domingo, 22 de diciembre de 2013

REFLEXIONES SOBRE LOS ENEMIGOS Y LA MANIOBRA.- POR JEAN VAQUIÉ. PARTE II.




TRES MINISTROS DE LUCIFER


Mélanie Calvat, la pastora de la Salette, vivió en perpetua contemplación. Ella recibió, por intuición intelectual, constantes luces sobre el estado de la sociedad contemporánea. Ella reveló un día, a alguien con quien mantenía correspondencia, que Lucifer le parecía asistido, en el gobierno de este mundo, por cierta clase de ministerio compuesto por tres miembros: Mammon, Asmodeo y Belcebú, que son tres poderosos espíritus caídos. Esta reflexión de Mélanie merece ser meditada.

No nos sorprende enterarnos que, para llevar a cabo su estrategia mundial, Lucifer utilice poderosos auxiliares que lo ayudan en ciertos trabajos de fondo y que ablandan a la sociedad humana a fin de facilitar su maniobra.

-Mammon es el dios del dinero. El ha terminado por insuflar a toda la humanidad, una impregnación mercantil que la ha banalizado totalmente. La hizo legalizar la usura, tan reprimida por los cánones de la Edad Media, el capitalismo, pues sin interés no hay capital. Entonces creó enormes masas de dinero que circulan cada vez más rápido en las arterias de la economía y que imprimen al comercio una aceleración absolutamente patológica.

Por el ministerio de Mammon, todo está a la venta. Escuchemos a San Juan hacer el inventario de los cargamentos de los comerciantes:

“…Cargamentos de oro, de plata, de piedras preciosas, de perlas, de fino lino, de púrpura, de seda y de escarlata… de harina y trigo, vacas y ovejas, caballos y carruajes, cuerpos y almas de hombres” (Apoc. XVIII, 12-13).

Se negocian las almas de los hombres. Tan impregnada de mercantilismo, la sociedad se convierte en humus fértil para las plantas venenosas del infierno.


-Asmodeo es el demonio de la lujuria. Está mencionado en el libro de Tobías. Este espíritu infernal se había apropiado de Sara. Le habían dado sucesivamente siete maridos que fueron asesinados por el demonio Asmodeo. Sara fue liberada de este demonio que la infestaba a ella y a su entorno, por el Arcángel San Rafael, gracias al humo del mismo pez que regresó la vista a Tobías, pues la lujuria produce ceguera del espíritu. En La Salette, la Virgen dijo que ciertos conventos se convertirían en establos de Asmodeo y los suyos. De esta impregnación erótica de nuestra sociedad proviene de esta ceguera de los espíritus respecto a las cosas de la Religión.

-Belcebú es el dios que envía las moscas a los ganados. Este nombre es la contracción de Baal y Zebub; significa literalmente “el señor de las moscas”. Es el demonio que produce actualmente la impregnación ocultista de la sociedad, creando una verdadera contra-religión, una superstición que ahora invade y domina. La superstición ocultista es omnipresente.