martes, 7 de mayo de 2013

ANÁLISIS DE UNA SITUACIÓN AMBIGUA - POR EL R.P. HUGO RUIZ VALLEJO


NON POSSUMUS

Nuevas precisiones destinadas a los fieles de la Tradición en la Ciudad de México.


INTRODUCCIÓN

Después de la carta abierta que dirigí a los fieles de la Ciudad de México el 22 de marzo anterior, quisiera hacer ahora algunas nuevas precisiones, y esto es en razón de las diversas preguntas que algunos me han hecho y también en razón de los nuevos interrogantes que han surgido después de varios hechos recientes como son: el artículo del Padre Mario Trejo en el boletín del Priorato de la Ciudad de México del mes de abril; así como también en razón de la “Carta a los amigos y benefactores de la Fraternidad” hecha por Mons. Fellay el mismo mes; la visita de Mons. de Galarreta estos últimos días al Distrito de México y los acontecimientos que de ello se han seguido como son la reunión de Mons. de Galarreta y el Padre Trejo con unos 40 fieles para hablar sobre estas cuestiones de actualidad de la Fraternidad; y finalmente del aislamiento tan hermético que se ha querido imponer a las Madres Mínimas Franciscanas respecto a toda información y comunicación que venga de fuera del convento, al punto que están prácticamente aisladas y esto en particular la antigua Madre Superiora la Madre Sor María de la Eucaristía, prácticamente incomunicada, incluso con sus propias religiosas, y que además ha sido destituida de su cargo por Mons. de Galarreta en condiciones poco claras y no sólo por razón de enfermedad...

La razón de estas líneas es sólo para tratar de orientar a los fieles e incluso a las Madres Mínimas, quienes tal vez no podrán ni siquiera tener noticia de ellas...!

Respecto a la “Carta a los amigos y benefactores de la Fraternidad” de Mons. Fellay ya ha habido un comentario aparecido este 15 de abril en el sitio “Non possumus” titulado: MONSEÑOR FELLAY: CARTA A LOS AMIGOS Y BENEFACTORES.- MARZO DE 2013”.


UNA MALA TACTICA PARA CONVERTIR A LA ROMA MODERNISTA
  
Lo que nos inquieta a muchos sacerdotes de la Fraternidad San Pío X es el nuevo estilo de diplomacia que desde ya varios años nuestros superiores han querido adoptar en las relaciones con la iglesia conciliar, lo cual ha creado, no solo al exterior de la Fraternidad, sino también en su interior, una situación ambigua. “Diplomacia” basada en un “lenguaje” vago así como en unas interpretaciónes “sutiles” con el fin de “convertir” a Roma.

El lenguaje vago, demasiado general, que nuestros superiores han adoptado en los textos oficiales de los últimos años, ya sea de los textos enviados por ellos a la iglesia conciliar, ya sea en la interpretación de los textos emitidos por esta iglesia, que aún cuando ésta interpretación fuera irreprochable doctrinalmente, no puede tener como efecto proporcionado la conversión de sus interlocutores. ¿Y esto por qué? pues porque por el hecho de ser algo vago aquellos las interpretan siempre en el sentido que les es más obvio y que ellos ya tienen, es decir el de sus propias ideas conciliares... En efecto, cuando algo no es suficientemente claro se le interpreta normalmente según la acepción más común! Y es tambien grandísima ilusión basada solo en el humo de las palabras el creer que por esta “hábil” dialéctica en las palabras se podría lograr que ellos se conviertieran gradualmente, sobre todo cuando se sabe que las famosas discusiones teológicas o doctrinales de la Fraternidad con Roma no dieron ningún resultado de conversión en los “teólogos” romanos... Pretender hacer unos acuerdos para entrar en la iglesia oficial y así “convertirla desde adentro” es una ilusión de consecuencias excesivamente graves. Recordemos lo que Mons. M. Lefebvre nos decía: “No son los súbditos los que hacen a los superiores, sino los superiores los que hacen a los súbditos(Fideliter N° 70. Julio-agosto de 1989). “... esta unión adúltera entre la Iglesia y la revolución se concretiza en el diálogo” (Mons Lefebvre, Misa de Lille, 29 de agosto 1976).

