viernes, 25 de septiembre de 2015

NO EVANGELIZÓ. NO FUE APÓSTOL







No nombró a Jesucristo. No evangelizó. No fue apóstol.

Me he imaginado qué hubiera dicho Pablo de Tarso, el Apóstol, si en su años de predicación se le hubiera dado la oportunidad de hablar en un foro donde estuvieran representadas todas las naciones, sabiendo que su voz llegaría a todos los pueblos. Imagino que el Apóstol de los Gentiles estaría determinado a no predicar sino a Cristo, y Cristo Crucificado. Ese Cristo que era, en tiempos del Apóstol, escándalo para los judíos y necedad para los griegos. PP Franciscus debe de pensar lo mismo porque (ya lo ha hecho otras veces) ha eludido nombrarle, no le ha predicado No evangelizó en la ONU, donde habló ante y para todas las naciones. No proclamó a Cristo, Hijo de Dios
.

En su discurso en la sede de la ONU, ante la Asamblea General, pronunció el nombre

Creador  2 veces
Dios       1 vez
Altísimo 1 vez


cristiano(s), 3 veces (discretamente). En un largo discurso de 29 párrafos.

Tuvo tiempo, lugar y oportunidad para nombrar, predicar y dar testimonio de Cristo, que es su principal misión, siendo, como es, sucesor de Pedro, el Apóstol; siendo, como es, Vicario de Cristo. 

Prefirió la discreta prudencia de la corrección política de moda. Habló como un hombre de mundo al mundo. No habló según su ministerio sagrado, por el que recibe honra. No honró ante el mundo ni su vocación ni su ministerio. No fue Pedro.

Incluso se traicionó a sí mismo: Si dice que se haga lio, ¿por que él no armó lío en la ONU?


NOTA SYLLABUS: “Chocolate por la noticia” con su no apostolado y no evangelización. Bergoglio sólo se dedica a ecumenizar en función de lograr la nueva religión mundial que no será católica. Lo del no amor por Cristo tampoco es novedad. Ni siquiera lo lleva en su cruz pectoral. “En suma: a todo aquel que me reconociere delante de los hombres, Yo también le reconoceré delante de mi Padre, que está en los cielos. Mas a quien me negare delante de los hombres, Yo también le negaré delante de mi Padre, que está en los cielos” (Mt. 10, 32-33).