Francisco: "Si una persona es gay,
¿quién soy yo para criticarlo?"
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Buena pregunta hizo Francisco: ¿Quién es él? En la foto, por lo menos, parece un cantor de tangos, acaso un político en campaña electoral. |
El
Santo Padre cuestionó el "lobby gay" pero evitó juzgar a los
homosexuales. Fue durante el vuelo de regreso a Roma, donde afirmó
además que la Iglesia "no debe marginar". El Pontífice descartó
una visita a la Argentina y calificó a Benedicto XVI de "abuelo
sabio"
El
Papa Francisco condenó este lunes el llamado "lobby gay" del Vaticano
durante una conferencia de prensa celebrada a bordo del avión que lo conducía
de Brasil a Italia, en la que recalcó que no pretende "juzgar" a los
homosexuales.
"Si
una persona es gay y busca al Señor y tiene buena voluntad, ¿quién soy yo para
criticarlo? El catecismo de la Iglesia
católica lo explica de forma muy linda esto. Dice que no se debe marginar a
estas personas por eso. Hay que integrarlas en la sociedad", declaró
Francisco ante más de 70 periodistas.
Y
agregó: "El problema no es tener esta tendencia. Debemos ser
hermanos. El problema es hacer un lobby. El problema es la presión
ejercida por grupos de presión de la gente codiciosa, lobbies políticos, grupos
de presión masónicos, y tantos grupos de presión. Esto agrava el
problema", agregó.
Hablando
en la parte trasera del avión de regreso de Río de Janeiro, tras culminar su
histórica visita a Brasil, el Sumo Pontífice volvió a descartar un viaje a la
Argentina a corto plazo.
"Creo
que se puede esperar un poco para ir a la Argentina",
sostuvo Francisco, quien reconoció sin embargo que Buenos Aires le "falta,
pero es una falta serena".
Acerca
de su futura agenda internacional, que tuvo un inmejorable debut en Brasil,
donde fue aclamado por centenares de miles de personas durante todas sus
actividades, el Papa mencionó Jerusalén, Sri Lanka y Filipinas como posibles
destinos.
Francisco
volvió a mostrarse contrario a la ordenación de mujeres, declarando que
"esa puerta está cerrada", y profundizó su visión.
"La
Virgen María era más importante que los apóstoles y que los obispos y que los
diáconos y los sacerdotes. La mujer en la Iglesia es más importante que
los obispos y que los curas. ¿Cómo? Esto es lo que debemos tratar de
explicitar mejor a través de una profundización de la Teología de la
mujer", puntualizó.
Al
ser consultado sobre si las reformas que ha emprendido en el Vaticano desde su
llegada han encontrado resistencia en la curia, el Papa dijo: "Si
hay, aún no la he visto, pero tampoco hice muchas cosas".
Con
respecto al escándalo de los Vatileaks, la filtración de documentos internos
que impactó duramente en el papado de su antecesor Benedicto XVI, el Papa
argentino relató una anécdota personal.
"Cuando
fui a ver al papa Benedicto, después de rezar en la capilla nos reunimos
en el estudio y había una caja grande y un sobre. Benedicto me dijo: 'En esta
caja grande están todas las declaraciones que han prestado los testigos. Y el
resumen y las conclusiones finales están en este sobre'. Y aquí se dice ta, ta,
ta. ¡Lo tenía todo en la cabeza! Pero no, no me asusté. Es un problema grande,
pero no me he asustado", contó.
El
Sumo Pontífice se volvió a referir más adelante a Benedicto XVI, a quien lo
comparó con un "abuelo sabio" y dijo que era "su papá".
La
aeronave que trasladaba al papa, un Airbus A330 de Alitalia, finalmente llegó a
Roma a las 6:30 hora argentina, tras recorrer los 9.201 kilómetros que
separan Río de Janeiro, Brasil, de la capital italiana.
Tres
minutos después de pisar suelo italiano, el Sumo
Pontífice escribió un mensaje en su cuenta oficial en Twitter, en el que
celebró su regreso.
"He
regresado a casa, y les aseguro que mi alegría es más grande que mi
cansancio", escribió Francisco.
