Alejandro Villarreal
Sólo
una adecuada perspectiva nos podría abrir los ojos ante las acciones que se van
a tomar en el Vaticano en las próximas horas respecto a facilitar, abaratar y
democratizar la anulación del matrimonio sacramental, en una palabra
pisotearlo. Hoy se nos quiere hacer creer que es un acto de misericordia y
caridad el facilitarle a los adúlteros deshacerse de sus legítimos cónyuges
para que puedan vivir con sus concubinas (y comulgar además) y pretender que
así se zanje el problema de la aparente “epidemia” de matrimonios sacramentales
rotos de hecho. ¿Es esta una verdadera solución católica que manifiesta una
verdadera misericordia y caridad para con el prójimo? Para responder esta
pregunta quisiera citar el caso de Portugal y su consagración al Corazón
Inmaculado de María el 13 de mayo de 1931. Para este fin tomo una parte de una
conferencia de John Vennari (¿Cómo sabremos que Rusia ha sido consagrada?: La predicción del
Card. Cerejeira) y que puede consultarse en este blog. ¿Qué obtuvo Portugal
a partir de mayo de 1931 y los años venideros producto de esta Consagración y
de haber reafirmado dicha consagración? Vennari lo resume así:
Portugal
experimentó un triple milagro producto de esta consagración de 1931: un
renacimiento católico en la vida de los fieles, se practicaba íntegramente la
religión (nótese que se habla del año 1931 cuando no se manifestaba
públicamente la herejía modernista ni sus errores perniciosos que sufrimos
hoy); se manifestaba un orden social y político en armonía con la doctrina
católica (su presidente era el católico Antonio Salazar quien fue bendecido por
el papa Pío XII y quien disolvió la masonería en Portugal durante su mandato);
se manifestó una verdadera paz. Portugal fue preservada del terror comunista y
las guerras intestinas que provocó, como en el caso de España y su “guerra
civil”; Portugal fue preservada de los estragos de la II Guerra Mundial… El
Cardenal Cerejeira en 1932 públicamente adjudicó todos estos efectos a la
consagración de 1931.
Esto
es tan sólo un pequeñísimo resumen de aquel glorioso acontecimiento, por lo que
recomiendo ver toda la exposición de John Vennari, e incluso consultar la
monumental obra del Hno. Michel de la Sainte Trinité, “Toda la verdad sobre
Fátima” (Vol. II), que también aborda este asunto. Una de estas manifestaciones
de orden social que me interesa traer aquí es una de las reformas civiles del
presidente Antonio Salazar:
“El
Estado portugués reconoce los efectos civiles del matrimonio celebrado de
acuerdo a las leyes canónicas”,
así
como otros artículos que desaprobaban y desalentaban el divorcio:
“En
armonía con las características esenciales del matrimonio católico, está
entendido que por el mismo hecho de la celebración de un matrimonio canónico,
los esposos renuncian al derecho legal de pedir el divorcio.”
El
efecto natural de esta coexistencia armónica (no mezcla, como nunca se dio en
países católicos) entre el poder temporal y el espiritual, es que el divorcio
fue prácticamente nulo y el matrimonio tuvo un auge, y hacia 1960 el 91% de los
matrimonios en Portugal eran sacramentales sin siquiera extrañar el falso
recurso del divorcio (¿Podríamos decir lo mismo hoy en este supuesto
“pentecostés conciliar”, que hay un auge del matrimonio sacramental y nadie
está pensando en divorciarse?). Obviamente, estamos hablando de una situación
que abrió las puertas a la gracia, la gracia fluía en Portugal gracias a la
sensatez de los hombres de la Iglesia y a la sensatez de los hombres del poder
civil. Hoy, por el contrario, hay un esfuerzo para bloquear la gracia. Es
necesario notar que todos estos efectos en Portugal se acabaron cuando entraron
los cambios impuestos por el II Concilio Vaticano y su espíritu destructor. De
esta manera podemos darnos cuenta, en un pequeñísimo resumen, cuál ha sido
históricamente la solución católica y qué debemos esperar de una solución
católica: que exista un auge en la práctica religiosa y no su disminución, y
que el poder civil deje de promover lo que es contrario a la voluntad divina.
Hoy los hombres de la Iglesia nos quieren vender una solución totalmente
contraria que disminuye la práctica religiosa, la diluye y la pisotea, pues en
una proposición totalmente contradictoria y peligrosa se nos dice:
…el
vínculo matrimonial sigue siendo indisoluble y que para la iglesia no hay
divorcio, la anulación puede tramitarse y se realizará en un proceso
más corto y gratuito, a través de un juez único, que será el obispo de la
respectiva diócesis, según lo estableció el Papa Francisco. Las
causales para la anulación son: la falta de fe, la falta de convivencia, el
aborto para evitar la procreación y la persistencia de una relación
extramarital…
Nota de B&T: Comparar esto con el Canon VII del Concilio de Trento sobre
el Sacramento del Matrimonio:
Si alguno dijere, que la Iglesia yerra cuando ha enseñado y
enseña, según la doctrina del Evangelio y de los Apóstoles, que no se
puede disolver el vínculo del Matrimonio por el adulterio de uno de los dos
consortes; y cuando enseña que ninguno de los dos, ni aun el inocente
que no dio motivo al adulterio, puede contraer otro Matrimonio viviendo el otro
consorte; y que cae en fornicación el que se casare con otra dejada la primera
por adúltera, o la que, dejando al adúltero, se casare con otro; sea
excomulgado. (fin de
cita)
A mi
modo de ver, esto es nada más que la promoción de la apostasía, el egoísmo, el
aborto y el adulterio. ¿Cuántas personas deseando nulificar sus matrimonios
sacramentales no caerán en estas prácticas desando obtener una causal de forma
desesperada? Esto dista mucho de ser una solución católica, ni hay misercordia
ni caridad. No podemos tener misericordia de Satanás ni de sus obras, tan sólo
un firme rechazo.
Estamos
totalmente acostumbrados a esta forma contradictoria de actuar de los hombres
de la Iglesia modernista, donde dicen una cosa y hacen otra, sin mencionar que
la actuación de los obispos, cuando se les ha dejado a su criterio la
aplicación o no aplicación de innumerables normas y prácticas ha resultado en
un autoritarismo y en un caos absoluto, como cuando bloquearon
intransigentemente la Misa en latín o cuando impusieron la comunión de pie y en
la mano y a los “minsitros laicos”. Para mí es bastante evidente la diferencia
abismal de la solución católica que se manifestó en Portugal a partir de mayo
1931 con lo que hoy se nos envuelve de esa misericordina bergogliana, y es
mucho más evidente cuando la solución está al alcance, la misma solución está
al alcance y está pendiente (y se hace necesaria desde hace mucho): que el papa
consagre Rusia al Corazón Inmaculado de la Virgen María.