P.
Bouchacourt. Como dice el tango:
“Hoy un juramento, mañana una traición…”
P. Bouchacourt: “Las
maniobras actuales nos recuerdan a las de Napoleón: por medio de algunas
concesiones puramente políticas, nos quieren incitar a aceptar todo el paquete
conciliar”
(Año 2003)
Acabamos
de ver que el sitio del Distrito de Francia de la Neo-FSSPX, La Porte latine,
quitó de su espacio un sermón del P. de la Rocque, donde éste criticaba
duramente el concilio Vaticano II, cosa que hace unos años atrás era normal y
cotidiano en la antigua FSSPX. Pues bien, el Superior del Distrito de Francia,
y por lo tanto responsable de tal censura al P. de la Rocque –seguramente en
cumplimiento de órdenes venidas desde la Casa General- es el P. Christian
Bouchacourt. Veremos a continuación cómo ha cambiado el discurso y la actitud
de tal sacerdote, pues años atrás brindaba a los lectores editoriales críticos
hacia la Roma conciliar y sus tentativas de hacer aceptar a la FSSPX el veneno
del concilio, y en cambio ahora censura a sus sacerdotes por decir cosas
parecidas. ¿Es que Roma regresó a la Tradición y Francisco es un Papa católico
como Dios manda, y no nos hemos percatado de ello? ¿O más bien corresponde
hablar de traición en los rangos superiores de la Neo-FSSPX, con la complicidad
de una gran mayoría que permite tales traiciones?
Debajo
puede leerse el último editorial del P. Xavier Beauvais como Superior de
Distrito de Sudamérica, donde cita entero un editorial del P. Bouchacourt,
hasta entonces prior en Saint-Nicolas de Chardonnet, de junio de 2003. Nuestros
comentarios van en rojo.
Iesus
Christus N° 88, Julio/Agosto de 2003.
EDITORIAL
El
editorial del próximo número de "lesus Christus" será el último que
escriba como Superior del Distrito de América del Sur, pues les anuncio que el
Superior General de la Fraternidad San Pío X, Monseñor Bernard Fellay, me ha
nombrado Prior de nuestra iglesia Saint Nicolás du Chardonnet, en París. El
nuevo Superior del Distrito —que estará pronto entre nosotros— es el Padre
Christian Bouchacourt, que era el Prior de Saint Nicolás, a quien iré a reemplazar.
Precisamente,
y antes de transmitirles un adiós, queridos lectores, y dados los
acontecimientos que hemos vivido en la Iglesia en estos últimos tiempos, me ha
parecido bueno transcribirles el
editorial que escribiera el Padre Bouchacourt el pasado mes de junio en el
Boletín de Saint Nicolás du Chardonnet, con el título de "Napoleón vuelve", y que a mi parecer
ilustra muy bien lo que estamos viviendo.
NAPOLEÓN
VUELVE
La
historia es la memoria de un pueblo, y puede sernos de una gran ayuda para entender
el presente y precavernos de los escollos que nos reserva el futuro. (Buena idea. Seguimos su consejo con este artículo. Pero el P. Bouchacourt,
¿tiene memoria?)
Así,
quisiera hacer una vuelta al pasado, de más de dos siglos (no necesitamos tanto para ver cómo han traicionado su pensamiento
algunos hombres de la FSSPX, apenas 12 años):
en plena Revolución Francesa el Terror hace correr la sangre a mares; La Vendée
en armas hace temblar a la República. Aparece entonces un pequeño cabo,
pequeño de estatura pero con una ambición desmedida: ¡Bonaparte! Sabe que no
podrá realizar sus proyectos en una Francia exangüe, por lo cual irá a poner
término a la locura sanguinaria, no acusando a los principios de la Revolución,
a los cuales está apegado, sino tranquilizando a la población.
Desarma
así la operación "chouanne" que ponía el riesgo de aniquilar las
"conquistas" revolucionarias (podríamos
decir que Roma se propuso desarmar la “Operación supervivencia” iniciada por
Mons. Lefebvre en 1988 con las consagraciones episcopales).
