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CONCILIO »
Sermon del Padre Maurice AVRIL
En la Fiesta de la Asunción de la Virgen
el 15 de agosto de 2010
Padre Maurice Avril
Bienaventurada sois, oh María! “Bienaventurada sois, oh María, porque
creísteis en el cumplimiento de todo lo que se os había dicho de parte del
señor” Luc. 1,45
Bienaventurada sois, oh María! El Padre de amor y de misericordia, por medio
de Gabriel, os reveló la integridad de su misterio de amor y la integridad de
la parte que os propone cumplir.
Oh Bienaventurada Virgen
María, habéis creído, y habéis
creído integralmente. Y el misterio de amor se cumplió.
Nosotros, cada uno de
nosotros, debemos creer y creer integralmente: “el que cree, posee la vida
eterna”.
¡Gracias a Vos, El se hizo
carne! Gracias a Vos, Él
habitó entre nosotros. Gracias a Vos, Él se hizo propiciador por nuestros
pecados.
Bienaventurada María que
habéis creído, Vos sois la Reina y la Madre de la fe, el testigo y el modelo de
la fe, la guardiana y la fiadora de la fe.
Y nosotros, somos
bienaventurados cuando la Santa Iglesia, nuestra madre, nos da la fe.
Bienaventurados somos
nosotros cuando conservamos integralmente esta fe, cuando vivimos integralmente
nuestra fe, cuando defendemos hasta el final la integridad de nuestra fe.
La Historia, la única
Historia, es la Historia de Dios, la Historia, la historia del mundo, como
nuestra propia historia, es la historia de Dios en su misterio de amor. La
historia, la única historia, es la del Misterio de Amor de nuestro Dios. Este
misterio de amor sobrepasa las eternidades de eternidades, este misterio de
amor debe hacernos franquear nuestra eternidad, “Aquél que es nuestra
alegría, será nuestra recompensa!” Es por eso que “todo lo que
ha sido hecho, todo lo que ha sido escrito, lo han sido para que creáis que
Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y que creyendo, tengáis la vida en su
nombre Jn. XX 31.
Pero al contrario, desgracia a
aquél que no ha creído, a aquél que se convirtió en lo que es porque no creyó.
Desgracia a Lucifer, quien en su integridad rehusó el
plan de amor de Dios, que rehusó reconocer y adorar al Hijo de Dios hecho
hombre, Dios de Dios, Luz de Luz, Señor de Señores y Rey de Reyes, que vino
para salvarnos y para unirnos en Él a su Padre.
A este misterio de amor,
Lucifer lo sustituyó por su misterio de iniquidad, al amor, lo sustituyó por odio y blandió su grito
de guerra: non serviam yo no serviré, soy yo quien será
servido, yo no adoraré, soy yo quien será adorado, implantaré la revuelta
contra el plan de Cristo y condenaré a las almas.
Hay que comprender muy
bien que este misterio de iniquidad es integral e irrevocable,
y nos concierne, nosotros constituimos los puntos de mira privilegiados de
Satanás. Es el combate sin cuartel de nuestra vida, y continuará sin descanso
hasta el fin de los tiempos, no cambiará, no podrá cambiar.
Ciertamente, Satanás no
tiene más que los poderes concedidos por Dios según los designios de su
misericordia.
Ciertamente, por otra
parte, el plan diabólico está constantemente contrariado por los impulsos de la
gracia, la vigilancia de la Iglesia, los siglos de cristiandad, el heroísmo de
los santos y cada uno de nuestros esfuerzos.
Pero lo que no se debe
olvidar, es que el plan de iniquidad es progresivo, su realización
es escalonada a través de los siglos en etapas dosificadas según las
circunstancias.
Porque hace falta tiempo
para formar los espíritus, para condicionarlos, para reducirlos, para adaptar
las mentalidades a los cambios sucesivos, banalizarlos, normalizarlos,
acordarlos a la conciencia colectiva.