SAN PABLO CONTRA LA
HOMOSEXUALIDAD
(Y contra Francisco)
“No queráis engañaros: ni los fornicarios, ni los
idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los sodomitas, ni los
ladrones, ni los avarientos, ni los borrachos, ni los maldicientes, ni los que
viven de rapiña, han de poseer el reino de Dios. Tales habéis sido algunos de
vosotros; pero fuisteis lavados, fuisteis santificados, fuisteis justificados
en el nombre de nuestro Señor Jesucristo y por el Espíritu de nuestro Dios.”
I Cor. 6, 9-11
La Sagrada Escritura y,
especialmente el sentido común son tan claros sobre el tema de la
homosexualidad que el Magisterio de la Iglesia ha tratado muy poco de esta
materia. (1)
1. En el Antiguo Testamento, además del castigo de Sodoma
(Génesis 19), debemos citar la ley dada por Dios a Israel: Lev. 18, 22 designa
a la sodomía como una abominación, Lev 20, 13 castigada con la muerte). En
el Nuevo Testamento, San Pablo condena explícitamente este vicio en varias
epístolas (Romanos 1, 24-32, que se citan a continuación 1 Cor 6,10: "Ni
los fornicarios, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los
infames, ni los ladrones, [...] heredarán el reino de Dios (2)", 1 Tim 1,10,
dice la misma manera que "los asesinos, los fornicarios, los infames [...](3)".
2. El sentido común también es suficiente para ver que
este vicio es contra la naturaleza, puesto que utiliza al contrario de su
finalidad natural una función que Dios ha dado para la transmisión de la vida.
Una desviación así de grave, en un asunto tan importante para el bien común (el
futuro de la sociedad depende de ello), resulta evidente que es gravemente
pecaminosa.
Sin embargo, esto ya no aparece tan obvio para muchos de nuestros
contemporáneos. Debemos ahora argumentar para defender lo que antes era
evidente.
Comencemos pues el asunto, preguntando por qué y cómo se puede haber
llegado a tal extremo.
Sobre este punto en particular la Sagrada Escritura, y San Pablo
especialmente, van a aclararnos mucho.
San Pablo va hasta la raíz del mal
En el primer capítulo de su epístola a los Romanos, San Pablo no se
limita, en efecto, a denunciar el vicio. Él establece claramente un vínculo
causal entre la infidelidad (idolatría) y la impureza contra la naturaleza.
Leamos el pasaje (Rom 1,18-32):
1. La idolatría de los gentiles es inexcusable, porque el verdadero Dios
se manifiesta en la creación.
En efecto, la cólera de Dios se revela desde el cielo contra toda
impiedad e injusticia de los hombres que aprisionan la verdad en la injusticia;
pues lo que de Dios se puede conocer, está en ellos manifiesto: Dios se lo
manifestó. Porque lo invisible de Dios, desde la creación del mundo, se deja
ver a la inteligencia a través de sus obras: su poder eterno y su divinidad, de
forma que son inexcusables; porque, habiendo conocido a Dios, no le
glorificaron como a Dios ni le dieron gracias, antes bien se ofuscaron en
sus razonamientos y su insensato corazón se entenebreció: jactándose de
sabios se volvieron estúpidos, cambiaron la gloria del Dios
incorruptible por una representación en forma de hombre corruptible, de aves,
de cuadrúpedos, de reptiles.
2. Consecuencia de esta maldad, Dios los abandonó a sus pasiones.
Por eso Dios los entregó a las apetencias de su corazón hasta una
impureza tal que deshonraron entre sí sus cuerpos; a ellos que cambiaron la
verdad de Dios por la mentira, y adoraron y sirvieron a la criatura en vez del
Creador, que es bendito por los siglos. Amén.
3. Consecuencia (continuación): el vicio contra la naturaleza
Por eso los entregó Dios a pasiones infames; pues sus mujeres
invirtieron las relaciones naturales por otras contra la naturaleza; igualmente
los hombres, abandonando el uso natural de la mujer, se abrasaron en deseos los
unos por los otros, cometiendo la infamia de hombre con hombre, recibiendo en
sí mismos el pago merecido de su extravío.
