Mientras se destruye a la Iglesia...
Algunos ríen.
Pero no Nuestra Señora.
Te saludamos, ¡oh María! con la pronta sumisión de
hijos reconocidos. Te bendecimos con toda la efusión de nuestra alma porque
eres nuestra ventura y nuestra reconciliación con Dios ¡Oh tierna Abogada
nuestra! No queremos ofender más a tu Santísimo Hijo Jesús: nos arrepentimos de
haber pecado: proponemos la enmienda de nuestra vida y esperamos que nos
alcances la gracia de la perseverancia final, y que nos libres de los castigos
temporales y de la eterna condenación.
¡Con qué sublimes encantos te presentas a nosotros
¡oh María! en forma celeste misionera, para convertirnos a tu Divino Hijo
Jesús!
¡Con qué dulcísima caridad nos amonestas para que
evitemos el castigo y obremos nuestra salvación! ¿Y quién se resistirá a la
eficacia de tus purísimas lágrimas virginales? ¡Oh María! que estas lágrimas
caigan sobre nosotros como el rocío sobre la tierra sin agua, como la lluvia
sobre la campiña, como la llovizna sobre la grama, y queden nuestras almas
convertidas al eco armonioso de tu saludable predicación, a fin de que,
haciendo penitencia por nuestros pecados, desagraviemos, amemos y sirvamos a
nuestro Señor Jesucristo.Amén.
(De la novena dispuesta para honrar la gloriosa
aparición de María Santísima Nuestra Señora en La Salette. Escrita por M.A.
León. 1886).