Solamente debe reinar el
pensamiento único, que vagabundea sobre las pantallas al ritmo del ratón
diabólico. Los contrarios chocan allí, pero la flecha no cambia, y en este paso
de danza ilógica, los espíritus aturdidos son reducidos a la esclavitud.
Nosotros no tendremos más que pastar el pensamiento único y rumiarlo; toda
deshumanización no es mas que la hija única de la descristianización. Henos
aquí como bestias que el león rugiente puede devorar deliberadamente.
¡Pero que otro destino
puede depararle a nuestra sola naturaleza humana tan frágil e inconstante! Si
para remontar el misterio de amor hay que subir, y al contrario, para caer en
el misterio de iniquidad, solamente hay que resbalar. Y el hombre es un ser que
se resbala, que no deja de resbalarse, que no quiere mas que resbalarse, que
acabó por resbalar hasta lo más bajo. Y por lo tanto, se obstina en no ver, en
no creer que ha resbalado.
Él se declara fiel, y más
fiel que nunca, esto es muy común, es una lástima, pero es muy común: si por un
lado los duros se inmovilizan y por el otro, los blandos se ablandan para
siempre. Y la causa pierde a sus mejores defensores, y la causa está perdida
para siempre. Las fuerzas ocultas ríen con sarcasmo, la ocupación integral
prosigue.
Ahora recordemos las
etapas claves:
-La tentación de
nuestros primeros padres: Seréis como dioses, en realidad,
siendo ellos mismos dioses no tienen necesidad de otro Dios.
-La Pasión de NSJC: en el fondo, su victoria contundente: todo
está consumado. Pero para los secuaces de Satanás, no queremos que
reine sobre nosotros.
-La Revolución francesa,
apología del non serviam, insurrección
sacrílega legalizada contra Dios y contra su Obra, la revuelta erigida en
principio y como fundamento de la anti-sociedad, negación sistemática de toda
autoridad, y como consecuencia también la de la Iglesia; y para la misma
Iglesia: “aplastemos al infame”.
Y llegamos a la última
etapa, el asalto final, la victoria aparente del misterio de
iniquidad. Lo que caracteriza a esta etapa, es que hasta aquí los enemigos
atacaron desde el exterior, pero de ahora en adelante, los ataques provienen
desde el interior de una neo-Iglesia ocupada, infiltrada. Por otra parte,
si hasta ese momento la Iglesia era un bastión a defender, ahora es un bastión
a reconquistar, a liberar.
¡Ciertamente pareceré
excesivo! Así lo espero, como Aquel que lo es todo, el Camino, la Verdad y la
Vida, y que sigue y seguirá siendo un escándalo para los judíos y
locura para los gentiles. Entonces, aférrense a Aquel que es la
Verdad, y comprendan bien: lo que digo es en conciencia, por fidelidad
a la fe y por amor de Nuestro Señor Jesucristo y de su Iglesia, una, santa,
católica, apostólica y romana.
Solamente Jesús, todo
lo demás viene del Maligno. Y este concilio viene del Maligno:
Monseñor Lefebvre dijo: Le han dado la espalda a la verdadera Iglesia.
Este concilio, este acontecimiento ruinoso para la Iglesia Católica y toda la
civilización cristiana, no ha sido dirigido ni conducido por el Espíritu Santo.
¿Cómo entonces fue
conducido y dirigido? Programado por las fuerzas ocultas infiltradas, convocado
para imponer su programa, confiscado desde la 1ª sesión por los modernista,
este concilio no quería ni podía tener la intención de la Iglesia: conservar y
transmitir el Depósito de la fe. Se convirtió en un mortinato y no constituyó más
que una Asamblea informal con las apariencias engañosas de un Concilio. Esta
Asamblea fantasma substituyó a la Iglesia Católica por una neo-Iglesia
conciliar anticatólica. Este concilio es mortal, muerto, mortífero, letal.