Todas estas contorsiones intelectuales no manifiestan claramente la verdad a los interlocutores, antes bien nos debilitan a todos nosotros, pues nosotros los tradicionalistas debemos hacer un esfuerzo cada vez más significativo para darles un sentido correcto. Todas las comunicaciones oficiales de los dirigentes actuales de la Fraternidad con Roma ya son hechas con este nuevo estilo “ligth”. Consideremos el ejemplo de la nueva misa conciliar, la cual fue hecha ambigua so pretexto de convertir a los protestantes, y ahora lo que vemos son desastrosos resultados, como la protestantización de los mismos católicos...!

Y lo peor es que, por estas palabrerías, se ha llegado al punto de decir cosas que son francamente erróneas, como la afirmación de la “legitimidad de la promulgación” de la nueva misa y de los nuevos sacramentos (declaración doctrinal de Mons. Fellay del 15 de abril del 2012, lo cual se reafirma en la “Nota sobre la declaración doctrinal” hecha por Mons. Fellay en el “Cor Unum” no. 104 de este marzo 2013), pensamiento sobre este punto contrario al de Mons. Lefebvre y que equivaldría a decir que estos ya no son más para nosotros un verdadero problema de conciencia!!! “Esta unión, querida por estos católicos liberales, querida entre la Iglesia y la revolución, y la subversión, es una unión adúltera con la Iglesia. Y de esta unión adúltera no pueden salir sino que hijos bastardos, y ¿quienes son estos hijos bastardos?, son nuestros (nuevos) ritos, el rito de la (nueva) misa es un rito bastardo, los (nuevos) sacramentos son unos sacramentos bastardos, nosotros no sabemos más si se trata de sacramentos que dan la gracia o que ya no la dan, nosotros no sabemos más si esta misa da el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo o si ya no lo da”!!! (Mons. Lefebvre, Misa de Lille, 29 de agosto 1976). ¡¿Y entonces ahora como vamos a justificar nuestra desobediencia de largos años en el no querer adoptar esta nueva misa y estos nuevos sacramentos, si estos son “legítimos”?!

Y no es tampoco por el hecho de que los conciliares aceptaran este tipo de declaraciones (las que son de la nueva política de la Fraternidad), que por ello ya estarían en un proceso real de conversión, pues las cosas quedarían en ese estado, sobre todo porque ellos no han dado pruebas tangibles de buscar la verdad, y si no dan señales serias de conversión es peligroso e inútil colaborar con ellos. Suponer a todo precio la buena voluntad de sus interlocutores no solo es una ilusión sino, en nuestras circunstancias, un riesgo mayor...

Precisemos que no sería posible una colaboración con los conciliares aún cuando ellos diesen algunas señales auténticas de conversión, sino sólo cuando ellos ya estuviesen de hecho, completamente convertidos, y no antes, de ninguna manera. Pues aunque también los protestantes, u otros herejes, tengan muchos puntos en común con los católicos, eso no quiere decir que por ello tengamos que colaborar pastoralmente con ellos...!!!


LAS RAZONES PROFUNDAS DE ESTA TÁCTICA


Comencemos por hacer la distinción entre el liberalismo doctrinal y el espiritu liberal. El primero estaría presente en alguien cuando éste alguien aceptara abierta y explícitamente la doctrina y los principios liberales condenados por la Iglesia. El segundo, más engañoso, sería el de un católico que por motivos de orden práctico llegara a hacer concesiones prácticas con el liberalismo omnipresente de nuestro tiempo, al punto de comprometer y aun de sacrificar progresivamente los principios.

Aun si lo que quiere esta persona en realidad es simplemente ser más eficaz en sus actos, el problema estaría en que esto lo haría a pesar de los principios... Y es así que el espíritu liberal conduce por los caminos que llevan al liberalismo francamente doctrinal... El espíritu liberal es una corrupción y enfermedad del espíritu, una incoherencia e inconstancia de la inteligencia que vuelve al hombre en cierta medida desligado de la realidad.

Los que tienen un espíritu liberal tienen tendencia a hacer sus afirmaciones en función de la realidad práctica. Si la realidad práctica cambia, ellos también cambian sus palabras. Sus palabras, y sus principios eventualmente, se adaptan a los hechos, y no los hechos a sus palabras y principios como debería ser.

En este sentido podríamos dar algunos ejemplos:

- Mons Fellay dijo, hablando de los acuerdos con Roma conciliar, en su carta de respuesta a los tres obispos de la Fraternidad: “Por el BIEN COMÚN de la Fraternidad preferiríamos de lejos la solución intermediaria actual de status quo, pero obviamente ROMA NO LA TOLERA MÁS.”! (14 de abril de 2012).

