NON POSSUMUS
Nuevas precisiones destinadas a los fieles de la
Tradición en la Ciudad de México.
INTRODUCCIÓN
Después de la carta abierta que dirigí a los
fieles de la Ciudad de México el 22 de marzo anterior, quisiera hacer ahora
algunas nuevas precisiones, y esto es en razón de las diversas preguntas que
algunos me han hecho y también en razón de los nuevos interrogantes que han
surgido después de varios hechos recientes como son: el artículo del Padre
Mario Trejo en el boletín del Priorato de la Ciudad de México del mes de abril;
así como también en razón de la “Carta a los amigos y benefactores de la
Fraternidad” hecha por Mons. Fellay el mismo mes; la visita de Mons. de
Galarreta estos últimos días al Distrito de México y los acontecimientos que de
ello se han seguido como son la reunión de Mons. de Galarreta y el Padre Trejo
con unos 40 fieles para hablar sobre estas cuestiones de actualidad de la
Fraternidad; y finalmente del aislamiento tan hermético que se ha querido
imponer a las Madres Mínimas Franciscanas respecto a toda información y
comunicación que venga de fuera del convento, al punto que están prácticamente
aisladas y esto en particular la antigua Madre Superiora la Madre Sor María de
la Eucaristía, prácticamente incomunicada, incluso con sus propias religiosas,
y que además ha sido destituida de su cargo por Mons. de Galarreta en
condiciones poco claras y no sólo por razón de enfermedad...
La razón de estas líneas es sólo para tratar de
orientar a los fieles e incluso a las Madres Mínimas, quienes tal vez no podrán
ni siquiera tener noticia de ellas...!
Respecto a la “Carta a
los amigos y benefactores de la Fraternidad” de Mons. Fellay ya ha habido
un comentario aparecido este 15 de abril en el sitio “Non possumus” titulado: “MONSEÑOR FELLAY: CARTA A LOS AMIGOS Y BENEFACTORES.-
MARZO DE 2013”.
UNA
MALA TACTICA PARA CONVERTIR A LA ROMA MODERNISTA
Lo que nos inquieta a muchos sacerdotes de la Fraternidad
San Pío X es el nuevo estilo de diplomacia que desde ya varios años nuestros
superiores han querido adoptar en las relaciones con
la iglesia conciliar, lo cual ha creado, no solo al exterior de la Fraternidad,
sino también en su interior, una situación ambigua. “Diplomacia”
basada en un “lenguaje” vago así como en unas interpretaciónes “sutiles” con el
fin de “convertir” a Roma.
El lenguaje vago, demasiado general, que
nuestros superiores han adoptado en los textos oficiales de los últimos años,
ya sea de los textos enviados por ellos a la iglesia conciliar, ya sea en la
interpretación de los textos emitidos por esta iglesia, que aún cuando ésta
interpretación fuera irreprochable doctrinalmente, no puede tener como
efecto proporcionado la conversión de sus interlocutores. ¿Y esto por qué? pues
porque por el hecho de ser algo vago aquellos las interpretan
siempre en el sentido que les es más obvio y que ellos ya tienen, es decir el
de sus propias ideas conciliares... En efecto, cuando algo no es suficientemente
claro se le interpreta normalmente según la acepción más común! Y es tambien
grandísima ilusión basada solo en el humo de las palabras el creer que por esta
“hábil” dialéctica en las palabras se podría lograr que ellos se conviertieran
gradualmente, sobre todo cuando se sabe que las famosas discusiones teológicas
o doctrinales de la Fraternidad con Roma no dieron ningún resultado
de conversión en los “teólogos” romanos... Pretender hacer unos acuerdos para
entrar en la iglesia oficial y así “convertirla desde adentro” es una ilusión
de consecuencias excesivamente graves. Recordemos lo que Mons. M. Lefebvre nos
decía: “No son los súbditos los que hacen a
los superiores, sino los superiores los que hacen a los súbditos”(Fideliter N° 70. Julio-agosto de 1989).
“... esta unión adúltera entre la Iglesia y la revolución se concretiza en el
diálogo” (Mons Lefebvre, Misa de Lille, 29 de agosto 1976).
Todas estas contorsiones intelectuales no
manifiestan claramente la verdad a los interlocutores, antes bien nos debilitan
a todos nosotros, pues nosotros los tradicionalistas debemos hacer un esfuerzo
cada vez más significativo para darles un sentido correcto. Todas las
comunicaciones oficiales de los dirigentes actuales de la Fraternidad con Roma
ya son hechas con este nuevo estilo “ligth”. Consideremos el
ejemplo de la nueva misa conciliar, la cual fue hecha ambigua so
pretexto de convertir a los protestantes, y ahora lo que vemos son desastrosos
resultados, como la protestantización de los mismos católicos...!
