El 24 De octubre, la dirección de la FSSPX, anunciaba en un comunicado la expulsión de Monseñor Williamson de la obra fundada por Monseñor Lefebvre. A los 72 años y medio, el que era el decano de los cuatro obispos de la FSSPX está en camino de ser expulsado del priorato de Wimbledon donde residió hasta cuando fue echado a la calle, sin cobertura social ni dinero. Desde hace años, las relaciones entre Monseñor Fellay y Monseñor Williamson eran execrables, entre el obispo más joven y el prelado más viejo de los cuatro ordenados el 30 de junio de 1988 por el fundador de Ecône. En 2003, el superior general retiró al prelado británico de la dirección del seminario de Estados Unidos; y en el 2009, luego de sus declaraciones sobre las cámaras de gas y el número de judíos asesinados durante la guerra, la casa general de la FSSPX lo despojó de la dirección del seminario de la Reja en Argentina, lo confinó, según su expresión, en una “buhardilla” en Londres, prohibiéndole cualquier ministerio y el hablar públicamente, queriéndolo transformar en un muerto viviente.
El pasado 4 de octubre, en una última carta, Monseñor Fellay ordenaba a su cofrade cerrar definitivamente, dentro de “diez días hábiles”, su blog Dinoscopus, suprimir sus comentarios Eleison semanales, presentar excusas públicas al superior general por el mal que hizo a la Fraternidad y de reparar sus errores. En breve, Monseñor Fellay pedía una capitulación sin condiciones que evidentemente no obtuvo. En la carta que hicimos pública en nuestra última edición, Monseñor Williamson acusa al Superior General de traicionar la herencia de Monseñor Lefebvre abriéndose hacia una adhesión gradual a la Roma modernista. Y el prelado británico indicó que la política de la FSSPX ha cambiado desde el 2000 y con el comienzo de las discusiones con los ocupantes del Vaticano. Al final de su misiva, invita al superior general a presentar su dimisión por -escribe él- la mayor gloria de Dios, la salvación de las almas y su salvación eterna. Dicho de otro modo, si Monseñor Fellay continúa con sus intrigas actuales, se está atando a un camino de condenación para los que le sigan. Esto es lo que hay que comprender. Es decir que esta querella no es secundaria.
Se reprocha a Monseñor Williamson de haber desobedecido a la autoridad legítima, Monseñor Fellay. Pero el prelado británico para responder a su deber, tuvo que desobedecer, ya que la fe está en juego. Después de todo la Fraternidad ¿no es conocida por su desobediencia a una autoridad que ella juzgaba legítima pero estimaba que ponía la fe en peligro?
EL carácter de la cuestión judía
Mas allá de las diferencias ciertamente esenciales sobre la oportunidad o no de tener un acuerdo con Roma modernista, es decir ponerse de hecho bajo su dependencia, la expulsión de Monseñor Williamson se explica en gran parte por sus declaraciones revisionistas que hizo en el 2009 y de las cuales jamás se retractó a pesar del gran disgusto de su superior el cual multiplicó las presiones para que él reconociera la realidad de la Shoah. Todo deja pensar que la expulsión del más agitado de los cuatro obispos de la Fraternidad ha sido una moneda de cambio entre el Vaticano y Monseñor Fellay, los treinta denarios de Judas de alguna manera. El Vaticano sometido al sionismo internacional no podía aceptar “normalizar canónicamente” una Fraternidad que contaba entre sus líderes a un revisionista notorio. En efecto, para los ocupantes del Vaticano es mejor un sacerdote pedófilo (que no faltan en la iglesia conciliar) que un prelado revisionista. Por otro lado, desde su expulsión, el Congreso judío mundial se ha “felicitado” por esta noticia, señalando solamente que ella llega “muy tarde” llamando a la Fraternidad a desembarazarse de toda traza de antisemitismo de su seno. Que el Congreso judío mundial esté seguro: Monseñor Fellay va a asegurarse personalmente. Como nos lo han asegurado sacerdotes de la neo-FSSPX: que no hay que alimentar simpatías revisionistas o “fascistas” en la neo-FSSPX. Es mejor tener inclinaciones modernistas. Por lo tanto, la cuestión del revisionismo histórico no es secundario, incluso desde un punto de vista teológico. Ya no es más el sacrificio y la muerte de Cristo en el Gólgota el elemento central y la cúspide de la historia, es el “Holocausto”. Los imbéciles y los cobardes no miden hasta qué punto la contra-religión de la Shoah es una máquina de guerra contra la religión católica, un arma de destrucción masiva de la fe cristiana de la cual imita los rituales.