Estos asesinos no tenían otro objetivo que el de integrar la Iglesia a su
sinarquía y desnaturalizar la fe en espiritualismo esotérico. La Iglesia
conciliar es anticatólica, universal, noáquida, cósmica, adogmática, humanista,
liberal y laica.
Pongamos a este Concilio
en el contexto. Deplorémosle en esta elegía trágica.
El Concilio, es la apoteosis
del non serviam de Lucifer:
Insurrección sacrílega
contra Dios, su Obra, su misterio de amor. Es la negación sacrílega del reinado
social de Cristo Rey.
El Concilio, es la apoteosis
de la serpiente susurrando a nuestros primeros padres: seréis
como dioses.
Fue la instauración del
humanismo integral.
El Concilio, es la apoteosis
de la renegación integral de Dios crucificado en el Gólgota: no
queremos que El reine sobre nosotros.
El Concilio, es la apoteosis
de la Revolución francesa: el culto sacrílego del hombre convertido en
dios y maestro, y la Declaración sacrílega de los derechos del hombre.
El Concilio, es la apoteosis
de la Revolución en tiara y capa, la apoteosis de la victoria
aparente del misterio de iniquidad sobre el misterio de amor. Este Concilio es
verdaderamente la apoteosis de la apostasía total.
Entonces surge la
pregunta: El Concilio hace estragos desde hace más de medio siglo, ¿por qué de
repente, de nuevo esta indignación?
Respuesta: la fatiga de
los espíritus, que ha seguido a cada una de las ofensivas de descristianización
se ha intensificado y apoya la victoria aparente del misterio de iniquidad.
Paralelamente y en consecuencia, se han intensificado la pérdida de la fe, la
ceguera de los espíritus sobre el verdadero combate y sobre los verdaderos
enemigos. El valor se ha debilitado, el cansancio, el abandono y el desaliento
siguieron, y sobre todo, nos hicimos unos acostumbrados sin reacción. Los
oponentes que perseveran, parecen luchar contra molinos de viento.
La realidad es que la Tradición sufre
de una hipotensión que no puede más que serle fatal.
Es hora de despertarse,
de incorporarse, de recobrar el combate y de remontar valientemente a las
primeras líneas.
Jesús, solamente
Jesús, es la Verdad integral, su Santa Iglesia, la única que puede recibir
y transmitir el Depósito integral. Fuera de Cristo, fuera de la Iglesia,
está el error integral. Contra el Cristo integral, contra la Iglesia integral,
está el error integral. El Concilio, fuera de Cristo integral, contra la
Iglesia integral, no es más que el error integral. Es la
serpiente que silba, es la pérdida integral de las almas.
Todos y cada uno de
nosotros estamos amenazados, incluso tentados, y algunas veces tan tentados.
Nosotros ahora estamos en estado de legítima defensa, he aquí a nuestro Cristo
de nuevo ante Pilatos, he aquí nuestra Iglesia en estado de asfixia, Ella que
no vive sin sus dos pulmones: la Palabra de Dios y la Tradición.
Tenemos el derecho
estricto de luchar en contra del error integral. Tenemos el deber
imperioso de defender nuestra fe. Nosotros queremos conservar nuestra
fe en toda su integridad, nosotros queremos defender la fe
católica, incluso al precio de nuestra vida. Por otra parte, esa fue la
voluntad de Dios al ponernos en este mundo, cuando su Iglesia nos ha prodigado
la fe, cuando sus gracias han intervenido en tales circunstancias, en estos
tiempos de apostasía endémica.
Escogidos, Dios nos ha escogido para una misión exaltante.
Nosotros estamos armados con todas las gracias necesarias.
Dios quiere necesitarnos
para su gloria, para la liberación y exaltación de su Santa Iglesia,
para la restauración integral de su reinado social.A Él, Rey de cielos y
tierra, gloria y honor eternamente.