Y lo peor es que, por estas palabrerías, se ha
llegado al punto de decir cosas que son francamente erróneas, como la
afirmación de la “legitimidad de la promulgación” de la nueva misa y de los
nuevos sacramentos (declaración doctrinal de Mons. Fellay del 15 de abril del
2012, lo cual se reafirma en la “Nota sobre la
declaración doctrinal” hecha por Mons. Fellay en el “Cor Unum” no. 104 de este
marzo 2013), pensamiento sobre este punto contrario al de Mons. Lefebvre y que
equivaldría a decir que estos ya no son más para nosotros un verdadero problema
de conciencia!!! “Esta unión, querida por estos católicos liberales,
querida entre la Iglesia y la revolución, y la subversión, es una unión
adúltera con la Iglesia. Y de esta unión adúltera no pueden salir sino
que hijos bastardos, y ¿quienes son estos hijos bastardos?, son nuestros
(nuevos) ritos, el rito de la (nueva) misa es un rito bastardo, los (nuevos)
sacramentos son unos sacramentos bastardos, nosotros no sabemos más si se trata
de sacramentos que dan la gracia o que ya no la dan, nosotros no sabemos más si
esta misa da el cuerpo de Nuestro Señor Jesucristo o si ya no lo da”!!! (Mons.
Lefebvre, Misa de Lille, 29 de agosto 1976). ¡¿Y entonces ahora como vamos a
justificar nuestra desobediencia de largos años en el no querer adoptar esta
nueva misa y estos nuevos sacramentos, si estos son “legítimos”?!
Y no es tampoco por el hecho de que los
conciliares aceptaran este tipo de declaraciones (las que son de la nueva
política de la Fraternidad), que por ello ya estarían en un proceso real de
conversión, pues las cosas quedarían en ese estado, sobre todo porque ellos no
han dado pruebas tangibles de buscar la verdad, y si no dan señales serias
de conversión es peligroso e inútil colaborar con
ellos. Suponer a todo precio la buena voluntad de sus interlocutores no solo es una
ilusión sino, en nuestras circunstancias, un riesgo mayor...
Precisemos que no sería
posible una colaboración con los conciliares aún cuando ellos diesen
algunas señales auténticas de conversión, sino sólo cuando ellos ya
estuviesen de hecho, completamente convertidos, y no antes, de ninguna
manera. Pues aunque también los protestantes, u otros herejes, tengan muchos
puntos en común con los católicos, eso no quiere decir que por ello tengamos
que colaborar pastoralmente con ellos...!!!
LAS RAZONES PROFUNDAS DE ESTA TÁCTICA
Comencemos por hacer la distinción entre el liberalismo
doctrinal y el espiritu liberal. El primero estaría presente en
alguien cuando éste alguien aceptara abierta y explícitamente la doctrina y los
principios liberales condenados por la Iglesia. El segundo, más engañoso, sería
el de un católico que por motivos de orden práctico llegara a hacer
concesiones prácticas con el liberalismo omnipresente de nuestro tiempo, al
punto de comprometer y aun de sacrificar progresivamente los principios.
Aun si lo que quiere esta persona en realidad es
simplemente ser más eficaz en sus actos, el problema estaría en que esto
lo haría a pesar de los principios... Y es así que el espíritu liberal conduce
por los caminos que llevan al liberalismo francamente doctrinal... El
espíritu liberal es una corrupción y enfermedad del espíritu, una incoherencia
e inconstancia de la inteligencia que vuelve al hombre en cierta medida
desligado de la realidad.
Los que tienen un espíritu liberal tienen
tendencia a hacer sus afirmaciones en función de la realidad práctica. Si la
realidad práctica cambia, ellos también cambian sus palabras. Sus palabras, y
sus principios eventualmente, se adaptan a los hechos, y no los hechos a sus
palabras y principios como debería ser.
En este sentido podríamos
dar algunos ejemplos:
- Mons Fellay dijo, hablando de los acuerdos con
Roma conciliar, en su carta de
respuesta a los tres obispos de la Fraternidad: “Por el BIEN COMÚN de la
Fraternidad preferiríamos de lejos la solución intermediaria actual de
status quo, pero obviamente ROMA NO LA TOLERA MÁS.”! (14 de abril
de 2012).
