miércoles, 1 de abril de 2015

EL LIBERALISMO DE MENZINGEN Y LA CONSAGRACIÓN DE MONS. FAURE





“El católico simplemente resabiado de Liberalismo se conoce en que, siendo hombre de bien y de prácticas sinceramente religiosas, huelen no obstante a Liberalismo en cuanto habla o escribe o trae entre manos. Podría decir a su modo, como Mad. Sevigné: "No soy la rosa, pero estuve cerca de ella, y tomé algo de su olor". El buen resabiado discurre y habla y obra como liberal de veras, sin que él mismo, pobrecito, lo eche de ver. Su fuerte es la caridad: este hombre es la caridad misma. ¡Cómo aborrece él las exageraciones de la prensa ultramontana! Llamarle malo a un hombre que difunde malas ideas, parécele a ese singular teólogo pecado contra el Espíritu Santo. Para él no hay más que extraviados. No se debe resistir ni combatir; lo que se debe procurar siempre es atraer. "Ahogar el mal con la abundancia del bien", esta es su fórmula favorita, que leyó un día en Balmes por casualidad, -y fue lo único que del gran filósofo catalán se le quedó en la memoria. Del Evangelio aduce únicamente los textos que saben a miel y almíbar. Las invectivas espantosas contra el fariseísmo diríase que las tiene él por genialidades e intemperancias del divino Salvador. A bien que sabe usarlas él mismo muy reciamente contra los irritables ultramontanos, que con sus exageraciones comprometen cada día la causa de una Religión que toda es paz y amor. Contra éstos anda acerbo y duro el buen resabiado, contra éstos es amargo su celo y agria su polémica y agresiva su caridad. Por él exclamó el P. Félix en un discurso célebre, a propósito de las acusaciones de que era objeto en persona del gran Veuillot: "Señores, amemos y respetemos hasta a nuestros amigos". Pero no; el buen resabiado no lo hace así: guarda todos sus tesoros de tolerancia y de caridad liberal para los enemigos jurados de su fe. ¡Es claro, como que el infeliz los ha de atraer! En cambio, no tiene más que el sarcasmo y la intolerancia cruel para sus más heroicos defensores. En suma, al buen resabiado, aquello de la oposición per diametrum del Padre San Ignacio en sus Ejercicios espirituales, nunca le pudo entrar. No conoce más táctica que la de atacar por los flancos, que en religión suele ser la más cómoda, pero no la más decisiva. Bien quisiera él vencer, pero a trueque de no herir al enemigo ni causarle mortificación o enfado. El nombre de guerra le alborota los nervios; mas le acomoda la pacífica discusión. Está por los Círculos liberales en que se perora y delibera, no por las Asociaciones ultramontanas en que se dogmatiza e increpa. En una palabra, si por sus frutos se conoce al liberal fiero y al manso, por sus acciones principalmente es como al resabiado de liberalismo se le ha de conocer”.

R. P. Félix Sardá y Salvany, El Liberalismo es pecado.