Ya en 1990, el Padre La Praz me dijo
que se había dado cuenta de que había mala gente que se había infiltrado en la
Fraternidad San Pío X, de la misma manera que se hizo en el Concilio Vaticano
II. Lo hemos notificado a los responsables, y lo único que recibimos a cambio
fue una paliza con el báculo.
Padre Michel Koller, FSSPX, junio de
2012.
Estas palabras fueron pronunciadas por
el Padre Koller en su famoso sermón de junio
de 2012. Nos habló del Padre La Praz, el Sacerdote crucificado de la
FSSPX. Él ofreció su vida por su amada Fraternidad, dándose cuenta de la
infiltración que sufría. Murió en 1993 luego de 130 operaciones y de
sufrimientos terribles. El Padre La Praz fue sacerdote y víctima, apóstol en su
cama de hospital, misionero desde su cama de dolores. Pidámosle nos ayude a
darnos cuenta verdaderamente del alcance de esta infiltración que sufre la
Fraternidad.
Continuamos con el Padre Célier:
De la revista VEHEMENTER, n°3:
El Padre Grégoire Célier ha publicado
en el 2003 el controversial “La Paille et le Sycomore” para desacreditar los
trabajos de los señores Jean Vaquié y Etienne Couvert y su revista “Les Cahiers
Barruel”. Estos autores han sido prácticamente los únicos en Francia, entre los
años 1978 y 1997, en advertir contra las infiltraciones de los autores
esotéricos en los medios católicos tradicionales. Una tal audacia de
querer desacreditar personas tan honorables y los trabajos tan útiles para el
combate de la Fe, es muy desconcertante.
El Padre Grégoire Célier se cree con
el deber, a ejemplo del doctor Guillotin, de decapitar las cabezas de los
señores Vaquié y Couvert y los trabajos de los Cuadernos Barruel. En París, en
la época del terror, ¡le habría ido muy bien!
Y ya que se especializó en este
género de altas obras, tenemos también la serie antieducativa "Pequeño
Ángel", escrita y dibujada por Jean-Luc Cherrier, en las ediciones Fideliter,
en la cual todos los adultos son decapitados (una idea de Gricha!), y la
tarjeta de felicitación 2006, repitiendo algunos dibujos de la misma serie, lo
demuestran: Al Padre Célier le gusta decapitar a los adultos.
Aparte de la serie anti-educativa
“Pequeño Ángel”, el padre Célier, siendo responsable de las ediciones Fideliter
y Clovis, promueve sus libros como el siguiente, sacado del catálogo Clovis del
2007:
En este mismo catálogo, podemos
encontrar varios libros de la señora Huguette Pérol, fundadora del GREC, libros
editados también por Clovis y dirigidos a la juventud.
Y en el catálogo en línea actual, todavía encontramos este libro de la
citada señora Pérol: Huracán en el Vaticano. http://www.clovis-diffusion.com/PBSCProduct.asp?ItmID=1641204
Pues bien, el señor Etienne Couvert (el
cual dijimos es co-autor de los Cuadernos Barruel con don Jean Vaquié) escribe
a Monseñor Fellay expresando su justa indignación por la publicación de La
Paille et le Sycomore del Padre Célier:
Lyon, el 21 de marzo de 2004
Monseñor,
Dos sacerdotes de su Fraternidad se atribuyeron el derecho a publicar
200 páginas de insultos y de escupitajos sobre mi persona y mis escritos. Un
solo sacerdote de su Fraternidad tuvo el coraje de tomar públicamente mi
defensa. Todos los demás se portaron como cobardes.
Esperé varios meses el restablecimiento de mi honor y de la verdad. En
vano. No creo que el Señor pueda bendecir una Institución religiosa que se
comporta así.
Obispo, es por usted que soy deshonrado. Le grito mi tristeza y mi
indignación.
Etienne COUVERT
A lo que Monseñor Fellay le responde:
Menzingen, 26 abril 2004
Estimado señor,
(…)
(…)
Le diría que si esperaba recibir una palabra por parte suya, la veía bajo
la forma de una respuesta punto por punto sobre lo que el Padre Célier creyó su
deber cuestionar en sus estudios. El deseaba un debate de ideas y yo pensé que
usted estaría decidido a demostrar la coherencia de sus escritos. Ante esta
esperanza, usted comprenderá que su carta me dejó perplejo. Hablar de “200
páginas de insultos y escupitajos”, decir que todos los sacerdotes menos uno se
comportaron como cobardes, y llegar a esta conclusión: Obispo, es por usted que
soy deshonrado, es una amplificación de lenguaje que no parece digno de su
persona. Es además una falta notable a la justicia y a la verdad.
