"el Sínodo que empezará en
tres semanas desencadenará en la Iglesia Católica una tormenta que rivalizará
con la revolución protestante, o incluso la crisis arriana de hace diecisiete
siglos."
"el Sínodo se utilizó y
está utilizando como un caballo de Troya para imponer la validación de las
uniones de personas del mismo sexo dentro de la Iglesia, cambiando la postura
de ésta sobre la sexualidad humana, la doctrina de la Iglesia, introduciendo novedades
en la práctica pastoral."
El Sínodo está arreglado:
Edward Pentin Relata las últimas etapas de la revolución
Todo el que desee entender lo
que posiblemente enfrentaremos a continuación debe leer este libro cuanto
antes.
Espero que no sea tarde para recomendar el
detallado y equilibrado libro de Edward Pentin The Rigging of a Vatican
Synod? An Investigation of Alleged
Manipulation at the Extraordinary Synod on the Family (¿Se
está manipulando un sínodo del Vaticano? Investigación de una posible manipulación del
Sínodo Extraordinario de la Familia), porque todo el que desee entender lo que
posiblemente enfrentaremos a continuación tiene que leerlo cuanto antes.
Escribo estas líneas el 14 de septiembre.
Faltan menos de tres semanas para la inauguración de la segunda mitad del
Sínodo de la Familia, que parece cada vez más un arma creada a propósito o,
como sugiere Pentin, un caballo de Troya pensado y utilizado para poner fin a
la oposición de la Iglesia Católica al nuevo paradigma social de libertad
sexual sin trabas.
El mismo Edward Pentin, que se está
convirtiendo rápidamente en la voz más confiable en lengua inglesa con relación
al Vaticano, es el perfecto gentleman inglés, con la plena medida de esa
característica nacional que es la reserva, y jamás se le ocurriría decir algo
así. Su libro expone detenidamente todas las pruebas, incluyendo no obstante
citas textuales de muchos obispos participantes en el Sínodo que permiten al
lector arribar a las conclusiones obvias. Y obliga también al lector a mirar
ineludiblemente adelante y preguntarse con qué nos las veremos probablemente en
octubre.
¿Qué podemos esperar de la segunda parte del
Sínodo? Pentin cita un artículo de Sandro Magister escrito durante la
presentación del documento extraordinario, la relatio intermedia sobre el
impresionante cambio de paradigma en el tema de la homosexualidad.
“Esto – escribió Magister – no habría sido
posible sin una serie de pasos hábilmente calculados por quien llevaba, y
lleva, las riendas en los procedimientos.”
El revelador libro de Pentin llega tal vez en
el momento de mayor de confusión que ha visto la Iglesia desde fines de la
década de los sesenta; las noticias de Roma comienzan a parecer una manguera de
la que un lector sensato no se atrevería a beber. En la misma semana que se
publicó el libro, el papa Francisco anunció sus enmiendas a las leyes sobre
nulidad que ya han sido denunciadas como impracticables en informes de algunos
canonistas, y que otros llaman una herida infligida a
las enseñanzas de la Iglesia sobre el matrimonio.
Agregue estos elementos a los informes que
afirman que los organizadores del sínodo prohibieron toda publicación de las
actas, y el lector podrá deducir fácilmente que el Sínodo que empezará en tres
semanas desencadenará en la Iglesia Católica una tormenta que rivalizará con la
revolución protestante, o incluso la crisis arriana de hace diecisiete siglos.
Como advirtió el
padre Brian Harrison, “un grave e inminente peligro que amenaza con
introducirse en la barca de Pedro, quebrarla y hacerla zozobrar.”
Parece claro que para Francisco y sus
seguidores los dos sínodos de la familia fueron pensados como una operación de
limpieza para concluir la obra del Vaticano II, tal como el cardenal Kasper
dejó traslucir en sus numerosas entrevistas en las que promovió sus intenciones
ocultas. Ciertamente no es secreto que hay personas del ala progresista de la
Iglesia que han esperado pacientemente durante los pontificados de Juan Pablo
II y Benedicto XVI, esa larga pausa, para finalmente dar lugar a la culminación
lógica de su trabajo en el Concilio. Es innegable que de manera extraoficial
algunos han apodado los sínodos de Francisco “Concilio Vaticano 2.5”.
En una entrevista con Raymond Arroyo, Pentin
dijo que el signo de interrogación en el título de su libro era importante,
porque quería que los lectores contemplaran la evidencia y decidieran por sí
mismos si hubo arreglo o manipulación. “¿Se estaba impulsando un plan secreto?”