- Mons. Fellay había aprobado junto con el
Capítulo General de la Fraternidad del 2006 que no se harían acuerdos
prácticos sin acuerdos doctrinales. Pero ahora, por motivos de “mayor
eficacia”, en las seis condiciones propuestas por el Capítulo General del 2012 ya
no se exige la conversión de Roma antes de cualquier acuerdo. Esto además
en desarmonia con las palabras de Mons. Lefebvre hablando de este tema “Si no aceptan la DOCTRINA de sus predecesores, es
inútil hablar” (Fideliter Nº 66, nov.-dic. 1988).
- Durante muchos años Mons. Fellay en sus
sermones, escritos, conferencias,... nos puso en guardia contra el Concilio
Vaticano II, denunciándolo y estigmatizándolo, todo esto para ahora decirnos
que “El Concilio debe ponerse
DENTRO de la gran Tradición de la Iglesia, debe ser entendido DENTRO de ella y
EN RELACIÓN con ella. Estas son declaraciones con las que nosotros estamos
TOTALMENTE DE ACUERDO, TOTALMENTE, ABSOLUTAMENTE.” (11 de mayo de 2012); “Da
la impresión de que rechazamos todo el Vaticano II. Sin embargo, aceptamos el
95%.” (entrevista a “La Liberté”, Mayo de 2001); “Después de las
discusiones, nos hemos dado cuenta que los errores que creíamos provenientes
del concilio de hecho son resultado de la interpretación que generalmente se ha
hecho de él” (entrevista a “Catholic News Services”, Mayo de 2012). Sin
embargo, recordemos lo que Mons Lefebvre decía sobre el famoso concilio en su
declaración del 21 de nov. del 74: “Todas estas reformas (las del concilio), en
efecto, han contribuido y contribuyen aún a la demolición de la Iglesia, a la
ruina del sacerdocio, a la aniquilación del Sacrificio y de los sacramentos, a
la desaparición de la vida religiosa, a una enseñanza naturalista y
teilhardiana en las universidades, en los seminarios, en la catequesis;
enseñanza salida del liberalismo y del protestantismo condenados repetidas
veces por el magisterio solemne de la Iglesia” y “Esta Reforma siendo el fruto
del liberalismo, del modernismo, ella está envenenada toda
entera; ella sale de la herejía y lleva a la herejía, aun si todos sus
actos no son formalmente heréticos”.
Precisemos que este espíritu liberal puede tener diversos
grados según la formación y la educación de la persona concernida. Pero
hay que añadir que el espíritu liberal es algo contagioso y que hay que tener
mucho cuidado en no caer en esta odiosa enfermedad (yo he
conocido muchos casos de personas concretas caídas en ella gravemente), porque
después de caer en ésta es prácticamente imposible el liberarse. ¿Y esto
porqué? porque es un pecado contra el Espiritu Santo y la ceguedad que se sigue
un castigo de Dios...
Pretendían ser unos grandes diplomáticos y han
caído en la trampa de sus propias sutilezas, querían envolver a sus
interlocutores y son ellos los que han quedado envueltos.
Y respecto a Mons. Fellay (y últimamente Mons.
de Galarreta) su inconstancia doctrinal, su oportunismo semántico y sus errores
prácticos o tácticos denotan la enfermedad prácticamente incurable del espíritu
liberal en razón de la cual desgraciadamente ya no podemos más tenerles
confianza...
LOS ÚLTIMOS HECHOS: VERDADES A MEDIAS = MENTIRAS
COMPLETAS
Ni la ultima “Carta a los amigos y benefactores
de la Fraternidad” de Mons. Fellay, ni el artículo del Padre Mario Trejo en el
boletín del priorato de la Ciudad de México de este mes de abril, han
respondido de manera concluyente a las objeciones que varios obispos, tantos
sacerdotes y fieles han manifestado de una manera cada vez más fuerte.
- Pues se sigue manteniendo el principio de
la posibilidad de unos acuerdos o por lo menos no se reniega de él.
- Se mantiene una apertura y un diálogo
demasiado benignos y confiantes con una Roma que no quiere convertirse. “... esta unión adúltera entre la
Iglesia y la revolución se concretiza en el diálogo”! ( Mons
Lefebvre, Misa de Lille, 29 de agosto 1976).
