La Iglesia es “la sirvienta de la
humanidad”, según Pablo VI y sus continuadores.
Miércoles
20 de marzo de 2013 | Publicado en edición impresa
LA
NACION
Francisco,
un líder de la nueva evangelización
Por
Carlos María Galli
En
2005, antes del cónclave, le entregué una carta manuscrita al cardenal Jorge
Mario Bergoglio. Le decía que, así como en 1978 el Papa vino del Este y se
llamó Juan Pablo II, era tiempo de que llegara un papa del Sur. Fue elegido
Benedicto XVI, quien completó la época de dos papados surgidos en el centro de
Europa. Su enseñanza sigue resonando. Su última encíclica fue la lúcida
renuncia conforme con lo que siempre fue y pensó. Él abrió el espacio para una
nueva etapa.
Desde
el 11 de febrero expresé que el nuevo papa, si salía de América latina, iba a
ser Bergoglio. Mantuve esta opinión hasta la mañana del 13 de marzo en la
Facultad de Teología de la Universidad Católica Argentina, donde soy profesor
desde hace décadas y fui decano de 2002 a 2008.
La
elección de Francisco confirma que necesitamos un buen pastor que ame a su
pueblo y no un mero eclesiástico que haga carrera y se apaciente a sí mismo.(…)
Que tenga el espíritu profético de Juan
XXIII, el sabio discernimiento de Pablo VI y la alegre sonrisa de Juan Pablo I.
Que integre los carismas de comunicación popular de Juan Pablo II y de serena
reflexividad de Benedicto XVI.
(…)
Francisco será un papa
del Concilio Vaticano II. Hay que proseguir el programa de renovación de la
Iglesia en un espíritu de servicio y diálogo, porque la Iglesia es "la
sirvienta de la humanidad" (Pablo VI).
Va
a ser un papa de la nueva evangelización. Una frase del Documento de Aparecida,
que se debe a él, muestra su forma bella de mover a renovar el espíritu
misionero de la Iglesia latinoamericana: "Comunicar y compartir el don del
encuentro con Cristo por un desborde de alegría y gratitud" (Ap 14).
(…)
La
renuncia de Benedicto XVI a un ministerio ejercido en forma vitalicia inicia la
era de pontificados con duración acotada. Además, Juan XXIII fue elegido en
1958, como Francisco, ¡a los 76 años!, para un período de transición. En cinco
años inició el Concilio que mostró el resplandor de una aurora cuya luz debe
seguir hasta el pleno mediodía para que brille el sol de Cristo e ilumine con
la fe y entibie con el amor la vida del mundo. (¡sic!)
El Papa dijo que eligió
el nombre del Pobre de Asís por la pobreza y la paz. Con su ejemplo de
sencillez impulsará una Iglesia pobre para los pobres. También mostrará la paz
de hermano universal que San Francisco mostró al rechazar las cruzadas y
dialogar con los hermanos musulmanes. Será un promotor del diálogo, sobre todo
con el islam, para la paz del mundo.
El autor es Presbítero,
doctor en teología, asesor del Episcopado Argentino y del Consejo Episcopal
Latinoamericano.