Fuente: APOSTOLADO EUCARÍSTICO
El Papa Pío VII instituyó la fiesta de este día en memoria de
los sufrimientos infligidos a la Iglesia y a su jefe visible por Napoleón I, y
en acción de gracias a la Madre de Dios, cuya intercesión les había dado fin.
El Evangelio de la Misa nos recuerda el momento más doloroso de la vida de
María, así como su inquebrantable firmeza: junto a la cruz de Jesús está de pie
María, su Madre.
MEDITACIÓN
LA VISTA DE LA CRUZ
ES EL CONSUELO DEL
CRISTIANO
I. Nada hay más consolador para un cristiano que poner sus
ojos en la cruz; ella es quien le enseña a sufrir todo, a ejemplo de
Jesucristo. Esta cruz anima su fe, fortifica su esperanza y abrasa su corazón
de amor divino. Los sufrimientos, las calumnias, la pobreza, las humillaciones
parecen agradables a quien contempla a Jesucristo en la cruz. La vista de la
serpiente de bronce sanaba a los israelitas en el desierto, y la vista de
vuestra cruz, oh mi divino Maestro, calma nuestros dolores. No pienses en tus
aflicciones ni en lo que sufres, sino en lo que ha sufrido Jesús (San
Bernardo).
II. ¡Qué dulce debe ser para un cristiano, en el trance de la
muerte, tomar entre sus manos el crucifijo y morir contemplándolo! ¡Qué gozo no
tendré yo, entonces, si he imitado a mi Salvador crucificado, viendo que todos
mis sufrimientos han pasado! ¡Qué confianza no tendré en la cruz y en la sangre
que Jesucristo ha derramado por mi amor! ¡Qué dulce es morir besando la cruz!
El que contempla a Jesús inmolado en la cruz, debe despreciar la muerte (San
Cipriano).
III. Qué consuelo para los justos cuando vean la señal de la
cruz en el cielo en el día del juicio, y qué dolor, en cambio, para los impíos
que habrán sido sus enemigos. Penetra los sentimientos de unos y otros. Qué
pesar para los malos por no haber querido, durante los breves instantes que han
pasado en la tierra, llevar una cruz ligera que les hubiera procurado una
gloria inmortal, y estar ahora obligados, en el infierno, a llevar una cruz
agobiadora, sin esperanza de ver alguna vez el fin de sus sufrimientos.
El amor a la cruz.
Orad por la conversión de los
infieles.
ORACIÓN
Oh Dios, durante cuya Pasión, según la profecía de Simeón,
una espada de dolor atravesó el alma dulcísima de la gloriosa Virgen y Madre,
concédenos, al venerar sus dolores, que consigamos los bienaventurados efectos
de vuestra Pasión. Vos que con el Padre y el Espíritu Santo vivís y reináis por
los siglos de los siglos.
La Santísima Virgen María manifestó a Sta. Brígida que
concedía siete gracias a quienes diariamente le honrasen considerando sus
lágrimas y dolores y rezando siete Avemarías:
Serán
iluminados en los Divinos Misterios.
Los
consolaré en sus penas y acompañaré en sus trabajos.
Les
daré cuanto me pidan, con tal que no se oponga a la voluntad adorable de mi
Divino Hijo y a la santificación de sus almas.
Los
defenderé en los combates espirituales con el enemigo infernal, y protegeré en
todos los instantes de su vida.
Los
asistiré visiblemente en el momento de su muerte; verán el rostro de su Madre.
He
conseguido de mi Divino Hijo que las almas que propaguen esta devoción a mis
lágrimas y dolores sean trasladadas de esta vida terrenal a la felicidad eterna
directamente, pues serán borrados todos sus pecados, y mi Hijo y Yo seremos su
consolación y alegría.
1º Dolor
La profecía de Simeón
en la presentación del Niño Jesús.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando Simeón te
anunció que una espada de dolor atravesaría tu alma, por los sufrimientos de
Jesús, y ya en cierto modo te manifestó que tu participación en nuestra
redención como corredentora sería a base de dolor; te acompañamos en este
dolor. . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos dignos hijos tuyos y
sepamos imitar tus virtudes.