- Se utilizan algunos textos de Mons. Lefebvre
pero sin dar aquellos que contradicien su nueva diplomacia y sus nuevas
tentativas de compromiso, como serían: la malicia de la nueva misa y de los
nuevos sacramentos; la imposibilidad de acuerdos en razón de las diferencias
doctrinales y de la falta de honestidad de los conciliares; la diferenciación
radical entre Iglesia Catolica e iglesia conciliar; el rechazo del nuevo
derecho canónico (expresión jurídica de un concilio modernista), al cual se lo
acepta en bloque; etc.
- No se desdicen de muchas declaraciones graves,
o por lo menos ambiguas, del pasado y que exigirían una reparación, como las
seis condiciones para hacer los “acuerdos” pronunciadas oficialmente por el Capítulo
General del 2012, que son un verdadero escándalo, porque se trata
de un verdadero compromiso con nuestros enemigos.
El Padre Trejo lanza en su artículo una grave
acusación: “Los sacerdotes que salen de la Fraternidad atacando abiertamente al
Superior General, Monseñor Fellay, so pretexto de fidelidad a la Fe de siempre”.
Pero él no justifica esta grave acusación ni responde a las objeciones que en
mi carta abierta le propuse, lo cual tampoco hizo en los años que pude convivir
con él, pues siempre evitó con mucho cuidado el hablar de todas estas
cuestiones, respondiendo siempre con el argumento de su autoridad, o con alguna
acusación que no venía al caso. Por lo visto él pone en el mismo costal a todos
los sacerdotes que salen hoy de la Fraternidad... lo cual es demasiado
simplista e injusto. También está ahí escrito, que la cifra de estos sacerdotes
no llega a 20 y añade después que son solo un 4%, lo cual no es un argumento
teológico sino más bien “numérico”, escamoteando así el verdadero problema sin
hacer frente a los argumentos con razones suficientes (que no las tiene). Se
hace de la autoridad y de la obediencia el argumento absoluto, lo
cual es curiosamente también lo que pasó durante y después del
famoso Concilio Vaticano II, no hay nada más que decir, no hay nada más que
pensar, todo es así de simple...
No toma tampoco en ninguna cuenta las razones de
la carta de los tres obispos a Mons. Fellay, pero en cambio sí minimiza el caso
como si ellos se refiriesen a los acuerdos que en ese momento se vislumbraban,
como si el problema sólo fuese una cuestión de momento y no una cuestión de
principio. Lo cual no es intelectualmente honesto. Y si el internet le molesta
tanto es porque hoy es accidentalmente una vía para que mucha gente se informe
de la realidad de los hechos, en efecto, hay varios sitios que son serios y
confiables ¿porque acaso también la Fraternidad no tiene sus sitios...?
El Padre Trejo reconoce el hecho de la
prohibición que me hizo, es decir, de que yo no hablara de estos temas con los
fieles, por causa del “bien común” porque yo era un obsesionado por
estos temas, los cuales además “perturban a los otros”. Como siempre, no hay
ninguna respuesta a los argumentos, ni a los de los obispos, ni a los de tantos
sacerdotes, ni a los míos... lo cual demuestra que no se trata de un caso
aislado, como él lo presenta, sino generalizado. Pero aún ahí, recordemos que
son las razones que nos unen las que deberían contar como argumento y no el
número.
También reduce descaradamente los problemas
doctrinales que nos aquejan a problemas “prudenciales” para justificarse,
¡como si las “tratativas con Roma” no fueran un problema ante todo
doctrinal!
Y después, a la pregunta de si “¿se puede
manifestar a la autoridad su opinión?” responde diciendo que “cualquiera, con o
sin conocimiento acabado de causa” no debe criticar al superior (preciso que
“manifestar” y “criticar” no es la misma cosa). Pero yo pregunto: ¿y esto, aún
en un caso del bien común, como sería el de la conservación y de la
sobrevivencia de lo poco que queda en el mundo de la Tradición? Disculpe padre,
eso no es ser “desatinado”, aún si se hieren algunas suceptibilidades
autoritaristas...
También quisiera señalar que, contrariamente al
aviso que se puso en la entrada, tanto en la Iglesia de Nuestra Señora de
Guadalupe como de la iglesia del convento de las Madres Mínimas Franciscanas de
esta ciudad, no corresponde a la verdad lo que ahí decia: “...el Padre Hugo
Ruiz Vallejo abandonó su puesto y dejó la Fraternidad, so
pretexto de fidelidad a la Tradición...” puesto que yo en mi carta
pública ya había precisado que había “decidido continuar mi ministerio fuera de
la estructura de la Fraternidad, aún si yo sigo perteneciendo a ésta”, luego
esto no fue hecho con la intención de “abandonar” la Fraternidad sino pura
necesidad de defensa de la Tradición y para orientación de nuestros fieles.