Solamente tres días después del anuncio de la expulsión definitiva de Monseñor Williamson, la comisión pontifical Ecclesia Dei hizo aparecer un comunicado, de un tono muy conciliador, diciendo que ella acordaba un plazo suplementario a la Fraternidad para responder a la declaración doctrinal del 13 de junio y a la proposición de regularización canónica. Tal como lo indica el cronista religioso de Le Figaro, Jean-Marie Guénois, “entonces está claro que este comunicado, inédito por su tono tranquilizador, es la respuesta del Vaticano a la expulsión de Monseñor Williamson”. El mismo día de la expulsión, el Vaticano hacía saber, según La Croix y Le Figaro, que la expulsión del obispo revisionista fue recibida en Roma como “una buena noticia”.
Este asunto muestra una vez más el carácter central de la cuestión judía y del revisionismo. Lo hemos visto en el Frente nacional donde Marine Le Pen para hacerse aceptar por los medios, excluyó a todo el que fuera más o menos revisionista o nacionalista del partido.
Lo vemos hoy en día en la Fraternidad donde Monseñor Fellay, que manifiestamente está dispuesto a todo para obtener su prelatura personal, persigue abiertamente a Monseñor Williamson. Hay que decir que los métodos del superior general de la FSSPX son sobre todo expeditos: En el 2003 expulsó por medio de un simple fax al padre Paul Aulagnier que fue durante 18 años el superior de distrito de Francia de la FSSPX y casi el cofundador de la Fraternidad, en el 2004, por medio del distrito de Francia, le envió los guardias y los perros al Padre Laguerie al priorato de Brujas, excluyéndolo del beneficio que le permitiría una cobertura social. Ya estamos a años luz del comportamiento tradicional de la Iglesia Católica. En una diócesis cuando un sacerdote se secularizaba, el obispo velaba que no se quedara en la calle dándole incluso discretamente un poco de dinero para que no se convirtiera en vagabundo. Debemos creer que la caridad se ha enfriado en nuestra época. Homo homini lupus; mulier mulieri lupior ; sacerdos sacerdoti lupissimus (El hombre es el lobo del hombre, la mujer es más lobo de la mujer, el sacerdote es el más grande lobo del sacerdote). Nunca este adagio ha sido tan verdadero como hoy en día.
Después del Frente Nacional, la Fraternidad San Pío X
Hoy en día pasa en la Fraternidad lo que hemos visto que sucedió hace algunos años en el Frente Nacional : los dirigentes sedientos de reconocimiento, de normalización, de honorabilidad, de respetabilidad, no soportando ser diabolizados y marginalizados, traicionan los «fundamentales» , se muestran afables y débiles con el enemigos pero despiadados con los que se rehúsan al aggiornamiento. Porque las declaraciones más que ambiguas de Moseñor Fellay sobre el Vaticano II, entusiastas acerca de Benedicto XVI, no han faltado estos últimos meses. El Padre Chazal, que fundó con otros cuatro sacerdotes en los Estados Unidos una FSSPX de estricta observancia para oponerse a este proceso de adhesión ha producido un texto, «Yo excuso al Concilio» en donde están compiladas las declaraciones más desconcertantes de Monseñor Fellay en estos últimos tiempos.
Sacerdotes de la Fraternidad, refractarios al actual proceso de adhesión, nos han confiado que el ambiente era execrable en numerosos prioratos a causa de los desacuerdos entre los “acuerdistas” y los “anti-acuerdistas”; sacerdotes que discretamente han movido su dirección electrónica del priorato por miedo de ser espiados por sus cofrades cercanos a Menzingen. Un sacerdote francés ha recibido recientemente una monición canónica por haber enviado confiadamente un texto anti-acuerdo a algunos cofrades, uno de los cuales lo denunció a Menzingen, sede de la casa general.
¡Fuego sobre el expuslsado!
Como en los procesos estalinianos, Monseñor Williamson no ha tenido el derecho de hacer valer su defensa, no tiene tampoco derecho de apelación y se le pide a los superiores de distrito decir todo lo mal que piensen del obispo expulsado. Sea por celo, por alzarse el cuello, ciertos superiores toman ellos mismos la iniciativa. Apenas se hizo oficial la expulsión, el superior del distrito de Italia, el padre Don Pierpaolo Maria Petrucci y, se nos asegura, « todos los sacerdotes del distrito de Italia de la FSSPX » (ninguno faltó al llamado) colocaron un comunicado en el cual se dice: « Con ocasión de la dolorosa expulsión de Monseñor Williamson de la Fraternidad Sacerdotal San Pio X, el distrito italiano confirma que esto se justifica por razones puramente disciplinarias que se han prolongado algunos años (¡sic! ¿Los inferiores deben confirmar lo bien fundamentadas que están las decisiones de su Superior?) “Querer enlazar este triste suceso con una voluntad de ruptura doctrinal de cara a la “Iglesia Conciliar” es puramente arbitrario, calumnioso e injustificado en relación a la última declaración del capítulo general y de los acontecimientos recientes, lo que el futuro mostrará inequívocamente”. Mala suerte: tres días más tarde, la comisión Ecclesia Dei publicó un comunicado muy confiada en la perspectiva de un acuerdo. ¿Habrán mentido? ¡No lo creo!
