Mons. Williamson
Comentario Eleison CCXXIX (229)
03 de diciembre 2011
El liberalismo es una
enfermedad espantosa, que lleva millones y millones de almas al Infierno
eterno. “Libera” la mente de la verdad objetiva y el corazón (voluntad y
afectos) del bien objetivo. El sujeto reina supremamente. Es el hombre en lugar
de Dios, con el hombre permitiéndole a Dios solamente la importancia que el
hombre elige permitirle, y esa normalmente no es mucha. Dios Todopoderoso está
atado con una correa, por así decir, ¡como un cachorrito obediente! De hecho el
“Dios” de los liberales es una burla del verdadero Dios. Pero “Dios no se deja
burlar” (Gal.VI, 7). Los liberales están castigados en esta vida volviéndose
falsos cruzados, verdaderos tiranos, y hombres afeminados.
Un ejemplo clásico del falso
cruzado lo dan los sacerdotes revolucionarios de la “Teología de la liberación”,
según el Arzobispo Lefebvre en una conferencia que pronunció en América del
Sur. El acostumbraba decir de los sacerdotes que perdiendo la Fe bajo la
influencia del movimiento modernizante en la Iglesia, ellos se habían
convertido en los más temibles revolucionarios porque traían a la falsa cruzada
del Comunismo toda la fuerza de la verdadera cruzada para la salvación de las
almas en la cual habían sido entrenados pero en la cual no creían más.
Siendo la verdadera cruzada
para Dios, para Jesucristo, para la salvación eterna, entonces cuando ya no se
cree en ella deja correspondientemente un vacío enorme en la vida de la gente,
el cual ellos tratan de llenar lanzándose a la cruzada por cualquier cosa: por
la prohibición del tabaco (pero libertad para la marihuana y la heroína); por
la prohibición de la pena capital (pero libertad para ejecutar derechistas
eficaces); por la prohibición de tiranos (pero libertad para bombardear cualquier país para llevarlo
a la “democracia”); por la sacralidad del hombre (pero libertad para abortar el
bebé humano en el seno de la madre) – la lista puede seguir indefinidamente.
Estas contradicciones así resaltadas están perfectamente en consonancia con la
cruzada de los liberales para reemplazar el orden cristiano del mundo por el
nuevo orden del mundo. Ellos pretenden que no están combatiendo a Cristo, pero
tal fábula resulta cada vez menos creíble.
Los liberales se vuelven
también “lógicamente” verdaderos tiranos. Ya que ellos mismos se han “liberado”
de cualquier Dios o Verdad o Ley por encima de ellos, entonces permanece
solamente la autoridad de sus propios espíritus y voluntades para imponer a sus
contemporáneos lo que sea. Por ejemplo, habiendo perdido todo sentido de
cualquier Tradición que limite su autoridad, Pablo VI impuso a la Iglesia
Católica en 1969 su Nuevo Orden de la Misa, para encajar con el Nuevo Orden
Mundial, a pesar de que apenas dos años antes un número importante de obispos había
rechazado un rito experimental de la Misa substancialmente parecido. ¿Qué le
importó las opiniones de cualquier subordinado, a menos que fueran liberales
como él mismo? Ellos no sabían lo que
era bueno para ellos. El sí.
Lógicamente de nuevo, los
liberales se vuelven afeminados porque no pueden evitar tomar todo a título
personal. Sin embargo, cualquier oposición sana a su autoritarismo está fundada
sobre la Verdad o la Ley por encima de todos los seres humanos, de las cuales
los liberales se mofan. Es así como el Arzobispo Lefebvre resistió al
liberalismo de Pablo VI, pero Pablo VI no pudo pensar otra cosa que el
Arzobispo quería tomar su lugar como Papa, como él mismo se lo dijo
personalmente. Estaba incapacitado para entender que había una autoridad muy
por encima de la suya propia, en la cual el Arzobispo se apoyaba con toda
tranquilidad. ¿Quién necesita preocuparse de que el Señor Dios nos falle una
sola vez?
Sagrado Corazón de Jesús,
concédenos el merecer los buenos jefes que sólo pueden venir de Ti.
Kyrie eleison.