Tratará entonces de dialogar con cada jefe en particular, queriendo así
dividirlos y desanimar las tropas a su mando. Vean lo que escribía el general
Hoche (revolucionario) (como un precursor del GREC) para
poner de rodillas a los ejércitos "chouans":
"Apresurar
el movimiento de la pacificación con los jefes «chouans», tratarlos con dulzura
y firmeza, inspirarles la confianza que no parecen tener, actuar con ellos de
buena fe. En cuanto a las ventajas que les serán otorgadas: poner en libertad a
los sacerdotes refractarios, dejarles decir misas y completas, sobornarlos,
usarlos contra los jefes de partidos, comprando a unos y halagando él amor
propio de los otros".
Este
plan maquiavélico fue un maravilloso éxito. El futuro Napoleón, otorgando la
libertad de culto y tratando con los jefes "chouans" arruinó el combate
político de los monárquicos. (Idem
Benedicto XVI otorgando la libertad de la misa tradicional y levantando las
falsas excomuniones, arruinó la resistencia de la FSSPX, ahora Francisco
termina la tarea).
La
Revolución se transformaba en algo frecuentable, sus principios iban a ser
digeridos por la sociedad y difundidos en Europa entera durante las invasiones
napoleónicas.
Este
largo preámbulo histórico me parece que ilustra bien el período posconciliar
que atravesamos (Bien veía las cosas entonces
el P. Bouchacourt). Las locuras de los años '70 y '80
parecen atemperadas. Sin embargo, la Tradición católica, a pesar de todos los
esfuerzos emprendidos contra ella, no cesa de fortalecerse y extenderse.
Entonces, para intentar contenerla, e incluso para tratar de apagar totalmente
este fuego, se pone en marcha una nueva estrategia: en lugar de combatir, hay
que seducir. La misa del 24 de mayo último forma parte de esta maniobra. Por
supuesto que uno puede alegrarse de que tal celebración haya tenido lugar,
empero, guardémonos de un optimismo beato: ¡una golondrina no hace verano!
Prueba de ello son los propósitos manifestados por el Cardenal Castrillón Hoyos
en su homilía: recuerda —es verdad— la venerabilidad del rito tridentino, pero
no cesa de hacer referencia al Concilio Vaticano II. Para él, el apego al rito
de San Pío V no es más que un asunto de sensibilidad, y si no, leamos lo que
decía en su sermón:
"Ustedes
mismos, queridos fieles, particularmente sensibles a este rito (...) El antiguo
rito romano conserva en la Iglesia su derecho de ciudadanía en el seno de la
multiformidad de los ritos católicos, tanto latinos como orientales".
Es
verdad: el Cardenal sacó de las mazmorras la Misa tridentina, pero quisiera
hacerla cohabitar con la de Pablo VI, haciéndonos admitir que estos dos ritos
son de igual valor. (¡Bueno, bueno, bueno!… ¿Qué
haría después la Neo-FSSPX, y qué apoyaría el propio P. Bouchacourt? La
cohabitación e igualación de estos dos ritos, a través del motu proprio de
Benedicto. Y ahora: a cohabitar la Neo-FSSPX con los modernistas romanos).
¿Hay
que recordarlo? Nuestro apego a la Misa de San Pío V no es sentimental sino
doctrinal. Es inquietante que la política del Vaticano se reduce a querer
realizar una sutil dosificación entre el ala tradicional y el ala progresista
en la Iglesia. De esa manera, la doctrina pasa a segundo plano. (Exacto, como pasó a segundo plano en las tratativas y súplicas de
Mons. Fellay al Vaticano para ser al fin “reconocido como católico”. ¿Y Ud. P.
Bouchacourt? ¿Volvió a escribir editoriales como éste, o acató mansamente lo
que antes deploraba, por una obediencia cobarde al Superior General?).
La
ceremonia del 24 de mayo y la encíclica del Papa sobre la Eucaristía quisieran
tranquilizar a los conservadores. En el documento pontifical hay referencias
claras sobre la doctrina de la Misa, pero son incompatibles con el nuevo
rito... Además, hay que subrayar que el carácter propiciatorio de la Misa está
totalmente silenciado, y sin embargo es uno de los puntos esenciales que nos
separan de los protestantes. La transubstanciación es felizmente recordada,
pero entonces ¿por qué alentar la "hospitalidad eucarística" hacia
los protestantes y ortodoxos que creerían en la doctrina católica? ¿Por qué no
pedirles sencillamente que se conviertan a nuestra religión, abjurando de sus
errores? (Eso. ¿Por qué no pedirles lo
mismo a los modernistas, en vez de acordar traidoramente con ellos?).