- Mons. Fellay había aprobado junto con el Capítulo General de la Fraternidad del 2006 que no se harían acuerdos prácticos sin acuerdos doctrinales. Pero ahora, por motivos de “mayor eficacia”, en las seis condiciones propuestas por el Capítulo General del 2012 ya no se exige la conversión de Roma antes de cualquier acuerdo. Esto además en desarmonia con las palabras de Mons. Lefebvre hablando de este tema “Si no aceptan la DOCTRINA de sus predecesores, es inútil hablar” (Fideliter Nº 66, nov.-dic. 1988).

- Durante muchos años Mons. Fellay en sus sermones, escritos, conferencias,... nos puso en guardia contra el Concilio Vaticano II, denunciándolo y estigmatizándolo, todo esto para ahora decirnos que “El Concilio debe ponerse DENTRO de la gran Tradición de la Iglesia, debe ser entendido DENTRO de ella y EN RELACIÓN con ella. Estas son declaraciones con las que nosotros estamos TOTALMENTE DE ACUERDO, TOTALMENTE, ABSOLUTAMENTE.” (11 de mayo de 2012); “Da la impresión de que rechazamos todo el Vaticano II. Sin embargo, aceptamos el 95%.” (entrevista a “La Liberté”, Mayo de 2001); “Después de las discusiones, nos hemos dado cuenta que los errores que creíamos provenientes del concilio de hecho son resultado de la interpretación que generalmente se ha hecho de él” (entrevista a “Catholic News Services”, Mayo de 2012). Sin embargo, recordemos lo que Mons Lefebvre decía sobre el famoso concilio en su declaración del 21 de nov. del 74: “Todas estas reformas (las del concilio), en efecto, han contribuido y contribuyen aún a la demolición de la Iglesia, a la ruina del sacerdocio, a la aniquilación del Sacrificio y de los sacramentos, a la desaparición de la vida religiosa, a una enseñanza naturalista y teilhardiana en las universidades, en los seminarios, en la catequesis; enseñanza salida del liberalismo y del protestantismo condenados repetidas veces por el magisterio solemne de la Iglesia” y “Esta Reforma siendo el fruto del liberalismo, del modernismo, ella está envenenada toda entera; ella sale de la herejía y lleva a la herejía, aun si todos sus actos no son formalmente heréticos”.

Precisemos que este espíritu liberal puede tener diversos grados según la formación y la educación de la persona concernida. Pero hay que añadir que el espíritu liberal es algo contagioso y que hay que tener mucho cuidado en no caer en esta odiosa enfermedad (yo he conocido muchos casos de personas concretas caídas en ella gravemente), porque después de caer en ésta es prácticamente imposible el liberarse. ¿Y esto porqué? porque es un pecado contra el Espiritu Santo y la ceguedad que se sigue un castigo de Dios... 

Pretendían ser unos grandes diplomáticos y han caído en la trampa de sus propias sutilezas, querían envolver a sus interlocutores y son ellos los que han quedado envueltos.

Y respecto a Mons. Fellay (y últimamente Mons. de Galarreta) su inconstancia doctrinal, su oportunismo semántico y sus errores prácticos o tácticos denotan la enfermedad prácticamente incurable del espíritu liberal en razón de la cual desgraciadamente ya no podemos más tenerles confianza...


LOS ÚLTIMOS HECHOS: VERDADES A MEDIAS = MENTIRAS COMPLETAS


Ni la ultima “Carta a los amigos y benefactores de la Fraternidad” de Mons. Fellay, ni el artículo del Padre Mario Trejo en el boletín del priorato de la Ciudad de México de este mes de abril, han respondido de manera concluyente a las objeciones que varios obispos, tantos sacerdotes y fieles han manifestado de una manera cada vez más fuerte.

- Pues se sigue manteniendo el principio de la posibilidad de unos acuerdos o por lo menos no se reniega de él.

- Se mantiene una apertura y un diálogo demasiado benignos y confiantes con una Roma que no quiere convertirse. “... esta unión adúltera entre la Iglesia y la revolución se concretiza en el diálogo”! ( Mons Lefebvre, Misa de Lille, 29 de agosto 1976).