¿Acaso Mons. Lefebvre dejó de ser católico el día que dejó de hacer su
ministerio en el interior de las estructuras de la Iglesia oficial? Y no solo
eso, hasta lo excomulgaron... ¿Y entonces...?
Cuando se comienza a abandonar de una manera
obstinada la verdad (aún si al principio es sólo un abandono parcial), se
tiende naturalmente a caer en actitudes sectarias. ¿Y cuáles serían las
características de una actitud sectaria? : grupos cerrados (autoridad
demasiado hermética); mandatos fundados sólo en la voluntad y
no en la razón (obediencia ciega); secretismo y aislamiento
excesivo de los miembros; castigos desproporcionados y
unilaterales; avasallamiento de la personalidad (eclipsando
demasiado la sana libertad, el sano juicio personal y los sanos criterios
propios). En efecto, el “secretismo” se ha vuelto hoy moneda corriente, muchos
de los documentos de los “diálogos” con Roma, que son hechos de interés
mayor para todos nosotros (pues conciernen a la existencia misma de la
Tradición y luego la salvación de nuestras almas...), no han sido conocidos
sino por indiscreciones o filtraciones. Y luego, de otra manera tal
vez éstos no hubieran sido conocidos y el proceso de “los acuerdos” hubiera
sido concluido ya... Es así que las Madres Mínimas Franciscanas de esta ciudad,
según las directivas de Mons. de Galarreta y del Padre Trejo, han sido aisladas
de una manera cada vez más hermética, ellas están bajo el control de su
autoridad...
¡Dios nos libre del nuevo fariseísmo que se está
gestando!
LA SITUACIÓN PELIGROSA ACTUAL
La posición ambigua de
nuestros superiores nos obliga a nosotros sacerdotes a poner en alerta a
nuestros fieles. Esto es un deber de estado, lo contrario sería el caso del
mercenario que abandona a las ovejas cuando ve acercarse al lobo...
Desgraciadamente hoy hay una gran represión dentro de la FSSPX
hacia todos aquellos que se interesan en estos temas y que tratan de
hacerlos conocer a los demás.
Nosotros los sacerdotes que resistimos no
queremos la división, pues siendo la doctrina católica y la seguridad de ella
el verdadero criterio de unidad y armonía entre los cristianos, los verdaderos
responsables de la división son aquellos que la ponen en peligro con sus
imprudencias. La autoridad está al servicio de la doctrina y de la salvación de
las almas y no es un absoluto.
Y esta actitud de persecución
se vuelve tanto más sospechosa cuanto, simultáneamente a
ella, no se reparan ni corrigen los errores pasados. Nosotros no podemos
colaborar con esta obra de desinformación de los fieles.
Desinformación para poder llevar a cabo “los arreglos” y la dilución progresiva
de la Tradición. Actuar después que los hechos tan temidos fuesen consumados,
implicaría demasiados riesgos para nuestras almas y las de nuestros
feligreses. Sin embargo, hay un mal ya presente y es el silencio sobre
muchos puntos doctrinales importantes, aunado a esta nueva
actitud sinuosa y ambigua que nos ha debilitando tanto gradualmente desde hace
ya varios años. Bastaría comparar las declaraciones oficiales de
la Fraternidad de hace 15 años y las de hoy. Tampoco los sacerdotes podemos seguir
permitiendo el ser neutralizados con diversas disposiciones (mutaciones o
cambios de adscripción, etc.) pues todo esto forma parte de un proceso. No
podemos tampoco colaborar pasivamente en la destrucción de la Fraternidad y de
la obra de la Tradición, no podemos permitir perder los medios para conservar y
transmitir la fe católica íntegra a las generaciones venideras.
El espíritu “Ecclesia Dei” está
penetrando gradualmente en la Fraternidad. Mons. Lefebvre desaconsejaba
positivamente de frecuentar los medios “Ecclesia Dei” por el
peligro de contaminación que esto representaba, aún si la Misa y los
sacramentos fueran buenos... Por el peligro de ser absorbidos y diluidos
gradualmente en la iglesia conciliar... Yo pienso sinceramente que hoy los
dirigentes de la Fraternidad han tomado esa dirección y que todos debemos estar
informados.
Padre Hugo Ruiz V.
Ciudad de México, el 7 de mayo del 2013