miércoles, 18 de septiembre de 2013

EL DOBLE-PENSAR DE LA NUEVA FSSPX: DE CÓMO EL PADRE BOUCHACOURT CONTRADIJO A MONS. LEFEBVRE





Veamos otro ejemplo –apelando a nuestro archivo- de cómo en la Nueva FSSPX se instaló desde hace muchos años el sistema de la contradicción o el doble-pensar que llevó a la colisión del barco con el iceberg modernista y hoy lo está haciendo hundir. No se trata de hilar muy fino ni de “buscar roña”, sino de tratar de comprender un fenómeno muy sutil pero terriblemente mortífero. Perdido el vigor y la claridad en la forma de pensar, se terminó actuando contra los principios que antes se profesaban como inmutables. Veamos:

Revista Iesus Christus Nº 112, Julio-Agosto de 2007. En un editorial titulado “DESPUÉS DEL MOTU PROPRIO…”, el Superior de Distrito P. Bouchacourt escribe:

“Es claro que publicando el Motu Proprio el Papa ha mostrado un coraje real, por el cual le estamos agradecidos; sin embargo, es de lamentar que el texto se inspire en los principios mortíferos del Vaticano II”.

Apenas un párrafo atrás, el P. Bouchacourt había citado, entre otras, estas palabras de Mons. Lefebvre:

“No hay que creer que en razón de ciertas medidas y ciertas observaciones que son más conformes al espíritu tradicional ha terminado el combate. Este combate por la fe en el cual hemos sido colocados nos ha hecho tomar la decisión de no aceptar las reformas posconciliares, ya que fueron hechas según este espíritu ecuménico y liberal. Y por lo tanto, todo lo que se hace en este espíritu de liberalismo, el cual ha sido condenado por los Papas, no puede ser aceptado por ser contrario a nuestra fe, contrario al bien de la Iglesia, contrario a la salvación de las almas y contrario a la vida humana, social y cristiana, a la vida en sociedad”.

El P. Bouchacourt cita a Mons. Lefebvre donde este dice que hay que rechazar el espíritu –es decir, los principios- liberales (que son los del Vaticano II), y de inmediato el P. Bouchacourt dice que Benedicto XVI tuvo “coraje” en tomar una medida inspirada en los malos principios del Vaticano II…unos principios liberales que fueron aceptados al aceptar el Motu Proprio donde coloca la Misa tradicional a la par de la misa nueva del masón Bugnini.

Es decir: Mons. Lefebvre dice que hay que rechazar el espíritu liberal… por eso nosotros aceptamos el espíritu liberal que equipara las dos misas opuestas -con el agravante de que se afirma que el Novus Ordo es el rito ordinario y la Misa tradicional el rito extraordinario. Se acepta ese espíritu ecuménico que menciona Mons. Lefebvre y que Mons. De Galarreta confesará en una entrevista que es lo que hace Roma con la Fraternidad: ecumenismo (cfr. Iesus Christus Nº 121, Enero/Febrero 2009). No obstante ese reconocimiento, se han aceptado todas esas medidas “liberales y ecuménicas” de Roma hacia la FSSPX…para criticarlas puertas adentro, así se tranquiliza a la propia tropa.

Luego, se habla muy bien en la revista citada contra la peste del Modernismo. Pero todo ello no son más que palabras que se han visto sometidas por los hechos, unos hechos donde, lejos de mostrar el proclamado amor por la integridad de la doctrina, se mostró más bien la astucia de una diplomacia que busca un interés “negociable”: el acuerdo canónico con la Roma conciliar.  

Con su lamento, el P. Bouchacourt nos hace acordar a Mariano Moreno, el “numen” de Mayo, futuro “héroe” de la Revolución de Mayo de 1810 en Argentina, revolucionario jacobino que, pocos años antes, durante las invasiones inglesas a Bs.As., según cuenta la biografía escrita por su hermano Manuel, sólo atinó a llorar ante la vista de las tropas invasoras, sin sumarse a la lucha heroica que hombres, mujeres y niños dieron para rechazar victoriosamente al invasor impío.

No alcanza con lamentarse, es inútil si a la vez no se pelea firmemente contra los enemigos, y en cambio se acepta que nos imponga sus malos principios, su mal espíritu, sus condiciones que nos llevarán a la propia ruina. Los buenos principios deben sostenerse hasta las últimas consecuencias. La inconsecuencia es la que lleva al propio auto engaño y, finalmente, a ser un católico a medias, o todavía peor, un católico liberal. Tengamos cuidado de no empezar cediendo para terminar cayendo por este abismo. Cuidado con el doble-pensar y el vaciamiento del lenguaje.