COMPENDIO
DE VERDADES OPORTUNAS QUE SE
OPONEN
A LOS ERRORES CONTEMPORÁNEOS
Mons.
Antonio de Castro Mayer
Sobre
métodos de apostolado
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FALSO
El
hereje y el pecador, personas bien intencionadas, pero que se equivocaron en
la apreciación de la verdad y del bien, nunca deben ser combatidos y atacados
en sus ideas o costumbres, por lo menos de forma directa. Tal procedimiento
necesariamente les alejaría y les haría rebelarse. Por el contrario, si con
blandura se les hace ver su error, lo reconocerán y se convertirán.
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VERDADERO
Dios
da a todos la gracia para conocer la verdad y el bien de modo que los errores
de buena fe, en este punto, son accidentales y anormales. La verdadera
mansedumbre cristiana, que no envuelve condescendencia en materia de Fe y
costumbres, es medio muy eficaz y en sí mismo preferible en el trato con
herejes y pecadores. Pero cuando la obstinación resiste a la acción blanda y
persuasiva de la caridad, cuando la insolencia causa escándalo al pueblo
fiel, es necesario el empleo de métodos enérgicos y combativos.
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Explanación
La
proposición impugnada peca por simplismo y unilateralidad.
Ciertamente,
hay herejes, infieles y pecadores susceptibles de ser atraídos por la suavidad
cristiana. Sería error manifiesto emplear con ellos una energía innecesaria.
Sin embargo, hay también —y en ciertas épocas son, por desgracia, muy numerosos
— herejes y pecadores que no se mueven si no es por la condenación enérgica de
su error, y el saludable temor del estado en que se encuentran. Fue el caso del
Profeta Natán con David.
En
esta materia es necesario tener en cuenta los diversos temperamentos. Para
convertir al Apóstol de las Gentes, la Providencia, siempre amorosa, creyó
necesario derribarle en tierra. Además, el empleo de métodos de apostolado no
debe tomar en consideración las conveniencias del hereje o del pecador, sino
también, y ante todo, la salvación y edificación de los que viven en gracia de
Dios. Cuando un hereje o pecador, en lugar de conservarse humildemente en la
penumbra, se jacta de su error, y hasta llega a propagarlo con la palabra y con
el ejemplo, muchas veces se hace necesario reducirle con energía. Las Sagradas
Escrituras están llenas de ejemplos que contienen esa doctrina: San Pedro con
Ananías y Safira, San Pablo con el incestuoso de Corinto, etc.