4. San Pablo repite su razonamiento: causa y consecuencia.
Y como no tuvieron a bien guardar el verdadero conocimiento de Dios,
entrególos Dios a su mente insensata, para que hicieran lo que no conviene:
llenos de toda injusticia, perversidad, codicia, maldad, henchidos de envidia,
de homicidio, de contienda, de engaño, de malignidad, chismosos, detractores,
enemigos de Dios, ultrajadores, altaneros, fanfarrones, ingeniosos para el mal,
rebeldes a sus padres, insensatos, desleales, desamorados, despiadados, los
cuales, aunque conocedores del veredicto de Dios que declara dignos de muerte a
los que tales cosas practican, no solamente las practican, sino que aprueban a
los que las cometen.
San Pablo lo dice pues y lo repite: la ceguera moral llevada hasta la
aprobación de los vicios contra la naturaleza es una consecuencia de la
impiedad. Una máxima atribuida a San Agustín resume esta enseñanza: Este
estigma no es sólo un pecado, es más bien el castigo del pecado (4)
La explicación de Santo Tomás
En su comentario sobre la Epístola a los Romanos, Santo Tomás de Aquino
insiste también:
Cabe señalar que es con razón que el Apóstol pone los vicios contra la
naturaleza -que son el más grave de los pecados de la carne- como castigo por
la idolatría. Se percibe que estos defectos parecen haber comenzado a desarrollase
con la idolatría - es decir, los días de Abraham, cuando se reconoce
generalmente que la idolatría comenzó. Se lee en el capítulo 19 del Génesis que
estos defectos han sido castigados por primera vez en la persona de los
habitantes de Sodoma. Y del mismo modo, los vicios de este tipo han crecido
progresivamente a medida que creció la idolatría. Así se lee en el segundo
libro de los Macabeos que Jasón se atrevió a poner los jóvenes más nobles en
lugares infames (5) y no fue el comienzo, sino el desarrollo y el progreso de la adopción de
costumbres paganas. (6)
El Doctor Angélico se refiere indirectamente al mismo tema en una
cuestión de su Summa Theologica. Se pregunta por qué
el rito de la circuncisión fue instituida en la época de Abraham, y no justo después
de la caída original. Él respondió que en la época de Adán, incluso después del
pecado, la fe y la razón natural era todavía lo suficientemente fuerte por lo
que el hombre no necesitaba ese rito. Sin embargo, al tiempo de Abraham, la
religión se había debilitado al punto que la mayoría de personas se volcaron a
la idolatría, y a la vez, la razón natural estaba oscurecida por las pasiones
de la carne hasta el punto de hacer caer al hombre en pecado contra la
naturaleza. Por lo tanto, era el momento en que Dios instituyese, para el
hombre, un rito que fuese al mismo tiempo la señal de la fe en Dios, y un
remedio para el deseo carnal (7).
Encontramos así, en esta respuesta, el vínculo entre el progreso de la
idolatría y el de los vicios contra la naturaleza. El primero es una falta
contra la naturaleza divina, Dios permite como castigo la segunda, que va en
contra de la naturaleza del hombre (8).
Confirmación en el siglo XVII
En el siglo XVII, el famoso exégeta Cornelius a Lapide (9) confirma esta
explicación:
Las pasiones monstruosas son la pena de la infidelidad, la impiedad y la
herejía (10).
Tras señalar que los herejes de su tiempo (protestantes) han manifestado
la verdad de esta frase en sus costumbres (11), investiga la causa de ese vínculo
entre la impiedad y la impureza. Da dos razones.
1. En primer lugar, porque donde no hay fe, no hay gracia de Dios; y
donde no hay gracia de Dios, no encontramos la castidad, sino todo tipo de
concupiscencias. Era justamente por eso que Lutero decía que la fornicación era
tan necesaria al hombre como el alimento, y que se oye por todos lados, entre
los innovadores, el axioma de que la castidad es imposible; porque, realmente,
es imposible a Lutero y a los herejes. Eso es justo lo que San Jerónimo dijo:
"Es difícil encontrar a un hereje que ame la castidad; aunque la pueda
recomendar por palabras y alabarla".
2. En segundo lugar, a causa de que la herejía y la infidelidad nacen
del orgullo, y que la pasión impura es el castigo del orgullo, del mismo modo
en que la castidad es la recompensa de la humildad (12).