El superior de distrito de Alemania, el Padre Franz Schmidberger, gran amigo de Josef Ratzinger ante el Eterno, fue a escupir sobre Monseñor Williamson acusándolo de ser un rebelde. ¿Pero Monseñor Lefebvre no fue igualmente juzgado como rebelde por muchos? Notemos la anécdota de que la carta de expulsión de Monseñor Williamson fue enviada por Monseñor Fellay el 22 de octubre desde Platte City y no de Menzingen. Por lo tanto fue en el curso de un viaje que el superior general compuso este decreto como si fuera un hombre de negocios que despide desdeñosamente a un lacayo entre dos vuelos. Digámoslo claramente, a riesgo de hacernos enemigos (¡ya tenemos la costumbre!) que esta inhumanidad, esta sequedad de corazón nos inspira repugnancia e indignación. No es suficiente hablar con los aires inspirados de espiritualidad y de santidad para ser estimable. Hay muchos más falsos devotos que auténticos místicos, hipócritas mitrados que reales servidores de Dios. Sin duda existen los celos en ésta decisión. Monseñor Williamson fue el profesor de teología en Ecône del joven Bernard Fellay, está diplomado en literatura en la universidad de Cambridge, es un brillante intelectual, divertido, de espíritu agudo. Esto no se perdona en ciertos medios eclesiásticos, como Monseñor Fellay que fue ecónomo de la Fraternidad durante doce años, que se expresa trabajosamente y que no brilla por su erudición ni por su fineza de espíritu, incluso si él es un manipulador fuera de serie al punto de haber metido a la Madre de Dios en su política de adhesión-apostasía a la Roma modernista. Desde el 2006, multiplicó las “cruzadas del Rosario” donde presentó como “milagros” de la Virgen Santísima el Motu Proprio de julio de 2007 que redujo a la misa Tridentina a una “forma extraordinaria del rito romano” y el levantamiento (no la declaración de nulidad del decreto del 1° de julio de 1988) de las excomuniones el 21 de enero del 2009, levantamiento que no se aplicó ni a Monseñor Lefebvre ni a Monseñor de Castro Mayer, los dos consagrantes todavía considerados como excomulgados.
La cerradura que faltaba de saltar
Luego de la entrevista del 13 de junio entre Monseñor Fellay y los dirigentes de la Congregación de la Doctrina de la Fe, la Fraternidad había hecho saber que el preámbulo doctrinal retocado por el Vaticano era « inaceptable » (circular Thouvenot del 25 de junio), Monseñor Fellay había dicho luego de las ordenaciones en Ecòne, que las relaciones entre Roma y la FSSPX estaban “en punto muerto” y al finalizar un retiro sacerdotal el 7 de septiembre volvió a decir que el texto no convenía, que se engañó y que lo habían engañado, en fin, que todo había terminado. Pero he aquí que nos enteramos por el comunicado del 27 de octubre de la Comisión Ecclesia Dei de que no solamente Monseñor Fellay no rechazó el Preámbulo Doctrinal, contrariamente a lo que dijo, sino que en una carta del 6 de septiembre el pedía un período de estudio y reflexión suplementario antes de responder. Todo nos hace pensar que la expulsión de Monseñor Williamson era el cerrojo que faltaba hacer saltar para conducir a su término la política de adhesión a la Roma modernista utilizando sin cesar un doble lenguaje, multiplicando las ambigüedades a la manera de los modernistas y los liberales, a fin de neutralizar toda oposición interna. Esto también permitió dividir a los tres obispos, que estaban unidos contra la política de adhesión del superior general, en su carta del 7 de abril. Efectivamente, después del capítulo general, Monseñor de Galarreta ha cambiado de bando y defiende ahora la política de Menzingen. En su discurso de clausura de la peregrinación anual a Lourdes, el 28 de octubre, no tuvo ni una palabra de compasión o de simpatía para su cofrade en el episcopado, diciendo solamente de manera alusiva que su “partida” (¡sic!) ¡no es una tragedia! En cuanto a Monseñor Tissier de Mallerais, después de haber denunciado en primavera toda forma de adhesión a Benedicto XVI, se encerró en el silencio desde el Capítulo. Sin embargo aconsejó al padre Chazal, que aunque está de acuerdo con su análisis, debe someterse a Monseñor Fellay y sabemos de una fuente muy segura que también exhortó a Monseñor Williamson a encontrar una solución amistosa con Menzingen. En algunos meses todo ha cambiado: de tres obispos contra Monseñor Fellay, no queda más que uno. El superior general ya no tiene más preocupaciones : él podrá llevar a término el acuerdo con Benedicto XVI.