Aquí
se emplea el sistema de la ducha escocesa: lo caliente y lo frío se alternan.
Como bien lo decía San Pío X en su encíclica "Pascendi", un
modernista puede escribir un texto perfectamente tradicional y contradecirse
algunas páginas después. (Bueno, no
solo los modernistas se contradicen, sino los tradicionalistas contaminados de
liberalismo que empiezan a deslizarse hacia el modernismo).
Para
tranquilizar al ala progresista, el Cardenal Kasper es enviado por el Vaticano
para estudiar una nueva formulación de la primacía del Papa, y hacerla
admisible a los ortodoxos. ¿Vamos hoy a liquidar este dogma de nuestra fe, tal
como ayer fue liquidada la Misa, para agradar a los protestantes? (Parece que esto finalmente va a ocurrir. ¿Va a denunciarlo el P.
Bouchacourt que negó el deicidio del pueblo judío?)
Las
beatificaciones de Pío IX y Juan XXIII se inspiraron en esta política de
tendencias en el seno de la Iglesia. Lo pastoral tomó el sitio de lo doctrinal.
Ya
en 1965 Monseñor Marcel Lefebvre nos ponía en guardia contra esta derivación en
la época en que se consideraba la modificación del rito de la Santa Misa:
"¿No sería subestimar la liturgia el reducirla a un medio de apostolado,
y no considerarla más bajo su aspecto de culto público y de alabanza a
Dios?"
Queridos
amigos; ¡hay que volver a los principios, siempre a los principios! (Dígaselo a Mons. Fellay, a ver si lo escucha) Sólo la teología tradicional
podrá restaurar a la Iglesia. Ha sido su fuerza ayer, y será mañana el seguro
de su victoria. (Por eso al haber abandonado
la profesión pública de esos principios ante Roma, hoy son derrotados por los
lobos modernistas).
Las
maniobras actuales nos recuerdan a las de Napoleón: por medio de algunas concesiones
puramente políticas, nos quieren incitar a aceptar todo el paquete conciliar (¡Bien visto! ¡Ahí lo tienen a Francisco!).
La doctrina del Vaticano II ha sido la causa de la ruina de la Iglesia y un
obstáculo a toda tentativa de restauración, así como los principios
revolucionarios han destruido a Francia, conducido a Napoleón a su perdición, y
envenenado a la Restauración que siguió, porque ésta no quiso romper
totalmente con esos principios.
Hay
que hacer resaltar que todas aquellas comunidades que han pactado con la Roma
conciliar desde el año 1988 no cesan de querer probamos que el Concilio
Vaticano II es compatible con la Tradición multisecular de la Iglesia (Bueno, Mons. Fellay dijo que es bueno el 95% del concilio. Y que su
libertad religiosa es muy, muy limitada. Y que muchos errores que se pensaban
eran del concilio, son en realidad de su mala interpretación. Y recuérdese su
declaración doctrinal ambigua acerca del concilio que permitía hacerlo
compatible con la Tradición).
Es
verdad: han obtenido una relativa libertad de culto, pero han abandonado el combate
doctrinal (¡Bien visto! ¿Y ahora qué hacemos con la Neo-FSSPX que ha
caído en lo mismo? Ud. P. Bouchacourt demuestra haber abandonado el combate
doctrinal, llegando a censurar a uno de
sus sacerdotes por decir las cosas que Ud. decía entonces).
Así por ejemplo, ningún documento crítico sobre la nueva misa o sobre los
textos conciliares ha sido emitido por estas comunidades (¿Y qué documentos críticos ha sacado la Neo-FSSPX contra los
escándalos de Francisco, contra su última encíclica, por ejemplo? Por el
contrario, se adhiere a su Año de la Misericordia Conciliar, viéndose ya los
resultados favorables a la Neo-FSSPX).
En
el período que estamos atravesando debemos permanecer prudentes: si bien
deseamos con toda nuestra alma el fin de esta crisis, sabemos sin embargo que
la unidad no podrá realizarse sino en la verdad más integra (...) (¿En qué quedaron estas declaraciones? Se han esfumado de las mentes
de los neo-fraternitarios. Hoy es: unidad en la neo-iglesia del Nuevo Orden
Mundial).