Confirmación al día de hoy
La conclusión se impone por sí misma: la repugnante invasión de los
vicios de Sodoma en nuestros países -y su formalización por infames leyes- no
son sólo azotes sociales. Son también, y principalmente, castigos.
Nuestros países son, hace tiempo, oficialmente apóstatas; oficialmente
ateos. Incluso, por la ideología de los derechos humanos, oficialmente
idólatras. Por tanto, es natural, lógico, necesario, que estas costumbres se
instalen en ellos. San Pablo dijo:
No tienen excusa, porque habiendo conocido a Dios, no lo glorificaron
como a Dios, y le dieron gracias, sino que se entregaron a sus deseos y sus
corazones sin inteligencia se hundieron en la oscuridad. [...] Por eso Dios los
entregó a las pasiones vergonzosas [...] Ya que no se preocuparon por conocer a
Dios, Dios los entregó a su mente réproba.
Esto no quiere decir que en el orden individual sólo un idólatra, o un
impío, puedan experimentar las tentaciones contra la naturaleza. Todos los
seres humanos están marcados por el pecado original y el desorden de la
naturaleza se manifiesta de diferentes maneras en cada uno. Sin contar las
patologías propiamente dichas, uno nacerá más propenso a la ira, el segundo fue
la pereza, y otro más vulnerable a tal o cual tentación de lujuria. Una
educación inadecuada, choques psicológicos mal curados u ocasiones precoces de
escándalo podrán exacerbar y agravar esta herida, en la fragilidad de la
infancia o la adolescencia. En este caso, como frente a cada uno de los pecados
capitales, sólo la lucha diaria, con la oración y la gracia de Dios, permitirá
superar el vicio y establecer la virtud.
Pero en el orden público, aquel de cada nación, la aceptación del vicio
contra la naturaleza, tal como lo estamos experimentando hoy en día, no puede
ser más que un castigo. La paganización de las costumbres es la consecuencia
inevitable de la paganización de las ideas.
¿Cómo reaccionar?
¿Estarán los católicos condenados a asistir impotentes a la destrucción
gradual de la sociedad? Ciertamente que no. Por eso, para actuar con eficacia,
para escapar del ciclo de derrotas en que parecen haber caído, deben tomar
consciencia, ante todo, de las verdaderas causas del mal – aquellas que
denuncia San Pablo.
Nuestras sociedades apóstatas y ateas no pueden ser bendecidas por Dios.
La decadencia que las golpea es el castigo de aquella impiedad. No sirve de
nada luchar contra esta decadencia si no luchamos al mismo tiempo, y
primeramente, contra esa impiedad. Luchar sin Dios contra los males que
resultan precisamente de la ausencia de Dios es, obviamente, un sinsentido (13).
Después de haber comentado extensamente a San Pablo, podemos concluir
citando a San Juan:
Todo lo que es nacido de Dios vence al mundo. Y esta victoria sobre el
mundo, nuestra fe. - Omne natum quod ex
Deo vincit mundum, et haec est victoria
quae vincit mundum, fides nostra. (1 Juan 5: 4)
___________________
1) Solo accidentalmente la enseñanza tradicional ha
abordado la cuestión. Un decreto del Santo Oficio del 24 de septiembre 1665
trata de la sodomía no para definir que es un pecado (lo que parece demasiado
obvio), sino para indicar cómo este pecado se debe acusar en la confesión (la
naturaleza de la culpa debe ser especificado de forma explícita, una acusación
genérica no es suficiente para que la confesión sea íntegra) (DS 2044). - La
anarquía generalizada introducida en la Iglesia permitió que algunos
"teólogos" trataran de legitimar este vicio. Frente a esto, el
Vaticano ha terminado por intervenir para recordar que "los actos
homosexuales son intrínsecamente desordenados y que no puede en ningún caso ser
aprobados" (29 de diciembre de 1975, DS 4583, reproducido en el nuevo
Catecismo de la La Iglesia Católica, § 2537).
2) Neque fornicarii, neque idolis servientes, neque
adulteri, neque molles, neque masculorum concubitores, neque fures [...] regnum
Dei possidebunt.. El término
"infame" (en latín: concubitores masculorum) se refiere a los
sodomitas.
