Isaac
Sacca, gran rabino de la Comunidad Sefardí de Buenos Aires, propuso en el
Vaticano al papa Francisco un proyecto para promover entre jóvenes de distintas
creencias acciones comunitarias conjuntas en favor de la tolerancia y la paz.
«Su Santidad estuvo de acuerdo y pidió que me reuniera con las autoridades de
la Iglesia en la Argentina para que hagamos un plan y empecemos a trabajar»,
explicó el rabino.
Sacca,
judío ortodoxo de 48 años, fue la primera persona de alta jerarquía de la
colectividad judía argentina recibida en audiencia privada por el pontífice, el
25 de abril último, en el marco de las reuniones que éste realiza para cultivar
vínculos entre comunidades religiosas.
«Propusimos
que los jóvenes, cada uno en su ámbito, cada uno con sus ideas y creencias,
elaboren proyectos para trabajo voluntario en iniciativas comunitarias,
generando en las futuras generaciones aceptación y tolerancia hacia los que
piensen distinto, que no se asusten del otro, ni se rechacen ni se agredan por
pensar diferente o tener distintas religiones», explicó Sacca.
El
líder religioso, fundador y presidente de la Organización Mundial para la
Juventud Menorá, con sede central en Buenos Aires y otras en Tel Aviv,
Jerusalén, Shanghai, Nueva York y Odessa, entre otras ciudades, propuso que los
jóvenes presenten sus proyectos a un consejo de rabinos y sacerdotes católicos
y de otros cultos, también del Islam, para su evaluación.
«Las
creencias, si se utilizan mal, pueden llegar a destruir la sociedad; si se
utilizan bien, resultan en beneficio de la sociedad, pueden traer paz y
bendición», afirmó.
El
rabino, que conoce a Jorge Bergoglio desde hace siete años, dijo que las
reuniones que sostuvo con él en Buenos Aires «fueron el preludio de esto; nunca
hablé con él temas políticos de la comunidad ni de política nacional, siempre
sobre la problemática de la sociedad: la educación, el respeto, la familia».
Sacca
elogió en el ahora papa «su actitud de querer hacer algo por la sociedad
constantemente; es muy serio, de trabajo, vive cada momento de su vida con
responsabilidad».
«Y
siempre la humildad, otra de sus características. En Roma nos dio el mismo
trato que en Buenos Aires. Cuanto más grande, más humilde», comentó.
El
religioso dijo que dirige su trabajo especialmente a la juventud, porque
«encontramos en ella la esperanza y el futuro».
Mencionó
el antecedente de Jóvenes Judíos por la Paz, un proyecto nacido hace un año,
tras cruentos atentados en la ciudad francesa de Toulouse, en el que se
involucró la Embajada de Francia en la Argentina.
Refirió
que ese proyecto surgió «a partir de la inquietud de jóvenes por hacer algo
para disminuir el odio entre las personas, para buscar herramientas para
disminuir el antisemitismo y los prejuicios contra judíos».
«Lo
vi como una raíz, que tal vez pudiera dar origen a Jóvenes Cristianos por la
Paz, Jóvenes Musulmanes por la Paz o Jóvenes Ortodoxos por la Paz y generar un
dinamismo y paz entre todos», propuso.
Aclaró
sin embargo, que su propuesta no es promover «un diálogo interreligioso sino
trabajar en conjunto, complementándonos, cada uno desde su tradición y
creencias y con respeto, sin que nadie pida explicaciones por ellas».
Sacca
ya había recibido una distinción de la organización Ihad in Hunum, presidida
por el sacerdote católico Patric Debois en París, que investiga el holocausto
de judíos y gitanos en Balas, Rusia, durante la Segunda Guerra Mundial.
En
el Vaticano, Sacca ofreció al pontífice recibirlo en la organización Menorá
como huésped de honor y en la comunidad sefardí, cuando regrese a la Argentina.
Le
regaló además una copa artesanal, de fina orfebrería, y una foto de ambos
tomada durante la última visita de Bergoglio a la Gran Sinagoga Sefardí de
Buenos Aires, donde oficia el gran rabino
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