Un
cardenal italiano rompe un tabú y da la comunión a un transexual
La
derecha berlusconiana se muestra más abierta ante el matrimonio gay | Bagnasco
aceptó que comulgara Luxuria durante el funeral en Génova por un cura muy
popular y abierto.
Italia ha
asistido perpleja a un hecho bastante insólito: un cardenal que da la comunión
a un conocido transexual. El hecho ocurrió el pasado sábado, en Génova, durante
el funeral por Andrea Gallo, un sacerdote muy popular y heterodoxo, que gozaba
de gran estima entre prostitutas y transexuales, y que abogaba por el uso del
preservativo y por la legalización de las drogas blandas.
El culpable.
Todos los
diarios italianos ofrecieron ayer la foto del cardenal Angelo Bagnasco,
arzobispo de Génova y presidente de la Conferencia Episcopal Italiana (CEI),
dando la hostia consagrada a Vladimir Luxuria, transexual, artista y
exparlamentario de Refundación Comunista. Nadie tuvo duda de que Bagnasco
reconoció a Luxuria, pues ya había intervenido con una lectura durante la
ceremonia. Que no negara la comunión a una persona que, según la ortodoxia
católica, está en flagrante pecado, se interpreta como una señal alentadora de
más tolerancia. En Italia hay un gran debate, por ejemplo, sobre la negativa
oficial de la Iglesia a que los divorciados comulguen.
Después
del funeral, Luxuria confesó ante la prensa que no comulgaba desde los 17 años,
pero esta vez lo hizo en homenaje a don Gallo, el cura fallecido, a quien
agradeció "habernos hecho sentir hijas de Dios". Luxuria explicó así
el momento de la comunión: "Miré a los ojos del cardenal, me reconoció y,
sin vacilaciones, me dio la hostia. Es el comienzo de una apertura".
Que
Bagnasco, presidente de la CEI, realizara el gesto ante Luxuria tiene
relevancia, dado que el Vaticano mantiene aún una actitud no negociable ante la
homosexualidad y los transexuales. El nuevo papa Francisco aún no ha abordado
el tema, pero el anterior, Benedicto XVI, poco antes de presentar su renuncia,
reafirmó que el género es algo que da Dios y no una opción personal o una
fórmula de conducta social que alguien sea libre de escoger. Para el papa
emérito, la aceptación de las bodas homosexuales representa una revolución
antropológica inaceptable y peligrosa.
En Italia
no es posible el matrimonio homosexual y ni siquiera existe una regulación para
las parejas del mismo sexo. En parte se debe a la docilidad histórica de los
partidos políticos ante la Iglesia y ante el Vaticano. Siempre han creído
-seguramente sobrevalorando el peligro- que un enfrentamiento frontal con la
jerarquía católica les acarrearía la pérdida de muchos votos católicos. Pero la
situación está cambiando, sobre todo a la luz de lo que ocurre en otros países.
El centroizquierda se presentó a las últimas elecciones con la propuesta de
avanzar hacia la legalización de las parejas homosexuales.
Es
significativa la evolución en la derecha berlusconiana. Varios de sus líderes,
entre ellos los ex ministros Sandro Bondi, Giancarlo Galan y Stefania
Prestigiacomo, se mostraron ayer abiertos a avanzar hacia la aceptación del
matrimonio homosexual o fórmulas parecidas. Estos ministros reaccionaron así a
una carta abierta publicada el sábado, en portada, por el diario La Repubblica,
en la que un joven homosexual de 17 años pedía el derecho "a existir"
y aludía a algunos suicidios que ha habido en Italia de adolescentes gais que
no pudieron soportar las burlas y el rechazo social.
El
firmante de la carta sostenía que "un país que se dice civilizado no puede
abandonar una parte de sí mismo" y "no puede permitirse vivir sin una
ley contra la homofobia". El autor reconocía implícitamente que quizás
Italia no esté todavía madura para las bodas gais, pero sí urge aprobar normas
que penalicen los insultos y la discriminación.
NOTA SYLLABUS: El poder del Anticristo avanza mediante la iglesia
falsamente católica, ocupada por masones y comunistas que sirven de ariete a
los poderes políticos para imponer a la sociedad la tiranía del pecado. No
creemos casualidad que esto ocurra ahora que está Francisco en Roma, pues todo
parece avanzar de modo más descarado, bajo la máscara del “amor”. Esperemos que
los italianos imiten un poco a los franceses que se han levantado contra estas
impías manifestaciones de los hijos del diablo.
De paso,
recordemos las palabras de Dios: “No queráis engañaros. Ni los fornicarios, ni
los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los
ladrones, ni los avarientos, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los que
viven de rapiña, han de poseer el reino de Dios. Tales habían sido algunos de
vosotros; pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados
en el nombre de nuestro señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios” (I
Cor. 6, 9-11) o también: “En efecto la ira de Dios se manifiesta del cielo
sobre toda la impiedad e injusticia de aquellos hombres, que tienen aprisionada
injustamente la verdad de Dios (…) Por lo cual Dios los entregó a los deseos de
su corazón, a los vicios de la impureza, en tanto grado que deshonraron ellos
mismos sus propios cuerpos: ellos, que habían colocado la mentira en el lugar
de la verdad de Dios, dando culto y sirviendo a las creaturas en lugar de
adorar al creador, el cual es bendito por todos los siglos. Amén. Por eso los
entregó Dios a pasiones infames, pues sus mismas mujeres invirtieron el uso
natural en el que es contrario a la naturaleza. Del mismo modo también los
varones, desechando el uso natural de la mujer, se abrasaron en amores brutales
de unos contra otros, cometiendo torpezas nefandas varones con varones, y recibiendo
en sí mismos la paga merecida por su obcecación. Pues como no quisieron
reconocer a Dios, Dios los entregó a un réprobo sentido, de suerte que han
hecho acciones indignas, quedando atestados de toda suerte de iniquidad, de
fornicación, de avaricia, de perversidad; llenos de envidia, homicidas,
pendencieros, fraudulentos, malignos, chismosos, infamadores, enemigos de Dios,
ultrajadores, soberbios, altaneros, inventores de vicios, desobedientes a sus
padres, irracionales, desgarrados, desamorados, desleales y despiadados. Los
cuales, en medio de haber conocido la justicia de Dios, no echaron de ver que
los que hacen tales cosas son dignos de muerte, y no sólo los que las hacen,
sino también los que aprueban a los que las hacen” (Rom. 1,18- 24-32).