(Traducción de Página Católica)
Tras el funeral de don Gallo, que
fue presidido por el cardenal Bagnasco, la Fraternidad San Pío X denuncia el
grave escándalo causado por la intervención de Vladimir Guadagno (alias
Luxuria), y por el hecho de que el cardenal le ha administrado la Comunión,
como si su público comportamiento y su actividad parlamentaria no fueran
escandalosas y contrarias a la moral.
De la misma forma se ha actuado
con otros representantes de movimientos que sostienen posturas
contrarias a las enseñanzas de la Iglesia.
Según la doctrina católica y la lógica del Evangelio, los pecadores públicos deben arrepentirse y reparar públicamente antes de acercarse al sacramento de la Eucaristía.
Respecto a las posiciones
defendidas por don Gallo, no denunciadas por la autoridad eclesiástica y en
cierta forma avaladas por la presencia del presidente de la Conferencia
Episcopal Italiana en el funeral, se recuerda que:
1.
La Ley de Dios condena la práctica homosexual, y la
Iglesia enseña que ella constituye un pecado contra natura que clama al cielo.
2.
Don Gallo ha ayudado a las mujeres a abortar. Ahora
bien, el aborto es un crimen por el que se mata a una persona inocente, y que
está penado por la Iglesia con la excomunión. La cual afecta, no sólo a quienes
lo practican, sino a todos los que colaboran eficazmente para su consecución.
3.
El uso de las drogas llamadas blandas, alentado por
don Gallo, no sólo constituye a menudo el primer paso hacia otras sustancias
estupefacientes, sino que es contrario al Quinto Mandamiento que nos ordena
cuidar nuestro cuerpo como un regalo de Dios.
4.
El Comunismo, explícitamente sostenido por don
Gallo, ha sido condenado por el Magisterio como "intrínsecamente
perverso".
Estos comportamientos
manifiestan, de manera cada vez más evidente, la grave crisis que atraviesa la
iglesia, y la traición por parte de miembros importantes de la jerarquía de los
principios más elementales de la moral católica.
Don Pierpaolo Petrucci
Superior del Distrito Italia
Comentario Syllabus:
Lógicamente,
el escándalo fue tan grande que se hacía esperar al menos una reacción de parte
de la FSSPX. Debemos felicitar al Padre Petrucci por haber reaccionado, pues
hay que salir sin titubear a enfrentar a los enemigos de Dios y de la Iglesia,
y si muchísimos laicos lo hacen desde distintos foros y espacios de información
y opinión, con toda la indignación que el caso suscita, no pueden los pastores
de los fieles quedarse atrás y permanecer callados.
Ahora
bien, nos parece bastante suavecito por no decir poco realista a esta altura de
la situación, hablar de “la grave crisis que atraviesa la Iglesia”, cuando más
que crisis se trata lisa y llanamente de una impresionante falsificación de la
Iglesia, de una corrupción farisaica que se extiende desde el Papa hasta la
feligresía como nunca se ha visto y que hermana esta iglesia conciliar con la
sinagoga (“sepulcro blanqueado”) en los tiempos de Nuestro Señor.
Por otra
parte, con ese aparato conciliar donde hasta hace muy poco tiempo Monseñor
Fellay veía signos primaverales y amigos tradicionalistas, con ese cuerpo
corrupto derivado del Vaticano II cuya crítica no había que exagerar (como más
de una vez afirmó Mons. Fellay), con esos herejes pretendía que conviviéramos
Mons. Fellay y sus asistentes, y estuvo a punto de suceder cuando Mons. Fellay
viajó a Roma con el propósito de firmar el acuerdo para poner a la FSSPX bajo
el poder del Papa modernista. Mientras tanto, estos escándalos o parecidos han
venido ocurriendo desde hace años sin que el Papa “restaurador” hiciera
limpieza alguna o denunciara públicamente estas cosas. La pregunta entonces es:
¿Irá el P. Petrucci a combatir a fondo este problema, o simplemente se quedará
en alguna ocasional y necesaria crítica cuando los escándalos sean imposibles
de disimular en la iglesia conciliar, pero sin denunciar las trampas que
constantemente acechan a los tradicionalistas por parte de los que quieren
entenderse o ponerse en manos de los enemigos?
Por
último, si como bien recuerda el Padre Petrucci, “los
pecadores públicos deben arrepentirse y reparar públicamente antes de acercarse
al sacramento de la Eucaristía”, ¿por qué ha “excomulgado” y tratado como se
merecen estos desdichados y escandalosos degenerados transexuales a los fieles de la tradición de Italia que
hacen el blog Non Possumus? ¿Acaso eran escandalosos pecadores públicos o
simplemente disidentes de un Superior general que buscaba y busca colocar a la
Tradición católica bajo el control de las autoridades conciliares, unas
autoridades que reciben con los brazos abiertos a tales pecadores públicos que
ahora Usted condena?
Estimado Padre Petrucci, ¿puede Usted darse cuenta de su contradicción?