“Los sacerdotes deben
estar en guardia contra esta hipocresía que intenta introducirse en el aprisco
de Cristo, que predica la caridad y la prudencia, como si fuera caritativo
dejar que el lobo destroce al rebaño, y como si ella fuera una virtud, esta
prudencia de la carne reprobada por Dios y de la cual se ha escrito “Yo
dispersaré la sabiduría de los sabios y confundiré la prudencia de los
prudentes”. Los sacerdotes deben saber que, especialmente en nuestra época, no
pueden ser llamados ministros de Dios aquellos que se niegan a sacrificar sus
propias comodidades y sus ventajas por salvaguardar la integridad de la fe.
Pues bien, ésta está amenazada, más que por la negación abierta del incrédulo,
por la astucia y la mentira de este pérfido catolicismo liberal. (…) Los sacerdotes se guardarán bien de aceptar
ninguna de las ideas del liberalismo que, bajo la máscara del bien, pretende
conciliar la justicia con la iniquidad… Los católicos liberales son lobos
cubiertos con piel de oveja. El sacerdote consciente de su misión debe
descubrir sus tramas pérfidas, sus malvados designios. (…) Sed fuertes, no
cedáis donde no hay que ceder. Vosotros debéis combatir, no a medias, sino con
valor: no en secreto, sino en público; no a puertas cerradas, sino a cielo
abierto.”
S.S. San Pío X:
(Extractos
de su Carta Pastoral del 3 de septiembre de 1894, tomada de Le Sel de la terre n° 89, verano
2014 pág. 74 y 75).