- Se utilizan algunos textos de Mons. Lefebvre pero sin dar aquellos que contradicien su nueva diplomacia y sus nuevas tentativas de compromiso, como serían: la malicia de la nueva misa y de los nuevos sacramentos; la imposibilidad de acuerdos en razón de las diferencias doctrinales y de la falta de honestidad de los conciliares; la diferenciación radical entre Iglesia Catolica e iglesia conciliar; el rechazo del nuevo derecho canónico (expresión jurídica de un concilio modernista), al cual se lo acepta en bloque; etc.

- No se desdicen de muchas declaraciones graves, o por lo menos ambiguas, del pasado y que exigirían una reparación, como las seis condiciones para hacer los “acuerdos” pronunciadas oficialmente por el Capítulo General del 2012, que son un verdadero escándalo, porque se trata de un verdadero compromiso con nuestros enemigos.

El Padre Trejo lanza en su artículo una grave acusación: “Los sacerdotes que salen de la Fraternidad atacando abiertamente al Superior General, Monseñor Fellay, so pretexto de fidelidad a la Fe de siempre”. Pero él no justifica esta grave acusación ni responde a las objeciones que en mi carta abierta le propuse, lo cual tampoco hizo en los años que pude convivir con él, pues siempre evitó con mucho cuidado el hablar de todas estas cuestiones, respondiendo siempre con el argumento de su autoridad, o con alguna acusación que no venía al caso. Por lo visto él pone en el mismo costal a todos los sacerdotes que salen hoy de la Fraternidad... lo cual es demasiado simplista e injusto. También está ahí escrito, que la cifra de estos sacerdotes no llega a 20 y añade después que son solo un 4%, lo cual no es un argumento teológico sino más bien “numérico”, escamoteando así el verdadero problema sin hacer frente a los argumentos con razones suficientes (que no las tiene). Se hace de la autoridad y de la obediencia el argumento absoluto, lo cual es curiosamente también lo que pasó durante y después del famoso Concilio Vaticano II, no hay nada más que decir, no hay nada más que pensar, todo es así de simple...

No toma tampoco en ninguna cuenta las razones de la carta de los tres obispos a Mons. Fellay, pero en cambio sí minimiza el caso como si ellos se refiriesen a los acuerdos que en ese momento se vislumbraban, como si el problema sólo fuese una cuestión de momento y no una cuestión de principio. Lo cual no es intelectualmente honesto. Y si el internet le molesta tanto es porque hoy es accidentalmente una vía para que mucha gente se informe de la realidad de los hechos, en efecto, hay varios sitios que son serios y confiables ¿porque acaso también la Fraternidad no tiene sus sitios...?

El Padre Trejo reconoce el hecho de la prohibición que me hizo, es decir, de que yo no hablara de estos temas con los fieles, por causa del “bien común” porque yo era un obsesionado por estos temas, los cuales además “perturban a los otros”. Como siempre, no hay ninguna respuesta a los argumentos, ni a los de los obispos, ni a los de tantos sacerdotes, ni a los míos... lo cual demuestra que no se trata de un caso aislado, como él lo presenta, sino generalizado. Pero aún ahí, recordemos que son las razones que nos unen las que deberían contar como argumento y no el número.

También reduce descaradamente los problemas doctrinales que nos aquejan a problemas “prudenciales” para justificarse, ¡como si las “tratativas con Roma” no fueran un problema ante todo doctrinal!

Y después, a la pregunta de si “¿se puede manifestar a la autoridad su opinión?” responde diciendo que “cualquiera, con o sin conocimiento acabado de causa” no debe criticar al superior (preciso que “manifestar” y “criticar” no es la misma cosa). Pero yo pregunto: ¿y esto, aún en un caso del bien común, como sería el de la conservación y de la sobrevivencia de lo poco que queda en el mundo de la Tradición? Disculpe padre, eso no es ser “desatinado”, aún si se hieren algunas suceptibilidades autoritaristas...

También quisiera señalar que, contrariamente al aviso que se puso en la entrada, tanto en la Iglesia de Nuestra Señora de Guadalupe como de la iglesia del convento de las Madres Mínimas Franciscanas de esta ciudad, no corresponde a la verdad lo que ahí decia: “...el Padre Hugo Ruiz Vallejo abandonó su puesto y dejó la Fraternidadso pretexto de fidelidad a la Tradición...” puesto que yo en mi carta pública ya había precisado que había “decidido continuar mi ministerio fuera de la estructura de la Fraternidad, aún si yo sigo perteneciendo a ésta”, luego esto no fue hecho con la intención de “abandonar” la Fraternidad sino pura necesidad de defensa de la Tradición y para orientación de nuestros fieles. ¿Acaso Mons. Lefebvre dejó de ser católico el día que dejó de hacer su ministerio en el interior de las estructuras de la Iglesia oficial? Y no solo eso, hasta lo excomulgaron... ¿Y entonces...?

