"El resultado más
importante y quizá el menos advertido, pero que seguramente ha sido el
verdaderamente pretendido, no ha sido otro probablemente que el de servir de
colchón para disipar, o aminorar al menos, los posibles peligros de cisma o de
graves escisiones en cualquier caso, que hubieran podido producirse y que se
preveían en el horizonte como negros nubarrones ante la proximidad del Sínodo
sobre la Familia."
Una Jugada Maestra
Por el P. Alfonso
Gálvez SJS
NOTA: Ponemos un extracto del texto original, que
puede leerse completo es el sito Adelante la Fe. Hemos
destacado ciertos pasajes con negrita.
Según un dicho pronunciado
por Jesucristo, ningún árbol malo da frutos buenos (Mt 7:11). Y no añadió
excepción alguna a tal declaración. Pero si los hombres buenos de la actual
generación, mucho más ingenuos que perspicaces, hubieran puesto atención a esas
palabras, habrían comenzado por adoptar una actitud prudente al observar la
aparición de un acontecimiento que se sale de lo ordinario, y en vez de dar
saltos de entusiasmo habrían adoptado la postura previa de examinar, razonar y
aplicar las reglas elementales del sentido común.
Si un árbol que se sabe
podrido produce inesperadamente un fruto aparentemente bueno, tal vez incluso
magnífico, lo menos que hace de entrada un hombre prudente es sospechar. De
ningún modo se le ocurriría comer ese fruto sin más ni más. Y aunque parezca
extraño, la sentencia de Jesucristo se ha visto siempre y en todo lugar
confirmada por la experiencia: ningún árbol malo, putrefacto o enfermo ha
producido jamás un fruto sano.
La
Iglesia se ha encontrado de pronto con una disposición, inesperada e insólita,
del Santo Padre por la que concede a la Fraternidad Sacerdotal San Pío X la
facultad de confesar válida y lícitamente durante el Año Santo de la
Misericordia. Aunque sólo durante el Año Santo de la Misericordia.
Lo cual ha suscitado una
serie de muchas y diversas reacciones en el mundo católico, por lo general
entusiastas. Lo que no puede dejar de producir estupor para quien se tome la
molestia de observar y pensar con serenidad. Puesto que la política del
Vaticano no ha consistido hasta ahora en otra cosa que en cuestionar, por todos
los medios posibles, las estructuras y la doctrina de la Iglesia, con la
natural confusión del mundo católico. Pero si eso es así, ¿por qué entonces
muestra de repente esta efusión de bondadosa generosidad?
Por eso resulta difícil de
explicar el fervoroso entusiasmo suscitado de pronto entre tantos católicos.
Hubiera resultado más inteligente examinar despacio primero los resultados
producidos por la generosa disposición, y más especialmente los que de un modo
enteramente razonable cabe esperar de ella.
Pero el resultado
más importante y quizá el menos advertido, pero que seguramente ha sido el
verdaderamente pretendido, no ha sido otro probablemente que el de servir de
colchón para disipar, o aminorar al menos, los posibles peligros de cisma o de
graves escisiones en cualquier caso, que hubieran podido producirse y que se
preveían en el horizonte como negros nubarrones ante la proximidad del Sínodo
sobre la Familia.
Y es preciso reconocer que en
este sentido la disposición ha supuesto un completo éxito. Por el orbe
católico se ha extendido (a excepción de entre una minoría de
perspicaces) la idea de la bondad y de la comprensión misericordiosa del Papa
Francisco. Y los que tan furiosamente habían venido atacando sus
actuaciones y doctrinas han quedado señalados como exagerados y radicales. Está
claro, o al menos así lo piensan ahora muchos, que las cosas no están tan mal
como se venía diciendo. Evidentemente, la oposición hacia futuras
disposiciones que hubieran podido ser consideradas como ajenas a la Tradición,
ha sido reducida o al menos fuertemente aminorada.
Por otra parte, con esta
disposición el Papa Francisco ha aparecido como generosamente
comprensivo y abierto a todos. A unos y a otros, a propios y extraños, a
los de dentro y a los de fuera, a quienes reconocen su autoridad y a quienes la
contestan. ¿Por qué no iba a estar dispuesto a recibir en sus brazos a los
católicos que viven en situaciones ilegítimas pero que no desean sentirse
apartados de la Iglesia y que están necesitados de comprensión? Quizá muchos
renuentes no acaben de convencerse del todo, pero sin embargo es
completamente seguro que sus posturas radicales han dado un fuerte giro hacia
la apertura y la comprensión. Algunos llamarían a esto un ingenioso efecto
psicológico producido en el subconsciente de las masas. Pero sea lo que fuera,
es evidente que resulta efectivo.
Lo
más asombroso del caso es el apresuramiento con que algunos prominentes
católicos, considerados por lo general como inteligentes (blogueros señalados,
periodistas de nota, etc,) han saludado con entusiasmo la disposición papal,
calificándola con toda clase de epítetos laudatorios:
magnánima disposición, generosa concesión que merece ser reconocida, bondad
desbordada, comprensión que abarca a todos, etc., etc. Y han sido precisamente
algunos de los más conocidos y renombrados los primeros que han mordido el
anzuelo, y los que con más diligencia se han apresurado a entonar el Cántico de
Acción de Gracias de los Blogueros.
Con lo cual ha quedado en
evidencia otra de las verdades fundamentales cristianas que normalmente se
olvidan: que para conocer toda la verdad, y para hacerse cargo de la verdadera
realidad, no basta con la inteligencia del hombre, por muy elevada que sea.
Hubiera sido necesario
tener en cuenta que la actual batalla se está librando contra una inteligencia
muy superior a la humana, que es precisamente la diabólica. La cual es
imposible de contrarrestar y de superar si no es por medio de otra inteligencia
opuesta y también superior a la humana, cual es la sobrenatural y divina
aportada al hombre por medio del Espíritu Santo. Y de ahí la necesidad de
acudir al Único que, según Jesucristo, puede conducir a los discípulos hacia la
verdad completa y que no es otro sino el Espíritu Santo: El Paráclito, el
Espíritu Santo que el Padre enviará en mi nombre, Él os enseñará todo.[1] El
Espíritu de la verdad os guiará hacia la verdad completa, pues no hablará por
sí mismo, sino que dirá todo lo que oiga y os anunciará lo que va a venir.[2]
Pero estas palabras de
Jesucristo, como tantas otras suyas, han sido relegadas al olvido o incluso
nadie cree en ellas. Con el resultado que está a la vista: cuando los hombres
se creen suficientemente inteligentes y que ya pueden prescindir de Dios…, han
conseguido por fin sufrir el batacazo inevitable que se venían buscando.
Padre Alfonso Gálvez (*)
____________________
[1] Jn 14:26.
[1] Jn 14:26.
[2] Jn 16:13.
(*): Información sobre él acá)