En
el País de las Maravillas.
Seminaristas de la FSSPX en USA, posan como modelitos junto a un automóvil de
lujo, destinado a recaudar fondos para el super-seminario de Virginia (acá).
Mientras
los herejes modernistas, con Francisco a la cabeza, siguen la destrucción
sistemática de todo cuanto de católico queda en la Iglesia y de toda la moral
cristiana, preparando el camino del Nuevo Orden Mundial; mientras las sociedades de Occidente se
suicidan con la destrucción del matrimonio y la familia atacando la ley
natural, con el hedonismo contranatura y el reclamo a gritos del derecho a
blasfemar; mientras los musulmanes crecen en su afán de conquista y martirizan a
miles de cristianos sin tregua; mientras el poder sionista quiere llevar al
descontrol a sus aliados en sus diabólicos afanes totalitarios; mientras todo
esto ocurre, la FSSPX se opone y condena a la reacción católica contra este
orden de cosas, a la vez que muestra vivir en la ilusión liberal del
“mentevacantismo”, estancada en el cincuentismo que dio paso al Vaticano II.
“Pero, ¿qué es un
liberal? Él es un soñador viviendo no en el mundo real sino en un País de las
Maravillas fabricado por el propio hombre. Y, pues que más y más mentes humanas
se desconectan de la realidad y se lanzan en el sueño, entonces el liberal
tiene menos y menos oportunidades de darse cuenta de que está soñando, porque
más y más el País de las Maravillas toma posesión del mundo todo alrededor del
hombre” (Mons. Williamson).
Aunque
el último comunicado de DICI que condena la consagración de Mons. Faure, afirma
que la FSSPX no ha “adoptado la
predicación modernista”, ¿qué es lo que vemos en los hechos? Sus mentes y
sus acciones ya están contaminadas por la pudrición modernista. Como liberales
que son, han renunciado a la lucha, han olvidado que estamos en medio de una
guerra. Decía Mons. de Castro Mayer: “Es
doloroso comprobar el lamentable enceguecimiento de tantos hermanos en el
Episcopado y en el Sacerdocio, que no pueden o no quieren ver la crisis actual
ni la necesidad de ser fieles a la misión que Dios nos ha confiado de resistir
al modernismo reinante”.
Los
pobres seminaristas, que aparecen fascinados como mariposas alrededor de un
automóvil, seducidos por un artículo de lujo de este mundo (“vanidad de
vanidades”) son llevados a adoptar prácticas publicitarias, conforme al
branding mediante el cual la Neo-FSSPX quiere aparecer simpática a los ojos de
Roma y del mundo entero. Para ser aceptados deben asimilarse a las prácticas
mundanas. Lejos de estar crucificados al mundo con Cristo, lejos de despreciar
la mundanidad e imitar a Nuestro Señor en su pobreza, a los apóstoles en sus
vidas sacrificadas (recordemos II Cor. 11, 23-29 donde San Pablo da cuenta de
su extenso inventario de padecimientos por el Evangelio), o al fundador de la
congregación, se dedican a actividades sociales y propagandísticas “a la mayor
gloria de la Fraternidad” o, digamos, de Mons. Fellay y cía.
Desde
luego, el hecho de que nadie en la
Neo-FSSPX se escandalice es precisamente la mayor prueba de que el espíritu
podrido de los modernistas ha calado hondo en la congregación.
“Objeto
de deseo”, dice la publicidad del auto alemán, en un doble sentido, por
supuesto. Y ¿cuál es el objeto de deseo de los futuros sacerdotes de la
Neo-FSSPX? ¿Quizás la “regularización canónica”?
“Todo
bien”