MONSEÑOR
WILLIAMSON
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ELEISON 294
GREC – I
Hace algo más
de un año, un pequeño libro de unas 150 páginas fue publicado en Francia. Eso
debe ser muy embarazoso para los dirigentes de una cierta Fraternidad religiosa
pues él demuestra que los esfuerzos de ellos apuntando a la unión con la Nueva
Iglesia se remontan de hecho a muchos años, al menos a los años 1990. Por
supuesto, si esos dirigentes están orgullosos de sus esfuerzos, no sentirán
ningún tipo de remordimiento, pero si ellos durante años han ocultado estos
esfuerzos, hay que desear que, por lo menos a los lectores de este librito, se
les abran los ojos.
“Para la
Necesaria Reconciliación” fue escrito por un sacerdote de la Nueva Iglesia, el
Padre Michel Lelong, sin duda porque él, por lo menos, se muestra abiertamente
orgulloso del papel de primer plano que él ha tenido en la tentativa del GREC
para llevar a buen término la “necesaria reconciliación” del Vaticano II con la
Tradición, o sea de las autoridades Romanas con la Fraternidad San Pío X.
Ordenado en 1948 y profundamente implicado en las relaciones interreligiosas
incluso aún antes del Concilio Vaticano II, en particular con el Islam, saludó
“con alegría y esperanza” (¿suena familiar? –¿Gaudium et Spes?) el Concilio que
se esforzaría en adaptar la Iglesia a los tiempos modernos. Uno de sus
colaboradores laicos en esta tarea fue un distinguido diplomático francés y
alto funcionario gubernamental, Gilbert Pérol, Embajador de Francia en el Vaticano
de 1988 a 1992.
Como
diplomático profesional y católico practicante, Pérol creía profundamente en la
necesidad de reconciliar la FSPX, verdaderamente católica, con el Vaticano, sin
duda católico. ¿Cómo pues podría darse la menor oposición entre los dos? ¡Los
dos eran Católicos! La oposición no tenía pues por que existir. Por ello en
1995 redactó el esquema de una solución en un texto corto que serviría de carta
magna para lo que sería el GREC, un laboratorio parisino de ideas que recibió
su nombre a partir de las iniciales del Grupo de Reflexión Entre Católicos.
Haciéndose eco del drama de millones de Católicos desgarrados desde los años
1960 entre el Concilio y la Tradición, el texto de Pérol merece un momento de
atención.
No siendo él
un teólogo, según dice él mismo, él piensa que la situación actual de la
Iglesia y del mundo requiere que el problema de las divisiones entre Católicos,
después del Concilio, tendría que ser reformulado “en términos totalmente
nuevos”. Es más bien como diplomático que él propone que, por un lado, Roma
tiene que admitir que ha gravemente maltratado el rito Tridentino de la Misa y
tiene que levantar las excomuniones de 1988, mientras que por el otro lado, la
FSPX no tiene que rechazar totalmente el Concilio y debe reconocer que Roma es
siempre la más alta autoridad en la Iglesia.
En otras
palabras, como diplomático, Pérol proponía que con sólo algunas pequeñas
concesiones mutuas, de una parte y de otra, entonces la lucha encarnizada vería
esfumarse su aspereza al desaparecer la oposición entre el Concilio y la
Tradición, y todos los Católicos podrían de nuevo vivir felices para siempre.
De tal manera que él mismo, como millones de otros Católicos, no se verían en
la obligación de elegir entre abandonar Roma para salvar a la Tradición o
abandonar la Tradición para salvar a Roma. ¡Maravilloso! ¡De vuelta a la zona
confortable de los años 1950! Pero los años 1950 se han ido para siempre.
Entonces, ¿Dónde está el error en su razonamiento?
Se encuentra
justo en el principio cuando él dice que no es teólogo. Es cierto, puede no
haber sido un teólogo profesional, pero todo Católico debe ser un
teólogo amateur, o, mejor dicho, debe conocer su catecismo, porque es
solamente a la luz de su doctrina que él puede juzgar cuestiones de Fe. Cuando
Nuestro Señor nos advirtió que hay que discernir entre los corderos y los lobos
(Mt.VII,15-20) ¡no se dirigía solamente a los teólogos profesionales! Así,
Pérol renunciando a la “teología” en favor de la diplomacia, constituye un
ejemplo más de la incapacidad del hombre moderno de aprehender la importancia
de la doctrina. Esta incapacidad es la lección más importante que hay que sacar
de este librito sobre el GREC.
Kyrie eleison.