el Vaticano
II, la afirmación que el Vaticano II no es una super-herejía… Igual con las
seis condiciones del Capítulo… Humanamente, una vuelta atrás es imposible,
tanto más que la concepción menzingeriana de la autoridad es que la autoridad
no puede quedar mal (lo que incluye a Roma actual, la conferencia de Monseñor
Fellay en Lille el 7 de mayo), y que además el superior general es el único
intérprete infalible de lo que dice, incluso si el sentido obvio de las
palabras deja mucho que desear; y aunque sus palabras fueren desgraciadas, el
contexto llegaría a su rescate para darle un sentido no solamente ortodoxo,
sino altamente diplomático. No estamos fuera de peligro.
4- Caritas non cogitat
malum
La
verdad es la verdad, incluso al lado de una montaña de hipocresías que no
quiero enumerar. Monseñor Fellay trata a Francisco de modernista y se regocija
que no haya habido acuerdo. El espera incluso un gran castigo general como
Monseñor Williamson.
¡Tanto
mejor para la Fraternidad, esperemos que ese castigo la ayude a reaccionar!
Si
Monseñor Fellay hubiera podido poner sus deseos reconciliacionistas en
ejecución (¿recuerdan el sermón de Pentecostés 2012, “es Roma la que quiere
reconocernos?”), más sacerdotes se nos
hubieran unido, pero sería el fin de la Fraternidad. Yo no he deseado tal
catástrofe, ni siquiera para engrosar los flacos rangos de la resistencia; sin
embargo, el liberalismo rampante en el interior de la Fraternidad es un peligro
mucho más grave y más difícil de erradicar que la sola firma de un
reconocimiento canónico con la nueva Roma fornicaria.
El
veneno mortal del liberalismo sigue a la obra, ha ganado muchos puestos
importantes, y los buenos, como el Padre Scott se dejan enviar con los babuinos
de Zimbabwe, se dejan hacer a un lado. La línea doctrinal ya no es la misma que
antes, y los razonamientos modernistas del Superior General en la Declaración
Doctrinal no auguran nada bueno.
Para
nosotros lo mejor que se puede hacer es permanecer fuera y jamás reconciliarnos
con Menzingen, en tanto el nulla partem con los herejes no haya triunfado
oficialmente en la cabeza y los miembros de este cuerpo profundamente enfermo y
en tanto Menzingen se niegue a comprender que una verdad yuxtapuesta a un error
es más que un error, es la perversión total del espíritu, como decía Monseñor
Lefebvre respecto al Vaticano II.
Lo
último del modernismo es el uso de la verdad para hacer pasar el error. Pobre
de mí, que creía que todo el mundo había aprendido esto en Ecône.
5- Al Final
«
Si se predica a Cristo, sea por envidia o con verdadero celo, me alegro y me
regocijo”, dice el Gran San Pablo.
Si
demolemos al infame Francisco, no puedo más que alegrarme. Estamos aquí, dice
también San Pablo, “para demoler todas las construcciones del demonio” y quién
puede negarlo, de todas las maquinaciones históricas de Lucifer, la Roma
modernista es quien merita todas las condenaciones y todas las detestaciones
posibles, hasta que la medida de sus iniquidades sea llena y la cólera divina
caiga sobre ella.
Esta
nueva Roma es un insulto a Dios, entre más seamos los que la atacamos, mejor.
Bienvenido, Monseñor, a la periferia de la antesala de la zona contigua al
redil. El barco se hunde más lentamente, al parecer. Bombee mientras pueda,
pero bombee agua, no aire; todos nuestros votos y nuestras oraciones lo
acompañan.
In Iesu et Maria
François Chazal+