viernes, 10 de abril de 2015

AVANCE IMPARABLE…DEL FARISEÍSMO



Los números dicen que “Vamos bien”. Pero las almas no son números.

“La Iglesia Católica posee una Jerarquía legal y visible, la cual debe ser obedecida en todo caso; si no por obediencia propiamente tal, por disciplina, excepto en el caso de pecado o absurdo, por supuesto. En el caso posible de corrupción de esa Jerarquía legal y visible (que se ha visto) la Iglesia de Cristo pasa a través de esa corrupción a manera de cisne o de paloma... paloma degollada.”
“La Iglesia como sociedad espiritual atraviesa la corrupción de sus autoridades legales en virtud de los hombres espirituales; es decir, de los que tienen en ella autoridad real. Algunos de ellos pagan esa autoridad con la vida: Juana de Arco, Savonarola, Bartolomé Carranza, el Cardenal Petrucci, San Policarpo, San Juan Francisco de Régis, sin nombrar al primero de los mártires de nuestra Religión, cuyo nombre sea loado”.
“Jerarquía es el orden entre las diversas autoridades, la cual Jerarquía puede ser real o puramente legal, pudiendo llegar en este caso a lo puramente aparente o espurio; o “Jerarquía desjerarquizada”. En este caso extremo se produce una crisis social sumamente seria, sangrienta incluso."
“Los que aman confirmar la Sociología por la Historia (la cual no prueba propiamente sino simplemente ilustra, como las buenas novelas 'de tesis') pueden ver todo lo arriba dicho en la imagen de la Iglesia Francesa en el siglo XVIII, antes de la Revolución... Nunca clero alguno en ninguna época y región tuvo más número de 'vocaciones' (667 Obispos establecidos y algunos en trámite; 155.900 clérigos y religiosos, de los cuales 11.400 canónigos y prebendados, según el cálculo de Taine); nunca más bienes ni más poder político; y nunca estuvo peor la Religión tomado como cuerpo social y dejada aparte la santidad de algunas almas individuales…" (La reunión de los Estados Generales, que conduciría a la Revolución, se inició el 5 de mayo de 1789 con una procesión en honor del Santísimo Sacramento...)
"La última corrupción de la Iglesia (es decir, el fariseísmo generalizado y entronizado) traerá consigo lo que San Pablo llama 'la Gran Apostasía' y 'la Gran Tribulación'..."
"La crisis de la autoridad real en la Argentina tiene raíces múltiples y hondas, que todavía no han sido puestas en limpio, ni empezando siquiera por nuestros historiadores; a esa crisis de la autoridad se debe el hecho flagrante de la carencia actual de poderes espirituales y de poderes temporales (reales)"
(Padre Castellani, “La Ausencia del Poder", en "Dinámica Social", marzo de 1957. Abreviado. En “Domingueras prédicas II”, págs. 245,246).


Retengamos lo afirmado arriba, y remarcado por nosotros, acerca del clero francés antes de la Revolución: nunca tuvo tantas vocaciones ni bienes, y sin embargo nunca estuvo peor la Religión. De hecho eso posibilitó la Revolución. Cuando el organismo no tiene defensas, la enfermedad hace estragos. Y sin embargo, la Iglesia parecía prosperar, parecía saludable y en crecimiento… parecía. Pero eran las apariencias, porque si bien hubo gran cantidad de verdaderos católicos que fueron mártires de la contrarrevolución, ¡cuántos sacerdotes y obispos se sometieron a la Revolución, prestando juramento a la Constitución civil!
De igual modo debe entenderse que la crisis actual no comenzó con el concilio Vaticano II sino que el mismo fue el estallido de la enfermedad que entonces se adueñó de casi todo el cuerpo, pero el SIDA que allí se manifestó (SIDA espiritual había llamado Mons. Lefebvre la enfermedad de los modernistas que ocuparon Roma) había ido creciendo durante muchísimos años en el interior del cuerpo. En los años previos al concilio, la Iglesia parecía prosperar, abundar en vocaciones, influencia, misiones, templos, prestigio, editoriales. Pero algo andaba mal, pues sino ¿cómo pudo caerse todo en tan poco tiempo, con una década del ’60 que prácticamente arrasó con todo lo que pudo, siendo aquello una revolución mayor que la de 1789?


Así también, ¿qué vemos en este tiempo en la Neo-FSSPX? Una presunción, un alarde, una ostentación de su multitud de vocaciones, de sus cada vez más numerosas iglesias, de sus monumentales seminarios, de sus casas de retiros, de sus escuelas, etc., etc. Sus revistas y publicaciones no consisten ya en otra cosa que en propaganda y auto promoción. Hasta un grupo de Ecclesia Dei hermanado a la FSSPX lo dijo con estas palabras: “¡Avance imparable de la FSSPX!” (Revista Una Voce informa, marzo de 2015).
 Ha habido desde hace mucho tiempo un abuso en el lenguaje tendiente a generar confianza mediante la exposición del número, entendiendo que eso por sí solo bastaba para mostrar el saludable estado de la Tradición. Quizás incluso el mismo Mons. Lefebvre hizo mucho hincapié al señalar la crisis de la Iglesia mediante las cifras elocuentes de las caídas de vocaciones y las deserciones de religiosos. Luego se llegó a entender que los números que revirtieran esto serían una señal inequívoca del saludable estado de la congregación. Así, a mayor cantidad de sacerdotes, religiosos, seminaristas y feligreses, mayor fe se poseía. Pero ¡ay! qué vacío de contenido son estas ínfulas que impregnadas de su propia campaña publicitaria han hecho creerse que toda esta estadística maravillosa es un síntoma de fe católica. El mismo hecho de recurrir a empresas de publicidad es, por el contrario, una señal de contaminación. Decía Nicolás Gómez Dávila: “La cantidad sola basta para despertar la admiración del moderno”. Dios nos manda adorarlo en espíritu y en verdad, y por lo tanto en cuanto individuos y no en cuanto parte de una masa que vale por integrar una medición estadística que hace restregar las manos de una jerarquía corrompida. De manera tal que el número o la cantidad de sacerdotes no nos dice nada de la calidad de esos sacerdotes. Como decía el Padre Castellani: “En realidad en la Argentina faltan unos doscientos cincuenta sacerdotes, pero sobran unos quinientos...”.
Seguramente en los años ’40 y ’50 los católicos militantes no imaginaban que poco tiempo después todo eso que veían como síntoma de  fortaleza de la Iglesia iba a dar paso a la mayor catástrofe de su historia. Seguramente los fieles de la FSSPX de hoy, no imaginan que detrás de tales señales de “avance imparable”, hay un cáncer que carcome el cuerpo y que de seguir creciendo, traerá consigo la misma catastrófica caída que se ha venido dando en la Iglesia. Quizás el acuerdo efectivo con Roma sea la apertura de ese dique para que las aguas del modernismo lo arrasen todo. “Tú estás diciendo: Yo soy rico, y hacendado, y de nada tengo falta; y no conoces que eres un desdichado, y miserable, y pobre, y ciego, y desnudo” (Ap. 3,17).