lunes, 6 de abril de 2015

COMENTARIOS ELEISON - ENFERMEDAD IMAGINADA




Número CDIII (403)
04 de abril de 2015

Enfermedad Imaginada

Mons. Williamson




Los Papas Conciliares, ¿parecen haber sido abandonados por Nuestro Señor?
No si Él paró que la pérdida de Fe de ellos fuese total.

La iniquidad de Papas verdaderos que no dejan de destruir todo lo Católico es tan misteriosa que en estos “Comentarios” vimos hace cuatro semanas a Monseñor Lefebvre considerando seriamente si la Sede de Roma podía estar vacante. Él nunca pretendió, como los liberales lo hacen, que la destrucción no es realmente destrucción, pero al mismo tiempo su sentido de la Iglesia era demasiado fuerte para él como para adoptar jamás la solución sedevacantista, de manera que, al menos en Agosto de 1976, el problema le pareció a él “teológicamente insoluble”. Este “Comentario” sugirió que podría haber otra línea de solución que personas tan sanas de mente como Monseñor pueden difícilmente imaginar. Tratemos de imaginarla.

Para ridiculizar esta solución, un sedevacantista rabioso la apodó una vez “mentevacantismo”, pero la etiqueta servirá. Significa no que la Sede de Roma esté vacante sino que las mentes de los Papas están vacantes o, digamos, sus mentes han tenido el sentido de la realidad vaciado fuera de ellas, sus mentes están vacías de realidad. Especialmente desde la Reforma Protestante, los hombres están constantemente liberándose más de Dios. Para hacer esto, deben liberar sus mentes de la realidad que los rodea, porque toda realidad viene de Dios y apunta de vuelta a Dios. Aquí está la ilusión liberal, la liberación última, conocida también como “pudrición mental”, “enfermedad mental” o “mentevacantismo”, porque la mente humana fue diseñada por Dios para versar sobre la realidad y no sobre la fantasía o la ilusión.

Ahora bien, desde 1517 hasta 1958 los Papas Católicos resistieron y repelieron la pudrición mental que constantemente engolfaba el resto del mundo, porque ya estaba acercándose lentamente a su final. Pero demasiado muchos de los Católicos laicos, sacerdotes, obispos y finalmente cardenales, se dejaban progresivamente infectar con la ilusión liberal, llegando a estar convencidos que ella crearía una brava nueva Iglesia para el Bravo Nuevo Mundo. Así en el Cónclave papal de 1958, aún si el Cardenal Siri fue válidamente elegido, los liberales tenían bastante poder como para forzar la falsa elección de Juan XXIII sobre el Cónclave y luego, por convalidación, sobre la Iglesia Universal.

Pero, ¿qué es un liberal? Él es un soñador viviendo no en el mundo real sino en un País de las Maravillas fabricado por el propio hombre. Y, pues que más y más mentes humanas se desconectan de la realidad y se lanzan en el sueño, entonces el liberal tiene menos y menos oportunidades de darse cuenta de que está soñando, porque más y más el País de las Maravillas toma posesión del mundo todo alrededor del hombre. Esto significa que en tiempos modernos es más fácil y más fácil para un hombre – y cada Papa permanece un hombre – estar objetivamente en el País de las Maravillas y, sin embargo, estar subjetivamente convencido que él está en la realidad. Aquí está esa enfermedad mental observada de primera mano por un sacerdote de la FSPX en todos los cuatro “teólogos” Romanos que tomaban parte en las Discusiones Roma-FSPX de 2009–2011 (noten las comillas para los “teólogos” – en el País de las Maravillas todo es una imitación irreal de lo real, de manera que sin algún signo tal como las comillas, fácilmente tomaremos la imitación por la realidad).

Se seguiría que los Papas Conciliares están, al menos en parte, “sinceramente” equivocados. Lo que esa “sinceridad” vale internamente, sólo Dios puede juzgar. Pero externamente es una realidad objetiva, más y más alrededor nuestro día a día. Entonces, los Papas Conciliares no son completamente villanos conscientes, ya que en sus mentes enfermas ellos están sirviendo a la verdadera Iglesia cambiando la antigua Iglesia al punto de ser irreconocible, maravillándola. Ahora bien, sus intenciones subjetivamente buenas han objetivamente pavimentado el camino al Infierno para la Iglesia real, pero ¿no se puede decir que estas buenas intenciones de ellos muestran que la oración de Nuestro Señor ha permitido que la Fe de ellos no naufragase completamente (cf. Luc. XXII, 32)? Aún Pablo VI condenó la contracepción, emitió un “Credo” relativamente bueno, lloró por la pérdida de vocaciones y habló del humo de Satanás entrando en la Iglesia después del Vaticano II. Entonces, ¿puede uno no decir que aún con Pablo VI Nuestro Señor mantuvo su promesa de cuidar a Pedro?

Kyrie eleison.