sábado, 20 de septiembre de 2014

SIGUEN LAS VISITAS EN EL NUEVO CIRCO ROMANO




Sigue el desfile de personajes impíos, inmorales y corruptos por el Vaticano, donde parece se sienten muy a gusto, pues son muy bien acogidos.
Esta vez fue el turno de la impía, inmoral y corrupta Cristina Fernández Wilhelm viuda de Kirchner, que por justo castigo de Dios para el insensato y perezoso pueblo argentino ejerce la Presidencia de nuestro país.
Cristina Kirchner llegó invitada por Francisco, no se sabe bien a cuento de qué, aunque abundan las especulaciones de los “analistas políticos”. Quizá como buen imitador de Perón, Francisco le haya dicho como les dice a todos: “metele para adelante, dale nomás”, conformando a sus interlocutores, sean estos políticos de “derecha” o de “izquierda”, curas comunistas o conservadores, narco-futbolistas o vedettes televisivas.
Pero más allá de todo posible análisis e implicación política (probablemente como viene ocurriendo últimamente con quienes visitan a Francisco, a Cristina Kirchner le vaya muy mal en Nueva York o en Argentina, tras este encuentro), quedémonos simplemente con este gesto de la impía, inmoral y corrupta mandataria a la cual le queda poco tiempo de gobierno: entre los regalos que le hizo a su compatriota vestido de blanco, entre las diversas tonterías que le regaló, puede verse un inmenso cuadro que, según dicen, representaría a la “Virgen Desatanudos”, a la cual es afecta Bergoglio.
Pues bien, si ya la pintura original es sospechosa, moderna, y muestra unos ángeles semidesnudos, la obra que le regaló la impía, inmoral y corrupta Cristina  sobrepasa el descaro.
Es, como puede observar el lector, una imagen impúdica, pagana, centrada en una “Virgen” que muestra el hombro desnudo y parece más bien una actriz de televisión. Uno de los ángeles se ha transformado en mujer y muestra sus pechos y gran parte de sus piernas. La serpiente debajo ha cobrado gran protagonismo y no aparece pisada por la “Virgen”, sino que más bien apenas la toca con un dedo, como si la acariciara. Parece además que esta pintura de “pop-art” era sonora y se escuchaba el “aleluya” al sacarla de su recipiente. Además de impía la Cristina carece del más elemental gusto estético, como puede observarse en su propia persona, e inclusive puede verse su perturbación mental en el esfuerzo que debe hacer para simular un catolicismo que no tiene ni siente, lo que la lleva a sobreactuar. Pero el veneno de sus ojos sufrientes no miente, pues en verdad esa mujer tiene dentro el resentimiento por lo religioso (aun por lo que parezca religioso) y por todo aquello que aparece superior ante su figura pletórica de soberbia. ¿Y Francisco? Muy contento, habiendo instalado la pseudo-religión del “encuentro”, marcada por la permisividad que corroe, ensucia e insulta la Verdad, el Bien y la Belleza, mientras sostiene su poder de figuración que tanto parece complacerlo. Seguirá con su “cultura del encuentro” entre sonrisas y carnavales, rodeándose de fantoches del diablo que ansían o trabajan para el advenimiento del Anticristo, hasta que, inevitablemente y más temprano que tarde, por la misericordia de Dios, el tren del encuentro descarrile con toda su impiedad religiosa, su fealdad estética y su "humildad" mediática hacia el abismo sin fin.
  
La Sra. Presidente busca mantener su visible "dignidad"   transformándose en un adefesio producto de cirugías estéticas, implantes capilares y horrorosos vestuarios. 

Risas y más risas. El dirigente Larroque, de la agrupación corrupta y subversora "La Cámpora" le entrega una camiseta a Bergoglio. La Presidente un cuadro con el cura marxista Mugica, nuevo "mártir" de la izquierda que quiere usarlo para destruir a la verdadera Iglesia. 

¿Por qué será que a esta señora cada dos por tres le sale hacer los cuernitos con la mano?

Los otros regalos a Francisco: un cuadro "a lo Andy Warhol" según Cristina, de Francisco, y un cuadro de Eva Perón.

Tapa de un viejo número de la revista argentina Cabildo, en ocasión en que la mandataria otorgara sus "derechos" a un degenerado vestido de mujer. El cardenal Bergoglio no dijo nada entonces ni ahora ni lo dirá nunca. ¿Quién es él para juzgar?