Pentin dijo que sus investigaciones revelaron
que los principales promotores fueron solo siete u ocho personas, “y venían de
la cúpula.” Entre ellas estaban el secretario general del Sínodo, cardenal
Lorenzo Baldisseri y “la secretaría del Sínodo.”
“Esas siete u ocho personas estaban ansiosas
por ver ciertos resultados. Querían que su propuesta avanzara,” dijo.
Presencié el sínodo del 2014 como periodista,
y asistí a las conferencias de prensa mientras los prelados cercanos al Papa
anunciaban sus intenciones de alterar radicalmente la práctica pastoral
católica de manera que la doctrina resultase una trasnochada y finalmente
olvidada antigualla. Durante ese tiempo memorable tuve muchas conversaciones
con Edward Pentin y otros periodistas que fueron unánimes en sus expresiones de
asombro ante la descarada actuación de los administradores del Sínodo.
Si no salió nada en claro de tanto alboroto,
lo que se puso de manifiesto fue que esos señores -el cardenal Baldisseri, el
cardenal Marx, el cardenal Kasper, el arzobispo Bruno Forte- no sintieron
necesidad de disimular sus intenciones o sus acciones. Se sentían claramente
seguros de que tenían autoridad para hacer o decir lo que quisieran.
Los que estuvieron al tanto de los increíbles
disparates del sínodo de 2014 no encontrarán en el libro nada que no les
resulte familiar. Desde luego, la mayor parte de lo que cuenta Pentin fue
objeto de un cotilleo frenético y de especulación para los vaticanistas del
momento. Mientras leía recordaba las constantes expresiones de triunfo de los
periodistas anticatólicos convencionales, entre los que no faltaban los de la
prensa nominalmente católica, a medida que se iban haciendo evidentes los
resultados preestablecidos del Sínodo.
Hubo algunas anécdotas destacadas, como cuando
el cardenal húngaro Petr Erdo, relator general del Sínodo, dio marcha atrás en
lo que ostensiblemente era su propia relatio intermedia. Fue la explosiva
relatio intermedia que incluía una exhortación a los católicos para que
aceptasen y valorasen la orientación homosexual, y afirmaba que “sin negar las
problemáticas morales relacionadas con las uniones homosexuales, se toma en
consideración que hay casos en que el apoyo mutuo, hasta del sacrificio,
constituye un valioso soporte para la vida de las parejas.”
“Los críticos señalaron -escribe Pentin- que
no había alusión a la doctrina católica de que las relaciones sexuales entre
personas del mismo sexo son intrínsecamente desordenadas, que los actos son
gravemente pecaminosos (ni siquiera simplemente pecaminosos), o que la
orientación homosexual sea objetivamente desordenada. Cuando en la conferencia
de prensa del 13 de octubre le preguntaron por el párrafo pertinente, cedió la
palabra al arzobispo Bruno Forte, diciendo: “Quién escribió el texto debe de
saber de qué se trata.”
La publicación de la infame relatio intermedia
no fue el primer indicio, aunque continúa siendo lo más grave del escándalo que
hizo imposible continuar afirmando que el Sínodo estaba llevándose a cabo con
normalidad.
La publicación de aquel documento directamente
a los medios, llamativamente antes de que los obispos lo vieran y con temas
que, según dijeron, ellos nunca habían discutido, fue uno de los síntomas más
obvios de que no todo se estaba haciendo honradamente.
Pentin cita al cardenal Charles Napier,
miembro del Consejo Permanente del Sínodo, que fue uno de los primeros en
insinuar que los padres sinodales se sentían manipulados. Napier dijo que una
vez que en los medios se daba a entender que la Iglesia estaba a punto de
modificar sus enseñanzas sobre la homosexualidad no había manera de dar marcha
atrás.
“Por tanto, parece razonable deducir que
quienquiera que diese a conocer el documento a la prensa probablemente sabía el
impacto que tendría, y efectivamente lo envió pasando además por encima de los
padres sinodales y de, según pareció en el momento, el propio Pontífice”,
continúa Pentin.
Y los que todavía duden de la participación
del papa Francisco o de su aprobación de lo sucedido, pueden aceptar la palabra
del cardenal Baldisseri, escogido por él para dirigir el Sínodo, que cuando le
preguntaron en una entrevista si el Papa había leído y aprobado la relatio
intermedia, confirmó que había hecho ambas cosas. El secretario general del
Sínodo agregó: “Este punto es muy importante no sólo por su autoridad, sino
también porque deja tranquilo al secretario general.”