En el non serviam,
Dios escogió a San Miguel. En el desastre de Adán y Eva, Dios escogió a la
llena de gracia, terrible como un ejército ordenado en batalla”.
En la ofensiva conciliar,
Dios escogió a esta legión de combatientes de la fe, cotas de malla bien
distribuidas. Démosle homenaje a estos héroes de la primera hora, perlas de la
Tradición, desde el Padre Coache hasta Monseñor Lefebvre.
Pero en el curso de los años,
hemos flaqueado, y no dejamos de flaquear: la duración sin fin de la prueba y
el agotamiento, el ambiente de trincheras y esta disminución de la fe, las
continuas trampas y las divisiones terribles, las dudas y los desalientos, el
mal de los acuerdos con Roma y la necesidad de los brazos maternales de nuestra
Iglesia…
¡Atención! El
combate no puede ser más que integral, de día y de noche. Quien
se quiere conciliador, termina conciliar. Quien cree poder integrarse, se
desintegra en seguida. Quien le hace un guiño al error, pierde sus dos ojos.
Quien acuerda derechos al error, se precipita él mismo en el error integral, y
acaba empleando, como el sistema, el ecumenismo conciliar.
¡Atención! Este Concilio, hay
que denunciarlo, hay que rechazarlo, su espíritu y sus aplicaciones y sobre
todo no hay que tratar de remendarlo, de triturarlo, de despedazarlo; no
tenerlo en cuenta más y olvidarlo.
Yo les insisto, les
repito y les vuelvo a repetir: la Tradición está en grave hipotensión,
y usted, usted tiene suficiente con estar separado, usted sueña ser como
todo el mundo, usted da el paso, el mal paso, hacia los conciliares…
Queridos hermanos tradicionalistas,
ustedes se sienten anticuados, obsoletos, ridículos, ustedes sienten vergüenza
y tratan de rehabilitarse, ustedes se han hecho terriblemente peligrosos.
Amigos míos, claramente les digo, ustedes traicionan y apuñalan por la espalda
a la Tradición cantando los aleluya!
Perseverar en el combate, así debe ser hasta que llegue
la victoria. Perseverar y triunfar, es vivir integralmente el Misterio de amor,
es cumplir integralmente la Voluntad de Dios, ustedes deben permanecer
integralmente como testigos de Cristo, soldados de Cristo. Es la guerra, y
ustedes deben movilizarse a exorcizar la neo-Iglesia conciliar y liberar la
Santa Iglesia de Cristo para restaurar integralmente el reinado de Cristo sobre
sus dominios.
Felices, bienaventurados
elegidos de la Tradición, conserven vuestra fe integral, combatan hasta
el final. Vuestro combate tomará la medida de vuestra fe integral.
Ella, la Bienaventurada, Ella creyó, y creyó con la fe más integral. Ella, la
Reina y Madre de la fe, la testigo y modelo de la fe, la guardiana y la fiadora
de la fe, nos llama a cerrar las filas detrás de ella para el combate integral
de la fe.
En el calvario, Ella
permaneció de pie, pero su talón se
fortificó y el Maligno empezó a temblar. Para el combate, es al pie del
Calvario que nos unimos a Ella y que nosotros erguimos nuestros talones.
En la Salette, nuestra Santa
Madre lloró, y nosotros nos
unimos para llorar con ella, por nosotros mismos y por todos aquellos que son
la causa de sus lágrimas, y para combatir con ella.
En Fátima, la Omnipotencia
Suplicante nos prometió la victoria, Su Victoria: Al fin, mi Corazón Inmaculado triunfará. Y ya, gracias a vuestro combate, en un
horizonte inundado de esperanza, apunta sobre el Carmelo una nube muy pequeña.
Y avanza y crece.
Entonces, Oh Madre bien
amada, el fin, este fin que Vos anunciasteis, ¿es pronto?
¡Así sea!