Si efectivamente hay resbalones de lenguaje en la obra incriminada y, a
pesar del deseo expresado de no atacar a las personas, hubo algunas faltas a
esta regla, convendrá usted que no son “insultos y escupitajos”.
Sus defensores, a través de correo que recibí, trataron de demostrar la
falta del Padre Célier.
Yo creo que más que hacerme culpable de haberlo deshonrado, usted mismo
debería defender sus tesis con honor. Me parece indigno de un investigador
contentarse con quedarse callado o reaccionar solamente de manera emocional
cuando las tesis a las que ha dedicado su vida son cuestionadas.
Esperando… (…) Bernard FELLAY
Respuesta del señor Couvert a Monseñor
Fellay:
Lyon, 4 mayo 2004
Monseñor,
Mi correo del pasado 21 de marzo no era una respuesta a una
correspondencia anterior. La envié por mi propia voluntad. Era un llamado de
socorro. Desde hace varios meses soy burlado y odiosamente calumniado
por dos de sus sacerdotes.
Le he pedido defenderme contra sus acusaciones. Es el papel de un obispo
el ser protector de sus fieles.
Desde que recibí el libro de Paul Sernine, en noviembre pasado, lo he
leído atentamente. Me golpeó la maldad que se manifiesta en todas partes en el
curso de la lectura. Mis textos y mis hechos son deformados, tomados en el peor
sentido. No encontré ni una fórmula bondadosa o simpática en las expresiones
utilizadas por el autor, ninguna fórmula bondadosa o amable. Todo en este libro
es frío y seco, sin calor humano. Después de la lectura, lo tiré a la basura.
Yo no podía guardar ese libro en mi biblioteca.
Usted me dice que el Padre Célier deseaba un debate de ideas. ¿Pero,
qué debate? No hubo el mínimo debate, ni el mínimo diálogo. Los padres Célier y
de Tanouarn organizaron emisiones en Radio-Courtoisie, conferencias en algunos
prioratos de Francia, en el curso de los cuales pudieron lanzar críticas y
acusaciones a las cuales no pude responder. Jamás fui invitado.
Ellos no vinieron a visitarme ni a proponerme un encuentro o un diálogo,
que ellos evidentemente no desean organizar. Yo no llamo a eso un debate de
ideas, es más bien una agresión unilateral sin posibilidad de
respuesta.
Además, desde hace mucho tiempo la Fraternidad me ha puesto en el
Índice. Ella rechaza absolutamente citarme, también a presentar mis trabajos
sobre la Gnosis. No pude leer ninguna recensión de mis libros en FIDELITER, por
ejemplo, como en otras publicaciones de la Fraternidad. Mi nombre jamás es
citado. Usted pudo invitarme a una entrevista o a una plática, como lo hacen
frecuentemente en FIDELITER. Estoy excluido de la Fraternidad
en cuanto escritor, y de eso hace mucho tiempo, mientras que, por otra parte,
mis libros se difunden en nuestras familias tradicionales.
Respondí, en febrero pasado, a algunas preguntas planteadas por
Christian LAGRAVE en LECTURE ET TRADITION. Estas respuestas no
fueron retomadas en las publicaciones de la Fraternidad, lo que demuestra que
el debate de ideas no es deseado.
Usted me dice que debería demostrar la coherencia de mis
escritos. Pero no puedo escribir un nuevo libro para explicar los
precedentes. La coherencia está en mis escritos. Es suficiente leerlos
para encontrarla. En la Fraternidad no se ha hecho el mínimo esfuerzo
por difundirlos.
Usted, ¿ha leído
verdaderamente mis libros? Lo que se llama leerlos seriamente, con
pluma en la mano, como yo lo hago siempre. Es la primera cosa que se debe de
hacer antes de comenzar no importa que debate. Yo siempre me niego a
responderle a personas que tienen críticas a mi costa sin haber leído mis
libros. Es la primera de las honestidades.
Yo no tengo que defender mi tesis. Lo que he escrito en mis libros,
no son tesis, son verdades fundamentales de la Fe católica. Ellos se
defienden por sí mismos, sin mi intervención. Para responder al libro de Paul
Sernine, es suficiente releer mis libros. Ellos contienen todas las
respuestas necesarias ante las acusaciones. Yo no quiero verme obligado a
reescribir páginas enteras de mis libros ya editados y re-editados.
Por lo tanto, reitero mi llamado: Obispo, es por usted que soy
deshonrado. Le suplico quiera usted defenderme contra mis adversarios. Espero
que usted haya bien entendido mi queja.
Quiera usted… Etienne Couvert.
Continúa...