Cuando se comienza a abandonar de una manera obstinada la verdad (aún si al principio es sólo un abandono parcial), se tiende naturalmente a caer en actitudes sectarias. ¿Y cuáles serían las características de una actitud sectaria? : grupos cerrados (autoridad demasiado hermética); mandatos fundados sólo en la voluntad y no en la razón (obediencia ciega); secretismo y aislamiento excesivo de los miembros; castigos desproporcionados y unilaterales; avasallamiento de la personalidad (eclipsando demasiado la sana libertad, el sano juicio personal y los sanos criterios propios). En efecto, el “secretismo” se ha vuelto hoy moneda corriente, muchos de los documentos de los “diálogos” con Roma, que son hechos de interés mayor para todos nosotros (pues conciernen a la existencia misma de la Tradición y luego la salvación de nuestras almas...), no han sido conocidos sino por indiscreciones o filtraciones. Y luego, de otra manera tal vez éstos no hubieran sido conocidos y el proceso de “los acuerdos” hubiera sido concluido ya... Es así que las Madres Mínimas Franciscanas de esta ciudad, según las directivas de Mons. de Galarreta y del Padre Trejo, han sido aisladas de una manera cada vez más hermética, ellas están  bajo el control de su autoridad...

¡Dios nos libre del nuevo fariseísmo que se está gestando!


LA SITUACIÓN PELIGROSA ACTUAL


La posición ambigua de nuestros superiores nos obliga a nosotros sacerdotes a poner en alerta a nuestros fieles. Esto es un deber de estado, lo contrario sería el caso del mercenario que abandona a las ovejas cuando ve acercarse al lobo... Desgraciadamente hoy hay una gran represión dentro de la FSSPX hacia todos aquellos que se interesan en estos temas y que tratan de hacerlos conocer a los demás.

Nosotros los sacerdotes que resistimos no queremos la división, pues siendo la doctrina católica y la seguridad de ella el verdadero criterio de unidad y armonía entre los cristianos, los verdaderos responsables de la división son aquellos que la ponen en peligro con sus imprudencias. La autoridad está al servicio de la doctrina y de la salvación de las almas y no es un absoluto.

Y esta actitud de persecución se vuelve tanto más sospechosa cuanto, simultáneamente a ella, no se reparan ni corrigen los errores pasados. Nosotros no podemos colaborar con esta obra de desinformación de los fieles. Desinformación para poder llevar a cabo “los arreglos” y la dilución progresiva de la Tradición. Actuar después que los hechos tan temidos fuesen consumados, implicaría demasiados riesgos para nuestras almas y las de nuestros feligreses. Sin embargo, hay un mal ya presente y es el silencio sobre muchos puntos doctrinales importantes, aunado a esta nueva actitud sinuosa y ambigua que nos ha debilitando tanto gradualmente desde hace ya varios años. Bastaría comparar las declaraciones oficiales de la Fraternidad de hace 15 años y las de hoy. Tampoco los sacerdotes podemos seguir permitiendo el ser neutralizados con diversas disposiciones (mutaciones o cambios de adscripción, etc.) pues todo esto forma parte de un proceso. No podemos tampoco colaborar pasivamente en la destrucción de la Fraternidad y de la obra de la Tradición, no podemos permitir perder los medios para conservar y transmitir la fe católica íntegra a las generaciones venideras.

El espíritu “Ecclesia Dei” está penetrando gradualmente en la Fraternidad. Mons. Lefebvre desaconsejaba positivamente de frecuentar los medios “Ecclesia Dei” por el peligro de contaminación que esto representaba, aún si la Misa y los sacramentos fueran buenos... Por el peligro de ser absorbidos y diluidos gradualmente en la iglesia conciliar... Yo pienso sinceramente que hoy los dirigentes de la Fraternidad han tomado esa dirección y que todos debemos estar informados.

Padre Hugo Ruiz V.

Ciudad de México, el 7 de mayo del 2013