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Carta a los Amigos y Bienhechores n° 85
Estas últimas semanas nos
muestran -con la multiplicación de atentados asesinos en Europa y en África,
con la persecución sangrienta de numerosos cristianos en Oriente Medio-, cuán
profundamente convulsionada está la situación del mundo. En la Iglesia, el
reciente Sínodo sobre la familia y la próxima apertura del Año Santo no dejan
de provocar legítimas inquietudes. [Nótese la diplomacia: sólo "legítimas
inquietudes"; nada de santa indignación o de rechazos
categóricos...] Frente a una confusión tal, nos ha parecido
útil compartir nuestras reflexiones respondiendo a vuestras preguntas. Creemos
que esta presentación permitirá resaltar mejor cómo nosotros, que estamos
apegados a la Tradición, debemos reaccionar frente a los problemas que se
plantean hoy.
El
1° de septiembre el Papa Francisco dio a todos los fieles, por propia
iniciativa, la posibilidad de confesarse con los sacerdotes de la Fraternidad
San Pío X durante el Año Santo. ¿Cómo interpreta Ud. este gesto? ¿Aporta algo
nuevo a la Fraternidad?
En efecto, fuimos
sorprendidos por este acto del Santo Padre con ocasión del Año Santo, pues nos
enteramos, como todo el mundo, por la prensa. ¿Cómo recibimos este acto?
Permítanme recurrir a una imagen. Cuando un incendio arrecia, todo el mundo
entiende que quienes tienen los medios deben esforzarse en apagarlo, sobre todo
si faltan bomberos. Así han actuado los sacerdotes de la Fraternidad, durante
todos los años de esta terrible crisis que sacude la Iglesia sin interrupción
desde hace 50 años. En particular, frente a la trágica falta de confesores,
nuestros sacerdotes se han entregado al servicio de las almas de los
penitentes, utilizando el caso de urgencia previsto por el Código de Derecho
Canónico.
El acto del Papa hace que
durante el Año Santo tengamos una jurisdicción ordinaria. Siguiendo con la
metáfora, ello consiste en darnos la insignia oficial de bomberos, a pesar de
que nos la habían negado desde hace décadas. [El ser afrentado por herejes es un título de
honor para los verdaderos tradicionalistas. "Seréis odiados de
todos por causa de Mi Nombre" (Mt 10, 22, Mc 13 13, Lc 21, 17).
Por otra parte, el que incendia la Iglesia es el propio Francisco, a la manera
de un nuevo Nerón. Esto Mons. Fellay no lo dice o no lo ve... o no lo quiere
decir o no lo quiere ver.] En sí, para la Fraternidad,
sus miembros y sus fieles, esto no agrega nada nuevo; no obstante esta
jurisdicción ordinaria tranquilizará a los que están con inquietudes y a todas
las personas que hasta ahora no se atrevían a acercarse a nosotros. [A los buenos fieles
católicos, más bien les debe causar intranquilidad el ver que la FSSPX se
acerca a quien es “la esperanza de los homosexuales”, el gran amigo de la
Sinagoga y el vocero oficioso de la ONU] Pues, como dijimos en el
comunicado en el que agradecimos al Papa, los sacerdotes de la Fraternidad sólo
desean una cosa: “ejercer con renovada generosidad su ministerio en el
confesionario, siguiendo el ejemplo de dedicación infatigable que el santo Cura
de Ars dio a todos los sacerdotes”. [El regalo griego de Francisco a
la FSSPX es un paso decisivo y sin retorno hacia
el acuerdo traidor. Nadie piense que el 9 de diciembre de 2016 las confesiones
de los Sacerdotes de la Fraternidad volverán a ser consideradas ilícitas: el
acuerdo debe ser hecho antes de esa fecha. Sobre el rastrero agradecimiento de
Mons Fellay a Francisco, ver acá]
Con
ocasión del Sínodo sobre la familia, Ud. dirigió una súplica al Santo Padre, y
luego una declaración. ¿Por qué?