Esta semana en el New York Times,
Ross Douthat sugirió que el decreto del Papa sobre las nulidades era una manera
de abrir paso en el programa del Sínodo de 2015 a la opción propuesta del
Sínodo del año pasado como única solución católica legítima al problema de los
católicos divorciados que se han vuelto a casar por lo civil. Pero esto plantea
una cuestión aún más preocupante. Dada la naturaleza de las sugerencias de la
relatio intermedia del año pasado, en particular sobre la legitimidad de las
relaciones homosexuales, si la única opción canónica y doctrinalmente legítima
está fuera de discusión, ¿de qué se va a hablar en concreto dentro de tres
semanas?
Por supuesto, leyendo el libro mencionado, la
respuesta se hace patente. Pentin le comentó a Arroyo que sus investigaciones
lo llevaban a creer que el Sínodo se utilizó y está utilizando como un caballo
de Troya para imponer la validación de las uniones de personas del mismo sexo
dentro de la Iglesia, cambiando la postura de ésta sobre la sexualidad humana,
la doctrina de la Iglesia, introduciendo novedades en la práctica pastoral.
Tal vez más ajustado al tema para los
periodistas como para el público en general, se ha planteado otra cuestión:
¿sabremos alguna vez de lo que verdaderamente se habla en el Sínodo? El
vaticanista italiano Andrea Gagliarducci escribió hace una semana que,
no habiendo conseguido ganarse a una mayoría razonable de obispos en el Sínodo,
los revolucionarios simplemente están cambiando las reglas para convertirlas en
un factor con poco peso.
“Algunas personas bien informadas -escribe
Gagliarducci- afirman que el sínodo de 2015 será muy diferente a todos los
anteriores.”
“En primer lugar, no se publicará un informe
intermedio. El año pasado, la relatio intermedia fue corregida de cabo a rabo
antes de su publicación por algunos de los colaboradores más allegados al Papa,
y desató mucha polémica (…) Pero su publicación unió a los seguidores de la
doctrina católica, haciendo que se opusieran al rumbo que iba tomando el
Sínodo. Finalmente alcanzaron un acuerdo aceptable para la relación final del
Sínodo, que se publicó con numerosas referencias bíblicas que no figuraban en
la relación intermedia.”
El año pasado, obispos y activistas católicos
cada vez más preocupados y frustrados por el bloqueo virtual de las voces
disidentes (es decir, doctrinalmente ortodoxas) y el silenciamiento en las
conferencias de prensa, rechazaron la sugerencia de mantener conferencias de
prensa separadas como única solución posible. Supuestamente, a esas alturas
nadie quería verse, como dijo el cardenal Kasper, envuelto en un complot conservador enfrentándose
al papa. Pero los acontecimientos se han acelerado tanto en el último año, que
puede llegar a ser la única opción para los que quieran defender la Fe este
año.
Prosigue Gagliarducci: “Evitar la publicación
de un informe intermedio significaría eliminar toda posibilidad de discusión.
El plan es que el Sínodo celebre reuniones en pequeños comités (circuli
minores) sin un debate general. Al final, los informes de los grupos pequeños
serían puestos en manos del Papa, que entonces pronunciaría el discurso final.
Por el momento no se prevé un informe final o postsinodal.”
Quizás lo más importante a destacar del libro
de Pentin es que quienes dirigen el espectáculo sinodal no tienen interés en
mantener, defender ni promover la religión católica, así como ningún escrúpulo
en mentir abiertamente al público y a los obispos. Por las anécdotas relatadas
en el libro y el torrente de actividades del papa Francisco y sus subalternos
desde octubre de 2014 queda claro hacia dónde vamos.
En cada etapa crítica de la revolución
posterior al Concilio Vaticano II se han publicado libros que recogen
minuciosamente quién hizo qué, cuándo y por qué, y yo diría que el de Pentin es
el último en esa línea, siguiendo la estela de Ralph Witgen en “El Rin
desemboca en el Tiber.” The Rigging of a Vatican Synod?, publicado hasta ahora
por Ignatius Press únicamente en versión electrónica para
leer en Kindle o laptop (portátil), debe necesariamente ocupar su lugar en el
catálogo de obras imprescindibles para entender más claramente qué se le está
haciendo a la Iglesia y quiénes lo hacen.
Hilary White
[Traducido por Marilina Manteiga]