3) [...] Homicidis, fornicariis, masculorum
concubitoribus [...].
4) Haec spurcitia non solum peccatum est, sed et poena
peccati (PL 40, col. 1326; esta serie de sermones que ahora
comúnmente se considera apócrifa.)
5) 2 Mc 4, 13 (cita de Thomas de la Vulgata). - En tiempos de Antíoco
Epifanio, Jason consigue hacerse nombrar sumo sacerdote en Jerusalén, y se
esfuerza por introducir las costumbres griegas entre los ciudadanos. La Biblia
cuenta: "Era tal el auge del helenismo y el progreso de la moda extranjera
a causa de la extrema perversidad de aquel Jasón, que tenía más de impío
que de sumo sacerdote, que ya los sacerdotes no sentían celo por el
servicio del altar, sino que despreciaban el Templo; descuidando los
sacrificios, en cuanto se daba la señal con el gong se apresuraban a tomar
parte en los gimnasios de los ejercicios contrarios a la ley; sin apreciar en nada
la honra patria, tenían por mejores las glorias helénicas. Por esto mismo, una
difícil situación les puso en aprieto, y tuvieron como enemigos y verdugos a
los mismos cuya conducta emulaban y a quienes querían parecerse en todo. Pues
no resulta fácil violar las leyes divinas; así lo mostrará el tiempo venidero”.
(2 Mc 4, 13-17).
6) «Et est notandum quod satis rationabiliter
Apostolus vitia contra naturam quae sunt
gravissima inter peccata carnalia, ponit
idolatriaepoenam, quia simul cum idolatria incepisse
videntur, scilicet tempore Abrahae, quando
creditur idolatria incepisse. Unde et tunc primo leguntur in Sodomitis punita
esse, ut Gn 19. Simul etiam idolatria crescente, huiusmodi vitia creverunt;
unde dicitur 2 Mc 4, quod Jason ausus est sub arce optimos quosque epheborum in
lupanaribus ponere. Erat autem hoc non initium, sed incrementum quoddam et profectus gentilis et
alienigenaeconversationis. » (Saint THOMAS, Com. in Rm 1, lect. VIII)
7) St.
Thomas, III, q. 70, a. 2, ad 1.
8) Santo Tomás dice que todo pecado es en cierto sentido, contra la
naturaleza porque va en contra de lo que nuestra razón nos dice que ser
conforme a nuestra naturaleza racional, pero algunos pecados se oponen no sólo
a nuestra naturaleza racional, sino la naturaleza física en sí (que compartimos
con los animales). Son doblemente contra la naturaleza.
9) Cornelio a Lapide (Cornelius Van den Steen), SJ., 1567-1637.
10) “Hinc patet infidelitatis, impietatis et haeresis pœnam esse
monstrosas libidines” (Cornelio a Lapide, en Romanos, 1, 26).
11) "Talia monstra quoque ab
haeresi nata nostra vidit et protulit aetas. - Nuestro siglo también ha visto
y ha producido ese tipo de monstruos, nacidos de la herejía. "(Ibíd.).
12) "Primo, quia ubi non est fides,
ibi non est gratia Dei ; ubi non est gratia Dei, ibi non est castitas, sed
omnis concupiscentia : ut merito dixerit Lutherus, concubitum homini tam
necessarium esse quam cibum, et passim apud Novantes personat hoc axioma,
castitatem esse impossibilem, quia vere Luthero et
haereticis impossibilis est. Vere ergo dixit S. Hieronymus, lib. II
Comment, in Osece cap. IX: "Difficile est invenire haereticum qui
diligat castitatem, etiamsi eam verbis commendet et prae se ferat".
Secundo, quia haeresis et infidelitas oritur ex superbia, superbiae autem
poena est libido, sicut humilitatis praemium est castitas"(Ibid)
13) Recordamos las palabras del Cardenal Pie: "Cuando Jesús
Cristo no reina por los beneficios que se derivan de su presencia, reina por
todas las calamidades inseparables de su ausencia". (Discurso en Chartres,
11 de abril de 1858; Episcopal de Obras, v. 1, p. 84.)