Dios te salve, María,...
2º Dolor
La huida a Egipto con
Jesús y José.
Virgen María: por el dolor que sentiste cuando tuviste que
huir precipitadamente tan lejos, pasando grandes penalidades, sobre todo al ser
tu Hijo tan pequeño; al poco de nacer, ya era perseguido de muerte el que
precisamente había venido a traernos vida eterna; te acompañamos en este dolor
. . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos huir siempre de las
tentaciones del demonio.
Dios te salve, María,…
3º Dolor
La pérdida de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al perder a tu Hijo; tres días buscándolo angustiada; pensarías qué le
habría podido ocurrir en una edad en que todavía dependía de tu cuidado y de
San José; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz
que los jóvenes no se pierdan por malos caminos.
Dios te salve, María,…
4º Dolor
El encuentro de Jesús
con la cruz a cuestas camino del calvario.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al ver a tu Hijo cargado con la cruz, como cargado con nuestras
culpas, llevando el instrumento de su propio suplicio de muerte; Él, que era
creador de la vida, aceptó por nosotros sufrir este desprecio tan grande de ser
condenado a muerte y precisamente muerte de cruz, después de haber sido azotado
como si fuera un malhechor y, siendo verdadero Rey de reyes, coronado de
espinas; ni la mejor corona del mundo hubiera sido suficiente para honrarle y
ceñírsela en su frente; en cambio, le dieron lo peor del mundo clavándole las
espinas en la frente y, aunque le ocasionarían un gran dolor físico, aún mayor
sería el dolor espiritual por ser una burla y una humillación tan grande;
sufrió y se humilló hasta lo indecible, para levantarnos a nosotros del pecado;
te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que seamos
dignos vasallos de tan gran Rey y sepamos ser humildes como Él lo fue.
Dios te salve, María,…
5º Dolor
La crucifixión y la
agonía de Jesús.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu
amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a
nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste era el momento cumbre de su
pasión; Tú misma también te sentirías morir de dolor en aquel momento; te
acompañamos en este dolor. Y, por los méritos del mismo, no permitas que jamás
muramos por el pecado y haz que podamos recibir los frutos de la redención.
Dios te salve, María,…
6º Dolor
La lanzada y el recibir
en brazos a Jesús ya muerto.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al ver la lanzada que dieron en el corazón de tu Hijo; sentirías como
si la hubieran dado en tu propio corazón; el Corazón Divino, símbolo del gran
amor que Jesús tuvo ya no solamente a Ti como Madre, sino también a nosotros
por quienes dio la vida; y Tú, que habías tenido en tus brazos a tu Hijo
sonriente y lleno de bondad, ahora te lo devolvían muerto, víctima de la maldad
de algunos hombres y también víctima de nuestros pecados; te acompañamos en
este dolor . . . Y, por los méritos del mismo, haz que sepamos amar a Jesús
como El nos amo.
Dios te salve, María,…
7º Dolor
El entierro de Jesús y
la soledad de María.
Virgen María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que
sentiste al enterrar a tu Hijo; El, que era creador, dueño y señor de todo el
universo, era enterrado en tierra; llevó su humillación hasta el último
momento; y aunque Tú supieras que al tercer día resucitaría, el trance de la
muerte era real; te quitaron a Jesús por la muerte más injusta que se haya
podido dar en todo el mundo en todos los siglos; siendo la suprema inocencia y
la bondad infinita, fue torturado y muerto con la muerte más ignominiosa; tan
caro pagó nuestro rescate por nuestros pecados; y Tú, Madre nuestra adoptiva y
corredentora, le acompañaste en todos sus sufrimientos: y ahora te quedaste
sola, llena de aflicción; te acompañamos en este dolor . . . Y, por los méritos
del mismo, concédenos a cada uno de nosotros la gracia particular que te
pedimos…
Dios te salve, Maria,…
Gloria al Padre .