Hoy en día sucede en la Fraternidad lo que pasó en la Iglesia después del Vaticano II: se muestra un autoritarismo sin piedad para disuadir a los recalcitrantes de expresarse o actuar. En nombre de la obediencia se pide a los sacerdotes que respalden la política de acercamiento con el modernismo. Pero esta política es suicida: cada vez que ha sido probada en el pasado, ha debilitado el campo de la resistencia tradicionalista al Vaticano II. Las discusiones entre Monseñor Lefebvre y el cardenal Ratzinger en 1987-1988 ciertamente fracasaron, pero ellas dieron lugar a la creación de la Fraternidad San Pedro, a la secesión de Le Barroux. Las discusiones entre la FSSPX y el cardenal Castrillón Hoyos han dado lugar a la adhesión de Campos y del Padre Aulagnier.
Hoy en día esas discusiones conducen a la expulsión del decano de los cuatro obispos, lo que no es poco, ya que la Fraternidad había afirmado frecuentemente que una de las pruebas de su carácter providencial era precisamente la unión sin falla entre los cuatro obispos. Un argumento ahora caduco.
¿Qué hará Mons. Williamson?
Falta saber lo que hará ahora Monseñor Williamson. En su último comentario Eleison titulado “Decisión trascendental”, el previene que “no piensa retirarse”. Sin embargo su situación no es fácil. Por ahora no dispone de ningún medio verdadero que le permita construir un seminario, capillas, prioratos, escuelas. Además, el tiene 72 años. Ciertamente Monseñor Lefebvre no era más joven al momento de la fundación de Econe. Pero en cuatro décadas las cosas han cambiado radicalmente. Cada vez hay menos católicos. En la época de los gloriosos treintas, había muchas familias de bien, lo que ahora no sucede. Además, el precio de los inmuebles se ha disparado y hacen falta sumas colosales para comprar cualquier local en las metrópolis occidentales. Además, incluso entre el campo de los católicos hostiles al acuerdo, ya sea por la personalidad o por ciertas opiniones del prelado británico, no hay unanimidad. Algunos le reprochan haber sido consagrado sin permiso, otros de ser lefebvrista, otros de creer en Garabandal y en María Valtorta, otros de reconocer la autoridad de Benedicto XVI oponiéndose a él, otros más (o los mismos) de haber aprobado el motu proprio y el levantamiento de las excomuniones. Es decir que su éxito se anuncia aleatorio. Mientras que se constata un gran cansancio entre los católicos de la tradición. Pocos tienen todavía el fuego sagrado de los que valientemente se opusieron a las reformas conciliares de 1970. El confort (pero también las preocupaciones) de la vida moderna, la pereza intelectual, la ausencia o falta de vida de oración, la descristianización general que, en diferentes grados, han alcanzado a los hombres de nuestro tiempo, los estragos del liberalismo y del relativismo bastan para explicar esta tibieza<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]-->.
La visibilidad de la Iglesia se reduce a ser doméstica
La expulsión brutal de Monseñor Williamson lo muestra de manera evidente, en estos días todas las resistencias, verdaderas o aparentes, ceden, traicionan, se apagan o se diluyen. Esto es verdadero en política, en religión y en todos los dominios. No podemos tener confianza en ninguna estructura, en ningún jefe. La visibilidad de la Iglesia se reduce hoy en día a lo doméstico. Más que nunca vivimos el Sábado Santo de la Iglesia militante. Y por lo tanto, en las tinieblas espesas que nos rodean, en este mundo satánico y apocalíptico, de alguna manera hay que sobrevivir. Guardando la fe y la esperanza. Conservando los pies sobre la tierra y los ojos levantados al Cielo.
Jérôme Bourbon, Rivarol. Visto en TRADINEWS y publicado por Non Possumus.
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<!--[if !supportFootnotes]-->[1]<!--[endif]--> NOTA DEL BLOG: Quiero hacer notar que la visión del señor Bourbon nos parece un poco exagerada con respecto a las perspectivas futuras de Monseñor Williamson. Tenemos la convicción de que Dios está de su lado y que El proveerá lo necesario para que a los católicos remanentes no les falten Sacramentos. Dios no abandona cuando nosotros no lo abandonamos.